22.7.10

Cap 50


Cyrene

Había estado toda la mañana intentando llegar a lo más alto de un árbol, un aguilucho se había caído del nido que se encontraba muy por encima de los arboles promedio y yo solo intentaba devolverlo ante las llamadas de las ninfas las cuales se movían nerviosas en tierra pensando en que podría caerme en cualquier momento. Apenas dejé al polluelo en su nido, la rama se venció y fui cayendo dándome contra varias ramas antes de caer sobre el montón de hojas que mis cuidadoras habían hecho para evitarme una muy fuerte caída.

Cuando me levanté y observé a mi alrededor, encontré a Artemisa negando con la cabeza, sonreí juguetonamente mientras me levantaba y sacudía las hojas que se me habían pegado al cuerpo y vestido, me acerqué a ella la cual como siempre movió apenas su arco para señalar que quería cazar conmigo. No estuvimos mucho tiempo en esa actividad pues estaba muy frustrada y me pregunté por qué, pué sino me comentó nada. Se marchó temprano considerando que ya tardaba más en bajar a verme.
-..De nuevo esos humanos...-susurró una ninfa y me iré a verles comentar y me acerqué a ellas para escucharlas.
-dicen que se encuentran cerca de esta isla-comentó otra.
-pues entonces serán las presas de los Silvanos, ya sabes...Dionisio cuida esta isla-dijo una más, mientras se miraba despreocupadamente en el reflejo de un charco.
-No seas tonta, ellos irán al pueblo-dijo una más mientras me miraba severamente- y nada de andar de curiosa en la orilla.

Asentí aun a sabiendas de que haría caso omiso, era una mala costumbre aprendida de Artemisa, y quizás un poco de mi carácter, me daba por estar de curiosa cuando me aburría por no hacer nada en el bosque. Al caer la noche comencé a ir rumbo a la orilla después de escuchar a las ninfas comentar que esos extraños habían llegado a la isla. Sentía mucha curiosidad, ¿por qué desafiar a los dioses? Yo no podía tener queja alguna, Artemisa cuidaba de mí, Artemisa siempre intercedía por mí aunque...no me gustaba cuando ella me decía que era suya.

Los miré desde atrás, comer y después dormirse cada uno, solo quedo el que vigilaba, ladeé la cabeza, era un hombre, aún recuerdo la primera vez que vi a uno, aunque fuese Apolo y no contase, era diferente de Artemisa y de las ninfas, me dio pena recordar aquella tonta pregunta que hice. Me acerqué un poco más, seguramente era como la gente del pueblo, a quienes conocía desde hace poco, temerosos de los habitantes del bosque, o bien, odiando su presencia.

Nunca creí que fuese capaz de darse cuenta de mi presencia y menos que fuese tan hostil, reconozco que me sentí asustada, pero si me dejaba llevar por el miedo y la sorpresa me iría mal; fue instinto que le apuntara, además de que me incomodaba un poco tenerlo encima mío, solo hacía que me diera más miedo, aun así, actué lo más serena que pude, y cuando parecía mostrar ser una persona de fiar, solo me trató peor, quise soltarme, Artemisa me lo decía siempre, no podía permitir que nadie me tocara y menos un hombre, pero por más que me retorcía, cual serpiente, la fuerza que aplicaba era demasiada, y cuando susurró aquellas palabras a mi oído me produjo un escalofrió, además de percibir un aroma muy extraño, pero no pude pensar mucho en ello cuando los demás aparecieron.

Había otra mujer con ellos, muy linda y me le acerqué cuando noté la forma despectiva en que miraba a ese sujeto, al que habían llamado Mor, terminé de limpiarme mientras él sujeto que de pronto me miró de arriba hacia abajo se acercó a preguntar.

-¿De dónde vienes?-preguntó pero solo le miré molesta
-No te voy a decir eso-respondí y entonces la chica se giró para verme y sonreírme.
-¿Vives aquí?-asentí y ella sonrío- ¿Hay más gente aquí?-volví a asentir y señale la parte oeste de la isla.
-Hay un pueblo-le susurré con una sonrisa-pero vayan por la mañana, esta noche lo mejor es estar en la orilla, así no les pasara nada.

Todos se mostraron algo sorprendidos ante eso, retrocedí un poco, lo mejor era no estar más tiempo con ellos, como decían las ninfas, eran peligrosos, además, Artemisa iba a regañarme por dejarme tocar por ese tipo. Pero él notando lo que intentaba, avanzó en clara señal de pretender detenerme, me sentí animal acorralado.

-Ni creas que te vas-dijo y di un respingo del susto - llévanos al pueblo ahora.
-No es buena idea...-dije negando con la cabeza y entonces escuché a las ninfas llamándome, al parecer se habían dado cuenta de mi escapada, pero ninguno de ellos parecía escuchar, me pregunté por qué, los del pueblo tampoco escuchaban.
-¿Puedes al menos conducirnos un poco hasta el pueblo?-musitó el que hablaba acerca de las persecuciones y esas cosas.
-... ¿Por qué están en contra de los Dioses?-pregunté mirándolos a todos con cierta desconfianza, aunque a la vez, me picaba la curiosidad por conocer sus motivos.

Todos me miraron un momento, ¿era rara la pregunta?, no lo entendía, también la gente del pueblo se quejaba de los Dioses, sobre todo de Dionisio, yo no le tenía miedo pues ya Artemisa le había advertido de lo que pasaría si sus servidores me hacían algo, Apolo estaba del lado de Artemisa, así que estaba protegida.

-... Bien, si quieren, los conduzco al pueblo... ¡Peor no se me acerquen!-dije señalando a todos los hombres del grupo.

Mientras comenzaba a conducirlos, acompañada de la chica a la cual también miraba aun con cierta desconfianza iba diciéndoles que la mitad de la isla no era habitada por ningún ser humano y que la gente vivía de la caza y la pesca.

-¿A quién pertenece esta isla?-pregunto el líder de todos ellos que se había presentado como Adelphos.
-... No te diré eso-comenté mientras escuchaba los murmullos de las ninfas...esperaba que esta noche no hubiesen hecho sus desastres los Silvanos, o seguro la gente del pueblo volvería a darme de pedradas.

Tal parecía que no había sido noche de fiesta esta vez y todo lucia tranquilo, la mayoría entro mientras yo retrocedía pero no conté con que iba a detenerme nuevamente ese sujeto que me hizo ir con ellos pues no confiaba en mi...peor él era la persona poco confiable, tramposo, embustero, deshonesto. Iba a meterme en problemas, eso pensaba mientras recordaba que solo traía dos dagas más bajo la ropa y me había dejado el arco por ser muy grande y entorpecerme la fuga.

By Wolfmanhunter_Lilith

Cap 49


Mor

-Nademos -dijo Keops, mientras yo le miraba con cara de “este tío todavía debe estar bajo los efectos del loto”, una cara de cómo “este tipo está loco”.
-¿No necesitamos un barco? No creo que seamos...
-Si no hay otro modo... – contestó Epifanía mientras con convicción comenzaba a amarrar su arco sus cosas al cuerpo yo giré los ojos… A veces se notaba que nunca en su corta vida había salido de un templo…
-¿Estás loca?- musité no pude no evitar decir ese comentario, es que… ¡Nadar!, lo pone taaaaaan fácil…
-Un poco desquiciada... Gracias – respondió y junto con el otro pseudo desquiciado Keops hacia la isla, miré la isla, no estaba tan lejos, pero no, no, señor, yo no me ahogaría, sabiendo que Poseidón anda detrás de nosotros. De pronto me di la vuelta y comencé a caminar hacia una palmera cerca, tome mi machete y comencé a cortar.
-¿Qué rayos haces Mor?- preguntó Hearacles.
-Pues…- corte -… Cuando esos dos se cansen…- volví a cortar -…sencillamente se ahogaran…- corté de nuevo – y yo…- le proferí el ultimo corte -…No me voy a ahogar sencillamente porque no leve algo para flotar…- musité con una sonrisa ladeada para llevar mi machete en la espalda y la palmera cayó tras de mí –Así que alguien tiene que ser el ser pensante en frío… que al parecer a la que le debería tocar, ya que a la niña agraciada por la diosa de la sabiduría y la previsión, no lo hizo…- musité para comenzar a sacar la corteza.
-Yo te ayudo Mor...- musitó Heracles y se acercó y comenzó a ayudarme
-Es lo más sensato…- agregó Adelphos para ayudarme.
Así pasaron unos minutos, mientras descascarábamos la palmera y cortábamos...
-Bueno alcanza para todos…- musitó Heracles.
- Yo dejaría que Epifanía se ahogase por su porfía…- musité mientras con un pedazo de mecate que siempre cargaba encima en caso de emergencia amarraba las cortezas y cuando mire el rostro de los dos, ellos me miraban con negación.
-Bueno está bien… salvemos a la porfiada de un ahogamiento inminente…- musité mientras me sacaba la capa la ponía en la corteza y ponía está en el mar y sonreí al ver que flotaba puse mi pie y todavía flotaba lo suficiente.
-Bueno ahora sí- musité y los chicos asintieron, mientras terminaban de amarrarse las últimas cosas.

Cuando vimos los chicos habían avanzado sí, pero no tanto como para hacer el tramo inalcanzable, además pronto comenzarían a bajar ese ritmo tan animado que tenían, así es chicos… se llama cansancio… Una cualidad muy humana… Sonreí y comenzamos meternos al agua.
Yo iba a buen ritmo, ni muy rápido, ni muy lento, esto era una cosa de resistencia, si ibas muy rápido quizás llegarías a la mitad rápido pero bien cansado. Miré a los lados Heracles estaba allí, al parecer él también sabía el secreto, mientras Adelphos iba un poco más adelante entre Keops, Epifanía y nosotros… Ya lo quiero ver unos minutos más tarde… Mientras respiraba por la nariz y botaba por la boca, haciendo las respiraciones pertinentes.

-Veo que no es primera vez que haces esto Mor…- musitó Heracles.
-Cuando la vida te da dos brazos y te quita un bote, pues que más… Además los hombres griegos tenemos que saber de todo, hasta nadar…- sonreí, el orgullo griego…
-Así es Mor… Me gusta tu estilo, lo pondré en práctica- musitó Heracles para verificar como estaba su ave, que de vez en cuando sobrevolaba la zona y volvía a un espacio del madero de Heracles…

La tarde había empezado a caer… pensé que no lo haría nunca. Ya los otros habían disminuido el ritmo considerablemente y de pronto ¡sorpresa! Estábamos a su lado.

-Bueno, chicos, ¿Cómo les va?- pregunté llegando hasta le grupo con Heracles a mi lado…
-Que buena idea lo del madero…- musitó Keops sujetando uno y descansando un poco.
-Y veo que Epifanía también le sirvió…- ronroneé y esta me dedicó una “dulce” mirada asesina…
-No fastidies Mor…- masculló para mirar hacia otro lado…
-Nos queda un poco menos de la mitad del camino…- musitó Heracles.
-Hay que descansar un momento…- musitó Adelphos un poco hiperventilado…
-Bueno…- musité con una sonrisa ladeada mientras rodaba los ojos, diciendo en mi mente un “se los dije”… Heracles sonrió al ver que nuestras “premoniciones” eran certeras y después de unos minutos mirándonos las caras, porque no estaban haciendo otra cosa que recuperar el aliento, seguimos nuestro camino.

La noche cayó y ya podía ver las palmeras de la isla… Aunque ella se negó rotundamente, alrededor de cuatro veces en el camino, tuvimos que turnarnos para llevarla, pues al parecer era la primera vez que hacía esto y no tenía brazos, pero por un pequeño error de cálculos, o cosa del estúpido destino (o los dioses que es lo mismo ¬¬) a la hora de necesitar los maderos solo habían solo habían cuatro maderos, así que teníamos que ir cediendo cada uno un momento y cuando llegó mi turno…

-Un gracias Mor no caería nada mal…- musité mientras nadaba lentamente al lado, ya que, ni en sueños la llevaría arrastras…
-No retes mi paciencia Mor, puedo irme al madero de otra persona…- musitó
-Que es orgullosa esta sacerdotisa de Atenea…- musité mientras me hundía en el agua.
-Mor no empieces con juegos…- dijo Epifanía mientras miraba hacia todos lados – Si volcases tu tablas me llevo conmigo tu capa…- dijo a modo defensa.

Y al sentir esta un cosquilleo en el pie gritó.

-Mor, no es divertido-
-No, tranquila, no lo es, gritas demasiado…- musité a centímetros de su rostro con cara inexpresiva y el cabello oscuro tapándome toda la cara producto del agua.
-Eso mi querida desconocedora del mundo, te los presento… se llaman peces…- musité mientras le indicaba el agua.
-De aquí podríamos sacar la cena…- musito Heracles.
-Hablemos mejor de cena cuando estemos en la orilla, ya casi no siento mis piernas.
-Apoyo la moción- musitó Adelphos.
-¿Ves?- dije apartando el cabello de mi rostro con una sonrisa ganadora y de pronto plash, Epifanía me hundió y plash, ella también… Eso había sido por mojarme la capa, todo el camino cuidándola y ahora… mojada… y la saque por un brazo…
-¡Serás Mor…!- gruñó.
-Tranquila, ya no necesitas el madero- dije irguiéndome por encima de ella y esta se soltó de mi mano y comenzó a caminar.
-Gracias Mor…- dije agudizando mi voz como imitándola a ella, tomé mi capa mojada corté con el machete el cordón de la tabla y caminé hacia la arena, ya todos estaban echados en ella como muertos, y es que como no, yo tampoco comenzaba a sentir las piernas ya, volteé y desde este punto, la isla se veía más… lejana… Bufé.
-Estúpidos dioses- mascullé a regañadientes.

En el Olimpo~

-Nunca pensé que logarían llegar a la Isla…- bufó Afrodita indignada mientras se apartaba un mechón de su rojiza cabellera.
-Era de esperarse… no cualquiera es capaz de retar a los dioses, tienen que tener bastan te valor y resistencia para poder hacer eso…- musitó Atenea.
-Creo que es hora de acabar con esto…- musitó Poseidón –Dionisio, tu propusiste lo de la Isla de los lotófagos, salieron vivos de allí, así que es tu problema…-
-¿Cómo puede ser que se te hayan escapado Dionisio?- musitó Afrodita ya detrás de él mientras pasaba sus manos por sus hombros.
-Además la isla te rinde culto a ti, así que tu veras como haces…- musitó Hades acercándose -¿O acaso permitirás que vuelvan a eludirte, Dionisio?- musitó mientras se acercaba a él. –Eso habla mucho de un dios…- ronroneó.
-Sí, Dionisio haz algo…- musitó la caprichosa Afrodita.
-Bueno, bueno, ahí están los centauros, hablaré con Quirón, él y sus Silvanos se encargarán de ellos… confío plenamente en él…- musitó con su copa de vino en la mano y una sonrisa ladeada -…Pero eso será mañana…- musitó Dionisio.
-¡Que!- exclamaron Poseidón, Afrodita y Hera.
-Sí, es que ahora están en plena fiesta y no creo que puedan hacer algo en ese estado…- musitó Dionisio.

Y Afrodita y Poseidón negaron.

-Bueno, entonces cuando antes haz algo…- dijo Afrodita, recostándose en su cómoda y observando como los viajeros fabricaban un lugar en donde dormir mientras otros asaban los peces.

-Bueno mañana iremos a explorar la isla, por ahora descansemos…- musitó Adelphos sentándose en la fogata y sacudiendo las manos. Pero nadie pudo responderle ya que todos nos devorábamos el pescado. Y de pronto como por obra de Morfeo fuese caímos dormidos uno por uno, yo solo alcancé a tomar mi capa, que ya se había secado me la puse y me fui hacia Keops que estaba vigilando.
-Tranquilo, ahora me toca a mí- él se rascó los ojos, se marchó y yo me senté.
Miré el mar y vigilé y vigilé el bamboleo del mar, los ojos comenzaron a cerrarse. Pero no, no podía dormirme… No...

De pronto sentí alguien husmear, no abrí los ojos, era un extraño, de pies ligeros muy cuidadoso, mis compañeros, me hubiesen levantado los golpes y molestias, pero este no, era sigiloso, se acercaba lentamente a mí, no me movería…
Ya terminó de examinar a su alrededor, ahora va al grupo… y cuando dio un paso ¡Chas! Tome su pie y se cayó enseguida me le tiré encima y saqué mi machete y de pronto ambos nos apuntábamos.

-Espera tú eres una…-
-A esta distancia podría degollarte…- musitó ella con una… ¿fingida convicción?
-¿No eres demasiado niña para sujetar un arma?- musité serio.

-No, tengo la suficiente edad…- musitó como imitando mi seriedad. Enarqué una ceja ¿Es que acaso para el cumpleaños le regalaban cositas filosas ahora a las niñas?
-Mira yo no voy a hacerte nada…- dije soltando el machete y poniendo una cara más "confiable", y de pronto ella miró como este caía y ¡Error! Me subí encima de ella, le tomé la muñeca y le apreté fuerte para que soltara el arma y cuando ya la había reducido.
-Dijiste que no me harías nada…- dijo retorciéndose.
-No, es cierto… pero lo haré si no me dices de parte de quien vienes- musité mientras tomaba sus muñecas la levanta y la ponía contra un árbol.
-Eres una deshonra para Zeus, eres el ser más deshonesto que conozco…- musitó molesta.
-Tranquila niña, al dios que honro, lo que hago le encanta…-musité a su oído y de pronto llegaron todos.
-¿Que rayos sucede?- musitó Keops
-Suéltala Mor…- musitó Hearacles -¿No ves que es una niña?-
-¡No soy una niña!- gruñó la reducida
La solté.
-Tienes que disculpar a nuestro compañero, es algo… - dijo mirándome asesinamente Epifanía -…Bruto…- concluyó.
-No, es que con eso que ahora para el cumpleaños le dan daguitas y juguetitos filosos a las niñas, me tiene con cuidado…- musité y Epifanía me pegó un codazo.
-¿Bueno a que vienes niña?- preguntó Adelphos -disculpe nuestra reacción, es que venimos de persecución tras persecución.- musitó. Epifanía me dio otro codazo, y me hizo una seña para que me disculpase.
-Lo siento...- mascullé entre dientes y la niña me miró detenidamente mientras limpiaba la suciedad de su rostro.
“Claro y yo soy el bruto…” pensé mientras tomaba mi machete y lo guardaba. Miré a la niña, muy linda de paso… le miré de arriba para abajo, por su complexión debe de venir del bosque… eso quiere decir que… hay un pueblo. Solo espero que no sea de comer humanos o algo así.

By Double_Angy

21.7.10

Cap 48

Epifanía

-Entonces déjame ir, quiero más loto –murmuré intentando no reír. Lo tenía muy cerca, demasiado y comenzaba a sentir la necesidad de acercarme aún más, embriagándome en su aroma cada vez más familiar, a pesar de que sus palabras me hubiesen asustado. No quería acercarme y a la vez si quería. -¿Eso tiene sentido?- pensé sonriendo. 

De pronto tomó mi rostro con una mano y buscó algo rápidamente con la otra, un pequeño frasco que acercó a mi boca y me obligó a beber. Era asqueroso, no sabía a loto y yo quería loto. Era divertido ver la expresión de Mor intentando que lo bebiera. 

-Traga –ordenó. Me revolví entre su mano que me afirmaba por el hombro contra la pared y la otra que me afirmaba fuertemente el rostro. Intenté empujarlo, todo era tan gracioso, Mor ahí forzándome a beber algo asqueroso y yo que no podía sacármelo de encima a pesar de que realmente no quería -¡Traga! –gritó. Entonces me dio un intento de risa y reí y el líquido salió disparado desde mi boca y me dio aún más risa el solo ver la expresión de Mor. -¡Era verdad! ¡Podía fruncir el ceño aún más!-.

De pronto él bebió un poco… -¿Por qué bebería algo tan asqueroso?- pensé. Se acercó a mí e invadió mis labios con un beso, intenté soltarme de su agarre pero su mano en mi rostro comenzó a presionar mis mejillas aún más fuerte y más fuerte. Quería reír ante su insistencia, quería gritar me que soltar o… ¿Quería seguir jugando? Y cuando ya el dolor en mi cara fue insoportable, abrí los labios y Mor hizo pasar el líquido a mi boca, debí beberlo, aunque fuese asqueroso, aunque no fuese loto. Pasó rápidamente por mi garganta, estaba intentando no guardar aquel sabor en mi recuerdo y entonces, como si estuviera aliviado de que hubiese bebido el líquido, Mor respiró suavemente, envolviendo mi rostro con su tibia respiración y despertó un impulso, mi lengua intentó saborear aquel aliento desde su garganta y en la búsqueda encontré su lengua, el sabor del líquido se había ido y solo podía sentir a Mor, solo Mor. Sus manos de pronto dejaron la fuerza, soltaron su agarre y mientras comenzaba a saborear sus labios, acerqué mis manos a su pecho, sintiendo cada tacto de su piel tibia, caliente. Sentía sus manos en mi espalda, mi cuello, recorriendo mi piel, haciendo estremecer mi cuerpo con cada contacto. Subí, de pronto quería acercarlo a mí, mi lengua comenzó a descubrir placer en lo que jamás había considerado y mi piel no podía dejar de tocarlo. Acerqué mis manos a su cuello, subí mis brazos, sentía sus manos en mi cintura acercándome a su cuerpo tibio, el placer de sus labios que poco a poco comenzaron a bajar, mi mejilla, el borde de mi rostro, mi cuello, sentía su respiración en mi cuello y el estremecimiento regresó a mi cuerpo, recorrió mi espalda y mis brazos se aferraron a su cuerpo, comenzaron a acariciarlo, a subir hasta su cabello. Un beso en mi clavícula me causó cosquillas de pronto, fue extraño… De pronto mi respiración estaba muy acelerada, tenía calor, mi mirada bajó y había alguien ahí… -¡No!- pensé negando -¿Qué estaba haciendo?- y de pronto sentí cansancio, era incapaz de moverme, era incapaz de quitarme a quien fuera que estaba encima de mí. Su aroma, de pronto me sentí envuelta en aquel aroma a azufre y cenizas y supe qué sucedía, quien era el que liberaba mi aliento de forma estrepitosa y mis manos pasaron desde su cabello hacia su rostro, alzó la cara en mi dirección y mi mano impactó de lleno ella, con rabia, con… ¡Ah! 

-Veo que ya despertaste Epifanía…- dijo sonriendo, mientras se separaba de mí, sosteniendo firmemente el frasco entre sus manos. Miré sus labios. 
-Eres un estúpido, un aprovechador, un timador, un ¡Arg!- exclamé furiosa mientras intentaba golpearlo, intentaba algo. 
-Si ¿Y cómo lo dices y lo roja que estas se supone que tengo que creerte?- apreté las mandíbulas y lo miré fijamente. 
-¿Crees que me gusta oler a azufre?- apresuré retrocediendo un paso mientras comenzaba a pasar mis manos por mi cuerpo, mi ropa, asustada, completamente aterrorizada de lo que había hecho.
-Bueno por lo menos es mejor el azufre que el olor a Atenea ese que tienes. Te hice un favor…- agregó. 
-¡Arg!- exclamé acercándome a él, pero no, mi estúpido cuerpo no resistió firme y me fui hacia un lado, perdí el equilibrio y el me afirmó -¡No me toques!- grité mientras intentaba apartar su mano de mi como fuese. 
-¡Y tú no grites!- contestó, maldito. No tenía idea en que lio me había metido.  
-Yo grito cuando quiero- me solté de sus manos, volví a tambalearme. 
-Mejor vamos a buscar los demás antes de que te desmayes de nuevo- y como si nada tomó mi muñeca y me tiró, comenzó a caminar y yo siguiendolo, no podía soltarme, su mano era imposible, era metal alrededor de la mía. Lo intenté, no quería que me tocara pero no me soltaba.
-¡Te dije que no me toques!- exclamé. 
-Vuelves a gritar Epifanía y te juro que te mato… - dijo en mi dirección, su rostro furioso porque había alzado la voz me hizo detener mis intentos de liberarme, tuve miedo de que cumpliese su palabra a fin de cuentas, estaba claro que en esta isla, cualquier cosa podía pasar y realmente de él podía esperar lo que fuera. Era un desagradable. 

Me soltó al fin, como esperando que ya no me cayera al caminar y entonces me apresuré a caminar adelante de él, totalmente lejos de él y su estúpida sonrisa de victoria. -Maldito idiota...-pensaba una y otra vez sin dejar de mirar al suelo y empuñar cada vez más fuerte mis manos... -Maldito idiota... - pensé una vez más al mirar a Mor y este, devolverme la mirada, con esa sonrisa incluida... ¿Qué se cree? Acaso piensa que puede venir y... ¡Besarme! Claro... Todo porque el otro estúpido de Adelphos también lo hizo, pero eso no significa que cualquiera viene y... y... y me besa. No señor. No soy una pornai. Es más... ni siquiera busco nada en nadie, esposo ni nada. Y claro, primero viene Adelphos y me besa, y después el otro maldito idiota, me da a beber esa cosa asquerosa y que mejor manera ¡Qué un beso! Ni como que me haya gustado, para nada, me cargó, es decir... ¡Fue horrible!

-¡¿Qué?! -grité mientras me detenía y miraba a Keops, aun sonriente y burlón incluso después de aquella paliza que le dimos -ejem- con Mor... Bueno, que le di.
-Nada, nada... Deberías tranquilizarte -comentó asintiendo mientras se cruzaba de brazos.
-Keops... No estoy para tus comentarios, solo déjame enojarme durante un rato y ya verás que se me pasará -
-¿Y todo esto por un...?
-¡¡¡No!!! Lo digas... -dije mientras apuntaba a Mor y este, aguantando una risa, negaba con la cabeza y enarcaba los hombros...
-Bueno, bueno... ¿Dónde está Adelphos? -preguntó Heracles.
-La última vez que lo vi, estaba dormido en el piso de la habitación en que estaba yo -comenté. Todos asintieron y se encaminaron hacia allá...
-¿Te refieres a esa habitación en la que dormías rodeada de cuerpos desnudos de decenas de personas... Hombres y mujeres... En la que tú estabas tan divertida...? -sonrió Mor luego de su comentario -Quizás que estabas haciendo -musitó.
-Si Mor -musité mientras me acercaba a él y lo miraba entre seria y totalmente ahogada por la rabia -Ese mismo cuarto lleno de personas desnudas donde antes de que se encontrara tan lleno de personas desnudas, había una privacidad increíble donde Adelphos y yo... -no lo digas- Nos besamos -susurré con una sonrisa pensativa -Y te diré que fue mejor que el beso que me diste antes... -mentí... ¡Uhg!- Mor frunció el ceño y siguió caminando.
-¿Besaste a Adelphos? -preguntó Keops con una sonrisa y algo de sorpresa. Sentí un escalofrío.
-El me besó, pero no es algo que vaya a repetir... Además, no estaba en mis cabales -finalicé y seguí caminando.

Llegamos a la habitación, estaba vacío, solo Adelphos durmiendo en la cama... O riéndose a carcajadas mejor dicho. Mor se acercó tranquilamente a él, lo tomó por la ropa y le pegó una cachetada... Adelphos continuó riendo, pero cada vez menos...

-¿Por qué lo golpea? -preguntó Heracles.
-Creo que no tiene más de ese... Líquido -comenté.
-Ah... Como yo -dijo Keops, yo asentí y repentinamente...
-¿¡Qué rayos intentas!? -gritó Adelphos mientras se levantaba y Mor le sonreía.
-Te despierto... Tenemos que marcharnos -
-¿Pero estás loco? ¿Cómo me despiertas golpeándome? -
-Mira, sea cual sea la forma, debemos irnos... ¡Ya!
-Maldición... -musitó mientras se levantaba y salía del cuarto. Le seguimos y repentinamente...
-¡¿Dónde está Herotarco?! -pregunté mientras miraba a nuestro al rededor y notaba su ausencia...
-No lo sé, estaba abajo y...

Y todos comenzamos a buscarlo, estaba perdido. Nadie lo recordaba o lo había visto. Creíamos que lo habían matado o algo, al menos yo, pero eso era imposible... Estos Lotófagos eran imposibles de hacer algo así... Si incluso Paris se notaba un ser totalmente pacífico...

-Ahí está... Vamos por él -musitó Adelphos.
-¡Herotarco! -gritamos llamándolo, pero él no respondía, no nos ponía atención. Estaba rodeado de mujeres, bebiendo y comiendo loto.
-¿Que sucede? -preguntó con una sonrisa.
-Debemos marcharnos... Vamos -musité mientras le quitaba la copa de las manos y Mor junto a Heracles se ofrecieron a separar a las mujeres de él... -Que gentiles-
-Yo no me voy... Estoy bien aquí -musitó.
-¿Qué?
-Es cierto... Mujeres, bebidas y diversión ¿Puedo pedir algo más?
-Es una buena respuesta -musitó Mor. Le fulminé con la mirada.
-¿Qué estás diciendo? Debemos irnos -musitó Adelphos mientras tomaba al espartano del brazo y tiraba de él, pero Herotarco quitó su brazo de manera agresiva y frunció el ceño-
-No entendieron. No voy. Estoy fuera. Me quedo -finalizó mientras me arrancaba el vaso de licor, bebía un gran trago y volvía a sonreír.
-¡Bien! -gritó Adelphos molesto y se marchó-

Así todos le siguieron, pero yo no podía irme así nada más.

-Herotarco...
-Epifanía. Vete. Todos se fueron. Si ellos no comprenden que soy feliz aquí, entonces... -finalizó y sonrió.
-Que seas feliz -comenté -Espero que los dioses te sepan guiar -me despedí con una sonrisa y seguí a los demás.

Caminamos y caminamos por el borde de la isla, no hacía ni calor ni frío, pero de todos modos íbamos exhaustos. Repentinamente divisamos una isla, no estaba lejos... Diría que más cerca de lo que habíamos caminado desde la mañana, que si era mucho.

-Nademos -musitó Keops.
-¿No necesitamos un barco? No creo que seamos... –comentó Heracles.
-SI no hay otro modo... -comenté mientras amarraba a mi cuerpo mi arco y mis cosas y me internaba en el agua.
-¿Estás loca? –agregó Mor.
-Un poco desquiciada... Gracias -musité y junto a Keops, comenzamos a nadar en dirección a una isla menos... Alegre.

By KatrinaxStevens

18.7.10

Cap 47


Heracles

-¡Vamos! ¡Despierta ya!- unas pequeñas manos empujaban mi cuerpo, abrí lentamente los ojos.
-Que... ¿Quién está allí?-
-Soy Perseo... ¡Soy tu hijo así que ya levántate!- dijo entre risas el pequeño mientras tironeaba de mi mano y caía de la cama. Mire a mi alrededor, era la habitación donde me había quedado dormido, ¿pero cómo?
-¿Qué haces aquí...?- dije mirando a... mi hijo. Me acerque a él con pasos confusos y lo abrace, con fuerza sin creer bien lo que pasaba.
-Prime... Primero déjame... Respirar...- dijo con esfuerzo Perseo, sonreí mientras lo soltaba y lo miraba a los ojos, estaba vestido de la misma forma que la última vez que lo vi.
-No entiendo... ¿Cómo? Tu estas...- decía confuso, sentía una alegría infinita al verlo, mezclada con confusión y ese mareo producido por esa fruta rara.
-Sí, estoy muerto... Eso paso hace mucho padre...- decía con voz firme -Tu destino al igual que el de los demás se ve en peligro, esa fruta que comieron los está perdiendo, y si siguen así se perderán para siempre bajo sus efectos...-
-Viniste... ¿Viniste a avisarme solamente?- le dije frunciendo el ceño, tenía razón... Pero... No quería que se fuera.
-Padre, debo irme ya... No puedo estar mucho aquí... Esta fue una excepción...-
-Pero... ¿Quién...?- me detuve cuando Perseo puso un dedo en mi boca para callarme.
-Solo cuídate mucho... Los peligros que se avecinan son grandes... Ahora despierta y ayuda a los demás, gánale a la tentación...- Dijo mientras se alejaba hacia la puerta, se detuvo justo frente a ella -Por cierto, cuida mucho a Midhos, él también te cuidara padre... Te conoce más de lo que tú crees...- y dicho esto salió...
-¡Espera Perseo!- grite pero ya era tarde, todo se puso oscuro...

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Desperté súbitamente, estaba empapado en sudor y un gigantesco dolor de cabeza me aturdió a más no poder cuando me levante. Me tome la cabeza y caí de nuevo en la cama, unos minutos pasaron y el mareo se fue pasando de a poco, empezaba a pensar más claramente. Caí en el suelo, una leve risa se me escapo... Me quedaría quieto más tiempo. Muchos minutos más tarde, seguía en la misma posición que antes. De pronto un chirrido llego a mis oídos y mire hacia la puerta, Midhos entraba planeando con sus majestuosas alas.

-Vaya...- dije frunciendo el ceño y tomando mi frente -Ya te extrañaba Midhos...- dije nuevamente sonriendo. El ave voló hasta posarse enfrente de mi, la observe detenidamente... "Te conoce más de lo que tú crees". Recordé las palabras de Perseo...
_ ¿Ya estas recuperado?_ me pregunto con recelo en la mirada, ¿eh? ¿Ahora soy intérprete de aves?
-Creo que si pequeño...- le dije riendo apenas.
_Veo que no del todo... Los demás te buscan... ¡Vamos!_ el chirrido del final me taladro los oídos pero entendí.
-Claro... Vamos...- le dije mientras me levantaba y recordaba a mi hijo... "Juro que no los defraudare... Ni a ti ni a tu madre... Los dioses pagaran lo que han hecho..."

En el pasillo, luego de caminar varios metros y doblar varias esquinas (además de esquivar a las mujeres y a esas bandejas tan llamativas con esa fruta) Nos topamos con Epifanía, Mor y Keops. A este último parecía que lo había golpeado duro, ¿pero quién?

-¿Están bien?- pregunte a todos seriamente, o lo más que podía ya que no se me había pasado completamente, sin embargo luego de una pequeña risa, Mor negó con la cabeza y se adelantó extendiéndome algo.
-Es para que se pase el efecto, no se te ocurra escupirlo...- dijo serio, aunque con un raro tono. Lo mire con desconfianza cuando lo tomaba con la mano derecha, mire a Epifanía, cuando esta asintió con la cabeza me decidí a tomarlo... ¡PUAJ! Sí que era asqueroso... Lo trague con mucho esfuerzo y una rara sensación me invadió.
-¿Y...?- dijo Epifanía.
-¿De dónde sacaste esto? Fue... Como si no hubiese comido ni tomado nada...- dije frunciendo el ceño, este sonrió.
-Lo importante es que funciono...-
-Bien...- dijo Keops adelantándose -Creo que debemos buscar a los que faltan y salir de esta isla de una vez por todas.
-Emm... Eso es lo lógico... ¿Pero cómo vamos a salir de esta isla? El barco se destruyó...- pregunte, si no me equivocaba y mi memoria no fallaba, el barco ya no existía...

By Silius