Parecía ser un monstruo marino que destrozaba el barco atacando de forma brutal. Estábamos todos seguros que se trataba de Poseidón quien movía su primera pieza, por lo que teníamos solo una opción: Luchar.
Se había abierto un gran agujero en el casco del barco, el agua entraba con cada ola y el brusco movimiento del mismo apenas dejaba que pudiéramos mantenernos en pie. El tentáculo apareció nuevamente, ahora más violento que antes, ingresó por el agujero y a pesar de que no hubiese ninguna flecha enterrada en él, la sangre escurría por una herida en su brillante piel gris.
Entonces Keops corrió espada en mano, los gritos del grupo intentando detenerlo no sirvieron de nada, se aventuró directamente a la bestia, enterrando su arma y luego siendo azotado por la extremidad contra uno de los pilares del barco, este se partió, rompiendo el techo y dejando a Keops cubierto de madera húmeda y un hilo de sangre en la boca. De inmediato Amisthy corrió a auxiliarle al igual que Rea. Volví a tensar el arco, de pronto un movimiento del barco causó que perdiera la estabilidad y cayera hacia el costado. La mano de Patroclo se extendió en mi dirección, no era tiempo de dudar ni desconfiar, la tomé y me ayudó a levantarme rápidamente, entonces logré tensar el arco nuevamente, una flecha comenzó a formarse entre mis manos y el instante en que el tentáculo volvía a asomarse por el agujero del casco, trayendo consigo agua y madera rota, la solté. Esta impactó en su piel y el tentáculo se retrajo, alejándose del agujero.
De pronto sentí que mis piernas flaqueaban y caí de rodillas. Todo el peso del cansancio cayó sobre mi cuerpo, la falta de sueño y el dolor corporal. Necesitaba descansar y utilizar este arco, en este momento no era buena idea, más no podía hacer nada más. Era prácticamente lo único que teníamos para defendernos a distancia de la bestia. Cyrene se acercó y ayudó a levantarme, teníamos que mantenernos alerta, aquella bestia podía aparecer en cualquier momento y no era tiempo de ceder ante el agotamiento. Entregué el arco a Cyrene, con la esperanza de que pudiese utilizarlo también, pero por más que lo tensara las flechas no aparecían, y no lo harían, el arco solo funcionaba conmigo, porque yo había lanzado la flecha que finalizó con la vida de Apolo.
Adelphos y Mor se habían acercado al agujero, decididos a cortar el tentáculo en cuanto apareciera. Los segundos avanzaban lentos cuando de pronto un nuevo chillido. Más fuerte que el anterior, tan potente que debimos taparnos los oídos, parecía que mis oídos iban a explotar y que mi pecho cedería ante la presión del grito. Duró algunos segundos hasta que comenzamos a sentir como decenas de pasos corrían escaleras abajo hacia el piso inferior.
Todos habíamos vuelto a erguirnos esperando el próximo ataque de la bestia, Mor y Adelphos arma en mano esperando junto al agujero, Heracles cubriéndonos a Cyrene y a mí, mientras que los demás vigilaban cualquier otra entrada que los tentáculos quisieran abrir, cuando los gemelos entraron seguidos de unos tres hombres, ninguno con preocupado aunque el barco tenía un agujero más alto que ellos ni con armas en sus manos aunque en el mar había una bestia marina. Entrecerré los ojos e instintivamente me moví un paso adelante de Cyrene, cubriéndola.
-Esperaba ver al grupo protegiendo a la joven aquí presente -dijo el gemelo más agradable mientras se adentraba en la habitación, con sus manos en la espalda y una sonrisa victoriosa -No sabía que incluso la esclava de la capucha debía encargarse de aquella labor. Con tantos guardias y hermanos, no lo creí necesario... -dijo al fin observando directamente el arco que afirmaba en mis manos. Me enderecé y bajé el brazo, sin quitarle la mirada de encima al gemelo.
-Vaya grupo tenemos aquí -comentó el otro gemelo -Esperamos que nuestra mascota no les hayan causado molestias. Entenderán que no es sencillo controlar un animal de tales dimensiones... Pero, dado que ustedes no son un grupo común y corriente, dudo que acabar con un calamar gigante suponga un problema luego de haber acabado antes con un dios.
Entonces todos comenzamos a mirarnos, luego al gemelo del comentario y nuevamente entre nosotros. Heracles, Adelphos y Mor tomaron sus armas con firmeza a la vez que comenzaban a acercarse al primer gemelo. Este rió y luego pasó su mano por su mentón, observándonos, movió una mano y los tres guardias alzaron sus lanzas en dirección a Rea y Amestoy, quienes permanecían junto a un Keops inconsciente.
-Este es el asunto –comentó el primer gemelo cruzando sus brazos.
-Aquí no hay asunto -apresuró Patroclo.
-Claro que lo hay. Ustedes son los rebeldes –volvió a hablar.
-Y ustedes son piratas. Ladrones de reliquias -dijo Mor sin relajar el brazo con el que sostenía el machete.
-Dejémoslo en recolectores –acotó el segundo gemelo observándolo.
-Bajen las lanzas -de pronto Heracles. El primer gemelo negó, casi riendo.
-No están en posición de dar órdenes. En este momento vamos a negociar.
-No habrá negociaciones si no bajan las lanzas -solté repentinamente, cada vez más nerviosa por las armas que apuntaban a las chicas. Sí, sabía que era un error hablar pero no pude evitarlo.
-Una mujer alzando la voz –comentó el primer gemelo girándose hacia mí, para luego avanzar en mi dirección -Que extraño. Te recordaba silenciosa y cubierta con una capa. Como una esclava -acotó.
-Ciertamente no la conocen -soltó Patroclo por lo bajo. Lo fulminé con la mirada y luego volví a mirar al gemelo, quien continuaba acercándose con pasos serenos.
-No soy una esclava. Creo que eso ya es evidente.
-Así es, pero más evidente y llamativo es el lindo arco que sostienes en tus manos. ¿Me permites? -musitó estirando su mano.
-Baja las lanzas y lo pensaré -respondí. Mor negó, al igual que Patroclo. El gemelo me miró divertido y con el movimiento de su mano, los tres hombres bajaron las lanzas y se alejaron hacia la puerta. Miré por un segundo a Heracles y luego a Mor, sin saber que hacer ahora.
-¿Ahora? -volvió a musitar, lo miré nuevamente y apreté las manos.
-Primero las negociaciones -aventuré. El rubio volvió a sonreír.
-Quítaselo de una vez -ordenó el segundo gemelo, más su hermano lo detuvo.
-Tiene razón, primero arreglemos los asuntos que nos reúnen en este momento aquí, el placer vendrá más tarde-acotó. Fruncí el ceño mientras retrocedía un paso, arrastrando conmigo disimuladamente a Cyrene, mientras que el gemelo se giró en dirección a los hombres.
-¿Cuáles son tus términos? -preguntó Mor, aun sin bajar el machete.
-Ustedes han desafiado a los dioses, y a pesar de que las historias se cuentan desde hace mucho, creí que ya habían viajado con el Caronte hace mucho tiempo -dijo mientras se giraba y observaba el arco nuevamente -Soy un conocedor de "reliquias" -comentó alzando las cejas. -Ese arco es idéntico al que tallan en las manos de Artemisa. Pero ustedes estaban en la isla donde vive el ganado del sol... Lo que me lleva a una sola conclusión... -un momento de silencio.
-Ese es el arco gemelo del arco de Artemisa -continuó el segundo rubio -El arco de Apolo.
-Y el único modo de obtener el arma de un dios, es acabando con él –puntualizó el primero.
-Han marcado un punto que ya resulta obvio -dijo Adelphos -Ahora, al grano.
-Queremos el tridente de Poseidón -musitó el segundo gemelo.
-Pero no queremos inmiscuirnos en sus planes -acotó el otro. Mor chasqueó la lengua.
-Querrán decir que no quieren ensuciarse las manos acabando con Poseidón.
-Es otra forma de decirlo –asintió el primero.
-¿Y que nos dan a cambio? -musité de inmediato. El gemelo me observó sonriendo.
-Estamos aquí para negociar ¿No es así? Aunque su estadía en el barco, el alimento y las "comodidades" son parte de la negociación, y me parecen suficientes.
-No es suficiente por el tridente del mismísimo Poseidón –habló Adelphos y el primer gemelo frunció el ceño por primera vez desde que había entrado en la habitación y luego asintió.
-Continuemos entonces con la negociación...
By KatrinaxStevens