30.7.11

Cap 182

Heracles

Nuevamente encerrados, sin armas no objetos contundentes cerca... Por suerte. El canto no tardó en llegar, y ya todo fue confuso... Parecía irme de mí, ser consciente de la estupidez que estaba por hacer pero no poder evitarlo. Mi puño se dirigió al rostro de Patroclo que salía corriendo a la puerta...
-¿Ya... Te controlo?- musito forzosamente Adelphos, lo mire y negué de forma forzada también.
-No, pero seguro tu hermano cometería una idiotez...- dije tapándome los oídos, esto reducía bastante el poder del canto, pero solo era cuestión de tiempo.
El príncipe río negando, pero luego la risa cambio por una mueca de dolor. Mor lo golpeaba en un costado apartándolo y yendo lentamente a la puerta, quise ir por el pero ya Dinethos se le lanzaba encima...

A cada segundo me veía más atraído por el canto... No podía aguantar, pero debía hacerlo por el bien de todos.
-...laaralaaaralaaa...- un hermoso canto, era un hermoso canto... La intérprete debía ser hermosa... Increíblemente hermosa...

¿Pero porque aguantar? Debo ir por ella... Tiene que ser mía, solo mía. Si... Mía...
Un puñetazo voló al rostro de Patroclo que se levantaba a tumbos en dirección a la puerta.


-Es mía...- musite para girarme, pero entonces un golpe llego a mi espalda. Caí al suelo aunque en verdad el dolor no importaba. Me gire y aleje de una patada a Keops que se había prendido de mi pierna.

En el fondo tenía la sensación de que no hacia lo correcto... Pero... ¿Por qué? ¿Qué podía haber de malo en ir tras ese hermoso ente creador de tan bello y cautivante canto?
Me deje llevar por el canto, pero luego también la ira me invadió al ver a otras personas querer ir también a por ella...

-¡Dije que ella es mía!- grite y comencé a repartir brutales puñetazos a cualquiera que se me cruzase, No me importaban los golpes recibidos, solo tenía una cosa en mente... Y nada me impediría lograrlo...

Un largo rato después todos teníamos algún ojo morado, no recordábamos nada de lo sucedido anteriormente, pero de algo estábamos seguros... Habíamos vuelto a perder el control...

-¿Están todos bien?- pregunto Adelphos.
-Si con bien te refieres a algo más que un ojo morado o un par de costillas rotas... Entonces si...- respondí Mor de mala gana mientras se levantaba del suelo corriendo a un inconsciente Dinethos a un lado.
-Tranquilo que no fuiste el único golpeado...-. Dije mientras me limpiaba un hilo de sangre de la boca.
-¿Las sirenas se habrán ido ya?- pregunto Mor escuchando con atención lo que sucedía fuera.
-Ya no hay canto...- dije en voz baja.
-¡Entonces vamos!- grito Keops y corrió fuera, quisimos detenerle pero el chiquito fue rápido y huyo.

Un rato luego, cuando nos aseguramos de que por el momento se habían retirado esos seres, salimos fuera del barco y nos internamos en el bosque. Las mujeres volvieron al barco a buscar las provisiones y asegurar el barco a la costa. Momentos después ya teníamos asentado un pequeño campamento lo bastante “adentro” de la isla para considerarnos un 90% seguros. Por lo menos de las sirenas.
A pesar de ser de noche, se notaba que estábamos en un hermoso lugar. Se veía una gran colina a lo lejos, y pocos árboles a la vista. Nuestro campamento se asentó en un pequeño conjunto de cinco árboles, lo bastantes frondosos para tomarlos de refugio.
El grupo estaba en silencio por el estado de Amisthy. Luego del gran acto de fuego que había provocado Epifanía, las sirenas huyeron. La chica se había salvado de milagro pero estaba inconsciente y malherida... El doctor la atendía aparte, aunque no estaba en estado de moverse demasiado. Epifanía estuvo con ella unos momentos a solas y Mor la miraba con una sonrisa... raramente cómplice, ¿Qué pasaría? Cuando más o menos nos organizamos, hicimos una pausa para comer y hablar más calmadamente de nuestra situación.

-¿Alguna idea de donde estamos?- hablo Cyrene mientras comía un trozo de pan.
-Ninguna...- dijo Dinethos comiendo también. Aun le dolía la cabeza, creo que yo había sido el culpable.
-Pues, no sé si es casualidad o no pero... Estamos en la isla... del Ganado del Sol...- dijo Epifanía con una tranquila sorpresa. Todos los presentes se sorprendieron, algunos más que otros... Por el nombre de la isla en la que nos encontrábamos, y el resto por la sorpresa que presentábamos...
-Ganado del sol...- dijo Mor, uno de los que sabía de esta isla. –Me parece que nuevamente la “fortuna” nos ha traído a un importante lugar...- acoto con una sonrisa maliciosa.
-¿Fortuna? Lo creo que los dioses han tenido un poco que ver con tu “fortuna”- dijo Patroclo serio.
-¿Y que es este lugar?- pregunto una voz femenina.
-Ganado del Sol... Un hermoso lugar, con ganado igual de hermoso...- comenzó diciendo Epifanía.
-El cual por ahora no comeremos...- acote.
-Por hoy...- corrigió Mor con otra de sus sonrisas maliciosas que tanto molestaban a las chicas del grupo.
-Tal vez...- dijo Epifanía, varios la miraron con sorpresa. Ella se dio cuenta...-Olvídenlo, tema para mañana. Bien, como les contaba, es una hermosa isla... Y aquí probablemente tengamos la oportunidad de acabar con... Apolo...- dijo al fin.
-Fortuna o dioses... Caímos en la isla correcta- dijo Adelphos haciéndose notar, estaba muy callado con mirada pensativa en el fuego que habíamos armado.
-¿Entonces... que haremos ahora?- pregunto una voz femenina poco conocida. Enseguida supe de quien se trataba... La chica nueva.
-No lo sé... Lo más prudente seria esperar hasta que amanezca y ver que haremos...- decía Adelphos.
-Y mientras tanto...- dije mirándolo trasmitiéndole mi idea.
-Haremos un perímetro de vigilancia... No sabemos que podemos encontrarnos aquí... ¿de acuerdo?- completo Adelphos mirándonos a todos.

Todos asentimos...

-Hay que buscar una solución a las sirenas... No podemos seguir así, no mientras pretendamos seguir viajando por el mar...- dijo Epifanía, que mostraba unos golpes, productos de la batalla de las mujeres contra las sirenas, seguramente.
-Epifanía tiene razón... Y a pesar de que lo hicieron muy bien, me gustaría estar cuerdo cuando se presentan... No sé qué opinan ustedes...- dije mirando al resto de mis compañeros.
-Creo que a todos nos gustaría eso- dijo Keops con dos bollitos de tela en la nariz. ¿Quién de nosotros le habrá roto la nariz? En el fondo me causa un poco de gracia.
-Ahora estamos seguros tan dentro de la isla, pero Epifanía tiene razón... Si queremos continuar nuestro viaje tenemos que encontrarle solución...- dijo uno de los chicos, yo estaba mirando fijamente el fuego, pensando en muchas cosas, todas relacionadas con la posibilidad de encontrar una solución a las sirenas.
Muchos pensamientos pasaban por mi mente... Muchas alternativas... Muchas opciones... Pero muy pocas eran viables... Podría decir que ninguna... Rayos...

Entonces se me ocurrió algo, mejor dicho, me había acordado de algo. Antes de perder el control taparnos los oídos nos ayudó a resistir unos momentos... Quizás si por unos momentos quedáramos sordos, no oiríamos el canto, y podríamos enfrentarlas...
“Wau... Que magnifico plan” Pensé muy sarcástico.
Pero bueno, era lo único que había, y podía ser muy efectivo... Podría salvarnos la vida, ¿no era suficiente?
-Tengo una idea....- dije de pronto y todos me miraron rápidamente.
-¿De qué trata?- pregunto Adelphos.
-¿De cuanta cera de vela disponemos?- pregunte, él lo pensó un momento y luego pareció sonreír, ¿Habría adivinado que tramaba?
-Una caja de velas, bastantes...- dijo él.
-Genial... Podría llegar a arder o molestar, pero estoy seguro de que podrá salvarnos la vida- dije asintiendo satisfecho con la idea. Podría funcionar o no, pero ya teníamos algo...
-Hablas de tapar nuestros oídos con eso, ¿Cierto?- dijo Mor. Asentí. –Interesante...- acoto.
-Podría funcionar... ¿No?- dijo el doctor, el cual acababa de acercarse a nosotros... Bueno, por su respuesta se habrá acercado momentos antes. Patroclo le echo una mirada de resentimiento y odio, pero luego dejo de mirarlo, y fingió que el doctor no estaba presente. Creo que eso sería lo mejor, para el doctor...
-Lo probaremos... Mientras tanto ustedes tres armen un “perímetro seguro”. Haremos guardia con rotaciones de dos horas...- dijo Adelphos. Mor, Dinethos y yo nos levantamos y acatamos su “orden”.


By Silius

25.7.11

Cap 181

Epifanía

Me levanté, odiaba hacerlas de torpe, porque sé que soy torpe pero ahora no me sentía torpe, había gastado toda mi "torpedad" cayendo a manos de Mor y juro por Atenea, Zeus y el mismísimo Ares que con estas malditas sirenas no me harán caer.
De inmediato sentí el himatión empapado, me tiró hacia abajo. No tenía tiempo para ropa así que empuñe el machete de Mor y corté toda la parte que estaba mojada y aunque deje horrible mi ropa, quedé mucho más cómoda.
Amisthy me lanzó unas cuantas flechas que no habían dado en ningún sitio y comencé a apuntar a cuanta sirena pude ver. Estaban rodeándonos, había al rededor del barco, al rededor nuestro y lo peor de todo, escondidas en el agua al acecho. No se necesitaba tener clarividencia para sentir las decenas de miradas provenientes del agua.
Sentí una mano en mi pie, me giré, una sirena salió del agua y lanzó sus garras en contra de mi rostro, alcancé a contorsionar mi cuerpo de manera que su mano no alcanzó a tocarme. Empuñé mi arco y lo acerqué por el costado directo a su cuello, un golpe seco seguido del estruendo en el rostro de la sirena y esta cayó en el agua inmóvil. Retrocedí por las rocas de la costa y me topé con la mano de Amisthy que se extendía indicándome que subiese al barco, la tomé y logré subir, solo para llevarme la sorpresa de que en el barco habían al menos unas cinco sirenas sentadas en las barandas, dos cantaban y las otras sostenían armas, unas lanzas con tres filos en su punta, similares a las del mismísimo Poseidón. Me estremecí.

-¿Estás preparada? -preguntó la mujer a mi lado con una sonrisa confiada. Negué y ella rió -Entonces vamos.

Me acerqué directamente hacia la más cercana mientras Amisthy se acercaba a las otras dos, tomé mi arco y mientras la sirena dio el primer lanzazo contra mi pecho, alcancé a agacharme, agarré su "tridente" y cuando la sirena tiró de él se lanzó de cubierta. Choqué contra el borde del barco, dolor en mi estómago de inmediato, claro, la idea era bajarnos del barco, porque ellas querían acceso a él en su totalidad y a como diera lugar.
Solté su lanza y la sirena cayó al agua.
Me giré, de inmediato sentí un piedrazo y al volverme Cyrene sonrió y se disculpó, terminé sonriendo solo hasta que miré a Amisthy, quien se veía complicada con las otras dos sirenas.

-¡Nos quieren fuera del barco! -grité.
-¿Crees que no lo había notado?



Comencé a correr en dirección a ella y cuando golpeé a una de las sirenas con mi arco, esta soltó el agarre que tenía en el brazo de la chica, la empujé a punta de machete y cayó al mar, luego Amisthy enterró una daga en el antebrazo de la otra sirena y esta cayó también, la miré con la respiración acelerada.

-Entonces no dejes que te acerquen al borde -ella sonrió y golpeó mi hombro.
-Cállate y continuemos -alcanzó a comentar, ambas nos giramos y vimos como las sirenas que habían dejado de cantar ayudaban a subir más sirenas.

Afirmé mi arco y el machete en una mano, con la otra tomé el tridente que una de las sirenas había dejado caer y comencé a correr, Amisthy me miró con rostro incrédulo y cuando la lanza de tres puntas se enterró en la espalda de la sirena y luego la lanzó al agua, me resbalé con el agua de la cubierta, solté el arma y una baba verde agua se adhirió desde la lanza hasta mi mano y se alargó y alargó, y no se cortó hasta que el filo del machete pasó a través de él.
Amisthy ayudó a levantarme tras haberse deshecho de la otra sirena, justo cuando se sintió un golpe seco en la madera, nos volteamos y una lanza se había incrustado justo en la puerta de entrada y la había trizado. Amisthy salió corriendo e intentando quitarla de la puerta, quedando enredada entre baba y algas que se enredaban en la misma.
Logró quitar el tridente justo al tiempo en que se producía una tensión en la lanza, ya que las sirenas tiraban de ella. La puerta pronto comenzó a moverse, los chicos intentaban salir, alguno de los dos grupos había logrado salir e intentaba escapar, pero no podíamos preocuparnos ahora de ellos, las sirenas eran un remolino y nosotras estábamos en medio.
Un grito por parte de Rea y con Amisthy nos miramos, ella asintió y no fue nada más necesario como para entender que debía bajar, corrí y me lancé del barco, caí en el agua y la mano de Cyrene me sacó de ella de inmediato. Me alejó de la costa y me indicó que Rea tenia problema con las lanzas de unas cuantas sirenas, ella estaba bien, pues se protegía atrás de una roca gigante que lograba protegerla. Enterré mi arco junto a la chica y corrí hacia Rea. Unas cuantas lanzas salieron del agua, tres, quizás pertenecían a las sirenas ¿De más alto rango? daba igual, eran tridentes lanzados con esa cosa babosa verde agua que se adherían a lo que tocaban, y aunque rea Rea esquivó la primera, lanzándose al costado y esquivó la segunda también, la tercera había sido lanzada tan velozmente como la segunda y se enterró en la arena, junto a la chica y enredando su pie en la "cuerda" babosa.
Entonces las sirenas comenzaron a tirar de ella ¿Acaso jamás se detendrían? Corrí, Cyrene siguió tirando rocas, tomé el machete de Mor, que servía mucho más que mi arco sin filo ni flechas, y en el instante en que el pie de la joven era sumergido al agua, me lancé con el arma afirmado con las dos manos sobre mi cabeza, volé un par de metros antes de caer y cortar el tirante del tridente. Una ola nos cubrió entonces sin darnos tiempo de algún movimiento y nos vimos cubiertas de algas, empapadas y con dos sirenas afirmándonos de los pies. Rea, quien no parecía tener fascinación alguna con la lucha, tomó el machete de mis manos y lo empuñó con tanta decisión que en menos de dos segundos, había cortado las manos de las sirenas y comenzaba a retroceder costa adentro.
Me erguí, ambas con la idea de habernos salvado quizás de la muerte, una sonrisa nerviosa nació en nuestros rostros, la chica tomó de inmediato una roca y me devolvió el machete.
Corrí nuevamente con Cyrene, entre el cansancio y la falta de energía notoria me extendió mi arma que había colgado en su espalda.

-No se detendrán hasta que tengan el mapa -yo la miré y negué.
-No pueden obtenerlo-
-Lo sé, pero que haremos…
-Tenemos que darles algo, algo con lo que nos den el tiempo suficiente para escapar...
-¡Mira! -y apuntó a la cubierta donde Amisthy tenía una lucha contra ahora tres sirenas contra las que intentaban llevársela con ella abajo del agua. Cyrene me miró y negó -Creo que aquí golpeando estas sirenas hago un mejor trabajo que si no tuviera rocas Epifanía -asentí y ella continuó lanzando rocas y golpeando sirenas con el arco.

Volví a subir al barco, sentí flaquear mis rodillas, el frio, el agua y el cansancio, pero no había tiempo. Corrí hasta donde la chica luchaba, empuñé el machete y corté la mano de una de las sirenas, dejando que el peso del arma y su filo hiciesen casi todo el trabajo, esta se lanzó al agua y pero las otras dos no se soltaron, Amisthy empuñó una de las dagas y la movió contra el cuello de una de las sirenas, esta se retorció de tal forma que su cuerpo se giró y se lanzó al agua, llevándose consigo a la tercera sirena, quien no se soltó. Necesitaba afirmarme en algo así que enterré el machete entre un par de tablones de la cubierta, me agarré de él y tiré de la otra mano de Amisthy, apoyé mi pie en la baranda y cuando la sirena pegó un tirón, un gritó por parte de Amisthy y su mano soltó la mía… La había perdido de vista en el agua. Negué, negué sin saber qué hacer, fue entonces en que olvidé todo lo aprendido, olvidé que debía usar el codo y olvidé que no había que luchar en el territorio en que el enemigo tuviese ventaja, lo olvidé y me lancé al agua.
En el mar Amishty era arrastrada hacia abajo, llevada por las sirenas quienes la hundían cada vez más. Apareció otra sirena justo en el instante en que bajaba por ella y me tomó del cuello, comenzó también a hundirme, llegue a un punto en que Amisthy estaba junto a mí y sola, me miró, me sacudió y apuntó hacia arriba, comenzamos a subir, pero las sirenas aparecieron. Aguantando lo último que tenía de aire, tomé mi arco y lo usé de escudo contra el tridente que una de las mujeres peces empuñaba contra mí, comenzó a crear tal presión agua abajo que me era imposible contrarrestar su fuerza, fue ahí cuando no entendí lo que pasó…

En mis manos sentí un sonido que jamás había escuchado, el arco comenzó a crujir, a doblarse más de lo debido y cuando el tridente superó la fuerza de mi arco, lo rompió en dos y del centro de mi arma, salió una luz cegadora, blanca, como mirar los ojos del mismísimo Apolo cuando despierta el sol y lo lleva a su trono, la luz fue tan intensa y repentina que solté el aire que me quedaba y perdí la conciencia un par de segundos… Al abrir los ojos, aun bajo el agua, una sirena sostenía mi rostro entre sus manos y me besaba, traspasando aire desde su boca hacia la mía, entonces se separó, me miró un segundo y se desvaneció huyendo de la luz que irradiaba aun desde mí arco. Mis ojos ya irritados por el agua salada no supieron que pensar, pero mi cuerpo instintivamente comenzó a nadar hacia arriba hasta que llegué a la superficie, tomé una bocanada de aire y entonces las manos de Keops me llevaron a la costa.

Llegué a penas y caí en los brazos de Cyrene, la chica me miró y me abrazó.

-¿Amisthy? -la chica negó -La perdí -musité y ella volvió a negar.
-No sé dónde está, pero las sirenas se fueron... Aunque no creo que demoren en volver –dijo la chica observando hacia el mar.
-No veo a la chica que falta -gritó Rea desde el agua mientras salía de la orilla. Keops me miró sonriente, entonces miré a Cyrene.
-Fue el primero que pasó por el agujero de la puerta -dijo negando la chica, mientras observaba a lo lejos.

-Ya aparecerá la que falta –acotó Rea –Debe estar por ahí.
-Lo sé. Ahora necesitamos toda el aceite de lámpara que tengamos... Tengo una idea -musité mirando y ella asintió.

By KatrinaxStevens