15.7.10

Cap 45


Mor

Todo era tan difuso, todos sonrientes y bailando, las bailarinas alimentándome con aquellos frutos y dándome de beber, mientras lamían la miel que caía en mi cuerpo, la cama llena de cuerpos desnudos… La música, el desenfreno, el vino y el loto… todo era tan… dionisiaco…
Tenía un dolor de cabeza horrible, loto, tenía que conseguir más loto, eso me quitaría el dolor, extendí mi mano y tanteé una copa.

-A veces se me olvida de que tan solo eres un niño…- Escuché el sonido de una copa cayendo al suelo y esta se alejaba, mientras una voz conocida y sombría musitaba, esa voz…
-Ah ah ah Mor… no más Loto ni vino para ti…- dijo el señor del inframundo mientras se aproximaba hacia mí, abrí los ojos, y la oscuridad lo embargo todo. De pronto sentí que algo tomó mis mejillas con fuerza y me hizo abrir la boca, el sonido de agua cayendo seguido de un sabor a hiel y por instinto no pude evitar no escupirlo…
-Aparte de Ingenuo y estúpido… terco- musitó para apretarme con más fuerza, al extremo de causarme dolor y el líquido volvió a correr –Traga…- dijo sin inmutarse y así lo hice a pesar de que sabía asqueroso., la oscuridad se hizo a un lado y sentí unos pasos caminar por la habitación.
-¿Ah que no que sabe bien Mor?- preguntó mientras lo veía apartar unos cuerpos desnudos con los pies –Es agua del mismísimo río del olvido, tu sabes, allá en el Erebo... Que paradójico ¿no crees?- ronroneó mientras volvía hacia mí y se inclinaba para tomar mi rostro y examinarlo.
-Espero que no vuelva a pasar esto Mor, ten más cuidado, yo no soy tu niñera…- dijo mientras arrojaba mi rostro al suelo… y lo hizo con tal fuerza que me hizo un par de magulladuras, miré hacia arriba, él se levantó, no podía verlo, entonces cayó algo en mi regazo.
-Quizás sirva para salvar a unos cuantos, tu sabes, si no lo escupen claro, ahí quizás entonces alcance para uno o quizás dos… Tú elijarás a quien salvas…- musitó
Volvió a caminar.
-No creo que esto le haya ocurrido a Ulises, pero claro, el nunca probo loto, siquiera fue el primero en entrar…- ronroneó.
-Salva un poco de la dignidad que te queda Mor y al menos levántate a buscar tus cosas y sal de aquí y termina con tu misión…

Miré un momento y la oscuridad había desaparecido.
La cabeza me daba vueltas y como pude apoyándome las cosas me levanté, miré hacia todos lados con el frasco en mi mano, buscando mis cosas, habían cuerpos, cuerpos tirados por todos lados, como una masacre pero no de una guerra, sino de Eros… del placer y Dionisio, pobres tipos…
El machete volvió a su lugar, toqué su puño suspiré y comencé a buscar a los otros, iba de habitación en habitación, buscaba hasta debajo de las mesas…
Y de pronto una habitación llamó mi atención, la habitación olía a Atenea… Entré y acostada entre la cama y el suelo, boca arriba y con cuerpos de hombres y mujeres alrededor estaba Epifanía con una sonrisa en los labios. Negué, abrí la puerta y entré en la habitación, le tomé por los hombros e intenté despertarla, pero solo decía frases incoherentes, entonces no había nada que hacer, la tomé por la cintura y me la cargué al hombro y cuando salimos del portal de la puerta, la mujer comenzó a retorcerse en mi hombro y a patalear como una niña pequeña mientras me golpeaba.
-Bájame Mor…- decía entre molesta y entre risas.
-No te voy a bajar…
-Quiero más loto Mor, bájame…- decía mientras con sus puños me golpeaba la espalda. Ya comenzaba a hartarme. –Si no me bajas comenzaré a Gritar… - me amenazó entre risas… Esa era la gota que había rebalsado el vaso.

La baje, tomé sus hombros y le pegué contra la pared, para después tapar con mi mano derecha su boca y susurrarle muy cerca.
-Si llegas a gritar Epifanía te degolló aquí mismo… Mis oídos no soportan un grito de nada, siquiera un chillido, ni un sonido alto, me duele la cabeza como tú no tienes ni idea…- dije entre susurros y gruñidos. -¿Todavía vas a gritar?- susurré y ella negó, baje la mano.
-Entonces déjame ir quiero más loto…- musitó intentando estar seria. Entonces ya al borde, tomé el líquido que me había dado Hades, tome sus mejillas entre mis manos y la hice beber…
-¡TRAGA!- le ordené, pero ella se retorcía entre mis brazos -¡TRAGA!- le ordené de nuevo y como pudo lo escupió. Gruñí. Tomé el frasco y vacié un poco en mi boca, la tomé con fuerza por lo hombros y la besé, primero se resistió, entonces con mi mano derecha tomé su mejilla y sus labios se abrieron, y la bese con más fuerza, el líquido paso de mis labios a los suyos y ella fue bebiendo aquel líquido, de pronto su legua comenzó a jugar con la mía y mis manos aflojaron su cautiverio, las manos de Epifanía comenzaron a subir suaves por mi pecho, mientras la mano que estaba en su hombro comenzó a bajar lentamente por su espalda, y la que tenía en su mejilla comenzó a bajar por su cuello. Ya se me olvido hasta porque había hecho aquello, ¡Ah sí! La cura, pero al parecer todavía la cura no había hecho efecto así que esto no hacía mal a nadie... Sus brazos comenzaron a entrelazarse por detrás de mí cuello como abrazándome, mientras mis manos cada vez iban bajando más y la atraía más a mí y los besos iban con más pasión y fuerza. De pronto mis labios comenzaron a bajar hasta llegar a su cuello… Su piel era suave, y podía sentir su respiración. Sentí sus manos que estaban en mi cuello acariciar mi cabello y de pronto sus manos se colocaron en mis mejillas y ¡Chas! Cachetón.
-Veo que ya despertaste Epifanía…- ronroneé mientras me erguía y guardaba el frasco.
-Eres un estúpido, un aprovechador, un timador, un ¡Arg!- dijo algo entre hiperventilada y molesta, mientras ponía sus brazos en mi pecho pero esta vez para empujarme hacia atrás.
-Si ¿Y cómo lo dices y lo roja que estas se supone que tengo que creerte?- dije entre risas.
-¿Crees que me gusta oler a azufre?- dijo mientras se sacudía a sí misma, como si tuviera polvo o estuviese sucia.
-Bueno por lo menos es mejor el azufre que el olor a Atenea ese que tienes- ronroneé –Te hice un favor…- dije con una sonrisa ladeada.
-¡Arg!- dijo irguiéndose y muy cerca de mí a modo de reto y de pronto se tambaleó, yo la tomé por lo hombros, como un estúpido reflejo. -¡No me toques!- me gritó.
-¡Y tú no grites!- le dije.
-Yo grito cuando quiero- dijo y soltó de mis manos. Se volvió a tambalear.
-Mejor vamos a buscar los demás antes de que te desmayes de nuevo.- musité tomándola de la muñeca y arrastrándola por los pasillos.
-¡Te dije que no me toques!- dijo en voz alta.
-Vuelves a gritar Epifanía y te juro que te mato… - gruñí. Ella giró el rostro y me siguió el paso, sin dirigirme la palabra molesta. Mientras más rápido saliera de esta estúpida misión sería mejor, estos estúpidos juegos de dioses me sacaban de quicio…

By Double_Angy