26.6.11

Cap 173

Zorba

La enferma, padecía síntomas de agotamiento y quizás de no estar bien nutrida, aparte en la siguiente   evaluación presentaba muestras de haber sido maltratada y un golpe muy feo en la cabeza, el cual tenía sangre reseca, entre el otro medico y yo lo limpiamos, y vendamos, y fuimos tratando el resto de sus heridas, una vez terminado me fui a hacer una infusión para que despertar, y cuando volvía con el remedio, me la encontré en el suelo tirada, con una daga en la mano, rápidamente deje, la infusión, en el suelo, y salí disparado a cogerla y disimuladamente me guarde la daga en mi cinturón, una vez acostada de nuevo, el dimos la infusión lo que le daría nuevas energías

Estábamos vigilando su sueño, el otro medico y yo cuando de repente una bella voz llegó a nuestros oídos, nos quedamos embelesados, y sabía que nos estaba llamándonos, salimos corriendo y chocamos en la puerta, hubo una pequeña pelea, en la que el me dio un puñetazo.

- Me esta llamando a mi, no te metas en mi camino maldito

Al tocarme la nariz, vi sangre y sin dudarlo, me lancé a sus pies.

- Ni lo pienses hijo de chacal, es a mi a quien canta- dije movido por la ira, y por las ganas de llegar a aquella voz, empezó un combate entre nosotros, en el cual el tenia una gran ventaja, a causa del combate, volvimos a la habitación donde el cogió un cuchillo que usábamos para la sangría, y yo saque la daga sustraída a la paciente.
- Ni se te ocurra, muchacho, no eres diestro en el combate, lo he notado y te mataré, me esta llamando a mí, es mía- dijo mi contrincante.
- Pues que así sea, moriré, si hace falta, pero no reclamaras algo que no es tuyo- dije movido por la locura del canto.

Oímos como se cerró la puerta de cubierta, pero eso ya se vería después, entonces empezamos a combatir, ya no importaba que la paciente a lo mejor tardaría poco en despertarse, o que pudiera llegar alguien lo único que importaba, era llegar a la emisora del canto, el combate duró poco tiempo, el me clavo su daga en el pecho, pero cuando se lanzo contra mi, mi daga accidentalmente se clavo en su corazón, el cayo muerto, mientras yo me fui arrastrando a la puerta, para quedarme inconsciente mientras perdía sangre, ante el marco de esta.


by Irvine Kinneas