15.10.11

Cap 199

Epifanía

-Entonces bajemos -musité y sin pensarlo dos veces, me lancé al suelo.

Caí y esperé para ayudar a Cyrene. Al bajar debí ser yo quien rompiera la masa negra con la espada, poco a poco esta se iba corroyendo con el ácido de las vacas. Así avanzábamos, Cyrene atrás de mí, cojeando -Niña testaruda- pensaba molesta, su pie le dolía, le dolía mucho y ella lo negaba... Después le regañaría.

-Tenemos que llegar a los árboles más cercanos a la batalla –pensaba en voz alta.
-Pero están todos caídos... La masa los ha tirado todos –respondió la joven.
-No importa, caídos menos importancia les tomarán -musité y sonreí. Cyrene asintió, continuamos caminando, avanzando entre la masa.

Encontramos uno de los árboles tirados y nos encaramamos en el tronco horizontal, la masa se acumulaba y se movía y al no encontrarnos se iba. Entonces Cyrene metió la mano en la aljaba y la sacó desesperada, se llevó el dedo a la boca y me miró enojada. La miré seria y ella se quitó el dedo de la boca y lo observó seria.

-Me quemé.
-¿Cómo? –pregunté.
-Los huesos ya consumieron la madera y creo que si no lo quito de mi aljaba -dijo a la vez que escurría la masa negra hacia el suelo -Se la consumirá también...
-¿Qué haremos ahora? Esto no va a resistir -aseguré fijándome en que el árbol caía cada vez más al suelo.
-Tengo... Tengo mis dagas.
-¿Dagas?
-Sí. Las que me dio Artemisa.
-¡Espera!
-¡¿Qué?! –exclamó alterada por mi grito.


-Pásame una -musité estirando mi mano, la chica me la entregó y en seguida bajé del árbol.
-¿Qué haces?
-Confía -musité y entonces al caer la masa se aproximó, tomé la daga y como pude, la enterré en ella y la masa se separó formando un circulo al rededor antes siquiera de que la punta del arma tocara la masa, entonces volví a acercarla y esta vez la enterré en un poco de masa en otro lugar y esta no alcanzó a moverse, por lo que la daga comenzó a quemar la masa negra como si estuviese caliente.
-No puede ser -comentó Cyrene arriba del árbol.
-Vamos... Tenemos que entregársela a alguno de los hombres -Cyrene asintió y bajó del árbol.

Comenzamos a correr, a toda masa que se aproximaba acercábamos las dagas, las dagas alejaban o quemaban la masa. En todo momento estábamos en peligro, más no podíamos hacer otra cosa, si las dagas quemaban la masa negra, seguramente quemarían a Apolo.
Llegamos lo más cerca de la batalla que pudimos y nos encaramamos en el primer arma que encontramos.
La escena al frente fue una batalla, un ataque contra el dios entre Heracles y Mor. Sin dudarlo un segundo el grito salió de mi garganta.

-¡Keops! -él se giró con su espada en la mano -¡Lanza esto al cuello de Apolo o a ellos! -grité refiriéndome a Mor y Heracles.
-¿Para qué? –preguntó entrecerrando sus ojos en mi dirección.
-¡Es de artemisa! ¡¡Está quemando la masa negra!! -y sentí la mirada penetrante del dios, sus ojos negros fijos en mí, en seguida el árbol comenzó a moverse, pero cuando caímos del mismo, ya había logrado lanzar la daga hacia Keops.
-Cyrene -musité, entonces la chica tomó la daga y la enterró en el suelo, la masa se corrió y la chica se acercó a mí de inmediato.
-Estoy bien... Estoy bien.
-Bien... ¿Ahora que hacemos sin flechas? -musité un tanto ansiosa.

By KatrinaxStevens

Cap 198

Cyrene

Epifanía mentía, y yo también lo hacía, cuando Zorba preguntó si me dolía al pisar negué con la cabeza, me vendó para proteger la quemadura y la medicina que tenía Epifanía, había aliviado un poco el intenso ardor. No lucia tan mal después de todo y ahí encaramadas al árbol volví a apuntar con las flechas que se deshacían por culpa de la masa negruzca.
Apolo era buen luchador, pero demasiado temperamental, si éramos más inteligentes, podríamos ganar, debíamos hacerlo. Lancé una flecha y atiné su hombro, pero apenas si pudo prestar atención puesto que ya Heracles le insultaba de tal forma que el dios se sacaba de quicio y casi rugiendo le lanzaba flechas.

-Si se desespera más… Si sigue así… No nos notara -murmuré mirando a mi compañera. –Pero estas flechas no nos servirán por mucho más tiempo, la mayoría ya están inservibles.
-Entonces buscaremos otra forma de atacarlo -dijo la chica con convicción y asentí, aún tenía un par de dagas conmigo, pero eso solo funcionaria si lo atacaba de cerca.

Epifanía me ayudaba a estabilizar mi cuerpo mientras yo disparaba con el arco, pero estando sentada en el árbol, de alguna forma era más sencillo que estar sobre mi pie derecho. Pero era desesperante, quería bajar y ayudarlos, sentía que no estaba haciendo nada y si eso seguía así iba a perder a mis amigos y no quería eso de ninguna manera.


Le dispararía a la cabeza, así de sencillo, era más fácil que intentar inmovilizarlo como parecía que había estado haciendo hasta ahora. Tensé el arco e incluso los nudillos de mis manos se tornaron pálidos ante la presión. Había demasiado movimiento y no quería darle a alguien por error, así que traté de fijar mi atención lo mejor posible, y allí estaba ahora Apolo tratando de dispararle a Heracles y ¡Oh, no! Yo no lo dejaría hacerlo.
Cuando iba por la cuarta flecha contra el más alto del grupo, Mor blandió el machete y logró trazar con el filo una diagonal a lo largo de la espalda, el dios se quejó y perdió la postura de disparo, y la que lanzó la flecha fui yo, le rozó con esa misma masa negra que quemaba por el cuello y casi podría decirse que logré arrancarle un pedazo de carne.

Había lastimado al hermano de mi benefactora, pero también a quien osaba alzar su mano contra mis amigos… Era obvio que no lo iba a perdonar. Tomé otra flecha y volví a disparar pero… Estábamos demasiado lejos de él.

-Necesito estar más cerca… Solo con esto no lo vamos a derribar…

By WolfmanHunter_Lilith

Cap 197

Epifanía

El arma era muy pesada, increíblemente pesada y parecía ser que ahora estaba siendo aún más pesada. La levanté y la dejé caer contra la masa negra que me cerraba el paso, la porquería se cortaba y luego volvía a unirse, para moverse y acercarse a mis pies. Entonces sentí una voz llamándome desde un árbol, observé hacia arriba y ahí, un Zorba con rostro de inframundo me extendía los brazos. Me ayudó entonces a subir al árbol, un árbol forrado y enorme.

-Estoy superada... No puedo hacer nada desde aquí -negué mientras observaba como la masa negra se volvía y buscaba otro blanco.
-Quédate aquí entonces, sé que no tienes arma –comentó el joven.
-Pero no puedo, tengo que hacer algo –aseguré intranquila.
-Morir no ayuda mucho -lo observé y asentí, entonces ocurrió lo peor...

Cyrene fue alcanzada por la masa negra. -¡Pos Zeus! ¿Qué hago, que hago?- pensaba frenética.

-¡Tengo que irme! –exclamé.
-¿Qué? No, está lleno de cadáver de vaca... No puedes bajar –la voz del joven denotaba preocupación.
-Pero tengo que hacerlo –aseguré.
-¿Y cómo? -lo pensé un segundo y entonces lo observé.
-Ayúdame –le pedí.
-Pero tengo que ir contra Apolo – respondió negando, entonces lo agarré de los hombros bruscamente -Por Zeus, Epifanía que bruta- pensaba ante la mirada que Zorba me devolvió.
-¡Cyrene está herida! Tienes que ayudarme.
-Epifanía... El grupo está...
-El grupo está desorganizado, están luchando y Apolo está pendiente de ellos... No nos notará. Por favor... –dije lo último con un hilo de voz, temiendo que no me ayudase.
-Bien... Pero tenemos que ir por los árboles, el suelo está lleno de los cadáveres.
-Bien.

Recorrimos las ramas pendientes de la masa negra que carcomía los troncos para bajarnos. Mientras los hombres luchaban, Apolo se armaba y desarmaba, y fue entonces que llegamos al lugar en que Cyrene continuaba luchando contra las masas negras.

-Es una quemadura ¡Cyrene quédate quieta! –exclamó Zorba.
-Pero el arco –decía ella.
-¡Dámelo! -musité y la chica me lanzó el arco y las flechas y comencé a lanzarlas contra la masa negra para protegernos mientras Zorba ayudaba a Cyrene a subir al árbol.
-¡Epifanía! –dijo el médico una vez arriba.
-¡Espérame! –dije adrenalínica por el momento.
-¡Sube ahora! -me gritó la muchacha, me giré un tanto cohibida por su grito y asentí, y con la ayuda del doctor, me encaramé en la gruesa rama del árbol.
-Es una quemadura muy fuerte, tienes que refrescarlo... –hablaba Zorba en dirección a Cyrene. Entonces recordé.
-¡Tengo medicina! -dije mientras entregaba el arco a Cyrene y buscaba entre mis cosas la concha marina.
-Te lo aplicaré, pero es fundamental que después lo sigamos refrescando... ¿Te duele al pisar?... –continuó el médico.

Y mientras Zorba ayudaba a Cyrene yo observaba la batalla... Apolo sí que era un dios formidable y... Temperamental. Entonces la batalla se transformó en un uno a uno contra Mor, y a pesar de todo, este se mostraba tan descuidado y tranquilo contra el dios...

-Necesitan ayuda -musité, Zorba me observó mientras vendaba el tobillo de Cyrene con parte de su vestido rasgado -Zorba, tienes que ir... Yo ayudaré a Cyrene a que continué con su arco.
-Traten de no bajar -musitó observándonos con preocupación.
-No lo haremos -mentí... Porque si tenía que bajar, lo haría.
-Epifanía... –habló Cyrene, notándome reflexiva en aquel instante.
-Vamos Cyrene -musité ayudándole a levantarse -Vamos, que Apolo podría acabar contra ellos uno a uno...


By KatrinaxSteves

Cap 196

Heracles

Bien, esto se estaba poniendo mal… Apolo sin dudas era un rival formidable. No era tan fácil lastimar al maldito. Todos sentíamos como el cansancio de a poco comenzaba a aparecer en nuestro cuerpo, lo que significaba que si no acabábamos pronto con el maldito, sería más y más difícil a medida que el tiempo pasase.
-¿Cómo se supone que eliminas algo que no puedes tocar?- me pregunte mientras miraba como los demás atacaban. Me movía a su alrededor esperando el momento… ¿Cuál momento? Esperaba reconocerlo cuando apareciera…

Mi mente buscaba la solución al problema, pero era en vano. Estaba completamente bloqueado mentalmente… No había idea lógica que surgiera de mi cabeza. Genial, y parece que a nadie se le ocurre un plan. Pensé a la vez que negaba y me preparaba para atacar. Sin embargo cuando Apolo se enlazo en una lucha con Mor, el dios descuido su defensa prestándole demasiada importancia a su contrincante. Eso es.

Tome con firmeza mi espada y corrí dando grandes zancadas… Ya a menos de dos metros del dios, use mis piernas para impulsarme y dar un gran salto hacia su torso. Estoy muy cerca… ¿En qué rayos pensé? Con girarse me puede destruir. Ese pensamiento fugaz paso por mi cabeza antes de proferirle un gran corte en la espalda haciendo que Apolo profiriese un grito de dolor. ¡Sí!

Caí al suelo y rodé para rápidamente levantarme y girar mi torso, observando el rostro furibundo de Apolo que desapareció tras esa masa oscura. Creo que te tenemos maldito. Pensé y me aleje en dirección a Cyrene. Ya casi se le acababan las flechas. -¿Estarás bien así?- le pregunte. Ella alzo los hombros mientras le echaba una mirada a nuestro enemigo que enfrentaba los ataques de Adelphos, Keops y Dinethos. Patroclo se unió al instante. Mor observaba todo desde un lado, a la espera… Su mano estaba un tanto… -Oh mierda-. 

-¡Aquí viene!- se escuchó el grito del doctor. Todos nos giramos y corrimos a cubrirnos. Aunque cuando cruce miradas con Mor, el entendió lo que quería. Ambos nos frenamos y corrimos en direcciones opuestas “rodeando” entre los dos a Apolo. La cara de este no tardó en aparecer… Al igual que su espléndido arco que se desplego mostrando esas relucientes flechas. Vamos reflejos, no me fallen ahora. Rogué a mi cuerpo y mente. Cuando Apolo atacara a uno de los dos, el otro intentaría lastimarlo… Solo deseaba que el “anzuelo” no terminara como tiro al blanco de un experto.
-¡Vamos desgraciado! ¡Ataca!- gritaba Mor mirándolo desafiantemente. Respire profundamente y espere.
-¿Creen que soy un idiota?- pregunto con su voz imponente. Esto iba mal. No, no podíamos fallar ahora. Tenía que llamar su atención.
-¡Bastante para no saber cuidar a tus vacas!- le grite esbozando una sonrisa. –¡Tus deliciosas vacas!- le incite mientras blandía mi espada. Apolo rugió y apunto su arco a mí comenzando a disparar. Bloquee la primera con mi espada, esquive apenas la segunda… La tercera paso silbando al lado de mi cabeza. Vamos Mor… 


By Silius

14.10.11

Cap 195

Mor

Cuando a cena toma venganza… Comenzaba a arrepentirme, no de haber comido, no… Si no de haberme comido tantas, pues la cantidad de huesos que había en esa cosa negra, hablaba mucho de los excesos de la cena anterior.

Yo había quedado detrás de la cosa, a mis lados no había nadie, suspire, un suspiro largo, mientras la bestia, la cosa, la masa negra más que viendo lo que tenía a su espalda o más bien parte posterior. Mire de arriba abajo en busca de una respuesta, cuando de pronto comenzaron a escucharse ruidos, gritos, los gritos de Adelphos desesperado.

-Por Hades- rodé los ojos, para con toda la fuerza tomar el machete y comenzar a cortar la masa con todo lo que podía. El filo entraba y salía, a diferencia de las otras armas, el humo no salía del machete, este no se corroía, este no se gastaba. Sonreí. Los gritos cesaron. La sonrisa se desvaneció en el instante en que desde la masa oscura comenzó a salir una figura, una figura humanoide, fruncí el ceño.

-Rayos…- me gire y comencé a correr, me arroje hacia los arbustos y de la velocidad rodé quizás un poco en el suelo. Una sombra se erigió dejándome de pronto como si fuera el atardecer, me gire e interpuse el machete entre la especie de látigo negro de Apolo que venía hacia mí y yo, el látigo pareció aferrarse al machete, como intentando destruirlo.

-No es un arma común y silvestre, costal de huesos…- y con un movimiento del brazo el filo cortó el látigo negruzco.
-Te he visto niño… Y te digo… Este será el último día que veras…
Sonreí. De eso se trata… El látigo se despegó del arma para comenzar a bajar por el mango, de inmediato retraje el brazo y la manga de la capa fue más larga, moví la mano y la oculte en ella sin dejar de soltar el machete.
-Vamos a ver quién hala más… Pero yo no voy a soltar el arma.- musite mientras escuchaba más gritos, el líquido negro comenzó a deslizarse por la tela negra… Sin surtir tampoco efecto. Reí –Pierdes tu tiempo, aquí no hay personas normales…-
- Veamos que sucede cuando toca tu piel.
-Te reto- y con un movimiento y fuerza bruta, le di un manotazo veloz al látigo fino con la mano libre, para rodar por el suelo y sentir como impactaba un golpe un par de centímetros más allá. La mano izquierda roja, irritada, al rojo vivo caía apoyándose con dolor en el suelo. La mire sin expresión alguna. Después tendría tiempo para prestarle atención.


By Double_Angy