Epifanía & Mor
Todo era un ajetreo, un griterío… Todos pensando en la enfermedad de Epifanía. Y yo… pensaba en mi capa, y arreglar todo para que Circe no hablara.
¿Poder con ella? ¿Acabar con ella? Descartado, podré ser enviado de Hades, pero imposible acabar con tal magia. Ella había prometido no hacernos daño, pero podría alegar defensa propia y estaría… Rostizado en platería como este… Cerdo. Di una mascada.
Circe me miraba de vez en cuando. Me sonreía. El apetito se fue. Tiré la presa. La mujer se levantó y con la mirada me indicó que le siguiera. Bajé el rostro, odiaba en la posición en la que había quedado. Siempre era al revés.
Después de unos minutos, para que no se sospechara, me levanté y comencé a caminar. Su aroma me llevó hasta un pasillo solitario.
- ¡Mor, querido! Sabía que no podrías rehusarte…- la mujer apareció a mi espalda, estrechándome entre sus brazos, atrayéndome hacia sí como una amante.
- No sé de qué hablas…
- Algo a cambio de guardar tu secreto…- su perfil acarició mi mejilla y no pude evitar ladear la cabeza con repulsión. – Un intercambio que sea… justo, algo tan importante para ti, a cambio de algo tan importante para mí.- susurró a mi oído.
- ¿Y para hacer el trato tienes que estar tan cerca?- pregunté mientras ladeaba el rostro con una mirada fría, tomándole por los brazos, zafándome de su repulsivo agarre.
Un rato después...
- Estás loca… Harás que no maten a ambos…- mascullé apretando los dientes dándole la espalda
- Gracias por el cumplido, pero en eso radica tu trabajo ¿no?- sonrió – En encontrar cosas, personas, almas, contratos…
Me giré, para observarle con una expresión gélida, guardando la rabia.
- Si me descubren, tu vida será cortada… literalmente.
- Y ustedes no podrán salir de aquí, Epifanía nunca se recuperará y serás tratado como un traidor, aquí y en el Hades… ¿No te suena eso lamentable?- masculló con un mohín, que después cambió por una suspicaz sonrisa.
Le sostuve la mirada un instante. Para salir de la habitación, dejándola hablar sola y comenzar a caminar hasta la habitación en donde yacía Epifanía.
-No lo pienses mucho Mor… o le encontrarás la lógica- dijo en voz alta, con una risotada mientras todavía podía escucharle.
Apreté los puños. Necesitaría mi capa. Además de mirar con mis propios ojos si era verdad, mirar con mis propios ojos el estado de Epifanía.
El medico dormía sentado en una de las sillas de la habitación, cubierto con las pieles que se extendían por, prácticamente, toda la habitación, mientras que Cyrene se había dormido junto a mi. Luego de que me hubiese entretenido hasta entrada de la noche acariciando su hermoso cabello, parecía cobre, era esplendido. Pero yo, no podía dormir... Y, ¿Quien puede dormir luego de dormir casi todo el día? Que desperdicio de tiempo, por Zeus. Suspiré y miré por la ventana. Estaba abierta y dejaba entrar una fría brisa, seguramente pronto llovería _ Espero que antes de zarpar el barco_ pensé mientras seguía con la mirada fija en el cielo. Cuando de pronto escuché a alguien acercase.
Entré en la habitación sin hacer ruido. Tenía la esperanza de que…
- ¿Qué haces aquí Mor?- masculló Epifanía.
Ya no tengo esperanzas… Al menos si hubiese estado dormida, podría verificar su estado y llevarme mi capa sin molestar, sin ningún problema. Pero no, había estado como muerta todo el día y justo ahora tenía que estar despierta. Gracias. No me fui por las orillas, decidí irme de lleno al asunto que importaba.
- ¿Cómo te sientes?- pregunté ladeando el rostro intentando que la rabia que tenía por la discusión anterior no afectase el tono de mi voz, esta conversación, o empezaría a preguntar, y lo complicaría todo aún más. Como indicaba su costumbre.
- Supuestamente debería sentirme mal, pésimo, a punto de morir, pero a menos que alguien venga y me entierre un cuchillo en el pecho, creo que eso no ocurrirá -musité mientras me incorporaba en la cama, cuidando que Cyrene no despertara y sin destaparme, pues hacía frío - ¿Y tu que haces por aquí? Mira que si de algo puedo estar segura, es que no vienes si no es por algo que quieras -musité mirando sutilmente la capa y sonriendo.
- Pues ya que te sientes tan bien, me llevo mi capa. Permiso- musité colocando mis manos en la capa. La chica hizo un gesto leve, como un intento de ceño fruncido, trató forcejear, sí, lo vi en su rostro, pero su fuerza, el agarre… fue como si prácticamente no estuviese presentando oposición alguna. Su respiración, comenzó a hiperventilar y parecía cansada, como si hubiese “forcejeado” conmigo no aquel breve segundo, sino un buen rato y encarnizadamente, solté la capa. Y sencillamente la espalda de Epifanía golpeó en la pared guardando entre sus manos todavía la tela oscura de la capa. Esto estaba empeorando. No, no necesitaría un puñal para matarla, con que le hiciesen buscar la cena la matarían. Estúpido mapa y estúpida hambre de saber de todos los estúpidos siervos de Atenea, que también es estúpida. La miré fijamente pensativo, analizando todo lo que había sucedido en aquel momento, encajándolo con lo que la extorsiva propuesta de Circe. Tomando la decisión… Esperaba, la más conveniente.
- ¿Por qué tan agresivo? ¿No ves que estoy convaleciente? -musité frunciendo el ceño mientras lo miraba. Enarqué una ceja, después de todo no me sentía tan bien como pensaba, rayos. Suspiré y rodé los ojos - Estas callado, no es normal que no me hagas algún comentario tipo Mor después de esta patética escena...- agregué, el negó y se giró con aire de querer marcharse, entonces miré a un costado, al otro lado de Cyrene había una piel perfectamente doblada - Toma la capa- dije, - Aquí hay una piel -agregué mientras me estiraba por ella.
Le miré, ya había decidido irme sin ella pues levantaría sospechas por… ¿Agredir una convaleciente, como había dicho ella?, eso no me interesaba ahora, más problemas. Pero ahí estaba, con la mano extendida, entregándome la capa con un leve temblor con en su mano. Colaborando.
Miré la capa y cuando fui a caminar hacia ella, la mano de Epifanía cayó, como si la capa pesara tres toneladas. Continuaba hiperventilando. Y me dio rabia.
Tomé la capa y cuando esta se fue a estirar por la piel, me pareció ver a uno de esos agonizantes ancianos… Y mas rabia me dio. Di un par de pasos rápidos para colocar ambas manos en sus hombros, y sin ningún impedimento de su parte, o al menos así parecía, la lleve hacia atrás, tomé la piel de pantera que yacía a un lado, en el suelo y la arropé. Ella me miró fijamente, yo decidí no verle e ignorar la mirada, no me interesaba su mueca de extrañeza, pues no volvería a ver una acción como esta en esta vida. Me giré, me puse la capa, que ahora apestaba a Atenea… Lo que me faltaba. Esbocé un gran suspiro. Me coloqué la capucha.
-Hazle un favor a todos. Descansa, obedece y come- busqué entre los bolsillos y la piedra había desaparecido – Quizás con esto de que ni te puedes mover engordes un poco y te sirva este momento como una inversión para el futuro, para arreglar tu situación, y puedas encontrar un marido- mascullé molestándole, como quien hace tiempo para cambiar de tema mientras buscaba entre los bolsillos.
- ¿Por qué esa insistencia en buscarme un marido? ¿Acaso no...? Olvídalo -musité mientras negaba y tras fijarme como buscaba compulsivamente entre sus bolsillos, noté que cargaba el machete y por la hora, diría que no saldría a trabajar en el barco - ¿A donde Vas Mor? -musité mientras lo miraba fijo.
- Voy a buscar de matas para meterla en tu cena y termines de morir por fin, a modo de venganza por dejar mi capa así…- respondí mientras miraba a los lados y terminaba de encajar las piezas, el cómo conseguiría lo que necesitaba.
- Ya enserio que vas a hacer- preguntó Epifanía.
- No te incumbe…- musité dándole la espalda para luego estirarme y salir de la habitación pensando en que si todo salía bien, traería beneficio para todos… Bah… Para que iba a mentir, ella ganaba más que yo con todo esto.
Lo miré salir y luego, me giré en la cama, me acurruqué a la orilla y miré por la ventana. Estúpido Mor, a donde se había marchado... Sentí a un costado dormí al Doctor y atrás de mi a Cyrene. Suspiré y luego continúe pensando en cosas, con la mirada fija en la ventana. A ver que hacíamos mañana...
Otro rato después...
-Bueno Circe, es un trato… pero tendrás que proveerme de las herramientas para conseguirlo… - musité apoyándome de la pared de su rojiza habitación.
Circe enarcó una ceja.
- Hay cosas que puedo conseguir que están a mi alcance.- miré el techo, las joyas, las fragancias, su cama – Así como hay cosas que no… puedo conseguir que tu si tienes que proveerme- por último fije la mirada en ella – Así que esperemos la colaboración mutua para pasar el mal rato lo mejor posible… y facilitar el trabajo de ambos…- las palabras me salieron con una notoria y fingida hipocresía.
-Trato…- ronroneó Circe. Yo bufé. No sé si es que era estúpida o tenía esa odiosa costumbre de ver el vaso medio lleno. Su sola presencia, ya me antojaba repulsiva e insoportable.
by KatrinaxStevens & Double_Angy