9.4.11

Cap 156

Zorba 

Tras unas cuantas horas de espera por fin abrió los ojos, pero se agitó y hacia esfuerzos por levantarse.

-Tranquila. No debes agitarte - musitó mientras se acercaba a mi y abría mis parpados, mirando fijamente mis ojos. 
- ¿Agitarme? -murmuró con un hilo de voz. 
- Así es... Has sufrido una baja de energía considerable. Estuviste a punto de morir.
- Morir. ¿Qué clase de cosas dice? Y... ¿Quien es usted? -dijo mientras la rubia sentía las manos del joven en su cuello, luego en su muñeca y al final en su pecho, pero estaba tan cansada, desconcertada y perdida, que no decía nada, a penas y podía moverse.
- Mi nombre es Zorba y soy medico.
- Medico – repitió a la vez que entendía la forma en la que me examinaba.
- Así es. Quizás no se haya dado cuenta, pero aquel mapa que manipulaba con tanta confianza, según me han contado, ha... ¿Cómo decirlo?
- Espere... ¿El mapa? 
- Sí. Aquel mapa, según veo, ha hecho que perdiera casi toda su energía. La absorbió, de alguna manera. 
- El mapa casi me mata - afirmó mientras se incorporaba con la ayuda del joven, quien tras sostenerle hasta que se sentó en la cama, le extendió un vaso de agua. 
-Así es. Sugiero mucho reposo y que se alimente mejor. Está un poco...
-Delgada. Lo se, no lo diga -musitó para luego mirar a un lado. Junto a mí, en la gran cama, dormía Cyrene, acurrucada bajo unas mantas a unos centímetros de nosotros. 
- ¿Cuanto tiempo llevo así?
- ¿Recuerdas cuando te desmayaste?
- Así es. Lo recuerdo. Es más, es lo último que recuerdo.
- Pues desde entonces. No se a que hora te desmayaste, solo puedo asegurar que es muy tarde. Es la hora de la cena, más o menos. 
- Ya veo -musitó mientras llevaba una de sus manos a su cabeza y cerraba los ojos -¿Cómo va el barco? ¿Sabes algo? -preguntó a la vez que fijaba su mirada en mi 

-Eh... No. No deberías pensar en eso ahora, más bien creo que deberías comer algo y dormir, descansar, recuperar fuerzas, ya sabes, algo que usualmente hacen las personas en recuperación.
- Gracias, en serio. No recordaba un medico tan amable, es más, no recordaba uno tan joven y afable, pero no soy de las que descansa luego de una enfermedad -musitó, yo asentí mientras le miraba y sonrió. 
- Está bien... Puedes ir a cenar con los demás -dije extendiendo el brazo hacia la salida, ella me miró. 
- Gracias -musitó muy feliz. Así que cuando fue a destaparse y se levantó, volvió a sentir aquella debilidad en sus piernas y se fue hacia adelante, le alcancé a afirmar del brazo y luego de la cintura y cuando le enderecé, me miró con una sonrisa complacida.
- ¿Lo vez?- le dije
- Lo veo y lo entiendo... ¿Reposo decías? – preguntó y yo asentí.
- Sentí que eras muy testaruda, espero no haber...
- No te preocupes. No entiendo de otra forma -dijo mientras yo le ayudaba a recostarse otra vez en la cama. 
- Por cierto, ¿Sabías que estás desnudo? -pregunto a la vez que se arropaba con una manta y me miraba inquisitivamente 
- Eso tiene una muy buena explicación... Bébela -musité mientras se la extendía. Le vi dudar un par de segundos. 

- ¿Cómo llegaste a ser mi medico?
- ¿Debo suponer que por esa respuesta no estás conforme con mi asistencia? -pregunté y ella negó.
- No, todo lo contrario. Lo digo porque no te había visto en esta casa y digamos que los únicos hombres por el lugar, de momento, son los de mi grupo – le asentí para después sentirme un tanto frustrado por todo este asunto de no poder ayudarle efectivamente.
- Pues antes de esto era un cerdo -dije y ella me miró fijamente.
- ¿Circe? -el asintió.
- ¡Epifanía! -dijo repentinamente la voz de Cyrene. Giramos el rostro y la chica se le lanzó encima a la rubia. 

Le abrazó y le regañó por el mapa, porque la había preocupado en exceso y porque no despertaba y se había dormida esperándole.

Me dirigí hacia la sala de la cena en silencio donde comí con bastante avidez, muchas caras desconocidas, pero ¿ Porque razón Circe no los había convertido en sus juguetes, en sus animales? recordaba a cada bocado todo lo que había pasado siendo su... cerdo, seguramente yo podría haber sido la cena de esa noche, vi como muy pocos comían carne, por no decir que era yo el único, pero así era la vida, da igual de que fuera la carne, lo que importaba es que era comida, al terminar llene un plato con carne y otro con ensaladas, y me dirigí hacia donde estaba mi paciente, cuando llegue noté como se apretaba ligeramente a las pieles..

- No te preocupes por ahora no te tendré que tocar mas- dije sonriendo- Pensé que tendrías hambre así que te he dejado esto para ti- terminé diciendo
- Gracias, pero no tengo mucho apetito aunque cogeré algo- dijo mientras comía ensalada y dejaba aparte la carne
- Deberías comer carne-dije mirándola dándole a comprender que daba igual de lo que fuera - Por cierto aun no se tu nombre…


by Irvine Kinneas