Patroclo y Adelphos
_ Maldito Poseidón... Yo te maldigo_ dije en mi mente con rabia, el lugar en que nos encontrábamos era algo peculiar, pero que digo peculiar, debería decir bastante distinto a los demás lugares en los que estuvimos, malditos dioses odio cuando nos llevan a lugares raros, y si había algo que no podía olvidar era ese maldito Mor, juro por mi espada y mi nombre que le regresaría los golpes en cuanto pudiera.
Seguimos caminando, después de ver semejante bestia, por lo presenciado podría afirmar que estábamos en la Isla de los Gigantes, maravillosas historias se contaban de ella, enormes bestias del tamaño de palacios... Gigantescos hombres capaces de eliminar a cualquier ser diminuto, y bueno imposible tocar a una mujer de la especie de la Isla, en fin, el esclavo que acompañaba a Amisthy era un tanto estorboso a mi parecer, de que rayos nos serviría si no sabia manejar una espada, o un escudo, al menos debería saber curar heridas, pero no, nada.
Para colmo de males el estorbo ese que la chiquilla había traído consigo no servía ni para señuelo. El lugar en el que estábamos situados era ni más ni menos que la fabulosa Isla de los gigantes... El nombre lo decía todo "gigantes" no había mas que decir, el problema seria salir de aquí fue fácil llegar pero la salida seria el dilema, parece que tendremos que explorar un poco, tal vez encontremos algo interesante por aquí.
Mire al hombre, el esclavo que nos acompañaba... Una vida es una vida y tal vez el hombre sepa hacer algo útil, le miré fijamente y luego a Patroclo el cual cargaba una cara bastante mala, expresando su enojo e indiferencia, el esclavo se me acerco y me inicio la plática.
- Disculpad joven príncipe... ¿Usted sabe donde estamos?- preguntó con un respeto como si yo fuera el príncipe de sus tierras.
- Hombre... llámame Adelphos, tan solo soy un guerrero mas en estas tierras-le dije en primer lugar- y bueno, no es ningún acertijo el nombre del lugar donde nos encontramos, la Isla de los gigantes.
- ¿En verdad existe tal lugar?- dijo como si no conociese nada sobre el mundo
- Si existen los dioses, también existe algo así ¿no lo crees?- dijo dirigiéndome a el esclavo.
- Patroclo tiene razón- dije, ¿Mi hermano, hablando con esa humildad?
- ¿Y tu nombre es?- le pregunto mirándole.
- Mi nombre es Aetos, y vuestro nombre, noble hombre- pregunto humilde el esclavo.
- Yo soy Patroclo, príncipe de Tesalia, comandante del ejercito tesalonicense, pero puedes llamarme Patroclo, como mi hermano dice "en estas tierras tan solo soy un guerrero"- le dijo en tono mas humilde al que acostumbraba hablar.
Al parecer mi hermano estaba cambiando su actitud para bien, menos mal que lo hace, si no tendríamos severas riñas entre él y los demás, pero si había algo que tenia en duda era el por que había traído a Calisto, debió haber traído a otro guerrero, la mente de Patroclo era un enigma total.
Mientras Demetrius y Calisto estaban con Heracles, nosotros seguíamos explorando, mirando maravillas, de repente topamos con un poblado - ¡¿Que rayos?!- dije al ver la figura de un hombre enorme acercándose-¡¡HERACLES¡¡- grite llamando a los demás.
by hunterhelmsleyhearst