14.11.11

Cap 207

Heracles

Luego de que la “recolección” de los piratas terminase, el barco zarpo internándose en aquellas aguas. Aún tenía el recuerdo de las sirenas en su cabeza, ¿Volverían a atacarlos ahora? ¿O se habían librado de ellas ya? Tras varios minutos de pensar en eso decidió que simplemente no lo sabía, y como todo lo que seguía, debía esperar.

Acompaño a Cyrene hasta sus “aposentos” o como decían a ese cubículo mediamente acomodado para ser lo suficientemente cómodo para dormir un rato. Aunque, cuando lo pensó más detenidamente, eso no debía importarle a la chica. El sujeto que los escoltaba llevaba una cicatriz que le surcaba verticalmente el ojo izquierdo. Heracles lo “invito” a retirarse argumentando que su hermana necesitaba descansar pero que antes debía hablar con ella de “asuntos familiares”, y personales, claro está. Con mirada desconfiada se dirigió hacia cubierta, dejando a los dos personajes solos. Cyrene se sentó en su camastro y Heracles hizo lo mismo sobre un banquillo de madera que había en una esquina.

-Bien, supongo que no volverá- dijo el guerrero, tranquilizándose y aflojando los músculos de su cuerpo, estaba tenso, muy tenso, e igual de cansado por el combate. Aun podía sentir, o recordar, el dolor de las flechas de Apolo. Como pinzas que arrancaban parte de tu ser y lo quemaban con violencia.
-Todo esto me da mala espina Heracles- le dijo la chica, este la miro.
-Mentiría si dijera que no pienso igual… Pero es nuestra única oportunidad, de no ser así hubiésemos quedados varados en esa isla esperando a alguien con menos pinta de… Bueno, esto- dijo alzando sus brazos. –Pero no te preocupes, sabremos manejar la situación… Solo nos queda descansar, si algo pasa Mor nos avisara… Aunque no tendrá que sacarle el ojo de encima a Epifanía- recordó asintiendo levemente con la cabeza. –En fin, ahora solo descansa, me quedare aquí, solo por las dudas- le dijo, la forma en que la miro, fue suficiente para la chica, que asintió y se acomodó en aquella cama.

El guerrero a pesar de lo cansado que estaba se acomodó en el banco de madera y acerco su mano a la espada de su cintura. Y allí se quedó, pensando en tantas cosas que pocas lograban esclarecerse en su mente… Solo rogaba que todo saliera bien.


By Silius

Cap 206


Adelphos

El príncipe disimulo su enorme desconfianza al subir al birreme. Sabía que sería un largo viaje, y no podían permitirse ni un pequeño error, porque eso significaría el fin de su travesía. -No me perdonaría si algo les pasara- Pensó serio, mirando por la borda un instante… Se alejaban de aquella isla… Donde, aunque nadie lo supiera, habían acabado con el dios del sol. Y a pesar de todo, el príncipe sabía que aun el peligro seguía latiente en aquella embarcación.

No tardó casi nada en volver con Cyrene, pues su coartada de guardián-hermano debía permanecer intacta. Heracles, como una mole protectora estaba a su lado. Su espada asomando por un costado estaba lista, preparada para proteger a la chica y a cualquiera de sus compañeros, o eso creía el joven príncipe, y confiaba en que era así. Pero sin duda eso también lo preocupaba… Sabía que Heracles no dudaría en destazar a cualquiera que intentara dañar a la chica, o a cualquiera de las demás.

Tendrían que tener cuidado, mucho cuidado.

-¿Alguna idea de a dónde vamos?- le pregunto Heracles aflojando un poco su dura pose, Adelphos comenzó a preguntarse si la abismal diferencia entre la chica y el hombre llamarían la atención de los “piratas”, pues no parecían hermanos ni de casualidad, es más, tal vez decir que era su padre hubiera sido mejor. En fin, anteriormente estaba muy agotado para pensar con claridad, y aun no lo estaba del todo… Debía reposar. ¿Y no vigilar? Claro que no. Tendría que sobreponerse al cansancio. -¿Adelphos?- pregunto nuevamente el guerrero, trayéndolo a la realidad de la que se había ido momentáneamente.

-No… No lo sé- dijo, llevándose una mano a su hombro herido, le molestaba, aunque físicamente no había más que una cicatriz que desaparecía. La ambrosia tenía un sabor sencillamente indescriptible… La carne de las vacas de Apolo no podía comparársele siquiera en sabor, era algo que iba más allá… Bueno, era indescriptible.
-¿Aun te molesta?- pregunto su “hermana”, el príncipe asintió esbozando una mueca de disgusto ante ello.
-No sé qué será lo que nos dieron, pero es increíble… Las heridas de las flechas ya casi no están, aunque como a ti, molesta… Es… raro- dijo Heracles, que miraba a todos los integrantes de la embarcación, intentando descifrar sus miradas.
-Cierto, pero procuremos no hablar más de ello… Podríamos meternos en problemas si se enterasen-
-De acuerdo… ¿Qué hacemos ahora?- pregunto nuevamente.
-Supongo que esperar a que terminen su “recolección”… Cuando zarpemos de seguro sabremos qué es lo que quieren, y por ende, sabremos que hacer…- sentencio el príncipe, ante la preocupante mirada de Cyrene.


By Silius