31.12.10

Cap 131

Adelphos 

La noche aun era joven, aun seguía sin entender lo sucedido, lleve mis dedos a mis labios y de inmediato vino a mi mente la escena de hace un rato y me puse a pensar un momento _ Piensa Adelphos, piensa, ¿que le pudo haber sucedido a la sacerdotisa? Si bien estaba ebria, lo pude haber notado por su aliento, si hubiera ingerido alguna planta o fruto alucinógeno yo lo hubiese notado en su mirada. Simplemente no logro descifrar que fue lo que paso, solamente había una sola explicación para esto, pero tendré que esperar a mañana para comprobar mi teoría_

Caminé fuera de la habitación donde me encontraba buscando mi verdadera habitación. Tal vez encontraría algo interesante o tal vez no. Mi punto era que tenia que ir a descansar y ya.

Caminando entre los pasillos observé distintas puertas, una casa enorme en verdad, Demasiado grande como para una sola persona, no dudaba en que tal vez hubiera una que otra trampa, o quizás un calabozo ¿Cuarto de torturas? quizás. Mire hacia una habitación en especial, la puerta era distinta a las demás -Simplemente daré un vistazo- murmuré y después de mirar hacia todas partes cuidando que Circe no estuviese cerca, abrí la puerta - No es lo que esperaba- La habitación estaba completamente vacía, sin nada mas que aire, solamente aire. Supongo que debo irme ya, mañana pondré a prueba mi teoría.

Mientras seguía caminando por la morada de circe, a mi mente volvieron varios pensamientos, " Nuestro viaje apenas comenzaba, nunca pensé que al iniciar esta travesía se unirían mas guerreros a la causa. Esto demostraba, una vez más, la injusticia de los dioses. Si así les podíamos seguir llamando". 

Una vez mas la duda me invadía pero prontamente esa duda desaparecería al recordar el cuerpo maltratado de mi padre, jamás perdonaría a Zeus por semejante atrocidad, lamentarse ya no valía de nada, el pacto esta sellado... Mire mi mano y mire la esvástica para luego apretar fuertemente el puño -Muy pronto Zeus... ¡¡Muy pronto tu mismo conocerás el Hades!!- dije con cierta ira y alzando mi rostro.

Por fin llegue a mi habitación, de inmediato me recosté sobre la cama con tan solo mi espada al lado, por si las dudas, "nunca se sabe que puede ocurrir"...


by hunterhelmsleyhearst

Cap 130

Circe & Mor

Comí todo lo que había, aunque la carne sabía extraño, enarqué los hombros, no importa, era comida.

El banquete terminó, abruptamente con la ida paulatina de todos, primero Cyrene, la anfitriona, Epifanía, Adelphos, solo quedábamos los presentes… el resto. Pero no más. Sin la anfitriona y su pelo flotante, y las chicas para molestar, era aburrido. Así que me levanté de la mesa, y comencé a caminar por el palacio, a husmear, sí, no está de malo husmear el lugar donde te vas a quedar dormir, es por… seguridad y parte de mi política, no confíes en nada, ni nadie. Me gustaba el suelo, de noche era como si caminaras en el cielo, me gusta, tiene buen estilo la demente.

Bien, bien, bien... No nos decepcionemos, no siempre las cosas resultan como uno quiere, pero tenía el presentimiento de que quizás el que viene sea más... Entretenido. El aroma que se impregnaba en mis pasillos cercanos era de Hades, bastante peligroso y poco común... Me gusta, me gusta mucho. 

Llevé mis manos hacia mi cuello y las deslicé por mi cabello, transformándolo en la rojiza cabellera de la niña de Artemisa... ¿Cómo se llamaba? Ah... Qué más da.
 
Di un paso hasta el final del pasillo al encuentro del patán este... Mor. A ver que tan entretenido es. Entonces cuando lo sentí acercarse, salí a su encuentro, mis manos en mi espalda y una sonrisa infantil en mi rostro. 

- Qué bueno que te encuentro...- dije mientras me acercaba corriendo a él - No es que te anduviera buscando, pero me perdí y no sé cómo llegar a mi cuarto- musité. La niña era una niña, infantil y tenía ese hábito de decir una cosa y negarlo de inmediato... No era difícil de imitar, además el trato hacia este chico era... Bastante diferente respecto al de los demás.

Su voz me hizo girar con esa cara de justificación de “yo no he hecho nada”, puesto pensé que era Circe regañándome por estar husmeando en su casa, pero no, era… Cyrene, enarqué una ceja al escuchar que la acompañara a su cuarto.

- Espera, Espera ¿Qué te acompañe a tu cuarto? ¿Y de cuando acá me pides primero a mí este favor y no a Epifanía?– le pregunté mientras miraba hacia los lados todavía husmeando, sin prestarle mucha atención. – Además, me perdí en el momento en que mencionaron los cuartos, así que no sé donde quedan- mascullé dando un paso hacia atrás ¿Era un león el que caminaba por el pasillo?, rayos. Esto de los animales salvajes rondando por allí no me animaba mucho.

- No he pedido que me acompañes a mi cuarto... Y no encuentro a Epifanía-musité y miré el animal al frente nuestro, enarqué una ceja en su dirección y la bestia se retiro siguiendo su camino por el pasillo - Parece que él nos está guiando a algún sitio- dije con una sonrisa y comencé a caminar en dirección al león - Espero que sea a mi cuarto- agregué mientras pasaba junto a él. Pero no se movió, así que tomé su mano y tiré de él, con una sonrisa en mi rostro - Vamos... No quieres que Circe nos encuentre husmeando en su hogar- comenté y miré en todas direcciones - Y después nos tengamos que marchar por tu culpa -musité y comencé a caminar. 

Quedé fijamente mirando al animal, ciertamente no escuchaba la aguda voz chillona de Cyrene, cuando tomó mi mano, fruncí el ceño, en la gran mayoría de los casos, bueno, en realidad en todos, era yo el que la molestaba con el contacto, enarqué los hombros y comencé a caminar. La molestaría.
- ¿Conoces al felino por esas cosas de la vida Cyrene?- mascullé mientras reía a modo de chiste, mientras tomaba su mano suavemente y la iba deslizando hacia arriba lentamente, con una sonrisa ladeada.

- ¿Al felino?- dije sintiendo su mano por mi brazo, me detuve y sonreí imperceptiblemente - No... Pero sabes que se me facilita el trato con los animales- musité y me giré. Nos encontrábamos en el pasillo aun, pero eso no me detendría. Posé mi mano en su pecho y lo miré fijamente - Mor... -musité mientras pasaba mi mano por su pecho, miré su piel y sonreí a penas -Tengo que... decirte algo – tenia que ser ¿Inocente? Bueno, algo así. 

Fruncí el ceño no sé si perceptiblemente y creo que hasta me incliné hacia atrás un poco cuando Cyrene, sí, Cyrene colocó su mano en mi pecho. ¿De cuándo acá Cyrene hacia esas cosas?, me pareció extraño en exceso, enarqué una ceja y coloqué mis manos en la suyas y le susurré -…Pues eres libre de decirlo…- no sé, de pronto la miré, no temblaba, no se sonrojaba, no miraba hacia otro lado, era… demasiada segura. Esa seguridad que se gana con la experiencia y los años. Y no había tomado vino, más que ese sorbo del brindis, el cual hizo una mueca de asco y lo boto, así que no, esta seguridad tampoco era por el alcohol. 

-Sé… sé que me, me muestro... Co como si me... me dieras asco, como si los hombres fueran a asquerosos, pero... Pero yo, yo no siento eso -musité y miré al suelo un momento - Cuando te veo me, me siento segura, me siento tra… tranquila de estar contigo y ya no podía seguir o ocultandolo -dije sin dejar de mirar el suelo. Llegaron a mi mente los recuerdos de la chica temblando, sonrojada y tartamuda... Pobre, pero por mas que quisiera, no podría sonrojarme como ella lo hacía... Eso es imposible - No sé que, que es esto que siento... Enséñame- dije mientras lo miraba fijo, demostrando aquella inseguridad y curiosidad en mis ojos.

Creo que ya mi ceño fruncido era evidente. Uno… esto era demasiado fácil. Dos, no le creía, ella no podía estar actuando 24 horas al día, no solo el rechazo hacia mi persona, sino hacia los hombres en general, tres, por supuesto que podría enseñarle, pero… por la dos, no le creía, quizás… habría conseguido alguna valla curiosa y se la comió. Y le provocaba esto, no sé. Pero espera, fue la primera que se levantó de la mesa. Sí, quizás, algo así debió ocurrirle, me parece lo más coherente, la planta de Molly nos hacia inmune de la magia de Circe, pero no a sus matas y hierbas, quizás un… ¿Afrodisiaco? No sé. Algo no me cuadraba, era cierto yo me aprovechaba de ciertas cosas, pero no de niñitas… Uff, que saco conclusiones rápidamente.

-Cyrene- musité acercándome lentamente para reposar mis labios en su mejilla, cerca de su oído. – Si quieres no hay problema puedo enseñarte…- le susurré, Entonces la tomé por los hombros y la alejé – Pero cuando no estés bajo los efectos de algo raro…- baje los brazos y di un paso hacia atrás – Cuando seas tú misma- me di la vuelta y comencé a caminar hacia donde estaba antes, había una habitación que había llamado mi atención -¡Ah! y por cierto, sigue el felino, el si parece saber donde duermes- le grité y seguí con mi camino. Negué. –Niñas…- mascullé. ¿Dónde había quedado esa habitación?

Suspiré y empuñe las manos fuertemente. Este niño qué se creía... Bueno, parece que de Cyrene no resulto, quizás su fantasia no fuera una niña, tal vez alguien más... Adulta. Comencé a caminar en dirección al pasillo contiguo, mi cabello cambió de un rojizo a un tono negro violeta, liso y largo, despeinado salvajemente y como la chica parecía ser nueva, pues en la mesa no habló, solo comió y miró su plato, nadie le dijo nada y ella se limitaba a mirar las cosas. Entonces cuando vi mi reflejo, y era, además de flacucha y con rostro de pilla, una chica bastante común. 

Comencé a correr en dirección al patán, y aprovechando que metía la cabeza en un cuarto, lo empujé con la fuerza de una chica... Bueno, una chica con más fuerza de lo común, y cerré la puerta tras de mí. 

-A ti te andaba buscando- musité con una sonrisa ladeada mientras me apoyaba en la puerta aún.

De nuevo me giré con cara de “yo no hice nada” y alcé las manos, cuando de pronto vi que era… ¿Amisthy? Quedé tranquilo.

- Haaa. Hola Amisthy- musité tranquilo – ¿Que ocurrió?- le pregunté dándole una mirada de refilón - ¿Descubrieron algo?- le pregunté para darme vuelta y seguir mirando la habitación, que era bastante… ¿Roja? Circe era una loquita… me hacía recordar a un tempo de Afrodita que visité en el norte. Buen gusto, Buen gusto.

- No... Nada de gran importancia- musité y me acerqué a él. Si bien la muchacha mostró bastante poca personalidad, se notaba que no era de las que... Aceptaba, sino que de las que hacía lo que quería, pues por la forma de sentarse en la mesa... Con los pies arriba de esta y los brazos cruzados mientras esperaban la cena... Diría que es de las chicas que saben lo que quieren. Así que sin más preámbulo y con absolutamente un mínimo de paciencia, pasé mis manos por debajo de sus brazos y me abrasé a él -Debí esperar tanto tiempo para hacer esto -musité en su oído mientras me levantaba en la punta de los pies y me afirmaba en él -Al fin un hombre de verdad en el grupo- musité, una sonrisa se formó en mi rostro y luego me acerqué a su oreja y la mordí suavemente. 

Cuando sentí sus brazos, quedé como “Hola, Amisthy, mucho gusto, soy Mor, veo que no te importa, a mi realmente tampoco, ya me da lo mismo como te llamas…”. Me giré. ¿Es que acaso la teoría de que Circe había puesto afrodisíacos en la comida de las chicas era verdad?, y si era así. ¿Acaso yo era el único hombre cerca?

Me giré. La abracé siguiéndole el juego un par de segundos. -¿Huelo a algo?- le pregunté. Y ella frunció el ceño. –Olvídalo…- Y ella me miró - ¿Te sientes bien?- bueno quizás a ella no lo conocía nada, pero no me infundía esa imagen de que se acostara con cualquiera. Eran pocas las chicas así en la actualidad y… por lo demás aburridas.

-Me siento perfectamente -musité son una sonrisa mientras pasaba mi mano por su rostro, parece que la chica o bien era una cualquiera en su tierra, para que Mor no se sorprendiera, o no la conocían en lo más mínimo... Y si era así, podía actuar como yo quisiera... Así que me alejé de él y lo empujé a la cama. Me miró un segundo sin moverse, entonces me subí a la cama y luego a su torso, la sonrisa aun en mi rostro y mis manos recorriendo su pecho peligrosamente - Te he visto... Te observo- dije mientras mordía mi labio inferior y ladeaba el rostro - Eres de los que no hacen nada importante, no se preocupan por nadie- musité y sonreí - Me gusta -dije mientras tomaba su mano y acercaba su dedo a mi boca, luego pasé su mano a mi hombro y la bajé por mi pecho.

La verdad, yo… la vi un par de veces, pero no me llamo la atención, sencillamente carecía de personalidad a mi vista o… La tenía muy bien guardada, a ver… No estaba nada mal dejarse llevar, quizás solo un momento.

Deslicé mi mano por su hombro y ella sonreí al ver como su ropa se deslizaba suavemente. Y ella comenzó a quitarme la capa, espera, que aburrido, era muy fácil. Cuando fui a besarla se dejó, cuando la mordí no dijo nada, aburrido. Y me quede acostado en la cama crucé los brazos.

-Sabes… aparte de que estas claramente bajo los efectos de alguna mata, esto es… aburrido…- la mujer frunció el ceño y se notó ofendida.

La tomé por los hombros la coloque en la cama me coloqué la capa, me puse la capucha, ella solo estaba sentada allí. Suspiré. – Definitivamente, no sé que le ocurre a las mujeres conmigo hoy…- musité mientras me abrochaba la capa –Lo mejor será que te vistas, te des un baño y te vayas a dormir…- salí de la habitación y cerré la puerta. Más aburrido que cuando que entré o bueno, me tiraron a ella.

Mis brazos se cruzaron atrás de mi cabeza y me dejé caer en la cama, cuando mi cuerpo rebotó suavemente en el colchón de plumas, ya tenía mi sensual apariencia y obviamente, mi atrayente cabello... Pero que tropa de aburridos... Hasta yo era más entretenida que él y como él cuando fui con esa niñita. Haber quien me faltaba ahora... Ah, ese Heracles... Ni modo que Keops quiera que lo acompañe a correr por el campo. Comienzo a pensar que quizás los hombres de este barco disfrutan más de la belleza y compañía masculina que femenina. Aunque ese no seria un problema, tal vez como Calisto me habría resultado con este Patán. Pero no, ya está bastante lejos de aquí. Bueno, será. 

- A otro invitado- musité mientras me levantaba de la cama y salía en busca de Heracles... A ver qué le gusta a este.

Comencé a caminar, no tenía sueño, pero lo mejor era irse a dormir, a ver si este día tan “loco” terminaba, y las opciones eran… Habitaciones… me parece lógico. Así que comencé a caminar hacia ellas, y me hallé con que estaban todas cerradas. En una toqué y Cyrene gritó un “¡Lárguense!”, fruncí el ceño, y me giré, estaba molesta. Cuando fui a tocar a la otra, un par de risotadas se escucharon masculinas y estridentes, emmm, ahora lo que menos quería era “una velada de conoce a tu compañero de misión” quería silencio. La última pues… era de la de donde venía, me recorrió un escalofrío, esa tenía cara de ser la habitación de Circe. Miré las habitaciones, cuatro… Solo cuatro… ¿En qué clase de mundo hay un palacio y solo hay cuatro?, y de pronto un rugido me hizo girar.

- Gatito…- me giré alzando las manos. Me pilló desprevenido – ¿Sabes que no puedes atacarme cierto? Tu ama prometió que no lo harías…- musité serio.

El felino me miró desafiante, mostró sus dientes y se dio la vuelta. Estaba claro, los animales me odiaban…

Entonces comencé a caminar a paso apresurado hasta la habitación que no había revisado más cercana, toqué y la puerta nadie abrió.

-No me vengan ahora…- gruñí, y de pronto el felino giró. Rayos. Y así sin más entré y cerré la puerta tras de mí, se escuchó un gruñido de fondo, suspiré aliviado. Si yo mataba a su felino, no sé qué tanta piedad me tendría Circe. Y de pronto pisé vidrio. -¿Qué rayos?- murmuré.


by KatrinaxStevens & Double_Angy

30.12.10

Cap 129

Circe & Adelphos


Muy poco aporte había sido mi presencia últimamente, debo decir que todo este asunto se iba haciendo cada vez mas y mas peligroso, primero nos perdimos en aquella isla, repleta de enormes hombres que devoraban pues... hombres y ahora esta mujer, Helena, debo decir que me es difícil confiar en alguien nuevo, pero era ella, o quedarnos con los enormes devora hombres, la respuesta era obvia. 

Mor parecía no estar del todo convencido pero, era nuestra mejor oportunidad para recuperar energías, el huir si era cansador y no siempre nos podríamos esconder. Fue algo muy predecible lo que sucedió después, la tal Helena resulto ser Circe, debo admitir que la inteligencia de Mor era bastante aguda, aunque no terminaba de agradarme por completo.

Después de un abrupto final del banquete decidí retirarme sin mas que un -Ya vengo- Patroclo, mi hermano, me miro algo serio al igual que me miro Mor mientras salía del lugar.



Cerré la puerta y suspiré, mejor vayamos al siguiente, el príncipe, no al parecer el que era molesto, el otro el hermano, asentí y comencé a caminar los espejos del suelo reflejaban mi curvilínea figura, para cuando estuve a unos pasos de él, mi figura se había transformado en el de la niña anterior, la sacerdotisa, tomé su hombro y le sonreí. Le había visto mirarla un par de veces frunciendo el ceño porque no comía, algo preocupado. Quizás le importara.

-Adelphos ¿Te sientes bien?- le pregunté –Te veo… pensativo



Epifanía me había seguido, cosa rara, mire algo desconfiado a la sacerdotisa la cual me miraba de manera preocupada, mire una vez mas hacia la puerta y antes de contestarle me asegure de cerrar bien la puerta y luego me voltee hacia la sacerdotisa para contestarle.

- Me siento perfectamente, simplemente estaba pensando en todos- acote mirándola fijamente.
- ¿Quienes todos?- preguntó Epifanía sin quitarme la mirada de encima.
- Pues...todos, tu, Mor, Heracles, Keops, Cyrene, Amisthy y mi hermano, además de Calisto y Demetrius- dije y esta se acercó a mi, de manera algo provocativa yo simplemente le observaba.



- ¿Y en qué piensas?- musité colocando mi cabeza en su hombro, con los mismos aires pensativo – ¿Sabes? A pesar de verse peligroso al inicio. Ahora en la noche, se ve hermoso. Es como si la noche se reflejara en ella y estuviéramos caminando por el cielo.- susurré tranquila y pausada, ya por lo menos sabía como medianamente se comportaba la anterior.



Si bien conocía a Epifanía, ella nunca se tomaría tanta confianza como para acercarse a mi de esa manera, tal vez sea el viaje, si, eso debe de ser, pero debo de estar alerta - Y bien mi querida Epifanía, dime, ¿Cómo te sientes después de todo el camino que hemos recorrido?- le pregunté mientras su cabeza seguía posada en mi hombro. 



- Pues veras, Adelphos, en realidad pienso que nuestra travesía apenas ha empezado, aun nos que demasiado camino por recorrer y mi querido príncipe aun nos quedan individuos por conocer. 



- Tenéis razón, debemos ser cuidadosos- dije mirándole de reojo - Para serte sincero no confió para nada en Circe.



Enarqué una ceja. Le seguiría la corriente. – Si, no es de fiar- musité y sonreí.
-Dijiste que pensabas en todos… Adelphos- le miré y sonreí - ¿Qué piensas tu de mí Adelphos?- le pregunté mirándole a los ojos, para después volver a colocar mi cabeza en su hombro.



_ En serio ¿Es la sacerdotisa?_ me pregunté mientras me apartaba de ella, y le miraba serio - Pienso que en realidad eres un integrante tan valioso como cualquiera de nosotros, además de que tu fuiste la primera en unírteme- dije mirándole - Pienso que eres una gran guerrera.
- Yo me refería a algo mas- dijo en un tono algo extraño - ¿Qué piensas en realidad sobre de mi?- pregunto una vez mas.
-Simplemente te veo como una compañera y punto- sentencié y de nuevo Epifanía se acercó a mi -Y tu, Epifanía ¿Qué piensas de mi?



Hubo un silencio, de unos segundos. -Si...- musité y me levanté. -Pero... Mejor es que... yo...- me giré y me abracé a mi misma, para darle un poco más de dramatismo, quizás así podría remover algo en su corazón.



Miré a Epifanía con cierto escepticismo mientras se abrazaba a si misma, en realidad intentaba hacerme el duro, no puedo negar que Epifanía es bella, pero debo contenerme, Patroclo es el atrevido, yo, yo soy el serio.

- Epifanía... - le llame y esta cabizbaja me contesto.
- ¿Qué pasa príncipe?- dijo tierna y sin dejar de abrazarse.
- ¿Qué pasa?... Contesta mi pregunta y yo contestare la tuya con toda sinceridad- Y entonces ella volvió a repetir.
- Mejor es que... yo....
- ¿Qué tu que? -pregunté acercándome a ella de manera sensible.



- Yo... tengo que irme pero... yo...- miré al suelo para después mirarle a él, parecía que sus barreras estaban debilitándose. Alcé mis pies pues este cuerpo era mas chico tomé su rostro entre mis manos y le besé suavemente, acorde al momento, suavemente, pero profundo.



Me quede atónito mientras sus labios hacían contacto con los míos, por un momento me deje llevar pero al poco rato a mi mente regreso la imagen de mi amada esposa y mis hijas, ellas me esperaban en Tesalia, no debía serles infiel, de inmediato aparte mis labios de Epifanía y me aleje caminando en reversa mientras negaba con la cabeza - Esto nunca sucedió ¿Quedó claro? -dije fríamente un poco molesto y me volteé dándole la espalda a la sacerdotisa.

- Adelphos...- susurró esta y posó sus manos sobre mi hombro - Yo...
- ¡¡Calla!! Y vete…- dije apartando su mano de mi hombro para después dirigirme a la puerta - Tu y yo no tenemos nada mas que hablar...



Me di la vuelta y di un par de pasos, para gruñir. No todos los planes andaban resultando, al parecer, eran muy centrados, cuando doble y el ya no podía verme, recobré mi forma. Bufé - ¡Ja! si... claro esposa e hija, acabo de ver tu beso con ella... Hace tiempo atrás- musité con una sonrisa, no nos paremos por esos, sigamos con los que vienen... Ronroneé y caminé hacia el otro pasillo.


by hunterhelmsleyhearst & Double_Angy

29.12.10

Cap 128

Circe & Epifanía

Comencé a caminar, siguiendo el camino de aquella fragancia, las fragancia de los dioses eran deliciosas, y más de las femeninas, pero… Solo si olvidabas que eran de los dioses, pues si me ponía a pensarlo mejor, me daba ira. Pero bueno, en esos momentos cuando aquellas fragancias me embriagaban solo podía pensar que eran deliciosas y familiares.

Abrí la puerta y no fue necesario abrirla suavemente, pues la niña estaba dormida, no tenía problemas con eso, volví a cerrarla. ¿Con cuál podría entrar?, y decidí entrar con el hombre, ese que comía y no dejaba de mirar a las bailarinas, ese que tenía dos guarda espaldas, quizás le gustara el poder, encogí los hombros. Cambie mi apariencia y entré.

Me senté en la cama. Pero no despertó. Bufé.

Y carraspeé, quizás un halago – Que hermosa señorita– Musité acercándome a ella, con ese fanfarroneo y galantería que usaba el grandote, no sé no me convencía mucho. Si no se despierta… Tendré que intentar otra cosa… 

- ¿Qué?- dije mientras entreabría los ojos y me levantaba poco a poco. Sentía un peso a los pies... Había alguien - ¿Quien...?- Alcancé a decir hasta que mis ojos se acostumbraron a la luz y vi, clara, la figura de Patroclo sentada a mis pies en la cama. Me incorporé más qué rápido y cuando sentí unas ganas increíbles de patearle el rostro por haber entrado así, decidí preguntar si necesitaba algo antes de golpearlo. - ¿Perdió algo aquí príncipe? ¿O es que necesita hacer alguna pregunta?- dije lo más cortes que pude. 

Oh, Oh, creo que este tipo es el equivocado. Rayos. – Pues… pasaba por aquí y decidí hacerle una visita- dije con una sonrisa cortés – No la vi comer en la cena y pensé que tendrías hambre- musité, después no sabía a ciencia cierta si el tipo era así o no. Rayos. 

- No. No comí porque pensé que podríamos comer carne humana...- musité entrecerrando los ojos mientras recogía mis piernas y ladeaba el rostro - ¿Seguro que es eso? No es común que preguntes como estamos tus "compañeros" de viaje- acoté y levanté las cejas mientras el se levantaba de la cama. 

No, el tipo no era al parecer nada adaptado al grupo, al parecer como que era medio… ¿Odiado?, quizás si intentaba con otro, pero una última cosa, si no me divertía con la niña ahora, me divertiría viendo la escena cuando amaneciera. 

- Es verdad, no solo venía a preguntar como estabas, es que eres siempre te vas tan reservada, me preguntaba como eras en la cama- fanfarroneé – En el buen sentido, claro.

Si el tipo era insoportable, pues, con eso bastaría para tener una escena, mañana. Sonreí y salí por la puerta, tuve que esquivar un florerazo al cerrar la puerta y suspiré ¿Y si intentaba con el hermano?, volví a cambiar de imagen. 

_ Pero que malnacido_ pensé mientras cerraba los ojos, contenía unas ganas de gritarle algo, pero al contrario de lo que quería, solo logré desatar mi furia lanzándole algo _ Maldito imbécil ¿Qué se cree? Si me dice algo mañana, juro, por Atenea, que lo mato_ pensé mientras volvía a recostarme en la cama y abrazaba la almohada... Quizás debiera cerrar la puerta o sino puede venir en la noche y...- negué con la cabeza mientras respiraba calmadamente, olvidando el repentino odio - Imposible… Imposible- me dije y volví a intentar dormir.

Entré por la puerta, con aires preocupados -¿Qué ocurrió Epifanía?- pregunté mientras esquivaba los vidrios del suelo, me senté en su cama y me acerqué a ella. -¿Te hizo algo mi hermano?- pregunté con una angustia acorde a la situación, actuada al fin y al cabo, pero eficaz. 

- Uff- al menos era Adelphos, en el confiaba más y pues no tenia problemas -Nada... Solo un mal entendido- mentí mientras me sentaba en la cama y me cruzaba de piernas, miré a Adelphos y este sonrió levemente - ¿Sucedió algo que tienes ese rostro de preocupación a medias?- dije mientras entrecerraba los ojos y me acercaba un poco a el con el rostro, a ver si estaba herido o algo. 

Quizás a esta niña le gustaba ir al grano. Tomé su rostro con mi mano derecha – No he podido dejar de pensar en ti- musité - Te has convertido en una persona muy importante para mí Epifanía- dije a centímetros de su rostro – A veces quisiera…- musité y me acerqué más – Besarte…- musité acercándome cada vez más. 

Y cuando sentí su respiración en mis labios atiné a levantar mi mano y darle una cachetada tan fuerte y sonora, que sentía el palpitar en mi palma y mis mejillas rojas de tan solo haber escuchado lo que me había dicho. ¿Acaso era una broma? ¡¿Cómo era posible que sucediera esto otra vez?! - ¿Estás loco...?- dije entre impactada y desconcertada - No lo repitas... Ya te lo dije. Me estás dificultando mucho la tarea de confiar en ti, suficiente tengo con tu hermano como para que tu me des razones ahora para desconfiar- dije mientras me alejaba de él, recogiendo mis piernas y tomando un cojín para ponerlas entre mis piernas y mi cuerpo, abrazándola. -Vete -musité totalmente sin saber que hacer. 

Suspiré profundo al sentir el cachetón _ Perra…_ pensé en mi fuero interno con una ira que me quedó por un segundo. Pero me gustan los juegos rudos… 
Me levanté.

- Que lastima que todo esto tenga que terminar así Epifanía… yo, te quiero, y eso no va a cambiar nada, si quiera por la cachetada- musité y me cerré la puerta. De algo estaba segura, no me la iba a ganar… ¿Heracles? No, si quiera miró las bailarinas, ¿Keops?, solo jugaba con su cena. Pasé las manos por mis cabellos, y la tela de una capa bajo en vez de mis cabellos. No me las va a ganar esta perra. Entré a la habitación. El tío era medio bruto, medio patán, medio brusco, pero cuando lo toqué no me pegó, ni dijo nada, solo retiró mi mano, sonreí.

- ¿Qué rayos hacía Adelphos aquí?- pregunté entrando con un portazo
Bruto. Así que cuando llegué a la cama me tiré. Esta se meció por todos lados. 

- Perfecto- pensé mientras suspiraba y veía a Mor acomodarse en la cama - La tercera visita de la noche... ¿Quien viene después? ¿Calisto?- pregunté mientras me cruzaba de brazos y lo miraba sin expresión alguna, aunque de alguna manera, me sentía aliviada de que Adelphos se fuera y Mor no era una amenaza... A menos que hubieran Lotos de por medio, pero no habían, así que, creo que podía estar tranquila... De momento. 

Recordé que varias veces le recriminó que estaba flaca, porque no comía y no encontraría marido, enarqué una ceja, si a mi hubiese dicho eso, lo ahorco mientras duerme pero al parecer era la forma como el… ¿socializaba?, era un patán.

- ¿Y cómo es que todavía puedes estar despierta? Yo, siendo tú, no podría pararme- musité y ella me miró con cara de “matate” - ¿Por lo menos comiste ensalada?- le pregunté mientras bajaba la capa y tapaba mis ojos. Sí el tipo de paso, nunca se quito la capa en ningún momento. 

- Ensalada- musité y bufé - Prefiero eso a comer... Carne de compañerito-musité bajando el volumen cada vez mas hasta la última palabra y luego sentí un escalofrío en la espalda - ¿Qué? ¿Circe te dejó sin habitación que te acuestas en mi cama?- dije mientras lo miraba, a ver si me escuchaba, y luego, sin saber porqué, pensé en el cabello de esa mujer... - ¿Crees que su cabello sea real?- musité perdiéndome un segundo en aquel pensamiento. 

- Si, me corrió- bufé. Patán, piensa en un patán. – Y ahora vengo a molestarte a ti… Ya que tengo nada que hacer- musité y me tiré bocabajo rodando hasta quedar al lado de ella. Patán y fastidioso pero nunca dejando de lado cual es el objetivo. Casi se calló de la cama. 

- Maldición Mor, no me tires- dije mientras volvía a acomodarme en la cama y lo intentaba empujar para que me dejara espacio, pero me era casi imposible moverlo - Pesas mucho... No te puedo mover- dije mientras hacía el esfuerzo, pero nada - Córrete- musité mientras enterraba mi dedo en su cabeza, ya que su rostro lo ocultaba la capucha. 

Sonreí sin que lo notara y le pasé el brazo por la cintura - Listo ahora no te caes- musité en la misma posición boca abajo. 

- Moor -dije mientras le quitaba el brazo. - En serio estoy cansada y quiero dormir... Seria mas cómodo sin tu brazo- musité y le quité el brazo de encima, quizás con mas facilidad de lo normal - En serio... Si quieres duérmete ahí, pero déjame al menos un espacio a mi...- musité y el ni se movió. - Mooor... 

La niña era difícil comenzaba ya a hartarme. No le molestaba que hubiese colocado mi brazo, le molesta es que no le dejara espacio, así que volví a colocar la mano. 

Ya. Estaba entre frustrada y con lo cansada, me ponía como de un humor horrendo. Así que intenté quitar la mano de Mor de nuevo de mi cintura, pero ahora ni se movió. - Mor- musité mientras intentaba levantar el brazo-Quita el brazo- dije y ni se movió. Entonces pensé que se había quedado dormido, así que levanté levemente la capucha para verlo y tenía los ojos cerrados. Si no lo despertaba, tendría que dormir ahí, toda incomoda y aplastada... - Mor, despierta- musité mientras enterraba mi dedo en su rostro. 

Ya... estaba aburrida, la chica, me estresaba, y cuando me clavó el dedo en la cara, ya no tenía humor, no me iría de aquí sin ningún beso. No, había venido aquí por nada, no me iría sin nada. Cuando volvió a pincharme con su dedo, aparté su dedo con un manotazo y esta perdió el equilibrio, momento que usé para pasar su brazo por detrás de su espalda, atraerla contra mí y darle un beso. 

_ ¡NO DENUEVO!_ pensé mientras sentía los labios de Mor en los míos. Aquella sensación que recordaba la vez que me había besado en la isla de los lotófagos volvió a mí, pero era diferente... Aquella vez, por más tonto que esto suene, aquel beso había sido no se si más suave o menos efusivo, pero había sido diferente, el había sido diferente, además de que lo sentía más... Frío que antes. Entonces comencé a moverme, a alejar mi rostro de él, pero era imposible, imposible que me soltara. Quería gritarle, yo no podía hacer esto, el no podía hacerme esto... Y comencé a patalear entre sus brazos, a golpear su pecho, pero parecía que más gracia le causaba y eso más me enfurecía y cuando ya no encontré otra forma de liberarme de él, de su fuerza sobrehumana, levanté mi rodilla con tal furia y potencia, que el impacto en su entrepierna fue brutal, sentí algo ceder ante mi rodilla, además de sus brazos y sus labios y cuando me dejó caer, caí al suelo y me levanté de inmediato. Sentí una lagrima correr por mi mejilla y al mirarlo una vez más, le grité -¿¡QUÉ ESTABAS PENSANDO!? ¡IMBECIL! -dije mientras, de forma automática, llevaba mis dedos a mis labios y me sentía horrible. 

La niña me golpeó, me pateó y me tiró de la habitación, el dolor, casi no sentí, pero estaba frustrada. Muy frustrada, suspiré, bueno al menos habría un malentendido. Suspiré. 

¿Quién sigue? Si, estoy muy aburrida, y los extranjeros no pasan por aquí todo el tiempo. Me gustaría saber, si después de todo esto, podrán descubrir mi truco, y seguirán como llegaron. Sonreí y comencé a caminar hacia el siguiente, Adelphos.


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Cap 127

Epifanía 

El cabello de esa mujer tiene que ser irreal, es decir, quien puede tener un cabello tan alucinante y mágico como el de ella... Se movía como el viento, como si se encontraba bajo el agua y las olas lo movieran de un lado a otro. En más de una ocasión tuve la intención de tocarlo. Pero creo que eso no sería posible, no ahora, quizás en otro momento. Además, luego del juramento de los dioses, no me atrevería a acercarme a ella de todos modos. 
  
Bueno. A decir verdad, no había probado bocado. Ni en un millón de años sin comer carne, jamás comería carne en la casa de Circe... ¡¿Es que acaso no saben de que es la carne?! ¡¡ES DE PERSONA!! ¿Se imaginan comiendo a un compañerito? ¡Nooo! Eso es horrible. No hay nada peor que el canibalismo, comernos los unos a los otros y si esta carne era de viajeros desconocidos... No comería nada. 
  
Me senté y solo me enfoqué en el vino, que luego del segundo trago se cambió por jugo y las ensaladas, que a menos que las historias estén herradas y Circe también transforme a sus comensales en verduras, no tendrían nada que ver con personas. 
  
La conversación iba de luchar, luchar, comer, dormir, madrugar, barco, dioses, malditos dioses, luchar, y cosas así. Cosas que si bien nos conciernen a todos, a mi no me interesaban de momento, pues al igual que Cyrene, estaba en extremo cansada. 
  
Comencé a juguetear con un garbanzo en mi plato, un garbanzo que se movía suavemente, leeeeento y suave. Sentí la incontenible gana de bostezar y cuando sentí las lágrimas en mis ojos y fui a bostezar, sentí un pequeño proyectil en mi frente. 

- ¿Pero que...?- y cuando miré hacia el frente, Keops se partía de la risa y me miraba como diciendo: justo en el centro. - Me tiraste un garbanzo -musité. De paso no había podido bostezar... ¡No hay nada peor que no poder bostezar! El chico asintió con una sonrisa de oreja a oreja y suspiró luego negando con la cabeza. 
- Me vi obligado a lanzarte aquel proyectil o caerías durmiendo sobre la comida- comentó y sonrió burlonamente - Además... Di en el medio- agregó y yo fruncí el ceño. 
-¿Quieres jugar? -dije mientras tomaba un garbanzo y se lo lanzaba, el chico movió la cabeza hacia el lado esquivando el primero, pero no vio el segundo que iba hacia su ojo y... Si, impacto en su ojo. 
- ¡¡AUG!!- dijo mientras llevaba su mano a su ojo y luego se levantó, tomó un poco de lechuga y me la lanzó. En aquel instante todos notaron que estábamos en una especie de guerra y cuando la lechuga tocó mi rostro, me acerqué a lo que parecía carne en alguna especie de jugo y pesqué un trozo, se lo lancé a Keops, quien aun estaba ciego del ojo y la chuleta le dio de lleno en el rostro. Entonces cuando me propuse gritarle algo como un -¡En tu cara!- Heracles se levantó y golpeó la mesa. 
- ¿Estamos de invitados en el hogar de una hechicera y ustedes dos se comienzan a lanzar la comida?- preguntó entre molesto y decepcionado. 
- Estas... ¿Regañándonos?- musité mientras me sentaba en la mesa nuevamente, Keops hizo lo mismo, solo que menos impactado que yo. 
- Regañando no. Solo hago notar lo infantiles que están siendo- acotó Heracles. Keops enarcó los hombros, poco le importaba, ahora solo se lamia el rostro lleno de salsa de carne, pero yo, que nunca había tenido un... ¿Padre? Me sentí entre culpable y mal de haberlo... molestado. 
- Que lindo sacerdotisa -musitó Mor negando con la cabeza. Entrecerré los ojos en su dirección, aun en un estado de culpabilidad que nunca había sentido, y tras limpiarme las manos con una servilleta, miré a Heracles y… 
- Lo siento. Prometo que no repito esto- dije mientras me levantaba, ya Cyrene se había ido a dormir y Circe no estaba. 
- No es para tanto, solo digo que hay que tener conciencia del sitio en que estamos... Eso fue muy... 
- Fuera de lugar, entiendo- musité y sonreí. - Por eso, no lo haré nuevamente- dije y luego de mirar a todos en la mesa, volví a sonreír levemente – Permiso.- agregué y salí. 

Bueno. Me merecía un regaño. Lo se, pero es que me causo entre gracia y rabia y además, como que con Keops siempre nos golpeamos o burlamos, entonces... Además, jamás había tenido esa sensación decepción-culpa, supongo que solamente la tienen quienes tienen padres y nuca había pensado en alguna figura paterna. Siempre yo y mis hermanas. Por eso fue tan raro. 

Me dirigí a cualquier cuarto vacío y me lancé contra la cama. Una vez en ella me quité el morral y dejándome llevar por el cansancio, caí en un profundo sueño.


by KatrinaxStevens

Cap 126

Circe & Cyrene

Enfurruñada decidí irme a mi propia habitación guiada por Circe, la miré apenas un segundo antes de introducirme al cuarto y lanzarme contra la cama sin tiempo a observar nada, es más, ni siquiera a cerrar la habitación. Me acurruqué contra las almohadas aun bramando molesta el nombre de Mor seguido de mis pobres ofensas.

Era molesto... Pero yo era tonta, si lo pensaba detenidamente, creo que me gustaba pelear con él y tras esa idea hundí más la cabeza contra las almohadas.

- Yaaaaa....no entiendo nada...es molesto convivir con esa clase de gente.


El banquete pasó sin pena y sin gloria. 


Aburrido. Totalmente, eran todos una manga de aburridos. Suspiré en mi mesa bebiendo el vino. Todos miraban sus platos y comían como compañeros. Un par de veces los chicos de los lados me miraron. Pero ninguna novedad. Aburrido. ¿Acaso no era irresistiblemente hermosa?. No, eso no estaba puesto en duda, solo que estos chiquillos están muy… centrados en sus asuntos. ¿Quién dice que no los voy a ayudar? Por supuesto. Pero antes quiero ver algo de diversión. La diversión que no me dieron al no transformarse en animales.

El banquete terminó la hermosa niña de cabellos rojizos se levantó, y la miré marcharse. Sonreí. ¿Por qué no?

Hace un par de rato vi como miraba al niño de la capa que solo veía su comida, su machete y a mí, especialmente mi cabello. De nuevo. ¿Por qué no? Mi figura se levantó. Después iría tras los otros… Ronroneé y mis pies se deslizaron por los vidrios de los espejos del suelo, y su olor a bosque, me guió hasta donde estaba su habitación. Miré hacia ambos lados antes de entrar. Sonreí y al acariciar mi cabello, y chasquear mis dedos, era aquel chico. 

Entre suavemente. Sin hacer ruido. Y me senté en su cama. Coloqué la mano suavemente en mi garganta y tragué fuerte. La escuché bramando improperios para aquel chico, fruncí el ceño divertía. Volví a sonreír para acercarme a su oído.

- ¿Es idea mía o… estas pensando en mí? - ronroneé en su oído. Su corazón se aceleró. Por eso es que me encantaban los extranjeros…



- Abrí los ojos y me quede helada en la cama sin girarme, segura de quien era al solo escuchar su voz. Entonces. ¿No cerré la puerta? Por más que traté de controlarme, mi cuerpo reacciono por si solo. Sostuve con más fuerza las almohadas sin aun darle la cara. La sangre me subía al rostro a una velocidad increíble mientras el vello se me erizaba al darme cuenta de que tan cerca lo tenía...


Y recordé mi reacción, cuando se me había acercado allá afuera, de cerrar los ojos y quedándome quieta... Como si esperara algo pero ¿Qué?

- N... no, de eso nada Mor- dije contra la almohada tratando de deshacer el nudo de mi garganta.
-La cama se hundió bajo el peso de Mor y de alguna forma, alarmada, me di la media vuelta mirándolo tan cerca de mí que me sentí mareada y agradecida de no estar de pie o me habría caído.
- ¡Qui… quita de… e... encima Mor!


Tragué saliva al Verle sonreír tan cretinamente.

Al ver su descontrol, sus reacciones, me hizo recordar una Circe, pero una Circe mucho más menor y más ingenua, obviamente esta niña no era tan hermosa como yo, pero realmente era entretenida. Hice memoria de un par de gestos del chico, con dos o tres, no necesitaría más. Hice aquella sonrisa, que vi el chico al hacerle una broma de mal gusto a las chiquillas, al parecer era habitual.

- Siquiera estoy encima de ti…- ronroneé – Estoy a tu lado…- Posé mi mano en la suya, en aquella que apretaba la almohada, lo hacía tan fuerte, que se haría daño. Sonreí. Abrí su mano.
- ¿Por qué tan tensa?- le pregunté suavemente, no sabía cómo rayos actuaba ese tipo, pero al parecer mis catalogo de acciones aleatorias servían para ella.


Abrí los ojos de nuevo y me sonroje ¿Quién demonios se ha creído que es?  Pero por más que traté de decirme que debía respirar y relajarme me resulto imposible, Mor me molestaba pero hasta ahora no había sido de esta forma, o quizás era que siempre tenia a Epifanía cerca para defenderme. Respiré hondo y le miré a los ojos a pesar de la cercanía y de lo mucho que me aturdían los latidos de mi propio corazón.

-… No… no estoy tensa… y... ve… vete antes de que llame a Epifanía a gritos-le amenacé pero volvió a sonreír con superioridad. Algún día realmente le lanzaría cuantas flechas tuviera en mi haber.
- ¡Bruto... Salvaje!-comenté intentando enfadarlo y que me dejara en paz pero algo me decía que no era buena idea - Vete a molestar a otra persona!


¿Bruto? ¿Salvaje? Uuh ese chico al parecer no se portaba muy bien con las damas, interesante…
Deslicé mi mano por su cuello cuando ella comenzaba a decir aquellos “insultos”, se quedó paralizada, subió por su mandíbula y pude sentir como tragaba con fuerza, para después terminar en su boca.


- No grites… No es necesario…- susurré muy cerca.

Mi nariz se acercó a su cuello para sentir, para inhalar su fragancia salvaje, de ninfas, de inocente, exquisita… Y le proferí un beso en el cuello. 


Me quede muda en cuanto se inclino contra mi cuello y sentí su respiración contra este. Era extraño, mi mente me decía que debía apartarlo de mi pero, de alguna forma, me agradaba la sensación que comenzaba a recorrerme por el cuerpo. Casi estuve a punto de decirle que dejara de jugar cuando sentí sus labios aplastarse contra la piel de mi cuello y una extraña pero agradable sensación me recorrió de pies a cabeza, siendo incluso más agradable. Pero algo me decía que no estaba bien y a pesar de lo presente que tenia las palabras de Artemisa en mi cabeza, lo cierto era que ahora mismo, un hombre me estaba tocando y... y...

-Yaa... Mor… no me… Gusta... Deja de jugar - musité como si hubiese ido perdiendo la fuerza para resistirme, aun así, debía decir algo, antes de que la cabeza terminara de nublarse por culpa del chico.


Subí hasta tener su rostro frente al mío. Para mirarla fijamente. Después me deslicé hasta su oído para susurrarle.

- ¿Qué deje de jugar?- Coloque ambas manos en ambos lados del lecho. - Me parece bien… - ronroneé para proferirle un ligero mordisco y cuando fue a voltear a decirme algo, fue detenido por un beso. Su sangre… Su sangre era deliciosa. La niña cerró los ojos. Yo sonreí. Lentamente fui llevando mis manos desde sus muslos hasta su rostro. Su cabello rojo se extendía en la cama, hermosos, era realmente hermosa.


La mordida me había dolido, las lágrimas aparecieron en mis ojos pero... La extraña sensación seguía allí, de alguna forma todo aquello se sentía bien. Debí reclamarle pero me lo impidió con sus labios sellando los míos. Me vi sorprendida pero fui cerrando los ojos vagamente y me rendí ante aquella sensación que no entendía pero me agradaba aun así. Le habría dicho que dejara de tocarme, me asustaba un poco pero no quería que todo aquello se terminara.


Mis manos estaban en su rostro y me posé encima de ella atrayendo su rostro al mío con el mismo beso. Estaba sentada, y yo todavía encima de ella, sonreí, todavía cerraba sus ojos, y tomé un pañuelo, un pañuelo que pendía de mi traje verdadero, y lo amarré a sus ojos.

- No espíes…- ronroneé y comencé deslizar mis labios desde los suyos, hasta su estómago, sus muslos, sus tobillos, deslizándome fuera de la cama. La miré y sonreí. Y comencé a caminar hacia la salida, ella todavía estaba sentada, con la venda en los ojos y una sonrisa suave en los labios. Lástima. Encogí los hombros, se veía divertida desde aquí, esbocé una risita y salí de la habitación. Al cruzar el portal de la puerta, mi cabello negro ondeaba al aire, y ronroneé.
- Demasiado inocente… Entregada. Aburrido- ronroneé – Veamos cómo es la próxima- ronroneé y comencé a caminar hasta donde sentía el olor a Atenea.

Había terminado sin que me diera cuenta... Y cuando me sentí con la mente lo suficientemente clara los colores me regresaron al rostro pero de coraje, indignación y vergüenza. Me quite la venda y parpadee un par de veces. Di un salto a la cama y comencé a golpear todo lo que tenia cerca.

- ¡¡¡Arrg Bestia...Bruto... Salvaje... Idiota!!!

Cuando llegué hasta el espejo me detuve y me contemplé largo rato negando con la cabeza.

- Soy una niña... Por eso solo juega conmigo- musité con cierta tristeza para después asustarme de mi propia reacción y maldecir de nuevo.

Para mí, Artemisa tenía razón, los hombres eran unas criaturas viles y repugnantes, la próxima vez que lo viera... Le tiraría todas las flechas que pudiera. Maldito Mor... No que el aroma a azufre que despide fuera agradable... Humm... Ahora que lo pienso... Mor olía diferente.

Ladee la cabeza pensando un poco pero al final volví a molestarme y a asegurar que le dispararía al solo verlo.

by wolfmanhunter_Lilith  & Double_Angy

28.12.10

Cap 125

Cyrene

Ya me lo habían advertido una vez "Los hombres son criaturas horrorosas, detestables, sucias... inmundas en pocas palabras, pero una mujer Cyrene, es letal, un arma idónea a la que nadie podría resistirse, si no debes confiar en los hombres, menos en las mujeres cariño, muchas son como serpientes venenosas y ¿No son detestables esas criaturas? Solo confía en tu instinto querida, que yo no dejare que nada te pase nunca" Había dicho Artemisa una vez, cuando era pequeña, después de una jugarreta de las ninfas, hermosas, gráciles, juguetonas y salvajes, impredecibles seres de la naturaleza y féminas por que lo dioses así lo decidieron.

Ahora, después de lo que había hecho Helena, agradecía haberme tomado aquella plantita pero, algo me decía que debía averiguar de donde había salido, había un extraño aroma que no podía reconocer, aunque ahora que teníamos hospedaje y el juramento de los dioses para protegernos. Debería relajarme un poco y poco después del alboroto pudimos comer alimentos normales. Me sentí un poco mal por los animales muertos, por lo que había dicho la mujer y Mor, esta clase de habilidades eran jurisdicción de Circe y quizás, muchos de esos animales fueron alguna vez humanos.

- Yo... no sabia que los dioses podían llegar a ser tan crueles- musité mirando a Epifanía.
- No creo que todos pero, muchos de ellos se divierten a costa de nuestro sufrimiento, eso es algo que debes tener presente por que lo verás seguido Cyrene.
- No puedo entenderlo, Artemisa, ella siempre fue tan buena conmigo que me cuesta creer que los demás dioses sean como muchos dicen.
- Entonces tienes todo un mundo por ver- comentó Amisthy dedicándome un guiño que no comprendí del todo.

Y una vez terminamos de comer a gusto, me dio un sueño tremendo,  ahogarse en el mar, luchar, correr y demás no era algo que se hiciera todos los días y tenia unas tremendas ganas de dormir profundamente. A mi me habría bastado un buen árbol para cerrar los ojos y descansar... Eso solía hacer antes. Keops fue el primero en notar que me frotaba los ojos muy seguido y preguntó si tenía sueño, a lo que me negué rotundamente algo apenada por ser descubierta.
- Pero si eres una niña... Y los niños duermen temprano- dijo Mor y le miré fulminándole con la mirada.
- ¡No soy ninguna niña! Y no tengo sueño...-  y un pequeño bostezo destruyó mi mala farsa. Había que admitirlo, a veces si parecía una niña, y así, enfurruñada y roja hasta las orejas lo parecía aun más.

Mor... Él se limito a sonreír y eso me enfurecía más pero. Esa mujer le miró un momento y… Parecía encantada. Un demonio… Mor era sin duda un demonio pero no podía decir que no tenia razón pues, sus palabras encerraban verdadero conocimiento y aunque lo odiara mucho, las ansias de comprenderlo todo, de devorarme al mundo, me pedían estar cerca de esa gente y cerca de ese demonio llamado Mor.


by wolfmanhunter_Lilith

22.11.10

Cap 124

Mor

Si, no podía negar. Las fieras se veían muy domesticas, como para tomar una cuerda amarrarlo y llevárselo a un Raha… Tonterías. Yo voto porque no nos arriesguemos, además las bestias eran jurisdicción de Artemisa, y tenía un leve presentimiento determinante de que Artemisa tenía un gran odio reservado hacia mi persona. Yo… ya no confió en los animales, al menos que estén servidos en bandejas con un buen aderezo y bien cocidos. 

- Quizás si pasamos tranquilos y relajados no nos hagan daño- musitó Heracles.
- Tranquilos y pausados- agregó Cyrene mientras daba el primer paso.
- Yo solo sé que el primero que se mueva demasiado rápido, lo rebano- agregué.
- Yo digo lo mismo- murmuró Patroclo y lo miré frunciendo el ceño. Creo que esta sería la única vez en que Patroclo y yo estaríamos de acuerdo en algo nunca.

Caminamos y a medida que caminamos todos alertas ante cualquier movimiento, observábamos que los animales nos miraban pausados como si vigilaran que camináramos hacia dónde ellos querían. Raro.
Esto es demasiado sencillo, que está pasando por sospechoso.

- ¿Qué es eso?- murmuró Cyrene que iba un poco más adelantada que nosotros.
- ¿Es como el arco de una residencia?- frunció el ceño Keops.

A medida que caminábamos el lugar se iba haciendo cada vez más paradisíaco, frondoso y de una estructura imponente, como un palacio de mármol que relucía como si estuviese hecho de perlas con detalles dorados, se iba agrandando a medida que caminábamos.

- Estos animales nos están llevando al dueño de este palacio, que también debe ser su dueño.- comentó Heracles.

De pronto hacia los lados comenzaron a verse unos corrales con unos animales, un tanto… disfuncionales. Nos detuvimos y uno de los felinos gruñó.
Yo desenvaine el machete. Cyrene me detuvo.

- Esto es demasiado extraño- musitó Epifanía mientras todos cada vez nos íbamos acercando más.
- Oh Tigresa… no seas descortés preciosa, recibe bien a los extranjeros- ronroneó la voz sensual de una mujer.

Todos giramos a ver de dónde provenía y la visión de la mujer no era normal… Fruncí el ceño, era demasiado hermosa.

- Les invito a pasar a mi hogar- comentó la mujer mientras se daba la vuelta, y su cabello, su cabellos oscuro era como si flotara con su andar. Como dije, era tan hermosa que había que desconfiar.

Al ver que no nos movíamos, los animales comenzaron a gruñir.

- Creo que quieren que les sigamos- comentó Heracles.
- Los gigantes vienen acercándose por el otro lado buscando a los artífices de tanto alboroto y… no serán clemente con ustedes, en mi casa estarán a salvo, lo prometo- una sonrisa ladeada y lasciva cinceló su rostro y siguió caminando – Los gigantes tiene prohibido el ingreso a mis terrenos- agregó y su figura entró por el marco de una puerta dorada.

Todos nos mirábamos.

- No sé que es peor, que sigamos a la mujer con pinta de peligrosa o los gigantes devora hombres- comentó Adelphos.
- Yo voto por la mujer, al menos ella no tiene pinta de devora hombres, o por lo menos no de la manera literal- comentó Patroclo. – Será fácil de reducir si llega a salirse de control. Los gigantes no.- miró el portal y comenzó a caminar lentamente hacia el portal.

Yo fruncí el ceño. Tenía un cierto grado de razón, Heracles miró hacia el bosque.

- Es cierto lo que dice, nosotros no podemos contra los gigantes- musitó.

Las chicas, fruncieron el ceño, eran las más reacias a entrar. Keops se acercó.

- Tranquila chicas, por ultimo entramos a dar un vistazo y si vemos algo sospechoso salimos.- comentó con seguridad que intentó infundirle a las chicas.

Me miró y me dio una seña para que entráramos. 
Nos miramos, Heracles y yo éramos lo que no estábamos convencidos del todo.
Las chicas comenzaron a entrar y quedamos Heracles y yo.

- Le diré a Midhos que cuide- musitó.
- Yo me mantendré cerca de la puerta.- agregué y comenzamos a entrar por la retaguardia de la formación.
Cuando cruzamos el portal de la puerta, la visión era aún mas paradisiaca que le exterior, los pasillos tenían un aspecto nacarado brillante, nuestros semblantes relucían en el suelo como espejos. Las antorchas estaban puestas de tal forma que la luz fuera tenue y agradable, con un toque acogedor y hasta cierto punto hogareño, invitaba a quedarse. Los animales eran curiosos, algunos podría decir que tenían miradas bastantes humanas.

La mujer apareció tras de mí y me susurró al oído.

- No, no chico… no espíes…- ronroneó acariciando mi rostro con su dedo índice, yo me aparté, paso su brazo por Heracles.
- Y eso te lo digo también a ti querido- rodó su mano por su pecho y también le apartó pero con un poco de mas cortesía. – Me he encargado de tu ave, sí, esa cosa, es perturbador, me siento vigilada- Heracles la miró con rabia. –tranquilo, te la voy devolver, pero la quiero en tu hombro o a no más de un metro al lado tuyo. O la encerraré- susurró a su oído y comenzó a caminar, sus pies descalzos, su andar, era como si flotara por espejos, como una ninfa. Si decía que Midhos era perturbador, tendría que verse al espejo y mirar su cabello, eso sí era perturbador. Era como… hipnótico.

De pronto llegamos a una estancia enorme, sus columnas eran enormes, el fuego siquiera era rojo ¿Era eso normal? Y nos invitó a tomar asiento. Nadie se sentó.

- Insisto. Tomen asiento- extendió su mano y los asientos se movieron. Todos se miraron y nos sentamos. Vigilantes.

Ella se sentó en la mesa y comenzó a acariciar la superficie.

- Como verán vivir aquí es bastante solitario- suspiró – No está mal de vez en cuando recibir tan…- miró a cada uno de nosotros, los chicos – Agradables visitas.- más de uno abrió los ojos, y las chicas suspiraron negando – Y hermosas, por supuesto- miró después a las chicas con una sonrisa lasciva. Cyrene no entendió a que venía la sonrisa y Amisthy y Epifanía, miraron a la mujer con algo de recelo.
-Me gustaría darles la bienvenida con exquisito banquete…- se levantó de la mesa y extendió sus brazos y las mangas de su vestido casi flotaron en el aire un segundo. Dio un paso hacia atrás y unas jovencitas comenzaron a salir de cada costado del pasillo del fondo, con bandejas relucientes. A servirnos. Extraño.

Todos se miraron con una sonrisa, teníamos un buen rato que no comíamos. Miraros con hambre, me incluía. De pronto dirigí una mirada hacia la mujer y vi como miraba con una sonrisa suave a todos y cada uno de nosotros y recordé el papel que me había dado la sombra de Hades.

Hurgué en mi bolsillo y saqué la planta.

Miré hacia ambos lados sin girar, la mujer no me daba mucha confianza que digamos. Creo que es una buena oportunidad para usar esto. Nadie… Es tan hermosa y amable, arranqué dos pedazos y lo pase a Keops rápidamente debajo de la mesa, y le indiqué que lo metiera en su vino y lo pasara a otros, el frunció el ceño y yo le pegué una patada.

- ¿Ocurre algo?- comentó la mujer. Yo negué devolviéndole una sonrisa ladeada que ella respondió ladeando la cabeza y guiñándome el ojo. 

Le di el otro pedazo a Heracles. Ahora solo era cuestión de tiempo para que todos hicieran lo mismo, había que distraerla.

- Solo… que…- musité – Yo no como cosas de desconocidos- comenté y sentí los movimientos debajo de la mesa. Sonreí y miré a la mujer. – Usted no nos ha dicho su nombre- ronroneé.

La mujer esbozó una risita – Mi nombre es Helena, su anfitriona esta noche- ronroneó.

- Interesante- comentó Keops haciendo tiempo.
- ¿Y por qué no beben? -Preguntó la mujer.
- Es que… esperamos que terminen de servir la comida.- comentó Heracles –… Y mi ave- agregó.
- Tu ave cielo, te la devuelvo después del banquete ¿O es que acaso quieres un ave entorpeciéndote mientras comes?- colocó ambos brazos en la mesa – No lo creo…- agregó. – Además ya terminaron de servir la comida, así que pueden comenzar.

Yo me levanté. Espero que todos hayan alcanzado. Aquí veríamos que es lo que tiene estos alimentos que tanto le inquietan.

- Antes… quiero proponer un brindis, por nuestra hermosa anfitriona- alcé mi copa, y todos me miraron, los miré fijamente como diciéndole que me siguieran el juego, y todos se levantaron.

La mujer se llevó la mano al pecho y sonrió – Oh, chicos, no es necesario- ronroneó y volvió a sonreír.

- Por supuesto. Por su hospitalidad desinteresada hacia estos extranjeros.- comenté y ella volvió a sonreír, hizo traer una copa. Y brindó.

Todos alzamos la copa y dimos un trago largo.
La mujer sonrió.

- Gracias, gracias… Son encantadores- volvió a reír con un apeno cortés. Y su sonrisa se transfiguró - Y… díganme chiquillos ¿Cómo se sienten?- ronroneó con malicia.
- ¿Qué? ¿Deberíamos sentir algo?- preguntó Patroclo mirándola.
La mujer frunció el ceño y apoyó los brazos sobre la mesa.
- ¿Quiénes son ustedes- gruñó.

Hasta aquí llegó su hospitalidad.
De pronto todos sacaron sus armas.
Ella se irguió.

- Debieron haberse convertido en animales…- gruñó.

Heracles comenzó a caminar hacia ella y ella alzó su mano en su dirección, pero no le ocurrió nada. Sonreí, gracias Hades. Las bestias comenzaron a entrar en la estancia. Heracles y yo nos precipitamos a la puerta y la cerramos. Keops y Amisthy se fueron hacia la otra entrada e hicieron lo mismo, mientras Cyrene, Epifanía, Calisto y Patroclo se apresuraban a acabar limpiamente con los dos lobos y el tigre que había entrado.

La mujer comenzó a dar un paso hacia atrás, otro, otro… A medida de que se veía acorralada.

- Quiero mi ave… Ahora- gruñó Heracles con su espada en la mano.
- Está bien, está bien chicos, podemos llegar a un consenso… Tranquilos- dijo mientras alzaba sus manos - Pero aléjense de mí- dijo con un cierto tono de nerviosismo.
- ¿Y cómo se supone que te vamos a creer?- musitó Patroclo.
- Emmm… lo prometo, no os haré nada- musitó.
- No te creo…- musitó Epifanía que se abrió paso. – Tu palabra no vale mucho que digamos…- agregó. – Quiero que lo jures por los dioses… El juramento de los dioses- concluyó ella mirándole fijamente. 
- No es necesario
- Esa será la única forma en que te crea- reafirmó Epifanía.

El juramento de los dioses, todos los entendidos en el tema -los que trabajamos con los dioses- sabíamos que ese era un juramento inquebrantable y que si este era incumplido, el castigo era uno de lo más horribles, era un juramento enseñado a los trabajadores de los dioses, para llevar su palabra y su servicio en su nombre.

- Yo tampoco voy a creerte si no lo haces- agregó Keops.
- ¿Quieres un conceso? Aquí lo tienes, solo necesitamos tu palabra. Pero de verdad…- musité con una sonrisa – No creo que a Circe le guste demasiado la idea de morir… Tiene demasiadas cosas pendientes ¿A qué no?- ronroneé. Era claro, ahora que había dicho esa estupidez de transformarnos en animales, lo tenía todo para serlo: Era hermosa, sensual, hechicera, tenía demasiados animales, algunos muy humanos, exceso de hospitalidad innecesaria. Sonreí. 

La mujer me miró frunciendo el ceño con cara de odio hacia todos. 

- Adivino… ustedes son los rebeldes- musitó con una sonrisa ladeada, repentina.
- No solo les haré el juramento… Quizás podríamos… Ayudarnos mutuamente- ronroneó. Todos nos miramos.
- Digamos que los dioses me deben muchas cosas…- gruñó, se levantó dispuesta a hacer el juramento bajo las condiciones de: hospedarnos, ayudarnos y proveernos de las herramientas necesarias para salir de aquí y por supuesto, tratarnos con hospitalidad (no hiriéndonos o hechizándonos). A ella le pareció bien, al parecer una mujer tenía bastante resentimiento hacia unos cuantos de nuestros enemigos…


by Double_Angy

Cap 123

Heracles

Gigantes, esta isla estaba habitada por ellos, y estábamos en problemas ya que no teníamos en que irnos de esta isla. Como odio a los dioses, pagarían por todo esto... Sin dudarlo. Claro, siempre y cuando saliéramos de esta isla y no seamos devorados.


-Si, los odio- dije bajo, el camino se estaba haciendo muy fastidioso. De pronto nos topamos con un árbol que bloqueaba nuestro camino, y tuvimos que empezar a arrastrarnos para cruzar al otro lado. Ante otro de los roces entre Mor y Epifanía... Keops no pudo quedarse callado, menos mal que esta vez no lo escucharon, sino de seguro que lo golpearían.

- Yo creo que ese par terminaran juntos...- dijo Keops con sus manos cruzadas en la nuca.
- Ya lo creo...- acote mientras Mor se metía, y luego íbamos Keops y yo. Nos arrastramos un buen rato hasta que salimos...

Midhos volaba por todo el lugar chillando y buscando roedores que comer. El paisaje, simplemente era hermoso... Describir este lugar seria como describir los Elíseos, bueno, si supuestamente es así de bello como lo pintan. Había un largo sendero, a los lados había frondosos arboles con frutos raros. Pensábamos en detenernos a comer, de no ser porque Adelphos grito que había una casa mas allá.


- ¿Una casa?- pregunto Patroclo mirando extrañado, era pequeña.
- No es de gigantes evidentemente...-  decía Epifanía.
- Tal vez tengan un barco...
- Puede que si Amisthy... Espero que tengamos suerte...- acotó Epifanía nuevamente.
- Pues, en marcha entonces...- dije. Midhos voló cerca y termino posándose en mi hombro. - ¿Conoces el lugar?- le pregunté. Pero no, al parecer no sabía. 
- ¿Que dijo el pajarraco?- dijo Mor mirando serio a Midhos. Este le chillo amenazador, el sonrió y negando con la cabeza paso al frente. Lo seguí con la vista hasta que decidí ponerme en marcha también. 

Caminamos en silencio, el sendero finalmente termino para mostrarnos un palacio de piedra pulida ¿Quien viviría aquí? ¿Tendría un barco? ¿Seria hostil? Cuando nos acercamos, varios lobos y leones salieron a nuestro encuentro. Rápidamente sacamos nuestras armas y nos pusimos a la defensiva, pero... No parecían hostiles, al contrario. Parecían muy domesticados. 


- Diría que los matemos para evitar problemas...- dijo Mor, lo miré negando con la cabeza. Epifanía lo miré con desaprobación. Me acerque despacio, los animales se abrieron paso. "Todo muy tranquilo, pensé".


by Silius

10.11.10

Cap 122

Epifanía

Comenzamos a avanzar en medio del bosque. Nos encontrábamos todos alerta frente a cualquier cosa que pudiese aparecer. A decir verdad, yo estaba más traumada que todos y es que... Comer carne humana no es muy alentador, ni tranquilizador, ni nada por el estilo, más aun cuando aquel esclavo había muerto después de una patada de uno de esos gigantes. Solo UNA patada. Nunca me creí miedosa, es más, muy pocas cosas me dan miedo, demasiado pocas. Pero creo que la que más me trauma, es el dolor... Diría que odio el dolor. Si, lo reafirmo. 

¿Habrá algún dios del dolor? Si existe, me gané un enemigo. El dios del dolor debe odiarme por odiarlo o se sentirá alagado de que haya alguien que le tema... Es raro. De todas formas, espero que no exista el dios del dolor... _ Epifanía ya para de cosas sin sentido_ pensé mientras me detenía, me afirmaba un segundo en un árbol y suspiraba levemente. Estaba demasiado distraída y pensando muchas cosas sin sentido en un momento en el que debía concentrarme en algo fundamental... ¿A donde se suponía que íbamos? Caminábamos al contrario del pueblo de los gigantes, pero eso era un alivio en parte, porque no teníamos idea donde íbamos a caer de todas formas, además, íbamos de subida. Si era así, podríamos encontrarnos con una montaña, lo cual, en el fondo de mi cabeza, lo dudaba, y la otra opción, era encontrarnos con un acantilado. Y si los gigantes también tienen no se, casitas de campo en los sectores a los que vamos, tendremos que lanzarnos por el acantilado. Y en este momento hay una sola cosa que pienso: Espero que no hayan rocas. 

El bosque era espeso, extremadamente espeso. Los arboles eran enormes, altos y anchos, las plantas trepadoras creaban cortinas de ramas, las hierbas del suelo llegaban muy arriba, casi hasta mi cintura y pues era todo muy húmedo. Demasiado quizás. Y era extraño, pues estábamos cerca del mar... Y por lo que se, lo que he aprendido estos meses fuera del templo, era que la brisa salada corroe todo y pues el bosque se ve lleno de vida... Como por arte de magia _ Ya, nuevamente pensando en tonter..._ alcancé a pensar.

Y entonces, mi pie pisó una roca recubierta de barro y me resbalé y alcancé a afirmarme del árbol que había junto a mi antes de caer y perderme en la hierba… Provoqué más de una risa por parte de mis compañeros, en especial de Keops, a quien fulminé con la mirada un segundo y luego ambos reímos. En aquel momento comenzó una conversación respecto a lo extraño que era este bosque, todos pensaban lo mismo, pero ya con los minutos, y mientras más nos adentrábamos en él, la conversación se apagó y hubo un silencio bastante agradable, tranquilizador. 

Pero el bosque seguía poniéndose espeso. Lleno de plantas y animales que se colaban entre los pies o salían huyendo de Midhos entre los arboles. Entonces llegamos a lo que parecía ser un camino de tierra. Muchos lo agradecimos, y es que caminar con un traje largo por suelo que no se ve, te resbalas, te caes, te quedas enganchada o simplemente te tropiezas con tu misma ropa y te vuelves a caer. No es que me haya pasado, pero estuve a punto en muchas ocasiones, eso si. 

Entonces comenzamos a caminar por aquel recorrido de tierra, que en un momento se empinó y era más como una subida, casi como una escalera que nos llevaba a la parte superior de tierra, pues había aparecido en el paisaje una especie de corte, como un acantilado pequeño al que debíamos llegar por el camino de tierra, o escalar unos siete metros. 

Entonces íbamos caminando, cuando apareció frente a nosotros un árbol, un enorme y antiguo árbol tapando el paso. Muchos quisieron talarlo... Lo que además de imposible, era un crimen. Era un árbol muy majestuoso para ser cortado. Entonces luego de observarlo unos segundos, notamos que las raíces expuestas dejaban un espacio suficiente para que pasáramos hacia el otro lado... Bueno, un espacio bastante reducido, de segundo los chicos pasarían apretados, pero no hay de otra... 

Unos minutos más tarde, Mor ya había cortado las raíces que le parecían estorbaban... - Casi todas- Y los demás estaban preparados para pasar. Entonces Patroclo se le adelantó a Adelphos, luego vino Demetrius, más tarde pasó Amisthy y ya cuando seguía Cyrene, esta pasó así como así. - ¿Pero como era posible? ¿Acaso era la única que se enredaba con su traje?- pensé mientras me paraba frente a la raíz y me detenía.

- Pasa luego ¿Quieres? -comentó Mor. Lo miré un segundo y luego, me quité el morral y lo dejé caer - ¿Qué pasó ahora?
- Mor... No empieces -musité, agarré la parte inferior de mi traje y la levanté hasta la cuerda en mi cintura, ahí la amarré como si así fuera mi traje y luego repetí el proceso con el otro lado, dejándome un traje corto, hasta las rodillas, lo suficientemente cómodo para seguir el trayecto y no caer con una trampa propia, o lo más pronto, para no enredarme en las raíces de este árbol y quedarme ahí atrapada por siempre. 
- Ah... Te dio el exhibicionismo -musitó Mor. Fruncí el ceño y lo miré.
- Si tanto te molesta... No mires -acoté, volví a tomar mi morral y me metí entre las raíces. Escuché atrás mío como Heracles y Keops decían algo, pero ya no escuché, había pasado al lado contrario y nos habíamos encontrado con un acantilado, que era bordeado por el mismo camino de antes, pero que ahora, tenia una vista mucho más preciosa.


by KatrinaxStevens

1.11.10

Cap 121

Heracles

Creo que hacia tiempo no corría tan deprisa, sin importarme o no las ramas que me llevase por delante. Y no era por miedo a esas cosas, que mas bien era respeto por su gran tamaño, sino porque debíamos alertar a nuestros compañeros allí en la playa. Solo esperaba que no los hubieran tomado por sorpresa esas cosas. Los conocía bastante ya, pero no creía posible que pudiesen salir bien parados si los atacaba por sorpresa un grupo importante de gigantes... Y hablando de gigantes, Midhos estaba raro... Desde que llegamos que lo estaba,
-Midhos... Espero que... Cuando lleguemos me digas lo que sabes- le dije algo entrecortado por la ardua carrera, según mis cálculos estábamos a poco más de la mitad de camino, con gran ventaja sobre ellos. Aunque por su tamaño, con una carrera nos alcanzarían pronto. -¡...!- Me desvié a la derecha rápidamente antes de quedar estampado contra un gran árbol. Eso estuvo cerca, Me había desconcentrado...

Seguimos nuestra carrera, esquivando obstáculos. Adelphos y Patroclo corrían juntos, con gran agilidad. Yo iba unos metros atrás, pero cargando al pobre esclavo. Sentía su sangre en mi espalda. No sobreviviría, lamentablemente. De seguro que tenía una gran cantidad de hemorragias internas, era una lastima ya que demostró ser valiente. Pudo haber huido... Pero no lo hizo, y así quedo. Despeje mi mente de esos pensamientos y acelere la marcha... Al rato llegamos a la playa.

-Calisto, ve por el resto del equipo...- dijo Adelphos. Este asintió y rápidamente fue corriendo. Patroclo rápidamente empezó a mirar a todos lados, tal vez buscando un lugar para escondernos, quien sabe. Me acerque a Epifanía y deje al esclavo en el suelo. Ella lo miro con una mueca de lastima y horror, tal vez, la sangre salía de su nariz y boca... No era un espectáculo agradable.
-Hay... Gigantes... Caníbales...- alcance a decir, estaba muy agitado. Traté de controlarme y logre seguir –Tienen una aldea, son muchos...-
-¿Una aldea de gigantes caníbales? -preguntó la chica mientras se acercaba al esclavo a atenderle -Cómo es posible ¿Se comen entre ellos? -volvió a preguntar mientras acercaba una venda al rostro del herido
-Desearía que fuese así... Pero no- recordé la estancia en la aldea de los gigantes, mientras la chica vendaba la cara del esclavo. -Tienen animales muy grandes, ideales para saciar su hambre... Pero... También vi una zona, repleta de huesos humanos- dije, también había visto una jaula con varios humanos, vivos... Pero no podía volver por ellos, había observado la jaula, nos hubieran atrapado antes de que hubiese siquiera podido abrirla.
-Creo que no deberíamos quedarnos aquí – musitó Cyrene mientras se acercaba a Mor. 
-Este… Este hombre no va a sobrevivir –acotó Epifanía mientras ponía su mano en su pecho y luego acercaba su oído a su pecho –Su respirar se dificulta… Quizás demasiado, no sé como aun respira –agregó.
-¿Cómo? ¿El esclavo va a morir? ¿Qué le pasó a mi mercancía? –preguntó Amisthy.

Observe a Epifanía negar con la cabeza ante el estado del esclavo, quien despidió una gran cantidad de sangre mientras se sacudía un poco. Todos observamos como exhalaba su último aliento de vida... Epifanía se levanto negando de vuelta. -Ha muerto... Por lo menos su sufrimiento ha terminado- la sacerdotisa tenia razón.
-Rayos... Y pensar que podría haber sacado algo de él- acoto de nuevo, con un tono de decepción la chica, Amisthy.
-En fin. Debemos irnos de aquí, la isla no es segura ya- la voz de Mor se hizo oír por sobre el murmullo de los hermanos entre si. De esta manera tomamos nuestras cosas, lo poco que nos quedaba, y decidimos irnos... ¿Hacia donde? No sabíamos... Sin embargo, antes de dar unos pasos, Midhos se acerco volando a gran velocidad hacia mi, parándose sobre mi hombro... Note su preocupación cuando se prendió fuerte. Emitió un chillido estirando las alas y solo atine a decir... "Mierda"
-¿Que sucede?- pregunto Adelphos...
-Gigantes, se acercan- dije serio mientras acariciaba un poco a Midhos para que se relajara y no me apretase tanto.
-Movilicémonos hacia el lado contrario de los gigantes ¿Qué tan grande era el pueblo? -preguntó Mor mientras se levantaba y esperaba.

Pensé un momento, recordando nuevamente. Al cabo de unos momentos mire a Mor -Era muy grande, esas cosas miden fácil mas de tres o cuatro metros, pero había muchos de ellos. No exagero.- respondí mirando a Patroclo, que ya tenía su equipo listo. El lado contrario de los gigantes... -Supongo que si seguiremos un rumbo alejado de ellos, lo mejor seria ir por allí...- acote, señalando con la mano la dirección a la cual ir.
-Entonces partamos de una vez -comentó Keops mientras se ponía las manos tras la cabeza y comenzaba a avanzar.
-Me parece lo mejor en este momento –musitó Epifanía mientras cerraba los ojos del esclavo, dejaba unas monedas en sus ojos y se levantaba.
-¿No va en la boca la moneda?- preguntó Cyrene.
-No lo sé con exactitud, preguntémosle a Mor, que debe saber más del tema ¿Mor?
-Da lo mismo, pero en los ojos es más seguro de que sean entregadas- comentó mientras miraba a Epifanía con ojos asesinos y luego continuó –Bien. Entonces en marcha- acotó. De esta manera emprendimos rumbo hacia... Bueno, hacia donde no hubiese gigantes, esperábamos...


by Silius