-Cuando las respuestas indeseadas a las filosofías
de ayer comienzan a hacerse realidades… Hoy- musite en el suelo mientras miraba
el cielo, oscurecerse lentamente y no, no era que estaba atardeciendo pues el
sol señalaba el medio día, en mitad del cielo… Además, habían pasado solo un
par de horas de amanecer. Tirado, después de haberle cortado la mano a Apolo,
robado su arco y arrojado a las chicas para que lo usaran, aquí estaba
recibiendo la respuesta a una de esas noches filosóficas con asuntos
relacionados a los dioses, el mito del sol…
No sabía si los demás lo notaban, pues yo estaba tirado, la masa estaba muchos metros más allá preocupándose de cosas más importantes que yo, que realmente, apoye la mano derecha, era bastante esfuerzo ya lo de levantarse, me erguí para recostarme y mirar mi mano (nada bien) apoyado de espalda en una de las palmeras… Un círculo negro, parecía colocarse frente a un sol… rojizo, como si sangrase… La masa comenzaba a perder forma, realmente no sabía si eso podría ser más amorfo, pero si, parecía perder fuerza.
Un par de gritos… Largue a correr para intentar rodearlo y llegar a la chillona voz que gritaba a la masa cuando de pronto, mis pies dejaron de moverse… Un círculo eclipsaba el sol rojizo… Expectante, miraba como poco a poco nos sumíamos en la oscuridad, hasta que de pronto un silencio sepulcral pareció envolverlo todo, como un silencio fúnebre. Una noche en pleno día…
El líquido negruzco comenzaba a evaporarse como a hervirse en sí misma, empuñe el arma, el olor a Azufre. Me alarme, el arco… ¿Dónde estaba el arco? Y más importante: ¿Quién lo tenía? Comencé a mirar hacia los lados buscando de dónde provenía la presencia, saque el machete y comencé a correr hacia el grupo cuando un vapor oscuro, más espeso que la misma oscuridad cubrió todo.
-Ya era hora de que muriera- ronroneo la voz
de Hades a mi espalda – Iré por mi premio…
Los detalles del puño del machete de la
presión parecieron clavarse en mis manos.-La sacerdotisa no presentara problema alguno…- rio con malicia, por lo bajo.
Le mire, mire hacia donde debería estar el
grupo, piensa rápido Mor –Si lo haces, me delataras, perderemos un arma
valiosa, tu misión no se llevaría a cabo ¿Por qué no esperar un poco más y
saborear todas las piezas cayendo juntas?- las palabras se me agolparon
rápidas, atropelladas al ver la figura caminando en dirección al grupo,
buscando a Epifanía, se giró, para fruncir el ceño, apareció a mi espalda.
-Mor…
-Solo ten paciencia, como dice Perséfone el que espera tie…- hades me interrumpió con un siseo.
-No me interesa que dice esa…- gruñó, suspiro, miro el arco, miro el cadáver y aprovechando la complicidad de la oscuridad, comenzó a caminar hacia la masa. Se agacho para tomar de entre el líquido un cuerpo humano, un joven rubio, una sonrisa se deslizo en por el rostro del amo del inframundo, lo apretó con fuerza y como había venido, se había ido… La mano comenzó a arderme, la derecha, solté el machete para mirar como en la palma, como con tinta, de dibujaba un símbolo de un arco, que se difumino unos segundos, casi irreal… Le debía el arco de Apolo a Hades… Suspire, le debía demasiadas cosas.
-¡Mor!- gritaron voces.
Mire el lugar donde había desaparecido Hades,
para tomar el machete, y comenzara caminar hacia el grupo. Y de pronto la
oscuridad… comenzó a disiparse, lentamente, el grupo seguía gritando.
-Aquí estoy – dije sin alzar la voz, moviendo
la mano libre mientras guardaba el machete.
Epifanía llego haciendo preguntas de Hades…
Respuesta rápida casi inconsciente: “No sé de qué me hablas” para después
comenzar a sacar Ambrosia para todos, bufe, comencé a correrme mientras miraba
la mano con fastidio y buscaba otras heridas, molesto, limpie el machete que
todavía escurría liquido negruzco, mientras de vez en cuando miraba el lugar
por donde se había ido Hades y el sol, el nuevo sol…
Y… solo era cuestión de tiempo antes que
Epifanía llegara con su ambrosia. Bufe, si comía eso, recibiría un buen regano
por parte de Hades, pero Epifanía seguía allí, ladee el rostro, me lleve la
mano la boca.
-Nada... Realmente espero que tu mano sane...
– su mirada triste, la mire un poco… Aparte la idea de mi cabeza y cuando se
gire e iba hacer ademan de tirar la ambrosia que realmente nunca se había ido a
mi boca si no que se había deslizado por mi manga, la mire, la prohibición, la
prohibición, suspire, mire a Epifanía, baje la mirada de nuevo a la ambrosia,
las últimas palabras de Epifanía, esbocé una sonrisa ladeada, la guarde, todos
preocupados por todos y yo realmente, suspire para volver apartar la idea y
comencé a caminar.
Quizás abre alcanzado a alejarme un poco
cuando de pronto las velas de un birreme comenzaron a dibujase en el horizonte.
Esto no era bueno, di la vuelta y comencé a caminar de regreso al grupo.
-No hay tiempo para quedarnos a mirar como el
príncipe despierta- la voz me salió seria fría.
-Un birreme- musito Dinethos.-Hay que esconder a las mujeres- musite.
Las mujeres fruncieron el ceño por todo lo
ofensivo que al parecer había dicho en menos de 30 segundos.
En el Birreme
-La niña noble que ve allí, es la hermana del
de esos dos que están allá y novia del de allí- señale a Heracles y a un herido
Adelphos, finalmente a Dinethos, Cyrene casi me fulmino con la mirada pero se
contuvo, no era momento, esto era serio, cansados y heridos como estábamos, no
nos iría bien en un combate.
-Las dos que están allí, las mujeres que le
siguen son sus acompañantes -los mellizos de cabello negros enarcaron una ceja
mirando a Cyrene y después a Amisthy y Rea.-Ella es nuestra- musito el más alto.
-Imposible.- gruño Heracles
-Es cierto- agregue – Pregunte a los guardias de la niña- señalé al resto. Mientras el otro miraba a Epifanía que estaba a mi lado cabizbaja ocultando su rostro en la sombra de la capa oscura, mi capa, bufe – Espero que no le interese…- le dije al mellizo de barba corta. – Es una esclava que ya tiene dueño.
-¿Vendes esclavos?- pregunto el joven
divertido dando un paso hacia Epifanía, yo di un paso hacia adelante – Si, y
sabes, tomo de mal forma que se metan con la mercancía- la voz salió pausada,
mientras llevaba mano al machete, el hombre rio, yo me quede mirándolo.
Los mellizos se dieron la vuelta y el más alto
de ellos se giró para decir con una sonrisa arrogante.
-Bienvenidos a bordo, le haremos un espacio
abajo, para la señorita- pareció hacerle un reverencia a Cyrene. – Hablaremos
mejor mas tarde de los términos- su vista se paseó por todos. -Tienen un par de
Horas hasta que terminemos con las vacas y estemos en alta mar- escupió el
joven. Cuando todos se fueron, Epifanía subió el rostro, mirándome, yo la mire
y coloque mi mano en el borde superior de la capa y baje el brazo levemente,
bajándole la mirada.
-Estos marineros son demasiados jactanciosos
para ser normales- la voz me salió casi en un pensamiento en alta voz – Lo
mejor será que ustedes no llamen la atención.
Epifanía saco algo de entre mi capa.
-¡No te la comiste, mentiroso!- me increpo
mostrando la ambrosia, yo la mire con una sonrisa ladeada.
–Ah, ah, ah, esa no es manera de hablar a tu
dueño -Epifanía bufo, entonces tome su mano y la metí en el lugar de donde
había sacado la ambrosía, Epifanía parecía paralizada. – Si sacas eso de nuevo
harás que nos maten a todos...
By Double_Angy