2.11.11

Cap 203

Mor

-Cuando las respuestas indeseadas a las filosofías de ayer comienzan a hacerse realidades… Hoy- musite en el suelo mientras miraba el cielo, oscurecerse lentamente y no, no era que estaba atardeciendo pues el sol señalaba el medio día, en mitad del cielo… Además, habían pasado solo un par de horas de amanecer. Tirado, después de haberle cortado la mano a Apolo, robado su arco y arrojado a las chicas para que lo usaran, aquí estaba recibiendo la respuesta a una de esas noches filosóficas con asuntos relacionados a los dioses, el mito del sol…

No sabía si los demás lo notaban, pues yo estaba tirado, la masa estaba muchos metros más allá preocupándose de cosas más importantes que yo, que realmente, apoye la mano derecha, era bastante esfuerzo ya lo de levantarse, me erguí para recostarme y mirar mi mano (nada bien) apoyado de espalda en una de las palmeras… Un círculo negro, parecía colocarse frente a un sol… rojizo, como si sangrase… La masa comenzaba a perder forma, realmente no sabía si eso podría ser más amorfo, pero si, parecía perder fuerza.
Un par de gritos… Largue a correr para intentar rodearlo y llegar a la chillona voz que gritaba a la masa cuando de pronto, mis pies dejaron de moverse… Un círculo eclipsaba el sol rojizo… Expectante, miraba como poco a poco nos sumíamos en la oscuridad, hasta que de pronto un silencio sepulcral pareció envolverlo todo, como un silencio fúnebre. Una noche en pleno día…
El líquido negruzco comenzaba a evaporarse como a hervirse en sí misma, empuñe el arma, el olor a Azufre. Me alarme, el arco… ¿Dónde estaba el arco? Y más importante: ¿Quién lo tenía? Comencé a mirar hacia los lados buscando de dónde provenía la presencia, saque el machete y comencé a correr hacia el grupo cuando un vapor oscuro, más espeso que la misma oscuridad cubrió todo.

-Ya era hora de que muriera- ronroneo la voz de Hades a mi espalda – Iré por mi premio…
Los detalles del puño del machete de la presión parecieron clavarse en mis manos.
-La sacerdotisa no presentara problema alguno…- rio con malicia, por lo bajo.

Le mire, mire hacia donde debería estar el grupo, piensa rápido Mor –Si lo haces, me delataras, perderemos un arma valiosa, tu misión no se llevaría a cabo ¿Por qué no esperar un poco más y saborear todas las piezas cayendo juntas?- las palabras se me agolparon rápidas, atropelladas al ver la figura caminando en dirección al grupo, buscando a Epifanía, se giró, para fruncir el ceño, apareció a mi espalda.

-Mor…
-Solo ten paciencia, como dice Perséfone el que espera tie…- hades me interrumpió con un siseo.
-No me interesa que dice esa…- gruñó, suspiro, miro el arco, miro el cadáver y aprovechando la complicidad de la oscuridad, comenzó a caminar hacia la masa. Se agacho para tomar de entre el líquido un cuerpo humano, un joven rubio, una sonrisa se deslizo en por el rostro del amo del inframundo, lo apretó con fuerza y como había venido, se había ido… La mano comenzó a arderme, la derecha, solté el machete para mirar como en la palma, como con tinta, de dibujaba un símbolo de un arco, que se difumino unos segundos, casi irreal… Le debía el arco de Apolo a Hades… Suspire, le debía demasiadas cosas.
-¡Mor!- gritaron voces.

Mire el lugar donde había desaparecido Hades, para tomar el machete, y comenzara caminar hacia el grupo. Y de pronto la oscuridad… comenzó a disiparse, lentamente, el grupo seguía gritando.

-Aquí estoy – dije sin alzar la voz, moviendo la mano libre mientras guardaba el machete.

Epifanía llego haciendo preguntas de Hades… Respuesta rápida casi inconsciente: “No sé de qué me hablas” para después comenzar a sacar Ambrosia para todos, bufe, comencé a correrme mientras miraba la mano con fastidio y buscaba otras heridas, molesto, limpie el machete que todavía escurría liquido negruzco, mientras de vez en cuando miraba el lugar por donde se había ido Hades y el sol, el nuevo sol…
Y… solo era cuestión de tiempo antes que Epifanía llegara con su ambrosia. Bufe, si comía eso, recibiría un buen regano por parte de Hades, pero Epifanía seguía allí, ladee el rostro, me lleve la mano la boca.

-Nada... Realmente espero que tu mano sane... – su mirada triste, la mire un poco… Aparte la idea de mi cabeza y cuando se gire e iba hacer ademan de tirar la ambrosia que realmente nunca se había ido a mi boca si no que se había deslizado por mi manga, la mire, la prohibición, la prohibición, suspire, mire a Epifanía, baje la mirada de nuevo a la ambrosia, las últimas palabras de Epifanía, esbocé una sonrisa ladeada, la guarde, todos preocupados por todos y yo realmente, suspire para volver apartar la idea y comencé a caminar.

Quizás abre alcanzado a alejarme un poco cuando de pronto las velas de un birreme comenzaron a dibujase en el horizonte. Esto no era bueno, di la vuelta y comencé a caminar de regreso al grupo.

-No hay tiempo para quedarnos a mirar como el príncipe despierta- la voz me salió seria fría.
-Un birreme- musito Dinethos.
-Hay que esconder a las mujeres- musite.

Las mujeres fruncieron el ceño por todo lo ofensivo que al parecer había dicho en menos de 30 segundos.

En el Birreme

-La niña noble que ve allí, es la hermana del de esos dos que están allá y novia del de allí- señale a Heracles y a un herido Adelphos, finalmente a Dinethos, Cyrene casi me fulmino con la mirada pero se contuvo, no era momento, esto era serio, cansados y heridos como estábamos, no nos iría bien en un combate.
-Las dos que están allí, las mujeres que le siguen son sus acompañantes -los mellizos de cabello negros enarcaron una ceja mirando a Cyrene y después a Amisthy y Rea.
-Ella es nuestra- musito el más alto.
-Imposible.- gruño Heracles
-Es cierto- agregue – Pregunte a los guardias de la niña- señalé al resto. Mientras el otro miraba a Epifanía que estaba a mi lado cabizbaja ocultando su rostro en la sombra de la capa oscura, mi capa, bufe – Espero que no le interese…- le dije al mellizo de barba corta. – Es una esclava que ya tiene dueño.

-¿Vendes esclavos?- pregunto el joven divertido dando un paso hacia Epifanía, yo di un paso hacia adelante – Si, y sabes, tomo de mal forma que se metan con la mercancía- la voz salió pausada, mientras llevaba mano al machete, el hombre rio, yo me quede mirándolo.

Los mellizos se dieron la vuelta y el más alto de ellos se giró para decir con una sonrisa arrogante.

-Bienvenidos a bordo, le haremos un espacio abajo, para la señorita- pareció hacerle un reverencia a Cyrene. – Hablaremos mejor mas tarde de los términos- su vista se paseó por todos. -Tienen un par de Horas hasta que terminemos con las vacas y estemos en alta mar- escupió el joven. Cuando todos se fueron, Epifanía subió el rostro, mirándome, yo la mire y coloque mi mano en el borde superior de la capa y baje el brazo levemente, bajándole la mirada.

-Estos marineros son demasiados jactanciosos para ser normales- la voz me salió casi en un pensamiento en alta voz – Lo mejor será que ustedes no llamen la atención.

Epifanía saco algo de entre mi capa.

-¡No te la comiste, mentiroso!- me increpo mostrando la ambrosia, yo la mire con una sonrisa ladeada.
–Ah, ah, ah, esa no es manera de hablar a tu dueño -Epifanía bufo, entonces tome su mano y la metí en el lugar de donde había sacado la ambrosía, Epifanía parecía paralizada. – Si sacas eso de nuevo harás que nos maten a todos...

By Double_Angy

Cap 202

Epifanía

La flecha atravesó el cuello y Apolo cayó. Sentí un cosquilleo en mis brazos que me hizo dejar caer el arco, con susto, con asco, con miedo.
Corrí de inmediato en dirección a Adelphos, quien yacía tirado en la grama con la herida en el hombro. Me acerqué a él y lo moví, no reaccionaba, estaba inconsciente. El silencio del bosque y la oscuridad descendiendo lentamente hicieron que comenzara a desesperarme, Apolo había muerto... ¿Ahora qué?
No se escuchaba nada, en poco tiempo no se vería nada. ¿Dónde estaban los demás? Necesitábamos a Zorba ¿Y Mor?
Me afirmé del cuerpo de Adelphos, a la vez que intentaba despertarlo moviéndolo levemente, apretaba su herida, intentando detener la hemorragia. Sentí una mano en mi hombro, su voz me indicó que se trataba de Zorba. Se acercó al príncipe y en la penumbra, presionó mis manos sobre la herida.

-Con más fuerza -musitó.

Entonces todo se volvió oscuro. En el cielo un circulo negro rodeado de fuego. ¿El sol estaba muriendo? No entendía que sucedía, esto era demasiado complejo, la muerte, la vida, el bien y el mal. ¿Qué era lo correcto, quien debía morir? ¿Nosotros realmente teníamos la decisión en nuestras manos?
La penumbra nos cubrió por completo y un aroma familiar se alzó, sentí un dolor en mi estómago y el miedo comenzó a inundar mis pensamientos. Azufre, nuevamente extendido en el lecho de muerte de un dios... No. Apolo no había muerto, de otro modo, Hades no habría venido por él. Me levanté con las manos llenas de sangre y en medio de la penumbra comencé a gritar llamando al resto. Sentí a Cyrene tomarme por la muñeca intentando tranquilizarme.

-Tranquila. Solo intento indicarles a todos que se aproximen -la chica suspiró más tranquila.
-¿Quién falta? –preguntó.
-No lo sé, no veo –apresuré.
-Bien... ¡Heracles! -comenzó a gritar también. Sonreí.
-¡Mor! ¡Keops!
-¡Rea! ¡Amisthy!
-Epifanía, contestaron todos excepto Mor -La voz de Zorba.
-¡Mor! -grité nuevamente, el aroma se agudizó, al igual que el dolor en mi estómago.

La oscuridad volvió a ser luz poco a poco, el sol regresaba a su estado natural y los sonidos del bosque volvieron a la vida. Todo... Se arreglaba. Entonces Mor apareció agitando su mano. Tranquilo como si nada sucediera. Me apresuré hacia él, intentando hablar lo más alejado del grupo.

-¿Lo sentiste?
-¿Sentir qué? –alzó una ceja.
-Hades. ¿Vino? ¿Se llevó a Apolo? –volví a hablar atropelladamente.
-Epifanía, no sé de qué hablas -dio un paso.
-Claro que lo sabes -musité mientras me corría para cortarle el paso -Sabes muy bien a lo que me refiero -el hombre suspiró y miró en otra dirección.
-No lo sé, estaba tirado al otro lado del campo, no tengo idea si es que vino o no -musitó, lo observé y asentí, un poco suspicaz.
-Pensé que lo pudiste haber visto -él negó -Si, no sé por qué creí eso -acoté mientras cruzaba mis brazos, me giré para observar al grupo y recordar repentinamente que Adelphos necesitaba ayuda.
-Adelphos -musité y comencé a correr.

Zorba miraba al príncipe sin mucha esperanza, a decir verdad, nadie tenía esperanzas. La única opción llegó a mi mente tan rápido como los contras que la misma tenía.

-Tengo ambrosía -musité levantándome, busqué entre mis cosas la caja dorada, manchando todo de sangre, moví las tres piezas y abrí la caja. -Espero que no sea muy fuerte -musité tomando un poco entre mis manos.
-¿Qué sucede si es muy fuerte?
-El príncipe no despierta en unos... Cinco días más -comentó Mor, lo miré negando y volví a mirar a Zorba.
-No hay de otra -musité y el asintió.

La sustancia roja y transparente pareció desaparecer más de la mitad, pero una herida y la pérdida de sangre que Adelphos ahora sufría, demostraba cuanto necesitaba la ambrosía. La tomé entre mis dedos y mientras Zorba abría la boca del príncipe, se la di. Él la tragó aun inconsciente y ayudado por Zorba. Haría falta un par de minutos antes de saber si estaría bien o no.

-Cyrene ¿Por qué no tomas un poco? -musité extendiendo la caja a la chica. Ella negó. -Solo un poco y sanará tu pierna.
-Creo que deberías hacerlo -acotó Zorba.
-Está bien -musitó la chica tomando un poco entre sus dedos y llevándoselo a la boca.
-Le daré un poco a Heracles -acotó el médico, asentí extendiéndole la caja, pero al estar el guerrero también medio inconsciente, debió dárselo directamente.

Todo estaba tan extraño, tan silencioso y lúgubre. No teníamos idea del sitio en que estábamos, además de estar rodeados de restos de la masa negra de Apolo y la mitad de nosotros heridos, todo parecía ir de mal en peor. Deseaba que la ambrosía funcionara.
Me senté a esperar que Adelphos despertara cuando observé a Mor mirando su mano. Estaba herido.

-Aún queda Ambrosía -musité extendiendo la caja en su dirección. Él negó.
-No la necesito -Aseguró.
-Claro que si -dije mientras me levantaba y me acercaba a él.
-Estoy bien -argumentó negando. Entonces acerqué mi dedo a su mano y él la corrió de inmediato.
-No lo estás... Toma -musité mientras tomaba lo que quedaba de la ambrosía y se la acercaba al rostro. Mor negó y detuvo mi mano con su palma, negó una vez más y ante mi insistencia, bufó.
-No quedarás tranquila hasta que la coma.
-No es mucho, ayudará con la herida, eso es todo -musité. El asintió y extendió la palma. Negué.
-Que desconfiado -musité mientras dejaba la ambrosía en su palma, el chico se llevó la mano a la cara y la ambrosía a la boca. Sonreí.
-¿Qué?
-Nada... Realmente espero que tu mano sane... -musité algo triste y volví a acercarme a Adelphos, esperando que despertara.


By KatrinaxStevens