23.12.11

Cap 211

Heracles

-Ah, Adelphos...- dijo el guerrero levemente sorprendido, pues había olvidado que también era protector de Cyrene, y, como era lógico, si no estaba dentro estaría fuera de la habitación.
-¿Cómo esta nuestra protegida?- murmuro por lo bajo.
-Con visitas... Aunque creo que debe descansar- dijo Heracles. Noto la mirada de Adelphos ante la palabra “visitas”, se apresuró a disipar sus dudas -No te preocupes, son Rea y Amisthy... Parece que la nueva esta algo conmocionada con esta embarcación...- acoto el guerrero.
-No la culpo... Por como intentan hacerse con nuestras mujeres, supongo que el trato que le han de haber dado... No era el mejor... ¿Me entiendes?-
-Claro, entiendo...- respondió Heracles. Escucho pasos y con un gesto le indico a Adelphos callar. Ambos se silenciaron y en unos momentos un par de piratas, lo que Heracles creía que eran, pasaron por enfrente de ellos, observándolos de manera algo incomoda. Una vez que pasaron, retomaron la conversación, aunque con un ligero desvió del tema...
-Algo ocultan... Pero saber exactamente que, es imposible estando aquí de guardia- musito el príncipe. Tenía razón... Sin dudas, si querían averiguar algo más, tendrían que hacerlo al viejo estilo... Esperar a que las noticias “lluevan”, podía ser su peor error.
-Tengo... Una idea...- dijo Heracles al cabo de un rato. -Busca a los demás, a los “guardias”, q se queden aquí mientras voy a investigar esta embarcación... Algo debo hallar- dijo finalmente el grandote.
-¿Estás seguro?- pregunto Adelphos, no muy convencido del plan.
-¿No hay muchas opciones no? Lo haremos antes de la “cena” que dijo eso sujeto que estaban preparando, ya que luego todo se tranquilizara y cada movimiento será visto como sospechoso- culmino Heracles, mientras miraba a lo lejos un grupo de sujetos hablando entre ellos. Todo le parecía sospechoso...
-Tienes razón... Mira, iré por los demás... Tú quédate aquí- le dijo Adelphos. Al cabo de unos minutos ya había reunido a todos.
-Ok... No tardare demasiado...- dijo Heracles.
-No lo hagas... Sospecharan si no te ven con nosotros mucho tiempo- le dijo Adelphos. Heracles asintió con la cabeza y se alejó de la habitación de Cyrene.

Había pensado en varias formas de desplazarse... Pensó en la cautela, sigilo... Pero había muchas personas en la embarcación, y verlo desplazándose de esa manera levantaría sospechas inmediatas. No, tendrías que hacerlo de forma normal, tratando de no levantar sospechas. Total, ¿Acaso ellos no decían que eran invitados? ¿Acaso no tenía derecho a pasear por la embarcación?

La embarcación era bastante grande, sin dudas mucho más grande que la embarcación que ellos mismos había fabricado en tierras de Circe. ¿Que buscar? Sería mucho más simple dirigir un destino si sabía que debía buscar... Había muchas recamaras, muchos piratas, y todos ellos lo miraban a cada paso que daba. No sería una misión fácil, pero era momento de comenzarla...



-Disculpa- pregunto a un pirata que pasaba por ahí. -¿Dónde se encuentran los baños?- se esforzó por preguntar de manera cortes, pues era hermano de una chica que supuestamente era de familia... De buena familia. El pirata lo miro con sorna, a Heracles le pareció que aguantaba una risa. Nada le hubiera gustado más que romperle la nariz y preguntarle que querían en verdad.
-Baja las escaleras por babor, la última recamara a la izquierda- respondió finalmente este, y se alejó mascullando quien sabe qué cosa.

Con un suspiro, comenzó a caminar hacia babor, rodeando un enorme mástil y encontrando la escotilla, la cual estaba abierta. Por ella salieron un par de piratas que lo miraron y sonrieron, casi de la misma manera que todos en aquella embarcación. Bajo por las escaleras de madera y vio que había muchas recamaras allí... ¿Ahora? No podía simplemente entrar a las habitaciones y decir “Lo siento, me confundí”, ahora tendría que ser sigiloso, muy rápido, y por sobre todo... Tener mucha suerte.

Camino con cautela, acercándose a la primera puerta... Aún estaba ensayando excusas en su cabeza. “Lo siento, mi memoria parece fallarme... Tal vez fue la larga exposición al sol en aquella isla”, esa, era una de las tantas que lograba improvisar lo más rápido que podía.
No escucho nada del otro lado... La empujo despacio, rogando que no crujiera ni hiciera otro ruido. Por suerte no lo hizo, y dentro, vio a un pirata que parecía bastante herido. Todo su torso estaba vendado, también su pierna derecha y su brazo izquierdo... Otra venda envolvía su cabeza por encima de los ojos. ¿Y a este que rayos le paso? Se preguntó Heracles. Apenas respiraba, parecía que hubiera quedado tremendamente herido por algo... Miro a los alrededores, no vio nada que le resultara interesante... Salió sigilosamente y cerró la puerta con cuidado. Siguió caminando hacia el final del pasillo hasta que se detuvo en una puerta que, a diferencia de otras, tenía tallada unas palabras a cuchillo... Más bien era como un nombre: “Artemio, El Cazador”. Con que cazador... Que interesante. Pensó Heracles, y sin perder tiempo, entro.

Luego de unos minutos salió, y justo a tiempo, pues escuchaba pasos bajando las escaleras. Rápidamente comenzó a caminar hacia los baños y entro justo a tiempo de que lograran verlo. Una vez allí, solo tuvo tiempo de recordar lo que había visto. Un hombre casi en las mismas condiciones que el anterior que había visto, solo que a este parecía que le habían arrancado un brazo, su torso estaba enteramente vendando, como así también una de sus piernas... Sin embargo, a pesar de su estado, no fue eso lo que más le llamo la atención... La habitación estaba repleta de armas, y otros objetos que llamaron mucho la atención de Heracles, pero hubo una que más le llamo la atención... Una medalla, de oro, con un águila de un lado y un león del otro. No tenía dudas de que era... En su pueblo había muchas leyendas de esta medalla, otorgado por un dios a uno de sus “hijos” en la tierra... Seguro que Mor, o Epifanía sabrían más de ello. Se había asegurado también de memorizar tantos otros objetos de esa habitación antes de salir.

Salió por fin de la recamara donde estaba, y en la cual esperaba no volver a entrar, y retomo su camino de regreso... Pero la curiosidad le gano, y reviso unas cuantas habitaciones más... Y, en todas ellas, encontró gente en el mismo estado que los anteriores... Heridos, con algunas amputaciones. “Demonios ¿Contra que se enfrentaron estos tipos?” En un principio pensó en una batalla contra otros piratas, pero el aspecto de la embarcación no denotaba batalla reciente. Así que sea lo que sea con lo que hayan luchado estos hombres, fue en tierra.
Volvió rápidamente a la habitación de Cyrene y se encontró con los demás... Mor y Epifanía se les habían unido, tal vez luego de que él se haya ido. Les iba a contar lo que vio cuando una voz los asalto...
-Si me permiten interrumpir vuestra reunión- su intento de sonar cortés lo hacía muy molesto -Les avisamos que la cena esta lista... Si quieren comer, síganme- abandono la cortesía fingida al final y todos comenzaron a seguirlo.
-Luego...- le susurro Heracles a Epifanía, que pasaba por su lado, ella asintió. El guerrero entro a la habitación, y con cuidado despertó a Cyrene, con ánimos de no asustarla. -Despierta niña... Es hora de cenar, lo necesitas- le dijo mientras ella intentaba abrir del todo los ojos.

By Silius

15.12.11

Cap 210

Epifanía & Mor

Camine un par de pasos hasta el lugar que nos habían dado, baje la cabeza en dirección a ella y tomé la capucha y la bajé – Bueno ahora sí, hasta puedes darte el lujo de bajar la capa- musite para girarme y mirar alrededor – He viajado en peores- dije ladeando una sonrisa mientras comprobaba la privacidad – No me gusta este lugar… Y por sobre todas las cosas, no me gusta en la forma en que él te mira- volví a comentar para mirar a Epifanía y bufar.

Le miré negando -Hay algo en la forma en la que te mira a ti que tampoco me agrada -musité mientras me quitaba la capa, la dejaba sobre unas cajas para luego desamarrar el arco de Apolo de mi espalda -Bueno... De todos modos, nos mantendremos alejados de él... -dije pensando en lo molesto que se había marchado y en el lío en que probablemente se había metido Mor con él... -No nos meteremos en problemas -acoté estirando mi cuello hacia atrás y después estirando la espalda -¿De dónde crees que venga este barco? -dije mirando a Mor para luego girar hacia la entrada y las paredes del sitio.

- Yo no sé tú- dije para mirarla - Pero que este barco se hunda lleno de estatuas, no es algo que ni tú, ni yo tengamos en nuestros planes y por mi parte, no pienso permitirlo. Así que no aseguro nada de no meterme en líos, prefiero eso ah...- suspire al ver cómo me miraba, debían ser la crudeza de mis palabras, cambie el tema rápidamente - No lo sé... Pero este barco no es lo que parece a pesar de haber como esta, infinidades de embarcaciones- mire a ambos nuevamente para mirar a mi capa en la caja, después a Epifanía - ... Esta no se siente como todos los viajes que he realizado...- señalé el arco - ¿Dónde piensas guardar eso?

Negué -Supongo que si permanezco con tu capa podré seguir ocultándolo amarrado a mi espalda -musité mientras me pasaba las manos por la frente y me llevaba el cabello hacia atrás -Entonces... Si hay problemas no los evitaremos -dije mirándolo, él no se movió -Supongo que tendrá que haber una buena razón para eso -musité por lo bajo mientras me sentaba en el suelo. No tenía intención de seguir con ese tema, más en la situación en que estábamos -Quizás cuenten con el apoyo de algún dios... -solté, había algo en el barco que me hacía pensar que no era un barco común, al igual que a Mor.

Camine en dirección a la caja para tomar la capa, si era verdad lo que Epifanía había dicho, sería mejor entonces que no se dejara esto en ningún sitio, la última vez que paso algo así... Tuve que ir al tártaro a robarme un cabello de Circe - Podría ser... ¿Por qué no? Últimamente todo quiere destruirnos y los dioses no discriminan a la hora de escoger aliados, ni escatiman tampoco...- mi mirada se clavó en un tobo con agua y decidí acercarme para meter el brazo izquierdo, pude sentir un gran alivio, una paz refrescante, había que curar el brazo, eso era un hecho, saque la mano del tobo y con la derecha comencé a hurgar en la capa algún resto de raíz, lo que fuese... Y me topé con la ambrosía, bueno todo menos eso, realmente en la posición en la que me encontraba, solo faltaba que Hades viniera a amonestarme...

Lo observé meter la mano en el agua, luego revolver sus cosas y negué -No te diré que comas la ambrosía -musité en su dirección, me miró alzando una ceja -Pero deberías, esa mano no tiene un buen aspecto -agregué mientras sonreía, me apoyé en una de las cajas sin dejar de mirarlo.

- Gracias por el consejo...- seguía revolviendo cualquier lado, cualquiera - Y por la observación...- dije sarcástico para entonces sacar la última raíz... Una dosis pequeña, insuficiente, pero era algo... Di un par de pasos para tomar uno de los harapos que había desperdigados por el lugar y le tire la capa en la cara a Epifanía y me senté un par de metros de ella. - Póntela, podría llegar cualquiera...

Fruncí el ceño y tomé la capa, la estiré y cubrí el arco con ella -Es una buena idea, que no vean el arco será lo mejor -comenté solo para molestarlo, él bufó y se concentró en su mano -Déjame ayudarte -musité mientras daba un par de pasos y me hincaba junto a él -Veo que no eres muy diestro con las manos, menos con solo una útil -estiré mi mano en su dirección.

La mire frunciendo el ceño, sin alejarme ¿Por qué haría ella eso? - No deberías, te estresan mis métodos…- musite, examinando cada reacción posible de su rostro, para tomar la muñeca que se aproximaba en dirección a la herida – Que para curar no sirvan, no quiere decir que sean torpes- le sonreí para soltarle la muñeca –Insisto, mejor lo hago yo… Tu cara comienza cambiar…- su rostro se había fruncido al ver la raíz oscura y seca.

-Es tu decisión. No volveré a tocar una de esas cosas a menos que sea de extrema necesidad -comenté levantando las manos y recordando la última vez que había visto una de ellas, solo el recuerdo me daba asco -Pero quizás te pueda ayudar con las vendas... En serio Mor, tu mano luce horrible -dije mirándola con curiosidad -Quizás la pierdas y quedes como aquel hombre en cubierta que no tenía ni codo -acoté y lo miré.

Reí y la mire - No soy médico como Zorba, pero sé que eso no va a ocurrir- dije para bajar la mirada a la raíz y frotarla con fuerza contra la piel, apreté la mandíbula, intento apartar el dolor agudo de la piel desprendiéndose y el ardor de la raíz... la raíz comenzó a desteñir y la sangre, la sangre la herida comenzó a volverse negra. Epifanía miraba con asco, incrédula. Finalmente enterré levemente la raíz en la herida – Véndalo- musite – O lo hago yo- con la voz más grave, los dientes apretados sintiendo como la raíz empezaba igual o más que el líquido de aquella masa en que estaba envuelto Apolo.

-¿La dejarás ahí? -dije sin soltar las manos, ya la simple expresión de su rostro me respondió pero no me dejaba tranquila -Bien... dejémosla ahí -musité, miré las "vendas" que tenía junto a él y negué -Imposible -musité mientras tomaba mi vestido y desgarraba un trozo, algo más limpio que lo harapos que tenía -A ver -dije mientras tomaba su mano, estaba caliente, y comencé a envolverla con la tela, que de inmediato se manchaba con la sangre negra -¿Seguro que lo dejarás ahí? -pregunté sin quitar la mirada de su mano.

- Si, lo dejare ahí- reí por lo bajo frente a su expresión que continuaba siendo de asco e incredulidad - No acostumbras a ver heridas como estas todos los días por lo visto- musite mientras veía con detenimiento el movimiento veloces y hábiles de sus manos con el vendaje.

-Puedo soportar las infecciones, el olor de aquel líquido amarillento, las quemaduras y los huesos quebrados y fuera de la piel... Pero ver como tu sangre se vuelve negra y la vena que tienes hinchada en la cien de tanto apretar la mandíbula por el dolor... -negué y terminé de vendar la mano -Eso no puedo soportarlo -finalicé y lo miré levantando los hombros levemente.


Fruncí el ceño, divertido ante sus palabras - Porque puedes soportar tanto... ¿Y no algo tan sencillo como esto? Sin gracia aparente, más rápido de curar que un hueso roto... ¿Y esto no?- seguía mirando su expresión, su cara, su cara era entretenida y a pesar de no "poder soportar todo este asunto" seguía allí curando la herida - Pudiste haberte negado...- agregue finalmente.

Negué y me senté a su lado, apoyando la espalda contra unas cajas. ¿Cómo explicar que el dolor ajeno es peor que el propio? Si le decía eso seguramente reiría en mi cara, pero me era imposible no ayudar, menos a alguien del grupo, menos a él. -¿Haberme negado? -musité negando -¿Acaso no fui yo quien se ofreció a ayudar? -pregunté -Después de todo, ya si rechazaste la ambrosía tenía que haber algún modo de cooperar con tu... -miré su mano -Método -finalicé.

-Eso es cierto, te ofreciste- comente - Pero lo hiciste antes de ver de qué iba el "método", y sin embargo vez el método, te parece el horror del mundo y aquí estas... Que altruista, que poco común- mire el brazo vendado que estaba casi lista - Actos como esos no se ven casi nunca y menos...- reí por el chiste que venía – Con tu dueño que tanto te empuja, maltrata y molesta - tome la capa con el brazo derecho que estaba encima del arco, estirándome, para colocar su hombro en el suyo, y hacer lo mismo con el otro lado de la capa dejando a Epifanía cubierta, subí la capucha y escondí su rostro, ante los pasos que se aproximaban lejanos, le hice una seña de que esperase y tome el arco, lo metí atrás de las cajas para volverme a sentar. Dos hombres pasaron mirándonos curiosos, Epifanía ya había subido su capucha, la capa larga y extendida sobre ella tenía más el aspecto de una manta, el par no aparto la mirada hasta que se perdieron doblando el pasillo. - Esto debe ser obra del tipo que vino a convencernos...- susurre de tal forma que solo Epifanía pudiese escuchar - Nos tienen vigilados, me pregunto si con los otros estarán en la misma posición.

Me qué inmóvil cuando Mor me tapó con la capa, creí que sería otro de sus jugadas para molestarme, más cuando los pasos se hicieron lo suficientemente fuerte como para volver a quedarme quieta, cuan obediente esclava, entendí que lo mejor sería quedarme con la capa puesta. -Espero que no. La verdad, dudo mucho que Cyrene actúe como novia... -musité mientras me corría la capa, quedando solo con el rostro al aire -Espero que no estén vigilados... Aunque es lo más probable -agregué y fruncí el ceño -¿Cómo crees que me maten si ahogo a mi amo con una almohada mientras duerme?... -comenté mientras recogía las piernas y apoyaba mis brazos en ellas, con el rostro serio -Lo digo en serio, podría hacerlo... No soy la mejor de las esclavas -comenté y sonreí.

-Entonces que suerte que no tengamos almohadas... Y estas solo sean barracas de mala muerte- una sonrisa ladeada se deslizo ante al comentario, para después mirar el vendaje y, con un gesto rápido, le di las gracias, gracias que no estaba acostumbrado a dar nunca, porque realmente nunca ocurría algo así... Me levante apoyando la mano derecha y mire el arco - Deberías guardarlo e ir a ver como están los otros.

-Si amo -musité por lo bajo alzando ambas cejas. Miré el arco, me levanté y lo tomé, luego me quité la capa y amarré nuevamente el arco a mi espalda -Bueno, con esto caminaré erguida el resto del viaje -musité y volví a ponerme la capa. Me acerqué a la puerta y asomé la cabeza -No hay gente en el pasillo... -musité mientras comenzaba a caminar.

Coloque mis manos en su hombro y la coloque frente a mí al lado derecho - Camina, pero camina frente a mí, donde pueda verte- mi mirada comenzó a pasearse por todos los pasillos que íbamos dejando atrás, hasta que vimos al resto de los chicos en el pasillo, tirados.

By Double_Angy & KatrinaxStevens

14.12.11

Cap 209

Epifanía & Mor

No sé porque tengo este presentimiento de que acabaremos todos en el fondo del mar convertidos en estatuas de piedras… Suspire, para tomar a Epifanía de la cintura con tosquedad y arrojarla con un poco de fuerza delante de mí, como habitualmente trataban los amos a los esclavos… femeninos. Epifanía cuando estuviésemos fuera de sus vistas seguro intentaría matarme mientras dormía, bah podría lidiar con eso si ella estuviese bien… Fruncí el ceño. Em no, yo no dije eso... Aparte la estúpida de la cabeza con suspiro de fastidio.
Comenzamos a caminar todos hacia la puerta grande por la que nos conducía el segundo al mando.
-Aquí pueden tirarse y dormir, por allá van las esclavas, aquí está la cocina- el hombre señalaba lugares y hablaba con su desdentada boca sin saber realmente como lo hacía, nombrado lugares peores que los anteriores, las miradas nos recorrían de pies a cabeza, mirando las armas en el caso de nosotros mirando con detenimiento las figuras de las mujeres y la misteriosa figura en vuelta en mi capa… bufe, que fastidio.

-Deja de empujarme, por Zeus, deja de empujarme- pensaba una y otra vez mientras apretaba la mandíbula, absteniéndome de levantar la cara y gritarle a Mor, porque no podía, tenía que hacerlo, tenía que ser su "esclava" y tenía que obedecer... Levanté un poco la mirada, observando cada ubicación que aquel hombre daba. Lo único que quería hacer era quitarme la capa y desamarrar el arco en mi espalda que me hacía permanecer erguida todo el tiempo, entonces a penas el hombre pareció desaparecer, levanté el rostro, pero no, ahí estaba, observándonos. Me miró a los ojos haciendo que me sobresaltara y que luego hacer que escondiera nuevamente el rostro... -Por Zeus, me van a matar- murmuré mientras apretaba mis manos escondidas bajo la capa.

-La idea de que te pusieras la capa y bajaras la mirada y todo le otro asunto es para que no suceda…- musite mientras miraba al hombre sin expresión aparente.
-Sentimos mucho no poseer una habitación digna para su presencia, pero se le ha preparado algo por encima de lo común…- señalo un lugar. –Todos deberían reconocer sus ubicaciones- mascullo entre dientes para girarse y marcharse, nos miramos entre nosotros, sin saber realmente si separarnos, quedarnos juntos, tirarnos del barco mientras todavía podíamos…
-Se siente como estar en la boca del lobo- la voz salió grave e irritada.

-Diría que eso es poco -musité mientras me quitaba la capucha, llevaba mi mano a mi cuello y tiraba la cabeza hacia atrás, que horrible el dolor en mi cuello. Entonces un sonido en la entrada, el hombre aparecía nuevamente. Mor me puso la capucha a una rapidez inhumana y me empujó unos centímetros hacia atrás.
-Por aquí -dijo el hombre guiando a Heracles y Adelphos, los observé a escondidas mientras ellos intercambiaron miradas con Mor. No era posible, nos separaban, que problemático -Este es un sitio más adecuado para bestias y esclavas, no señoritas como usted -musitó el hombre en dirección a Cyrene y se retiraron.
-¿Será seguro de una vez por todas levantar mi molesta cabeza? -pregunté ya más aburrida imposible.

-Esto es como entrar en la boca del lobo…- masculle entre dientes nuevamente, mientras miraba hacía ambos lados y halaba a Epifanía a la barraca de al lado. La rubia se quejó por la rudeza del trato. Suspire.
-Seremos invitados, pero al parecer solo hay camarote… Para la noble- suspire. Esto no me gustaba, para nada, este ambiente, uno de los mellizos me miraba con desconfianza, al parecer algo en las historias le había despertado un toque de suspicacia y no lo culpo… Mire a Epifanía, esta frunció el ceño, habría que ser humano para no darse cuenta de lo que hay debajo de toda esa tela oscura. Aquí ninguno éramos normales.
- Mor, en menos de unos minutos haz mirado a todos lados. ¿Qué te pasa? ¿Es tan grave?- dijo Epifanía mirando hacia ambos lados para llevar sus finas manos a la capucha de la capa y bajarla, le tome la mano.
-Sera mejor que no lo hagas, al menos no todavía- la voz salió pausada y tranquila. Unos pasos parecieron escucharse descendiendo por los escalones de madera, aproximándose a nosotros. Hablando del…
- Traficante de esclavos…- musito el hombre con una sonrisa con aires de superioridad mientras me dirigía una mirada vaga y posar sus ojos en la figura que tenía al lado. La miro, quiso espiar por el agujero de la capucha, pero entonces baje la mano y Epifanía ladeo el rostro en dirección contraria de manera oportuna, el mellizo frunció el ceño de tal forma que un circulo se formó entre ceja y ceja como si el agujero entre medio hubiese sido formado por un dedo.
- ¿Si?- me gire dando un paso casi imperceptible para ocultar a Epifanía detrás de mí.
-Lamento mucho no corresponder a la hospitalidad del todo como lo indica nuestras costumbres- musito el hombre mirándome con cierta curiosidad, imagino que por el color de mi piel, totalmente diferente al bronceado mediterráneo que el poseía.
- Conque nos deje en el primer puerto será suficiente- dije sosteniéndole la mirada vacía, Alargo el brazo señalando con fingido desinterés a Epifanía.
-Tu esclava tendrá que dormir con las otras y tú con el resto de la tripulación, así como tus amigos… Las damas de compañía podrán dormir con su ama.- dijo para sonreírle a la larga capa oscura y cruzar los brazos, no había que ser muy inteligente para leer las intenciones entre líneas.
- Lo siento, mi esclava duerme conmigo… Y lo más probable que los guardias de la noble duerman en el pasillo, vigilando el sueño de la joven- me cruce de brazos.
El hombre me miro con soberbia. –
Este es mi barco y aquí se siguen mis reglas… Y estas son mis condiciones.
Ladee el rostro – Esta son las mías y no voy a ceder, ni yo, ni los guardias, ni hermanos de la noble. Además, no molestan ni estorban… Por el contrario, estamos dispuestos a dormir incomodos y hacinados en los pasillos, ellos afuera del camarote y yo si es necesario, alejados de la tripulación para no molestarlos, o con ellos... – le mire – Mi intención no es molestar- mis ojos se clavaron en los suyos – Solo quiero que entienda mi posición y sepa que esta es inamovible- culmine.
-Entonces no puedo asegurar ni su seguridad- para mirar a Epifanía –Ni la de su esclava…- comento.
Reí y ladee el rostro para mirarle – Yo no podre entonces…-los ojos se clavaron como una amenaza implícita sin abandonar la sonrisa -…Asegurar la vida de ninguno – concluí.
El mellizo miro con cierto desprecio mi brazo.
-
Insisto, esto es solo para mantener su seguridad. – su voz persuasiva iba dejándose a medida que corrían los segundos en la conversación, podía sentir a Epifanía a mi espalda, su aliento, encogida.
- Si lo dice por mi brazo, no se preocupe, la herida no se extiende a mi brazo bueno. – y con total seguridad, coloque el brazo derecho en el mango de mi arma.
- Está aprovechándose de mi hospitalidad.- Agrego molesto.
- Y usted está tomándome por idiota por creer que no veo sus intenciones detrás de toda esta “hospitalidad sin nada a cambio”- pude sentir un leve codazo por parte de Epifanía.
- Por supuesto que es mera hospitalidad desinteresada.
- Entonces abandone la idea de mi esclava en sus barracas…- agregue. El hombre bufo, para mirar por una última vez el bulto a mi espalda- Ella no representa ningún forma de pago para mi conciencia por su acto desinteresado…- agregue.
– Haga lo que desee- pareció escupir cada palabra – Pero le voy a recomendar algo- bajo sus brazos para colocar su mano derecha en su arma, de igual forma que la mía. – Sea sensato, aquí todos sabemos nuestro lugar y decidir lo que nos conviene…- deslizo una sonrisa sarcástica, asentí.
- Lo tomare en cuenta…- agregue.
- No tolerare, revueltas en mi barco.
- No habría porque- la respuesta fue rápida -… Yo no pienso mover ni un dedo, si ellos no lo hacen.

Unos pasos caminando escalera abajo nos hizo girarnos, era un hombre de piel oscura sin cabello, claramente era del otro lado del mar, se acercaba al mellizo para comentarle que su hermano estaba buscándole.
- Le recomiendo acatar mis recomendaciones.- sonrió para mirarme por última vez a mí y a Epifanía.
- Como dije, lo tomare en cuenta- me cruce de brazos para observar como daba la vuelta y se retiraba escalera arriba.



By Double_Angy & KatrinaxStevens

12.12.11

Cap 208

Cyrene

De alguna forma, saber que Heracles estaba allí me hacía sentir segura, me olvidaba de la molestia del tobillo, que solo era meramente eso, una sensación, pues la herida había sanado gracias a aquella cosa que Epifanía me dio. El grandulón estaba sentado en un banquillo mirando la puerta y yo lo miraba a él, pero mi mente había comenzado a viajar a otros lugares y pensando en todos mis compañeros y cuando llegó a Mor di un respingo, me giré bruscamente dándome un golpe contra la madera que hacía de pared y me volví un ovillo sujetándome la sien y murmurando molesta.

-¿Ocurre algo Cyrene? -preguntó Heracles alarmado de pronto por el golpe que siendo sinceros, sonó bastante duro.
-Mor es un idiota… Y me molesta aun cuando no está cerca -lloriquee como niña pequeña mirando la pared con una lagrimita en el ojo. El hombre apenas iba a decir algo cuando tocaron la puerta del espacio aquél que concedía algo de privacidad.

Amisthy y Rea, una muy asustada Rea, venían acompañadas de Patroclo, como pudimos ver cuando Heracles abrió la puerta, salté del camastro en cuanto vi a la asustada chica y las hice pasar a ambas mientras con una seña de las tantas que me había enseñado Epifanía, despedía a Patroclo, y este se marchó hecho una furia.

-¿Estás bien Rea? -pregunté pero la chica se abrazó a si misma sentada en la cama. Le pasé los brazos por los hombros mientras Amisthy le sujetaba las manos.
-Las dejaré un momento para que Rea descanse -dijo Heracles, levanté la mirada y negué rápidamente.
-No te vayas… Emm… Bueno, creo que nos sentiríamos más tranquilas contigo cerca, Adelphos no está muy bien como para hacer trabajo de vigilante y Patroclo ya está de mala… Zorba tampoco está bien que digamos y Mor debe vigilar y cuidar de Epifanía.
-Estaré aquí afuera por cualquier cosa -dijo este suspirando y asintiendo mientras yo sonreía infantilmente dándole las gracias.

Así, durante un rato dejamos dormir a Rea que la pasaría mal durante el resto del viaje seguramente, Amisthy aun pensaba en algunas cosas pero yo me sentía más bien intranquila por la reacción que tendría Artemisa… Cuando… Cuando ella muriera… El solo pensarlo me aterraba, pero más detestaba la idea de que alguien más del grupo tomara su vida.

-Va a odiarme -musité para mí misma abrazándome sentada en el suelo, Amisthy acariciaba el cabello de Rea para procurarle un sueño tranquilo que muy bien le haría a la chica.
-¿Debería llamar a tu novio para que te de un abrazo? -fulminé con la mirada a la chica que lo medito momentos antes de volver a decir -¿Quizás a Heracles?
-Es como un… Padre… O un hermano… Aunque jamás he tenido uno… Pero algo así diría Epifanía que es nuestra relación... -musité mirando a la chica.
-Sí, claro… Entonces… ¿A Zorba? Es bastante apuesto…-la miré de mal modo y entonces hizo una mueca pensativa y de pronto chasqueo los dedos.
-Entonces Mor seria el indicado ¿eh?

A su cabeza voló un pedazo de trapo, la miré molesta, echaba chispas, iba a asesinarla por decir tonterías.

-¡No vuelvas a decir eso!
-Sentir vergüenza no es malo Cyrene… -agregó.

Tras un rato, ambas chicas se marcharon y yo, sin saber si habría alguien afuera o no, fui quedándome dormida, me sentía agotada de pensar y de ver tantas cosas que ocurrían casi sin descanso una tras otra… Aun así… Podía soñar con que probaría lo que es la libertad, la experimentaría y me hartaría de ella… Ya luego le preguntaría a Epifanía que hacer después y… Allí caí en la cuenta de que una vez esto terminara… No sabía qué pasaría con el “nosotros”, sería más bien un “yo” y me hacía sentir algo vacía.

-Sigo actuando como una niña… Pensando como una… Sintiendo como una -me quedé dormida, acurrucada como un felino.

Y no se puede dormir muy a gusto que digamos, el barco se balancea constantemente de un lado a otro que desperté en poco tiempo, me acomodé un poco el rebelde cabello y salí de aquél espacio para dar un par de vueltas por allí, pero toparme con tanta gente desconocida… Sinceramente daba un poco de miedo.

“Con… Con todo esto… No me importaría darle la mano a Patroclo o a Mor… Es más… Lo agradecería…”


By Wolfmanhunter_Lilith

14.11.11

Cap 207

Heracles

Luego de que la “recolección” de los piratas terminase, el barco zarpo internándose en aquellas aguas. Aún tenía el recuerdo de las sirenas en su cabeza, ¿Volverían a atacarlos ahora? ¿O se habían librado de ellas ya? Tras varios minutos de pensar en eso decidió que simplemente no lo sabía, y como todo lo que seguía, debía esperar.

Acompaño a Cyrene hasta sus “aposentos” o como decían a ese cubículo mediamente acomodado para ser lo suficientemente cómodo para dormir un rato. Aunque, cuando lo pensó más detenidamente, eso no debía importarle a la chica. El sujeto que los escoltaba llevaba una cicatriz que le surcaba verticalmente el ojo izquierdo. Heracles lo “invito” a retirarse argumentando que su hermana necesitaba descansar pero que antes debía hablar con ella de “asuntos familiares”, y personales, claro está. Con mirada desconfiada se dirigió hacia cubierta, dejando a los dos personajes solos. Cyrene se sentó en su camastro y Heracles hizo lo mismo sobre un banquillo de madera que había en una esquina.

-Bien, supongo que no volverá- dijo el guerrero, tranquilizándose y aflojando los músculos de su cuerpo, estaba tenso, muy tenso, e igual de cansado por el combate. Aun podía sentir, o recordar, el dolor de las flechas de Apolo. Como pinzas que arrancaban parte de tu ser y lo quemaban con violencia.
-Todo esto me da mala espina Heracles- le dijo la chica, este la miro.
-Mentiría si dijera que no pienso igual… Pero es nuestra única oportunidad, de no ser así hubiésemos quedados varados en esa isla esperando a alguien con menos pinta de… Bueno, esto- dijo alzando sus brazos. –Pero no te preocupes, sabremos manejar la situación… Solo nos queda descansar, si algo pasa Mor nos avisara… Aunque no tendrá que sacarle el ojo de encima a Epifanía- recordó asintiendo levemente con la cabeza. –En fin, ahora solo descansa, me quedare aquí, solo por las dudas- le dijo, la forma en que la miro, fue suficiente para la chica, que asintió y se acomodó en aquella cama.

El guerrero a pesar de lo cansado que estaba se acomodó en el banco de madera y acerco su mano a la espada de su cintura. Y allí se quedó, pensando en tantas cosas que pocas lograban esclarecerse en su mente… Solo rogaba que todo saliera bien.


By Silius

Cap 206


Adelphos

El príncipe disimulo su enorme desconfianza al subir al birreme. Sabía que sería un largo viaje, y no podían permitirse ni un pequeño error, porque eso significaría el fin de su travesía. -No me perdonaría si algo les pasara- Pensó serio, mirando por la borda un instante… Se alejaban de aquella isla… Donde, aunque nadie lo supiera, habían acabado con el dios del sol. Y a pesar de todo, el príncipe sabía que aun el peligro seguía latiente en aquella embarcación.

No tardó casi nada en volver con Cyrene, pues su coartada de guardián-hermano debía permanecer intacta. Heracles, como una mole protectora estaba a su lado. Su espada asomando por un costado estaba lista, preparada para proteger a la chica y a cualquiera de sus compañeros, o eso creía el joven príncipe, y confiaba en que era así. Pero sin duda eso también lo preocupaba… Sabía que Heracles no dudaría en destazar a cualquiera que intentara dañar a la chica, o a cualquiera de las demás.

Tendrían que tener cuidado, mucho cuidado.

-¿Alguna idea de a dónde vamos?- le pregunto Heracles aflojando un poco su dura pose, Adelphos comenzó a preguntarse si la abismal diferencia entre la chica y el hombre llamarían la atención de los “piratas”, pues no parecían hermanos ni de casualidad, es más, tal vez decir que era su padre hubiera sido mejor. En fin, anteriormente estaba muy agotado para pensar con claridad, y aun no lo estaba del todo… Debía reposar. ¿Y no vigilar? Claro que no. Tendría que sobreponerse al cansancio. -¿Adelphos?- pregunto nuevamente el guerrero, trayéndolo a la realidad de la que se había ido momentáneamente.

-No… No lo sé- dijo, llevándose una mano a su hombro herido, le molestaba, aunque físicamente no había más que una cicatriz que desaparecía. La ambrosia tenía un sabor sencillamente indescriptible… La carne de las vacas de Apolo no podía comparársele siquiera en sabor, era algo que iba más allá… Bueno, era indescriptible.
-¿Aun te molesta?- pregunto su “hermana”, el príncipe asintió esbozando una mueca de disgusto ante ello.
-No sé qué será lo que nos dieron, pero es increíble… Las heridas de las flechas ya casi no están, aunque como a ti, molesta… Es… raro- dijo Heracles, que miraba a todos los integrantes de la embarcación, intentando descifrar sus miradas.
-Cierto, pero procuremos no hablar más de ello… Podríamos meternos en problemas si se enterasen-
-De acuerdo… ¿Qué hacemos ahora?- pregunto nuevamente.
-Supongo que esperar a que terminen su “recolección”… Cuando zarpemos de seguro sabremos qué es lo que quieren, y por ende, sabremos que hacer…- sentencio el príncipe, ante la preocupante mirada de Cyrene.


By Silius

10.11.11

Cap 205

Cyrene

~Pensamientos previos al birreme~

"¡Pase de esclava a la hija de un noble… Y por la forma en que lo ha dicho Mor... Me ha insultado y encima… ¡ENCIMA!, recordó esa situación en la cual se supone que soy la 'novia' de Dinethos. Y debo volver a actuar ese papel. No me agrada en lo más mínimo esto, pero al menos creo que estaré a salvo con él y Heracles cuidándome. Aunque tampoco es como que necesite que me cuiden ni nada... Solo que... Solo que tantas personas desconocidas me asustan y más porque al parecer... Tratan mal a las mujeres, solo hay que ver lo pálida que sigue Rea a pesar del acuerdo, hace que me dé un poco de miedo"

Ya no me duele tanto el tobillo... ¿Será a causa de esa cosa que me dio de comer Epifanía... Tenía un sabor... Un sabor... No sabría describirlo pero jamás he comido algo así en mi vida. Y creo que estaré bien de mis heridas dentro de poco, la quemadura también dejó de sentirse. Me gusta que Epifanía me esté arreglando mi cabello, de alguna forma me resulta reconfortante y tranquilizador que lo acomode con tanto cuidado a pesar de que mi cabello siempre es un desastre... Siento el rostro caliente... Me estoy avergonzando un poco y es ridículo"

Bueno, ya es la hora... Pero espero Mor no diga o haga cosas. Bueno, sus comentarios ofensivos y que además... Jamás termino de comprender porque le encanta meterse con la gente"

~
Con el arco oculto... No sé dónde diablos había ido a parar; Y todos agotados por el combate, logramos acceso al birreme y Mor paso a contar la espectacular historia que nos habíamos inventado, aunque, yo sé que fue intencional, hizo énfasis en la parte de 'novia' justo cuando señalaba a Dinethos, sentí que lo mataba en ese rato pero Heracles que me sostenía del brazo (el contraste de alturas era impresionante, realmente parecía una niña), apretó ligeramente el agarre y casi como si no moviera el rostro, hizo un gesto negativo para indicarme que no debía decir ni hacer nada, aunque se puso en tensión cuando parecieron reconocer a Rea. La chica palideció bajando ligeramente la mirada, y quienes eran los guardias, ligeramente avanzaron un poco mientras Amisthy se acercaba ligeramente a la chica, todo de un modo tan sutil.

Al final uno de ellos pareció interesado por Epifanía, la “esclava” en esta mentira pero por suerte no se dijo nada más y nos dieron la bienvenida aunque obviamente nadie estaba del todo cómodo con la situación.
-Hasta ahora todo marcha bien pero... Mejor no confiarnos -dijo Heracles y alcé la vista para mirarlo.
-Mo me siento nada cómoda con esto. ¿Cómo se supone que debo comportarme? -dije medio asustada, Mor bufó y contesto sin siquiera molestarse en averiguar si la pregunta iba dirigida a él.
-Sencillo Cyrene, no hables, no gruñas. Aún más fácil: No seas tú- y esa sonrisa tan, tan fastidiosa.
-Yamedesquitaré -musité atropelladamente.

By Wolfmanhunter_Lilith

9.11.11

Cap 204

Epifanía

-No hay tiempo para quedarnos a mirar como el príncipe despierta -musitó Mor. Lo miré frunciendo el ceño.
-Un birreme -la voz de Dinethos, cómplice a Mor.
-Hay que esconder a las mujeres –la voz de Mor salió reflexiva.
-¿Por qué? -no entendía, mis ojos se pasearon por el grupo, todos asintiendo, todos pensando como proseguir y nosotras negando molestas hasta que la voz de Rea salió llena de espanto en una negación profunda.
-¡NO! ...Son ellos -terminó en hilo de voz reconociendo el barco.
-¿Quiénes? -Cyrene se acercó a la chica tranquilizándola. Me levanté a observar el birreme que se aproximaba cuando Rea pareció perder fuerzas en las piernas y cayó, afirmada por Cyrene.
-¿Quiénes son ellos Rea? –pregunté confundida.
-Son los... Los que me... Son los que me tenían en su barco -negué, Cyrene se acercó a ella y la abrazó.
-No podemos dejar que te encuentren –dije y la mano de Heracles se posó en mi hombro y detuvo mis palabras.

-No tenemos otra opción, no tenemos otra forma de salir de aquí –agregó resignado.
-¡Yo no volveré a subir ahí! –exclamó la chica.
-No tenemos otra forma de salir de aquí –reafirmó Mor.
-¿Entonces qué haremos? -pregunté mientras volvía a acercarme a Adelphos, quien aún no desperraba.
-Tenemos que esconderlas -las palabras de Mor de pronto cobraron sentido, por molestas que fueran.
-¿Y cómo haremos para esconder a una mujer? -preguntó Keops mientras se cruzaba de brazos y ponía una expresión pensativa.
-No a una, a todas... Una mujer es muy bien vendida en cualquier mercado -musitó Mor con una sonrisa ladeada.
-Creo que es en la única cosa en la que estoy de acuerdo -la voz de Patroclo aproximándose inexpresivo junto a su hermano. Lo observé con desconfianza hasta que se agachó junto a mí -Descuida, mi molestia contigo no es mayor que la preocupación por mi hermano.
-¿Sientes preocupación? -musité por lo bajo.
-No me busques.
-Ya... -nos detuvo Heracles -Si el tema aquí es que hacemos... Estoy de acuerdo con Mor, no es para molestarlas, es para protegerlas.
-¿Entonces cuál es la brillante idea para escondernos? -preguntó Cyrene mirando a Mor.
-No lo sé, quizás si te limpias un poco el barro de la cara podrías pasar por esclava -respondió mientras se cruzaba de brazos.
-¡Como te atreves! Tú deberías ser el esclavo -respondió la chica cruzándose de brazos, Mor rió y se irguió.
-¿Tú crees? Desde cuando las esclavas dan aquí las ordenes –agregó.
-Yo creo que Cyrene puede pasar por hija de algún noble o algo por el estilo, no parece una esclava -argumentó Heracles mirando a Mor.
-Como quieran -respondió mientras miraba a todos los hombres del grupo -Necesita familia y... Ya tiene un novio -sonrió. Dinethos acusó la mirada.
-Adelphos y yo podemos ser sus... Hermanos, así junto a Dinethos podemos proteger a Cyrene y a Adelphos –La voz de Heracles era serena, incluso parecía gustarle la idea.
-Estoy de acuerdo -musité mientras entregaba a Zorba trozos de tela desgarrados de himationes.
-No es suficiente, supongo que... No lo sé, Rea y Amisthy pueden ir acompañando a Cyrene, como si fueran sus sirvientas. –agregó Mor cruzándose de brazos.
-¿Y por qué yo tengo que ser aquí la hija de un noble? -la voz de Cyrene salió algo avergonzada. Sonreí en su dirección.
-Porque eres la más linda... No pareces esclava ni acompañante –respondí. Ella me miró tornándose roja lentamente hasta que Mor interrumpió.
-Además eres la más niña... Consentida y mimada, serás una buena noble -Cyrene le fulminó con la mirada.
-Bien... Los demás pueden ser guardias y protegen a Rea y a Amisthy... En especial a Rea -dijo Heracles acusando la mirada en su dirección, ella asintió y Keops se irguió y sonrió contento con la idea, Patroclo bufó.
-A mí me gusta la idea –musitó el chico, le sonreí negando, con su estatura parecía más un niño travieso que un guardia -¿Y qué haremos con Epifanía? -preguntó entonces bajando los hombros y mirándome.
-¿Conmigo...? –musité, olvidándome por completo y pensando velozmente que ya tenía el pelo muy largo para pasar por chico y no parecía noble o acompañante o algo por el estilo… -Quizás si lo cortaba otra vez…- pensé.
-Entonces que ella sea la esclava –dijo Patroclo y sonrió, lo miré y entonces Adelphos tosió e intentó levantarse.
-Bien -dijo Zorba mientras le ponía la mano en el pecho y lo volvía a bajar -Tranquilo... La herida está sanando bien, ya no sangra, tienes que quedarte tranquilo -miré a Adelphos con una sonrisa y le acerqué una bota de cuero con agua.
-Bebe... Te pondrás bien -musité acercándole la boquilla a la boca mientras Zorba le explicaba el tema que hablábamos.
-Epifanía parece buena esclava -musitó Mor, le miré entrecerrando los ojos cuando Heracles asintió.
-Mor, tu encárgate de ella... Dudo que alguien se acerque a ustedes con ese machete amarrado a tu cintura. -sonrió.
-¡Esperen! ¿Es broma? ¿Esclava de Mor?... ¿Por qué me castigan? -dije mientras volvía a cerrar la bota y los miraba.
-¿Cuál es el problema? El podrá protegerte –Heracles era sincero, más al mirar a Mor, este sonrió complacido.
-See... Claro, pórtate bien o te vendo -fruncí el ceño y negué.
-Esto es injusto -musitó Cyrene -¿Por qué yo tengo que ser la niña noble y ella puede ser la esclava y pasar desapercibida? -negué sin creerlo… -¿Prefería ser esclava de Mor?- me pregunté.
-Es cierto... Epifanía habla mucho como para ser esclava... No sabría actuar -dijo Mor negando en mi dirección.
-Está bien, seré tu "esclava" -él sonrió -Pero quiero tu capa...
-¿Mi capa? -preguntó enarcando una ceja, asentí.
-Tú capa... Parezco cualquier cosa menos esclava con mi ropa –argumenté refiriéndome al himation que Circe me había dado.
-Quítatela entonces, las esclavas rara vez usan ropa -musitó él burlón.
-Mor... Pásale la capa por favor... Como le dices eso -comentó Adelphos mientras se levantaba. Tenía la piel pálida, ojeras y los labios resecos y pálidos también... Lucía horrible, pobre.
-Bien, bien... Si con eso quedas tranquila -dijo mientras se quitaba la capucha y me lanzaba la capa.
-Gracias -musité mientras la doblaba y la dejaba sobre mis piernas. Me giré a mirar a Adelphos, su herida parecía estar sanando, en poco tiempo ya no tendría nada, como las heridas de Heracles y Cyrene que ya parecían sanar.
-Tenemos unos... cuarenta minutos antes de que lleguen -comentó Dinethos regresando -Si queremos hacer esto bien, supongo que tendremos que prepararnos -asentí.
-Cyrene, puedo arreglarte el cabello si quieres -dije mientras ella se llevaba las manos al rostro asintiendo.
-Si... supongo que las niñas nobles no usan el cabello como yo -comentó avergonzada. Sonreí.
-No te preocupes, tenemos que parecer... Que sobrevivimos a un naufragio ¿No? -musité mirando al grupo, todos asintieron mientras.
-Tenemos que asegurarnos, que nadie, absolutamente nadie se entere de lo que hemos hecho -Mor musitó mientras se sentaba en el suelo, enterrando el machete junto a él.
-Sé que nos aseguraremos de eso -dijo Heracles mirando en dirección al birreme que se aproximaba a toda velocidad. 


By KatrinaxStevens

2.11.11

Cap 203

Mor

-Cuando las respuestas indeseadas a las filosofías de ayer comienzan a hacerse realidades… Hoy- musite en el suelo mientras miraba el cielo, oscurecerse lentamente y no, no era que estaba atardeciendo pues el sol señalaba el medio día, en mitad del cielo… Además, habían pasado solo un par de horas de amanecer. Tirado, después de haberle cortado la mano a Apolo, robado su arco y arrojado a las chicas para que lo usaran, aquí estaba recibiendo la respuesta a una de esas noches filosóficas con asuntos relacionados a los dioses, el mito del sol…

No sabía si los demás lo notaban, pues yo estaba tirado, la masa estaba muchos metros más allá preocupándose de cosas más importantes que yo, que realmente, apoye la mano derecha, era bastante esfuerzo ya lo de levantarse, me erguí para recostarme y mirar mi mano (nada bien) apoyado de espalda en una de las palmeras… Un círculo negro, parecía colocarse frente a un sol… rojizo, como si sangrase… La masa comenzaba a perder forma, realmente no sabía si eso podría ser más amorfo, pero si, parecía perder fuerza.
Un par de gritos… Largue a correr para intentar rodearlo y llegar a la chillona voz que gritaba a la masa cuando de pronto, mis pies dejaron de moverse… Un círculo eclipsaba el sol rojizo… Expectante, miraba como poco a poco nos sumíamos en la oscuridad, hasta que de pronto un silencio sepulcral pareció envolverlo todo, como un silencio fúnebre. Una noche en pleno día…
El líquido negruzco comenzaba a evaporarse como a hervirse en sí misma, empuñe el arma, el olor a Azufre. Me alarme, el arco… ¿Dónde estaba el arco? Y más importante: ¿Quién lo tenía? Comencé a mirar hacia los lados buscando de dónde provenía la presencia, saque el machete y comencé a correr hacia el grupo cuando un vapor oscuro, más espeso que la misma oscuridad cubrió todo.

-Ya era hora de que muriera- ronroneo la voz de Hades a mi espalda – Iré por mi premio…
Los detalles del puño del machete de la presión parecieron clavarse en mis manos.
-La sacerdotisa no presentara problema alguno…- rio con malicia, por lo bajo.

Le mire, mire hacia donde debería estar el grupo, piensa rápido Mor –Si lo haces, me delataras, perderemos un arma valiosa, tu misión no se llevaría a cabo ¿Por qué no esperar un poco más y saborear todas las piezas cayendo juntas?- las palabras se me agolparon rápidas, atropelladas al ver la figura caminando en dirección al grupo, buscando a Epifanía, se giró, para fruncir el ceño, apareció a mi espalda.

-Mor…
-Solo ten paciencia, como dice Perséfone el que espera tie…- hades me interrumpió con un siseo.
-No me interesa que dice esa…- gruñó, suspiro, miro el arco, miro el cadáver y aprovechando la complicidad de la oscuridad, comenzó a caminar hacia la masa. Se agacho para tomar de entre el líquido un cuerpo humano, un joven rubio, una sonrisa se deslizo en por el rostro del amo del inframundo, lo apretó con fuerza y como había venido, se había ido… La mano comenzó a arderme, la derecha, solté el machete para mirar como en la palma, como con tinta, de dibujaba un símbolo de un arco, que se difumino unos segundos, casi irreal… Le debía el arco de Apolo a Hades… Suspire, le debía demasiadas cosas.
-¡Mor!- gritaron voces.

Mire el lugar donde había desaparecido Hades, para tomar el machete, y comenzara caminar hacia el grupo. Y de pronto la oscuridad… comenzó a disiparse, lentamente, el grupo seguía gritando.

-Aquí estoy – dije sin alzar la voz, moviendo la mano libre mientras guardaba el machete.

Epifanía llego haciendo preguntas de Hades… Respuesta rápida casi inconsciente: “No sé de qué me hablas” para después comenzar a sacar Ambrosia para todos, bufe, comencé a correrme mientras miraba la mano con fastidio y buscaba otras heridas, molesto, limpie el machete que todavía escurría liquido negruzco, mientras de vez en cuando miraba el lugar por donde se había ido Hades y el sol, el nuevo sol…
Y… solo era cuestión de tiempo antes que Epifanía llegara con su ambrosia. Bufe, si comía eso, recibiría un buen regano por parte de Hades, pero Epifanía seguía allí, ladee el rostro, me lleve la mano la boca.

-Nada... Realmente espero que tu mano sane... – su mirada triste, la mire un poco… Aparte la idea de mi cabeza y cuando se gire e iba hacer ademan de tirar la ambrosia que realmente nunca se había ido a mi boca si no que se había deslizado por mi manga, la mire, la prohibición, la prohibición, suspire, mire a Epifanía, baje la mirada de nuevo a la ambrosia, las últimas palabras de Epifanía, esbocé una sonrisa ladeada, la guarde, todos preocupados por todos y yo realmente, suspire para volver apartar la idea y comencé a caminar.

Quizás abre alcanzado a alejarme un poco cuando de pronto las velas de un birreme comenzaron a dibujase en el horizonte. Esto no era bueno, di la vuelta y comencé a caminar de regreso al grupo.

-No hay tiempo para quedarnos a mirar como el príncipe despierta- la voz me salió seria fría.
-Un birreme- musito Dinethos.
-Hay que esconder a las mujeres- musite.

Las mujeres fruncieron el ceño por todo lo ofensivo que al parecer había dicho en menos de 30 segundos.

En el Birreme

-La niña noble que ve allí, es la hermana del de esos dos que están allá y novia del de allí- señale a Heracles y a un herido Adelphos, finalmente a Dinethos, Cyrene casi me fulmino con la mirada pero se contuvo, no era momento, esto era serio, cansados y heridos como estábamos, no nos iría bien en un combate.
-Las dos que están allí, las mujeres que le siguen son sus acompañantes -los mellizos de cabello negros enarcaron una ceja mirando a Cyrene y después a Amisthy y Rea.
-Ella es nuestra- musito el más alto.
-Imposible.- gruño Heracles
-Es cierto- agregue – Pregunte a los guardias de la niña- señalé al resto. Mientras el otro miraba a Epifanía que estaba a mi lado cabizbaja ocultando su rostro en la sombra de la capa oscura, mi capa, bufe – Espero que no le interese…- le dije al mellizo de barba corta. – Es una esclava que ya tiene dueño.

-¿Vendes esclavos?- pregunto el joven divertido dando un paso hacia Epifanía, yo di un paso hacia adelante – Si, y sabes, tomo de mal forma que se metan con la mercancía- la voz salió pausada, mientras llevaba mano al machete, el hombre rio, yo me quede mirándolo.

Los mellizos se dieron la vuelta y el más alto de ellos se giró para decir con una sonrisa arrogante.

-Bienvenidos a bordo, le haremos un espacio abajo, para la señorita- pareció hacerle un reverencia a Cyrene. – Hablaremos mejor mas tarde de los términos- su vista se paseó por todos. -Tienen un par de Horas hasta que terminemos con las vacas y estemos en alta mar- escupió el joven. Cuando todos se fueron, Epifanía subió el rostro, mirándome, yo la mire y coloque mi mano en el borde superior de la capa y baje el brazo levemente, bajándole la mirada.

-Estos marineros son demasiados jactanciosos para ser normales- la voz me salió casi en un pensamiento en alta voz – Lo mejor será que ustedes no llamen la atención.

Epifanía saco algo de entre mi capa.

-¡No te la comiste, mentiroso!- me increpo mostrando la ambrosia, yo la mire con una sonrisa ladeada.
–Ah, ah, ah, esa no es manera de hablar a tu dueño -Epifanía bufo, entonces tome su mano y la metí en el lugar de donde había sacado la ambrosía, Epifanía parecía paralizada. – Si sacas eso de nuevo harás que nos maten a todos...

By Double_Angy

Cap 202

Epifanía

La flecha atravesó el cuello y Apolo cayó. Sentí un cosquilleo en mis brazos que me hizo dejar caer el arco, con susto, con asco, con miedo.
Corrí de inmediato en dirección a Adelphos, quien yacía tirado en la grama con la herida en el hombro. Me acerqué a él y lo moví, no reaccionaba, estaba inconsciente. El silencio del bosque y la oscuridad descendiendo lentamente hicieron que comenzara a desesperarme, Apolo había muerto... ¿Ahora qué?
No se escuchaba nada, en poco tiempo no se vería nada. ¿Dónde estaban los demás? Necesitábamos a Zorba ¿Y Mor?
Me afirmé del cuerpo de Adelphos, a la vez que intentaba despertarlo moviéndolo levemente, apretaba su herida, intentando detener la hemorragia. Sentí una mano en mi hombro, su voz me indicó que se trataba de Zorba. Se acercó al príncipe y en la penumbra, presionó mis manos sobre la herida.

-Con más fuerza -musitó.

Entonces todo se volvió oscuro. En el cielo un circulo negro rodeado de fuego. ¿El sol estaba muriendo? No entendía que sucedía, esto era demasiado complejo, la muerte, la vida, el bien y el mal. ¿Qué era lo correcto, quien debía morir? ¿Nosotros realmente teníamos la decisión en nuestras manos?
La penumbra nos cubrió por completo y un aroma familiar se alzó, sentí un dolor en mi estómago y el miedo comenzó a inundar mis pensamientos. Azufre, nuevamente extendido en el lecho de muerte de un dios... No. Apolo no había muerto, de otro modo, Hades no habría venido por él. Me levanté con las manos llenas de sangre y en medio de la penumbra comencé a gritar llamando al resto. Sentí a Cyrene tomarme por la muñeca intentando tranquilizarme.

-Tranquila. Solo intento indicarles a todos que se aproximen -la chica suspiró más tranquila.
-¿Quién falta? –preguntó.
-No lo sé, no veo –apresuré.
-Bien... ¡Heracles! -comenzó a gritar también. Sonreí.
-¡Mor! ¡Keops!
-¡Rea! ¡Amisthy!
-Epifanía, contestaron todos excepto Mor -La voz de Zorba.
-¡Mor! -grité nuevamente, el aroma se agudizó, al igual que el dolor en mi estómago.

La oscuridad volvió a ser luz poco a poco, el sol regresaba a su estado natural y los sonidos del bosque volvieron a la vida. Todo... Se arreglaba. Entonces Mor apareció agitando su mano. Tranquilo como si nada sucediera. Me apresuré hacia él, intentando hablar lo más alejado del grupo.

-¿Lo sentiste?
-¿Sentir qué? –alzó una ceja.
-Hades. ¿Vino? ¿Se llevó a Apolo? –volví a hablar atropelladamente.
-Epifanía, no sé de qué hablas -dio un paso.
-Claro que lo sabes -musité mientras me corría para cortarle el paso -Sabes muy bien a lo que me refiero -el hombre suspiró y miró en otra dirección.
-No lo sé, estaba tirado al otro lado del campo, no tengo idea si es que vino o no -musitó, lo observé y asentí, un poco suspicaz.
-Pensé que lo pudiste haber visto -él negó -Si, no sé por qué creí eso -acoté mientras cruzaba mis brazos, me giré para observar al grupo y recordar repentinamente que Adelphos necesitaba ayuda.
-Adelphos -musité y comencé a correr.

Zorba miraba al príncipe sin mucha esperanza, a decir verdad, nadie tenía esperanzas. La única opción llegó a mi mente tan rápido como los contras que la misma tenía.

-Tengo ambrosía -musité levantándome, busqué entre mis cosas la caja dorada, manchando todo de sangre, moví las tres piezas y abrí la caja. -Espero que no sea muy fuerte -musité tomando un poco entre mis manos.
-¿Qué sucede si es muy fuerte?
-El príncipe no despierta en unos... Cinco días más -comentó Mor, lo miré negando y volví a mirar a Zorba.
-No hay de otra -musité y el asintió.

La sustancia roja y transparente pareció desaparecer más de la mitad, pero una herida y la pérdida de sangre que Adelphos ahora sufría, demostraba cuanto necesitaba la ambrosía. La tomé entre mis dedos y mientras Zorba abría la boca del príncipe, se la di. Él la tragó aun inconsciente y ayudado por Zorba. Haría falta un par de minutos antes de saber si estaría bien o no.

-Cyrene ¿Por qué no tomas un poco? -musité extendiendo la caja a la chica. Ella negó. -Solo un poco y sanará tu pierna.
-Creo que deberías hacerlo -acotó Zorba.
-Está bien -musitó la chica tomando un poco entre sus dedos y llevándoselo a la boca.
-Le daré un poco a Heracles -acotó el médico, asentí extendiéndole la caja, pero al estar el guerrero también medio inconsciente, debió dárselo directamente.

Todo estaba tan extraño, tan silencioso y lúgubre. No teníamos idea del sitio en que estábamos, además de estar rodeados de restos de la masa negra de Apolo y la mitad de nosotros heridos, todo parecía ir de mal en peor. Deseaba que la ambrosía funcionara.
Me senté a esperar que Adelphos despertara cuando observé a Mor mirando su mano. Estaba herido.

-Aún queda Ambrosía -musité extendiendo la caja en su dirección. Él negó.
-No la necesito -Aseguró.
-Claro que si -dije mientras me levantaba y me acercaba a él.
-Estoy bien -argumentó negando. Entonces acerqué mi dedo a su mano y él la corrió de inmediato.
-No lo estás... Toma -musité mientras tomaba lo que quedaba de la ambrosía y se la acercaba al rostro. Mor negó y detuvo mi mano con su palma, negó una vez más y ante mi insistencia, bufó.
-No quedarás tranquila hasta que la coma.
-No es mucho, ayudará con la herida, eso es todo -musité. El asintió y extendió la palma. Negué.
-Que desconfiado -musité mientras dejaba la ambrosía en su palma, el chico se llevó la mano a la cara y la ambrosía a la boca. Sonreí.
-¿Qué?
-Nada... Realmente espero que tu mano sane... -musité algo triste y volví a acercarme a Adelphos, esperando que despertara.


By KatrinaxStevens

16.10.11

Cap 201

Cyrene

Habíamos tenido que escapar del árbol mientras le entregábamos una de las dagas a Keops solo para ver con frustración como el plan que había trazado Adelphos al enterarse de la cualidad de las dagas había desaparecido en un instante, Epifanía y yo mirábamos sin dar crédito y solté una maldición por lo bajo, habíamos corrido hasta estar lejos de las masas negras lo más que se pudiera pero mi pie no lo soportaba, punzaba y sentía como si fuera a desprenderse de mi pierna de un momento a otro, pero nuevamente no dije nada.

Y entonces Mor apareció con el arco que le había logrado robar al dios, con una sonrisa brillante, oscura y que ocultaba una satisfacción oculta, que solo él conocía, y me lo entregó pidiéndome que lo atacara con el arco... ¡Ah! eso era lo que le causaba gracia a Mor.

Pero Epifanía y yo comprobamos con desilusión que las flechas que habíamos hecho desaparecían con el contacto del arco. No pude siquiera apuntar una y Epifanía ya me había tumbado al suelo con todo y arco porque nos llovían ataques de la masa negra con forma de látigos. Nos arrastramos por el suelo rodando de vez en cuando para evitar los ataques, en uno de los mismos incluso Epifanía me cubrió en un abrazo y el ataque nos pasó sumamente cerca, cerré los ojos y la abracé hasta que escuché como aquella cosa se alejaba de nosotras.

-Estuvo cerca -dijo ella con una sonrisa nerviosa, la miré molesta.
-¡No lo vuelvas a hacer! -y me levanté rápidamente olvidándome del dolor, ella se paró algo contrariada y el príncipe se nos acercó cuestionándome la razón por la cual aún no había disparado con tal imponente arco.

Tuve que explicarle lo que pasaba con las flechas y no lo medito mucho antes de asegurar que el traería una... ¿Cómo iba a hacerlo? Sin más se lanzó junto a su hermano Patroclo y atacaron al dios con lo que quedaba de sus espadas... Pero no era suficiente, no bastaría con armas normales, y miré mi daga. Intenté lanzársela a Adelphos pero descubrí que mi pierna temblaba cuando hacia presión sobre el pie derecho. Epifanía me miró y tomó el arma de mis manos, observé la daga... Era la última, junto al arco, era el único regalo, mi única conexión con Artemisa.
-Entrégasela a Adelphos -dije mirando a la chica, esta asintió y así lo hizo.

Tras lanzarle el arma al príncipe me ayudo a sostenerme con su cuerpo.
-No apoyes con la pierna, vamos a necesitar que dispares una flecha -dijo con una media sonrisa, le respondí el gesto... Creo que ambas sabíamos que yo ya no iba a poder hacerlo... Aun cuando esa fuera mi resolución.

El dios volvió a lanzar un ataque con los látigos, más brusco y desesperado, haciendo hincapié a su temperamento y a que ya no estaba dispuesto a dar rodeos. Tumbé ahora yo a Epifanía dándome impulso con las piernas, quedé sobre ella cuando caímos y de alguna forma logré lesionarme más, no pude reprimir un leve gemido.
-...Estoy bien...-dije ante la mirada que me dedicó la chica.

Cuando dirigimos la mirada hacia el campo de batalla casi observamos el final del príncipe y entonces Heracles intervino en el ataque, miré aquello con los ojos abiertos de par en par y sentí que mis ojos se tornaban llorosos... Porque entre los chicos del grupo era con quien mejor me llevaba, me agradaba de sobremanera y casi podría decir que me hacía sentir lo que es tener una familia...

-¡HERACLES!- mi voz se quebró en un sollozo, me apoyé sobre ambos brazos decidida, iba a disparar esa flecha, iba a matar a ese maldito y engreído dios así no volviera a caminar en mi vida. Pero no pude pararme por mi misma, desesperación e impotencia fue lo que sentí entre más trataba de ponerme en pie por mí misma.

Las lágrimas cayeron de mis ojos mientras una de mis manos se volvía puño y golpeaba el suelo, Epifanía se levantó y me extendió la mano para ayudarme a levantar, le extendí entonces el arco.
-Cuando tengas la flecha...Dispárale...-dije en un hilo de voz- Mátalo...

La chica me miró y tomó el arma, no pude alzar la cabeza, me sentía decepcionada de mi misma... Tantas dudas, tanto pensarlo y ahora que realmente hubiera podido demostrar que mi fidelidad estaba con el grupo... Sencillamente no podía hacer nada.

Cuando alcé la cabeza hacia el campo de batalla lo primero que enfoqué fue al dios herido en el cuello por el arma de su gemela, sangrando profusamente y mientras se arrancaba el arma la observó confundido. Escuché el inconfundible sonido de una cuerda de arco al tensarse y entonces observé a la sacerdotisa que disparó el arma...

No pude decir nada, solo vi al dios caer, muerto por sus propias armas... Y la brillante mañana iba transformándose en una rojiza tarde, como si el cielo hubiese sido manchado con sangre.

Algunos de los chicos se acercaron a Adelphos, otros más cargaron con Heracles y nos reagrupamos a la espera de que ocurriese algo similar a lo ocurrido con Dionisio... Algo así de aterrador.


 

By Wolfmanhunter_Lilith

Cap 200

Adelphos

El joven príncipe mentiría si dijera que no tenía miedo de que alguno de sus compañeros muriese. Al ver el poder del dios, comprendió que si lograban vencerle, no debían confiarse más… Pues aun en el plano terrestre con su “vulnerabilidad”, los dioses aun podían tener un poder verdaderamente aterrador. Pero eso ya no importa… Estamos aquí, enfrentándonos… No vamos a perder… ¡No podemos perder!

Adelphos afirmo el escudo en su brazo izquierdo y de un golpe de su espada quebró todas las flechas que estaban clavadas en él. Había logrado bloquear todos los ataques directos hacia él… Sintió el peso de su espada de una forma rara… Demasiado liviano. Al mirarlo comprendió que prácticamente estaba desapareciendo. Maldito acido. Pensó bufando y dirigiendo su mirada a Apolo que acababa de ser dañado duramente por Mor, y casi al instante recibió un flechazo cerca del cuello. El dios gruño de dolor e ira y volvió a formar esa masa oscura con huesos flotantes de la vaca que habían matado la noche anterior. Si tan solo tuviéramos un arma lo suficientemente poderosa… Lo venceríamos.

El príncipe miro a su hermano, quien con su típica mueca de desagrado se disponía a atacar a la masa oscura. No obstante noto que, al igual que él, su espada no estaba en buenas condiciones. Lanzo un insulto al aire y sosteniendo firmemente su escudo corrió hacia la masa atacándola con decenas de cortes que se cerraban segundos tras abrirse. Adelphos esperaba que Patroclo hiciera eso con intenciones de molestarle y de ese modo el dios aparezca… Y no por pura estupidez.
Entonces, cuando ya resignado de intentar encontrar algo para dañar más a Apolo, la voz de Epifanía le llego a los oídos. Se giró súbitamente con mirada sorprendida. Eso es… 

-¡Es de artemisa! ¡¡Está quemando la masa negra!!- esas habían sido las exactas palabras de la chica. La cual junto con Cyrene habían saltado del árbol que se consumía por el ácido de una de las dos mini masas que se habían desprendido de Apolo. La daga cayó en manos de Keops que la miro sorprendido por tener aquella arma en sus manos…
-¡Te cubriremos Keops! ¡Cuando aparezca lánzaselo!- le grito el príncipe alzando su escudo y preparándose para el momento. Los demás asintieron y se prepararon… La masa nuevamente comenzaba a tomar forma. –Bien, este es el momento que estábamos esperando…Cubran a Keops, llamen la atención de esa cosa- les decía Adelphos, con el rostro serio, decidido… Adulto. Los hombres que estaban a su alrededor asintieron y se desparramaron por el campo de batalla, todos con armas en mano dispuestos a vencer de una vez por todas al “invencible” dios.
-Todos ustedes morirán… ¡No pueden evitar lo inevitable!- grito Apolo apareciendo. Su arco tomo forma y las flechas aparecieron. Más de uno trago saliva por el momento que acontecía.

Alzo su arma y apunto por todo el campo dando cuenta de la ubicación de todos. El plan por ahora marchaba a la perfección.
-¡Vamos! ¡Ataca costal de huesos!-
-¿Te llamas “Dios” y no puedes matar a unos simples mortales?-
-¡Sin duda eres un pésimo cuidador!-

Todos los insultos recorrían el aire haciendo enfadar a Apolo, quien aún no disparaba. Los estaba analizando, lo más fríamente que podía, aunque el temperamento del dios era alto. ¿Qué rayos esperas? ¿Por qué no ataca? Pensaba Adelphos comenzando a ponerse nervioso.

Entonces Apolo ataco. Sus flechas comenzaron a volar por todo el campo. Los chicos corrían esquivando y desviando las flechas… Más de una pasaba lo suficientemente cerca como para rozar y lastimar a alguno. El momento se acercaba… El príncipe miro a Keops y este asintió moviéndose sigilosamente entre el revuelo. Logro posicionarse en el lugar que quería y apunto… Su rostro se endureció y su respiración casi se detuvo. Estiro su brazo hacia atrás transformando su rostro serio en una mueca de esfuerzo y rabia en el ataque. La daga salió de su mano hacia Apolo a una gran velocidad. Vamos… vamos… 

Cuando la daga parecía llegar a la cabeza de Apolo, este se giró bruscamente y la daga le rozo la mejilla. Se escucharon maldiciones por parte de todo el grupo. La herida en el rostro de aquel ser comenzó a desprender un leve vapor, y el dios dio otro grito de dolor y rabia. Aun así, el ataque no había sido nada más que una molestia para el dios que ahora se encontraba más furioso que antes. Su rabia fue tal que comenzó a lazar flechas a diestro y siniestro a un Keops que las esquivo con una agilidad envidiable, pero no duraría más tiempo.

Y fue en ese preciso instante cuando una sombra salió de la nada, portando un enorme machete. El arma bajo y como cortando una simple vara, desprendió el antebrazo que sostenía el arco… Un grito de parte del dios, y el ruido del arco cayendo al suelo. Con la velocidad del salto con el que había atacado, Mor rodo por el suelo robando el arco del dios y corriendo como cualquier ladrón. –¡Cyrene!- le grito y la chica se vio extremadamente sorprendida cuando recibió el arco del dios. –Dispárale al maldito- le musito serio, pero ocultando una sonrisa de satisfacción.
-¡Desgraciados!- gruño –¡Me hartaron… Se acabaron los juegos!- grito sacudiendo todo el lugar.

Su cuerpo volvió a desvanecerse pero esta vez las dos masas oscuras que andaban libremente se pegaron a él uniéndose y convirtiéndose en dos extremidades que se movían alargándose y acortándose como látigos. Solo hemos conseguido hacerle enfurecer. Pensó Adelphos negando decepcionado y viendo como sus opciones se agotaban.

La masa encaro hacia él y sus dos látigos volaron a su cuerpo a una velocidad sencillamente asombrosa. El príncipe se lanzó al suelo y las cosas pasaron por sobre él, sintiendo como el calor de aquel acido llegaba a su rostro pero no le quedaba. Pero el ataque no terminaba allí, los látigos se alzaron hacia arriba y cayeron al suelo hacia el cuerpo de Adelphos… La agilidad del joven le permitió sobrevivir al rodar rápidamente hacia un costado.

Se levantó y alzo su escudo para defenderse… Aunque el ataque de los demás no tardó en llegar y llamaron la atención de la bestia. Una oportunidad más… Solo pido eso. Rogo el príncipe retrocediendo y yendo en dirección a Epifanía que miraba impotente la batalla.
-Tu espada está desapareciendo- dijo la sacerdotisa. El joven sonrió aunque no fue muy sincero por la situación.
-Y la tuya definitivamente ya no sirve- le respondió. -¿Algún plan?- pregunto el príncipe, resignado a que no haya otro que no sea intentar lo anterior.
-Tenemos que seguir intentando destruirle mientras aparece… No hay otra…- respondió la chica. Adelphos resoplo mientras blandía su espada.
-Entonces a seguir intentando… No llegue hasta aquí para ser derrotado por un cuidador de ganado- bromeo, lográndole arrancar una fugaz sonrisa a Epifanía. El joven sonrió y se dirigió a Cyrene que tenía el arco con ella. -¿Crees poder usarlo?- le pregunto. Ella negó con la cabeza.
-Mira lo que sucede- le señalo, mientras tomaba una "flecha mala" de su caja y la colocaba en el arco. Al tensarlo esta brillo y se consumió. Antes de que pudiera hablarle el príncipe la interrumpió.
-¡Usa sus propias flechas!- dijo este.
-Pensé en eso… Pero no hay ninguna visible… Las tira con tal poder que si fallan su objetivo desaparecen…- dijo con cierta decepción, suspirando luego. Adeptos asintió.
-Te daré una flecha… Y no falles, quiero ese tiro certeramente a la cabeza- le dijo como si fuera una orden y desapareció corriendo hacia el campo de batalla.

Tan solo habían pasado un par de minutos y los chicos aún estaban ilesos del ataque de látigos de Apolo. Pero esto a cambio le había significado un cansancio importante. A este ritmo, el dios los mataría a todos pronto.

Patroclo y Dinethos encararon hacia la masa oscura por detrás y sacrificaron sus espadas del todo al clavarlas casi en su totalidad en aquel cuerpo. La cosa pareció sentirlo de algún modo porque comenzó a moverse, retorcerse y empezar a crecer en altura… Apolo estaba apareciendo, al igual que su maldito arco. Pero… ¿Con que le atacaremos?


 

-¡Adelphos! – el príncipe se giró y observo un objeto que brillo por el reflejo del sol. Este voló desde la dirección de Epifanía hacia donde se encontraba él, lo tomo en el aire dando un salto y observo la daga. Miro algo sorprendido a la chica. –Es la última- le dijo esta con suma seriedad, y suplicándole de algún modo que no se le ocurriera fallar. El joven asintió como respondiéndole a su petición y comenzó a moverse, de la misma forma que Keops, pero decidido a tener un final más efectivo. Ya no hay marcha atrás… Es ahora o nunca. Cerró los ojos un instante y las imágenes de todos sus compañeros acudieron a su cabeza… Culminando con la de su padre. Apretó los puños fuertemente. Esto… es por ti.

-Heracles, cúbreme- le dijo al gran hombre que pasaba a su lado. Este frunció el ceño al ver cómo le entregaba el escudo. –Confió en ti- agrego. Heracles asintió, mientras una gota de sudor le caía por la cien… Todo su rostro brillaba empapado. Este se quedó cerca de él sosteniendo su escudo con firmeza.
-¡Ya mueran!- grito Apolo mostrando mucho más de su cuerpo que antes. Solo que sus brazos seguían siendo dos enormes látigos, aunque parecían más duros y no tan… “ácidos”. Todos nos estremecimos cuando estos se agigantaron y el dios giro sobre sí mismo golpeando todo lo que había a su paso. Todo quedaron en el suelo, adoloridos y musitando diferentes maldiciones. Sin embargo alguien se levantó, alguien que aunque tenía un hilo de sangre cayéndole por la comisura de su boca, le hacía frente al gran dios del sol. -¡¿Quieres morir?!- grito transformando uno de sus brazos nuevamente, en el cual tenía cuatro flechas entre sus dedos. –¡Con o sin arco morirás!- y sin más las lanzo a una velocidad sorprendente. El príncipe se había resignado a su destino…

Sin embargo algo paso enfrente de él, lanzándose y frenando las flechas con su escudo y cuerpo.
-¡HERACLES!- escucho un grito de parte de una de las chicas. Hubiera querido girarse y correr a socorrer a su amigo, pero entonces su acción seria innecesaria. El príncipe sabía lo que tenía que hacer... Alzo su brazo mostrando su daga y estiro el mismo para lanzarla… Las probabilidades de acertar el blanco no eran buenas, pero… Ya sabía que solo tenía una cosa que hacer. Observo en ese instante a Apolo sacar una flecha de una brillantes más fuerte que las anteriores. La mirada de ambos se cruzó y casi al mismo tiempo los objetos de ambos salieron despedidos de sus brazos…

Allí… En ese preciso instante… El tiempo se ralentizo. La mirada de Adelphos no abandono nunca la daga, que avanzaba cortando el aire, girando y brillando por el sol… Sus ojos cambiaron de objeto, posándose en los ojos del dios. Su mueca de ira fue transformándose muy lentamente en una mueca de asombro, su brazo comenzó a moverse intentando detener la daga. Padre… Ese pensamiento fugaz paso por su mente, sin saber porque, o sin tener el tiempo suficiente para comprender algo tan simple.

El tiempo retomo su curso normal… La daga, con fuerza brutal, se clavó en el cuello de Apolo. Los ojos de Adelphos se abrieron de par en par, queriendo festejar, pero comprendiendo que no podría… La flecha de Apolo impacto en el lanzándolo de espaldas y dándose un gran golpe al caer un metro más atrás. Miro la herida, y quiso sonreir… Se había clavado en el dorso de su mano, pero por el poder solo pudo desviarse clavándose en el hombro… Que para ser claros, le dolía como la mierda. Sentía que iba a desvanecerse… Que había logrado su cometido, que podía descansar…

Pero no, sabía que no era seguro que vencieran, no aun. Sacando fuerzas de quien sabe dónde, arranco su mano haciendo que la flecha resbalase por la herida. No pudo reprimir un grito de dolor… No, no había tiempo para dolor... Con la misma mano, tomo la flecha incrustada profundamente en su hombro y la arranco de un saque. Otro grito.
-¡Adelphos!- escucho un grito, era la voz de Epifanía. Se puso rodillas y sintió la tibia sangre empaparle la camisa. Se giró apenas y vio a la chica, de pie, demostrando gran fortaleza. Sostenía el arco de Apolo en sus manos. El joven no tuvo tiempo de ver a nadie más… Alzo su brazo y lanzo la flecha que la sacerdotisa atrapó.

Epifanía acomodó rápidamente y estiro el arco apuntando… El príncipe pudo notar en su rostro una concentración de la que dudo ser capaz de poseer el mismo. La chica de pronto grito cuando estiro la cuerda del arco de Apolo, parecía estar herida, pero… a ella eso no le importó.
-¡Muere!* - grito. Una lágrima resbalo por su mejilla y la flecha salió disparada hacia Apolo, que se retorcía mientras una sangre oscura salía a borbotones de su garganta.

El príncipe vio como la flecha se incrustaba entre los ojos del dios que se congelo al instante. Su grande y pesado cuerpo cayó al suelo… Al igual que Adelphos, quien perdió el sentido…

By Silius