14.11.11

Cap 206


Adelphos

El príncipe disimulo su enorme desconfianza al subir al birreme. Sabía que sería un largo viaje, y no podían permitirse ni un pequeño error, porque eso significaría el fin de su travesía. -No me perdonaría si algo les pasara- Pensó serio, mirando por la borda un instante… Se alejaban de aquella isla… Donde, aunque nadie lo supiera, habían acabado con el dios del sol. Y a pesar de todo, el príncipe sabía que aun el peligro seguía latiente en aquella embarcación.

No tardó casi nada en volver con Cyrene, pues su coartada de guardián-hermano debía permanecer intacta. Heracles, como una mole protectora estaba a su lado. Su espada asomando por un costado estaba lista, preparada para proteger a la chica y a cualquiera de sus compañeros, o eso creía el joven príncipe, y confiaba en que era así. Pero sin duda eso también lo preocupaba… Sabía que Heracles no dudaría en destazar a cualquiera que intentara dañar a la chica, o a cualquiera de las demás.

Tendrían que tener cuidado, mucho cuidado.

-¿Alguna idea de a dónde vamos?- le pregunto Heracles aflojando un poco su dura pose, Adelphos comenzó a preguntarse si la abismal diferencia entre la chica y el hombre llamarían la atención de los “piratas”, pues no parecían hermanos ni de casualidad, es más, tal vez decir que era su padre hubiera sido mejor. En fin, anteriormente estaba muy agotado para pensar con claridad, y aun no lo estaba del todo… Debía reposar. ¿Y no vigilar? Claro que no. Tendría que sobreponerse al cansancio. -¿Adelphos?- pregunto nuevamente el guerrero, trayéndolo a la realidad de la que se había ido momentáneamente.

-No… No lo sé- dijo, llevándose una mano a su hombro herido, le molestaba, aunque físicamente no había más que una cicatriz que desaparecía. La ambrosia tenía un sabor sencillamente indescriptible… La carne de las vacas de Apolo no podía comparársele siquiera en sabor, era algo que iba más allá… Bueno, era indescriptible.
-¿Aun te molesta?- pregunto su “hermana”, el príncipe asintió esbozando una mueca de disgusto ante ello.
-No sé qué será lo que nos dieron, pero es increíble… Las heridas de las flechas ya casi no están, aunque como a ti, molesta… Es… raro- dijo Heracles, que miraba a todos los integrantes de la embarcación, intentando descifrar sus miradas.
-Cierto, pero procuremos no hablar más de ello… Podríamos meternos en problemas si se enterasen-
-De acuerdo… ¿Qué hacemos ahora?- pregunto nuevamente.
-Supongo que esperar a que terminen su “recolección”… Cuando zarpemos de seguro sabremos qué es lo que quieren, y por ende, sabremos que hacer…- sentencio el príncipe, ante la preocupante mirada de Cyrene.


By Silius