19.7.11

Cap 179

Epifanía & Mor

Que recuerdos… Comencé a recordar un par de segundos la última vez que comí una. Un no muy grato recuerdo.
“…Él se había ido y Perséfone estaba ocupada… Así que curioso caminaba ligero por entre las piedras, para llegar a ese lugar donde Hades escondía cosas varias, mire las infinitas repisas de mármol, yo era demasiado bajo, con suerte le llegaba a Perséfone un poco más arriba de la cintura, pero la curiosidad, había visto a ambos comer de esa bandeja y yo quería saber que era, quería comer un poco. Sonreí al ver la distancia, seria entretenido.
Comencé a escalar las repisas, mientras el suelo se iba haciendo cada vez más lejano, pude ver la bandeja resplandecer, frente a mí, me dio un hambre brutal. Reí, para alargar la mano, mirar hacia los lados y llevarme una a la boca, mis ojos se abrieron de par en par. Comí otra, comí otra. Quizás en total 3, pero eso fue lo necesario para dejarme en un estado catatónico.
Olvide cuanto tiempo pase ahí. Era lo más rico que había probado en mi vida, ¡Nunca!...”
Cuando Hades volvió, yo estaba tirado en el suelo lleno de restos de ambrosia, Hades furico, recuerdo que me arrastro por los suelos, me hizo comer para disque desintoxicarme un montón de cosas del inframundo. Me prohibió la entrada a esa habitación, y me amenazo con tirarme a la estigia. Si no hubiese sido por Perséfone, se hubiese saltado todas la anteriores y el arrastre hubiese terminado en a la Estigia.
-Ni lo pienses Mor- musito Epifanía apuntándome con su dedo, debió pensar que en cualquier momento le robaría la caja.
Enarque una ceja, divertido– Tranquila, me la robare mientras duermes, algún día tendrás que cerrar los ojos- bromee, ella acuso la mirada.

-Ya Mor. En serio, me lo dieron para momentos en sea de vida o muerte -musité y el asintió -Y no te veo muriendo como para necesitarlo -comenté y el enarcó los hombros.
-Por eso digo que cuando te duermas... Lo saco -agregó. Negué.
-Ya. Después te lo robas... Ahora iré a darle un poco a Zorba, espero que el cuchillo no le haya llegado al corazón -comenté a la vez que comenzaba a caminar.

-¿Y tú la has comido?- le pregunte mientras caminábamos por el pasillo para llegar a la habitación del médico, por poner tema de conversación.

Asentí -Lo probé por primera vez a los 7 años... Recuerdo que dormí como por un día -musité mientras recordaba aquel momento -Desde entonces Atenea me da cuando voy a verla a veces -musité y al mirarlo, el asentía con una ceja enarcada. -¿Qué? -pregunté.

No pude evitar después, esbozar una risa por lo bajo… Y es que al compararlo con mi experiencia con las ambrosias, su historia era ¿Inofensiva? Tenía que ser una muy servicial sierva… Para confiar algo como eso en tiempos como estos… -Eres muy cercana a tu dueña por lo visto- comente, mirando la caja.

-Imagino que... -y me arrepentí de decir lo que iba a decir -Debe ser porque la conozco desde siempre... Si es eso posible -musité mirando el suelo -Aunque a veces pienso que lo hace de alguna manera para recompensarme... Cómo un caballo que trota bien o un león que obedece a su amo -musité y luego cambié le gesto de mi rostro que poco a poco se ponía oscuro -Así son los siervos, ¿No? -musité con una sonrisa entrando en el camarote de Zorba.

La mire un momento y vi cómo se iba apagando. Al parecer esto de captar su realidad, era algo que parecía preferir no comentar, un punto incómodo. Vi como caminaba más rápido parecía huir inconscientemente del asunto, coloco su mano en la puerta rápidamente. Coloque mi mano en su hombro.
-Ya tranquila no es necesario que corras, no tienes que huir al menos no de mí, solo era un comentario, estamos conversando- musite mirándola para proferir una sonrisa ladeada pareció mejorarle la cara. Solté su hombro y entramos.

Quizás mi rostro no lo mostró, pero si, viniendo de él era extraño, agradable un comentario como ese, pero extraño. Así que terminé asintiendo, tenía razón, no tenía que huir, de todos modos era inútil.
-¿Y quién huía? -bromee mientras entrabamos, Mor negó.
Una vez dentro ambas chicas nos observaron, les sonreí y me acerqué al médico.

Al cruzar el portal me detuve en un lado y me apoye en la pared. Las sonrisas se quedaron para Epifanía.
-Y bueh… ¿Sobrevivirá?- comente, mientras miraba la habitación en general, después las chicas, después al moribundo.
-Como dices eso Mor…- respondió Cyrene mirándome con cara de perros.
-Estoy siendo objetivo.
-Cuando despierta nos da instrucciones, para ayudar a mejorarle, pero creo que necesitaremos algo mejor. Tenemos mala suerte de que los médicos…- Rea iba a terminar pero Epifanía ya se acercaba a la cama.
Epifanía, bufo y negó ante la broma, pues se sabía que después de la ambrosia, tendría una “recuperación milagrosa”. Y sabía que yo sabía.

Me acerqué, tomé la caja y la abrí. En seguida tomé un poco de ambrosía y acerqué mi mano al rostro de Zorba. -Zorba... Despierta -musité meciendo su rostro. Él entreabrió los ojos y me miró lucido a penas -Debes comer esto -musité.
-¿Qué... qué es? -logró articular.
-Se llama “come y calla” y es mejor cuando no se pregunta -sonreí y acerqué la ambrosía a sus labios. Él la comió y luego cerró los ojos. Miré a Mor -No creo que lo haya matado -musité con duda. Él negó.

-Nah… es solo una- respondí. Cyrene y Amisthy se miraron un momento sin saber de qué rayos estamos hablando.
Me estire.

-Bien... Con esto dormirá hasta mañana -comenté y Cyrene me miró.
-¿Qué remedio es ese? -preguntó. Sonreí.
-Uno muy poderoso y codiciado. Roguemos porque su existencia quede en estas cuatro paredes -ambas chicas asintieron -Bien... Si viene Patroclo asegúrense de que no entre...
-Nadie sabe de lo que es capaz -musitó Amisthy y todos asentimos.
-Bien... Creo que después debemos relevar turnos -sonreí -Iremos a comer algo, después cambiamos -agregué y ellas asintieron.

La habitación comenzó a sumirse en la oscuridad, lentamente, mire la sombra y pensé en las sirenas.
-Las sirenas…- murmure un poco preocupado, hace un par de minutos había actuado como un completo… Estúpido hipnotizado…
 
-¿Qué hay con ellas? -pregunté a la vez que cerraba la puerta.

-Me pregunto cómo sobreviviremos a otro ataque… Por asuntos numéricos ustedes están en desventaja- comente –Además de la fuerza física, en el aire libre somos… Unos suicidas, encerrados nos volvemos bestias…- medite en voz alto, cruce los brazos.

Comencé a subir la escala y me detuve -Entonces, en otra palabras, dices que si no se amarran para que no se dañen, en más de un sentido, serán más que un estorbo para nosotras cuando estemos "intentando" defender el barco?

-Eso podría ser una medida, pero hay que recordar que también amarramos al que conduce el barco y sabe del barco…- comente. - ¿Cómo vas con eso de aprender a defenderte?- y terminamos de subir las escalera hacia cubierta.

-Veamos... He estado practicando, pero no defensa propia, sino que defendiendo a babosos para que no se maten ellos mismos y la única defensa que hice, fue quizás, contra una sirena que no estaba interesada en mí tampoco así que... Pésimo. No he practicado nada -sonreí y ladeé el rostro.

-Puedo tomarte la palabra de querer aprender y por ahora ensenarte un par de cosas acorde para el momento de crisis, cosas que no requieran de mucha fuerza- la mire de arriba abajo, para después asentir.

-Eso sería de gran ayuda -asentí y miré un segundo la cubierta -Lo que necesito es algo con lo que pueda defenderme sin utilizar mi arco... Soy muy mala usando las manos -negué mientras las miraba. Noté que aun cargaba la caja.

-Hecho- musite para ver que miraba la caja, para después estirarme –No te voy a decir que la dejes en tu habitación, desaparecería… Pero te recomiendo tenerla cerca, ponerla en donde las veas- el amanecer estaba cayendo, Adelphos hablaba con Dinethos y miraban la isla en el horizonte.

Asentí. Bajé a guardar la caja. Llegué al sitio donde había dejado mis cosas así que tomé mi morral, metí la caja y la amarré a mi cintura. Tomé mi arco, mis flechas y subí. No estaba de más tenerlas cerca.

Adelphos me miro al subir a cubierta, termino de hablar y se fue, Epifanía comenzó a subir a cubierta. Adelphos se acercó a mí –Yo me voy a la habitación, a encerrarme, tu deberías hacer lo mismo. Dinethos le va a dar instrucciones a Amisthy- iba a continuar pero le interrumpí.
-Me gustaría ver como las mujeres del barco intentan controlarnos en caso de que salga mal las cosas…
Adelphos me miro.
-Tomare en cuenta tu advertencia Adelphos… Gracias.- La palmada en el hombro le molesto.
Epifanía llego y Adelphos se fue. Mire a Epifanía- ¿A ver y el arco es para?- le comente.

-¿No esperas que si llegan las sirenas me abalance contra ellas a luchar? -pregunté, el enarcó una ceja -...¿Lo esperas?

-No, no lo espero… Si no tendrás que aplicar lo aprendido y ya habremos empezado mal, pues yo tendría que estar en mi habitación- musite.
Para proferirle con la pierna izquierda, un pequeño pero certero golpe un poco más arriba del pie, casi como un barrido, la chica se tambaleó para casi caerse, la tome por el hombro. Me reí.
-¿Y dónde quedo la alerta constante, en caso de que llegaran las sirenas?- le dije mientras seguía riendo por lo bajo. – Siempre alerta, hasta cuando duermes… No hay sorpresas.

-¡Mor! -grité mientras me alejaba de él -¡No hagas eso! -le advertí, entonces él se cruzó de brazos y me miró serio -No hagas eso… Aún-corregí y dejé el arco y las flechas en el suelo. Suspiré... Pero qué maestro me había encontrado -Ya... comencemos... Aunque si me explicas antes de tirarme sería más fácil -musité.

-Es que eso no era necesario que te lo explicara, debiste haber estado alerta- comente para de la nada volver a hacerlo.

Me afirmé de su brazo y me levanté. Lo miré con el rostro impávido, tragándome las ganas de gritarle en la cara que no repitiera lo que fuera que estaba haciendo y solo suspiré.
-Bien. La primera vez es tu culpa... La segunda es mía -comenté y me erguí -concentración- pensé una y otra vez.

-Ah, me encanta es mi culpa…- masculle para después erguirme – Lo importante, no es lo que hace con eso- señale el arco –es lo que haces tú, con tus manos, tienes que ser rápida y observa el punto débil- musite para llevar mi dedo índice a su mejilla, la chica perdió estabilidad y amenazo con caerse. Esboce una risa por lo bajo – A ver a ver, ¿Tu andas siempre así por la vida?- comente sujetándola del hombro de nuevo.

-No... -mentí. Entonces él enarcó una ceja y negué -Quizás... Es que no estoy acostumbrada a enfrentarme a las personas... ¡Mírame! No tengo fuerza... -miré el suelo un poco, y solo un poco frustrada -Puedo moverme rápido con mi arco... Sin él podría hacerlo también, pero nunca lo he hecho... Muy bien- terminé. Entonces Mor quedó pensativo un momento, observé la forma en que se paraba, las piernas un tanto abiertas y rectas, ladeé el rostro e intenté imitar su postura... Se sentía más estable, qué diferencia -¿Y ahora qué? -musité.

-Es verdad, un cachorrito tendría más fuerza que tú y seria hasta más amenazador… Y espera, no hagas eso, al menos que quieras pasar por niño en un barco- comente colocando la mano en su hombro y cambiando un poco su postura. –Quizás esta te quede mejor, debes buscar la que mejor te acomoda, no todos somos iguales- comente. -A ver, es verdad, no tienes fuerza, no la tendrás- comente.
-¿Gracias?
-De nada- agregue –Por eso es que quizás te enseñe más a como pensar en un combate cuerpo a cuerpo, usa un arma, eso queda para otra- comente para volver a rápidamente, pasar mi pierna y golpear levemente su tobillo, para que volviese a caer.

-Algo me dice que disfrutas esto -comenté mientras volvía a levantarme. Entonces Cyrene y Amisthy aparecieron en la cubierta y nos miraron extrañadas. Suspiré -Intento aprender a luchar -expliqué y ambas asintieron.
-Adelphos nos dijo que subiésemos... Él se quedó con Zorba y Heracles y en otro cuarto dejaron a Keops con Patroclo y Dinethos... Creo, o algo así explicaron... -musitó Amisthy. Asentí y luego miré a Mor.
-Ya casi se pone el sol y lo único que me has enseñado es a caer -musité mientras esperaba, más alerta que antes ante su... Estúpido movimiento que me hacía caer.

-Sí, es cierto, se disfruta, es chistoso.- comente para llevar rápidamente mi mano a dentro de la capa y arrojarle el pan a Amithy que lo esquivo con dificultad, mientras le aplicaba el mismo movimiento a Cyrene pero intento pisarme el pie con rabia.
-Bueno, están alertas…- comente –No es solo a ensenarte a caer, es estar preparado para cualquier circunstancia, en cualquier momento algo puede salir mal… -Amisthy parece estar así todo el tiempo, Cyrene pues al parecer me tiene catalogado como tipo de cuidado por consiguiente cualquier movimiento que haga provoca una rápida reacción. Dos posturas, validas totalmente en tiempos de guerra- comenté.
 
-En resumidas cuentas, soy la única que camina por la vida predispuesta a que la tiren -comenté mirando mis pies. -Ya... Tírame -musité en dirección a Mor. Él me miró.
-¿Cómo?
-Que me botes... Hasta que ya no caiga -musité mientras lo miraba fijo. Sonreí, parecía no creerme -Es en serio... No seré espartana, pero si no tengo de otra forma... De algún modo tendré que aprender a estar alerta -terminé.

-A ver Epifanía- me acerque a ella – Deja de mirar el suelo con debilidad. No estoy aquí para reírme de ti, eso lo puedo hacer en otro momento -ella me miro -Si quieres que no te bote, deberías empezar por creerte, aunque no puedas, según tú, que yo no puedo botarte, que tú eres como una espartana- agregue – Cuando lleguen las sirenas y yo esté aquí, ¿Qué crees tú que podrías hacer al respecto para reducirme?

-¿Sin el arco? -pregunté -Porque con el arco me sería muy fácil -él enarcó una ceja... -Bien... -lo observé atentamente de pies a cabeza -Podría golpearte en las costillas con los dedos... Eso hace que la gente se retuerza, ahí te agacharías y tendría tiempo de golpearte en el cuello -entrecerré los ojos y lo miré atentamente -Imagino que el cuello es zona débil para todos... -comenté mientras pensaba en lo que haría con el arco, pero sin él.

-Interesante… Quiero que lo intentes- le dije parándome frente a ella a una distancia prudencial -Que lo intentes hasta que me reduzcas.

-Bromeas... -musité. Él negó. -Pero estás consiente que en presencia de las sirenas te vuelves un... Hipnotizado... ¿No? Qué me ignoras... Ahora sería diferente...-argumenté.

-Entonces piensa diferente…- musite –Vamos… No puede ser que sin intentarlo ya estés tirada en el suelo, tu diosa, ama y señora de la razón y la guerra no estaría muy orgullosa. -¿Qué?- dije para volver a hacer el movimiento.

-Bien. Lo intentaré -musité y me planté frente a él. Lo miré fijo mientras entrecerraba los ojos y cuando lo decidí. Me acerqué a él y llevé mi mano izquierda a su rostro, entonces él la agarró fuertemente. Sentí la presión sobre los morados que me había dejado antes en la muñeca pero no tenía tiempo para ellos, porque mientras él me afirmó una de mis manos, yo llevé la otra justo al sitio de su pecho en el que comenzaban las costillas, qué considerando su altura... Y cuando enterré mi mano justo en aquel sector sensible qué provoca retorcerse, él se encogió y me agarró la otra mano, hizo un par de movimientos y ya me había dejado fuera de combate.

Deslice mi pierna y volví a repetir el movimiento, ella callo, ambos caímos. Estaba en una llave, totalmente reducida.
-Puedes salir de esto- musite.
-No puedo
-Si vas a seguir así no me arriesgo más y me voy- susurre – El codo derecho.

Giré mi rostro y lo miré. Él asintió a la vez que soltaba la llave en la que estábamos metidos y cuando se levantó me estiró la mano. Me paré y suspiré a la vez que ponía mis manos en la cintura -Si las sirenas llegan... Tenemos que estar seguras de que no se harán daño metidos allí en los camarotes -el me miró y enarcó una ceja, entonces apunté el machete -Debes dejarlo -musité y sonreí.

-¿A ver esto es venganza no?- musite –Yo no – dije mirándola fijamente - Y hago hincapié en lo que sigue- cruce los brazos –NO suelto mi arma.

-No es venganza -comenté y sonreí -Gracias por mostrarme las mil formas en la que puede caer una Epifanía -agregué y el asintió -No, es en serio... Gracias. Y por eso mismo te lo digo. No puedes quedarte con el arma ahí dentro -el negó -Vamos Mor... Sabes que tú y tu arma... Son mala combinación frente a una sirena -volví a sonreír.

Suspire. –Sabes…- me gire para caminar unos pasos - Te la doy si logras quitármela- me di vuelta y me estire.

…-Hecho- pensé. Me acerqué a penas un paso y agarré su capa, la tiré y Mor se giró mirándome con rostro de "matate", de inmediato agarró su machete con la izquierda firmemente, me agaché, él estiró una mano y me agarró del hombro derecho. Sentí el apretón empujarme hacia atrás, pero me logré afirmar de su antebrazo y luego de su brazo con ambas manos, lo tiré con todo el peso de mi cuerpo, él se fue hacia adelante, hasta que se afirmó en su pierna y dejó de caer, ahí apliqué toda la fuerza que pude haber tenido y lo golpeé en la pierna, pero tenía las protecciones en su pantorrilla, así que no me quedó de otra que intentar patearlo por el costado, no logré tirarlo, ni cerca, pero si se tambaleó y debió apoyar su otra rodilla en el suelo, me miró frunciendo el ceño y cuando fue a soltar mi hombro, mi mano izquierda se agarró de su cuello, específicamente del cabello en su nuca y cuando el tiró la cabeza hacia atrás, llevó su mano izquierda al mismo sitio para liberarse de mi mano, entonces liberó mi hombro al fin, así que con la mano que aun afirmaba su antebrazo agarré el machete. De inmediato la presión en mi muñeca, su mano me afirmó fuertemente, tiré un par de veces y como no cedió intenté su concejo, mi codo golpeó su pecho, no con tanta fuerza como habría deseado pero el alivianó la presión en mi mano, la moví rápidamente y lancé el machete lejos. Mor me miró, no estaba lejos, pero en el instante en que Cyrene lo tomó entre sus manos, ya no hubo nada que hacer...

Mire el machete, dirigiéndole una mirada de recelo a Cyrene - Por su bienestar físico y mental, no lo pierdan. TU- señale a Epifanía, - Me lo quitaste, tu eres la responsable. Me estire sin voltear varias veces a mirar mi arma, súbitamente hasta incompleto me sentía.

By Double_Angy & KatrinaxStevens