Epifanía
-Entonces déjame ir, quiero más loto –murmuré intentando no reír. Lo tenía muy cerca, demasiado y comenzaba a sentir la necesidad de acercarme aún más, embriagándome en su aroma cada vez más familiar, a pesar de que sus palabras me hubiesen asustado. No quería acercarme y a la vez si quería. -¿Eso tiene sentido?- pensé sonriendo.
De pronto tomó mi rostro con una mano y buscó algo rápidamente con la otra, un pequeño frasco que acercó a mi boca y me obligó a beber. Era asqueroso, no sabía a loto y yo quería loto. Era divertido ver la expresión de Mor intentando que lo bebiera.
-Traga –ordenó. Me revolví entre su mano que me afirmaba por el hombro contra la pared y la otra que me afirmaba fuertemente el rostro. Intenté empujarlo, todo era tan gracioso, Mor ahí forzándome a beber algo asqueroso y yo que no podía sacármelo de encima a pesar de que realmente no quería -¡Traga! –gritó. Entonces me dio un intento de risa y reí y el líquido salió disparado desde mi boca y me dio aún más risa el solo ver la expresión de Mor. -¡Era verdad! ¡Podía fruncir el ceño aún más!-.
De pronto él bebió un poco… -¿Por qué bebería algo tan asqueroso?- pensé. Se acercó a mí e invadió mis labios con un beso, intenté soltarme de su agarre pero su mano en mi rostro comenzó a presionar mis mejillas aún más fuerte y más fuerte. Quería reír ante su insistencia, quería gritar me que soltar o… ¿Quería seguir jugando? Y cuando ya el dolor en mi cara fue insoportable, abrí los labios y Mor hizo pasar el líquido a mi boca, debí beberlo, aunque fuese asqueroso, aunque no fuese loto. Pasó rápidamente por mi garganta, estaba intentando no guardar aquel sabor en mi recuerdo y entonces, como si estuviera aliviado de que hubiese bebido el líquido, Mor respiró suavemente, envolviendo mi rostro con su tibia respiración y despertó un impulso, mi lengua intentó saborear aquel aliento desde su garganta y en la búsqueda encontré su lengua, el sabor del líquido se había ido y solo podía sentir a Mor, solo Mor. Sus manos de pronto dejaron la fuerza, soltaron su agarre y mientras comenzaba a saborear sus labios, acerqué mis manos a su pecho, sintiendo cada tacto de su piel tibia, caliente. Sentía sus manos en mi espalda, mi cuello, recorriendo mi piel, haciendo estremecer mi cuerpo con cada contacto. Subí, de pronto quería acercarlo a mí, mi lengua comenzó a descubrir placer en lo que jamás había considerado y mi piel no podía dejar de tocarlo. Acerqué mis manos a su cuello, subí mis brazos, sentía sus manos en mi cintura acercándome a su cuerpo tibio, el placer de sus labios que poco a poco comenzaron a bajar, mi mejilla, el borde de mi rostro, mi cuello, sentía su respiración en mi cuello y el estremecimiento regresó a mi cuerpo, recorrió mi espalda y mis brazos se aferraron a su cuerpo, comenzaron a acariciarlo, a subir hasta su cabello. Un beso en mi clavícula me causó cosquillas de pronto, fue extraño… De pronto mi respiración estaba muy acelerada, tenía calor, mi mirada bajó y había alguien ahí… -¡No!- pensé negando -¿Qué estaba haciendo?- y de pronto sentí cansancio, era incapaz de moverme, era incapaz de quitarme a quien fuera que estaba encima de mí. Su aroma, de pronto me sentí envuelta en aquel aroma a azufre y cenizas y supe qué sucedía, quien era el que liberaba mi aliento de forma estrepitosa y mis manos pasaron desde su cabello hacia su rostro, alzó la cara en mi dirección y mi mano impactó de lleno ella, con rabia, con… ¡Ah!
-Veo que ya despertaste Epifanía…- dijo sonriendo, mientras se separaba de mí, sosteniendo firmemente el frasco entre sus manos. Miré sus labios.
-Eres un estúpido, un aprovechador, un timador, un ¡Arg!- exclamé furiosa mientras intentaba golpearlo, intentaba algo.
-Si ¿Y cómo lo dices y lo roja que estas se supone que tengo que creerte?- apreté las mandíbulas y lo miré fijamente.
-¿Crees que me gusta oler a azufre?- apresuré retrocediendo un paso mientras comenzaba a pasar mis manos por mi cuerpo, mi ropa, asustada, completamente aterrorizada de lo que había hecho.
-Bueno por lo menos es mejor el azufre que el olor a Atenea ese que tienes. Te hice un favor…- agregó.
-¡Arg!- exclamé acercándome a él, pero no, mi estúpido cuerpo no resistió firme y me fui hacia un lado, perdí el equilibrio y el me afirmó -¡No me toques!- grité mientras intentaba apartar su mano de mi como fuese.
-¡Y tú no grites!- contestó, maldito. No tenía idea en que lio me había metido.
-Yo grito cuando quiero- me solté de sus manos, volví a tambalearme.
-Mejor vamos a buscar los demás antes de que te desmayes de nuevo- y como si nada tomó mi muñeca y me tiró, comenzó a caminar y yo siguiendolo, no podía soltarme, su mano era imposible, era metal alrededor de la mía. Lo intenté, no quería que me tocara pero no me soltaba.
-¡Te dije que no me toques!- exclamé.
-Vuelves a gritar Epifanía y te juro que te mato… - dijo en mi dirección, su rostro furioso porque había alzado la voz me hizo detener mis intentos de liberarme, tuve miedo de que cumpliese su palabra a fin de cuentas, estaba claro que en esta isla, cualquier cosa podía pasar y realmente de él podía esperar lo que fuera. Era un desagradable.
Me soltó al fin, como esperando que ya no me cayera al caminar y entonces me apresuré a caminar adelante de él, totalmente lejos de él y su estúpida sonrisa de victoria. -Maldito idiota...-pensaba una y otra vez sin dejar de mirar al suelo y empuñar cada vez más fuerte mis manos... -Maldito idiota... - pensé una vez más al mirar a Mor y este, devolverme la mirada, con esa sonrisa incluida... ¿Qué se cree? Acaso piensa que puede venir y... ¡Besarme! Claro... Todo porque el otro estúpido de Adelphos también lo hizo, pero eso no significa que cualquiera viene y... y... y me besa. No señor. No soy una pornai. Es más... ni siquiera busco nada en nadie, esposo ni nada. Y claro, primero viene Adelphos y me besa, y después el otro maldito idiota, me da a beber esa cosa asquerosa y que mejor manera ¡Qué un beso! Ni como que me haya gustado, para nada, me cargó, es decir... ¡Fue horrible!
-¡¿Qué?! -grité mientras me detenía y miraba a Keops, aun sonriente y burlón incluso después de aquella paliza que le dimos -ejem- con Mor... Bueno, que le di.
-Nada, nada... Deberías tranquilizarte
-comentó asintiendo mientras se cruzaba de brazos.
-Keops... No estoy para tus
comentarios, solo déjame enojarme durante un rato y ya verás que se me pasará -
-¿Y todo esto por un...?
-¡¡¡No!!! Lo digas... -dije mientras apuntaba
a Mor y este, aguantando una risa, negaba con la cabeza y enarcaba los
hombros...
-Bueno, bueno... ¿Dónde está Adelphos?
-preguntó Heracles.
-La última vez que lo vi, estaba
dormido en el piso de la habitación en que estaba yo -comenté. Todos asintieron
y se encaminaron hacia allá...
-¿Te refieres a esa habitación en la
que dormías rodeada de cuerpos desnudos de decenas de personas... Hombres y
mujeres... En la que tú estabas tan divertida...? -sonrió Mor luego de su
comentario -Quizás que estabas haciendo -musitó.
-Si Mor -musité mientras me acercaba a
él y lo miraba entre seria y totalmente ahogada por la rabia -Ese mismo cuarto
lleno de personas desnudas donde antes de que se encontrara tan lleno de
personas desnudas, había una privacidad increíble donde Adelphos y yo... -no lo digas- Nos besamos -susurré con
una sonrisa pensativa -Y te diré que fue mejor que el beso que me diste
antes... -mentí... ¡Uhg!- Mor frunció el ceño y siguió caminando.
-¿Besaste a Adelphos? -preguntó Keops
con una sonrisa y algo de sorpresa. Sentí un escalofrío.
-El me besó, pero no es algo que vaya a
repetir... Además, no estaba en mis cabales -finalicé y seguí caminando.
Llegamos a la habitación, estaba vacío, solo Adelphos durmiendo en la cama... O riéndose a carcajadas mejor dicho. Mor se acercó tranquilamente a él, lo tomó por la ropa y le pegó una cachetada... Adelphos continuó riendo, pero cada vez menos...
-¿Por qué lo golpea? -preguntó Heracles.
Llegamos a la habitación, estaba vacío, solo Adelphos durmiendo en la cama... O riéndose a carcajadas mejor dicho. Mor se acercó tranquilamente a él, lo tomó por la ropa y le pegó una cachetada... Adelphos continuó riendo, pero cada vez menos...
-¿Por qué lo golpea? -preguntó Heracles.
-Creo que no tiene más de ese...
Líquido -comenté.
-Ah... Como yo -dijo Keops, yo asentí y
repentinamente...
-¿¡Qué rayos intentas!? -gritó Adelphos
mientras se levantaba y Mor le sonreía.
-Te despierto... Tenemos que marcharnos
-
-¿Pero estás loco? ¿Cómo me despiertas golpeándome?
-
-Mira, sea cual sea la forma, debemos
irnos... ¡Ya!
-Maldición... -musitó mientras se
levantaba y salía del cuarto. Le seguimos y repentinamente...
-¡¿Dónde está Herotarco?! -pregunté
mientras miraba a nuestro al rededor y notaba su ausencia...
-No lo sé, estaba abajo y...
Y todos comenzamos a buscarlo, estaba perdido. Nadie lo recordaba o lo había visto. Creíamos que lo habían matado o algo, al menos yo, pero eso era imposible... Estos Lotófagos eran imposibles de hacer algo así... Si incluso Paris se notaba un ser totalmente pacífico...
-Ahí está... Vamos por él -musitó Adelphos.
Y todos comenzamos a buscarlo, estaba perdido. Nadie lo recordaba o lo había visto. Creíamos que lo habían matado o algo, al menos yo, pero eso era imposible... Estos Lotófagos eran imposibles de hacer algo así... Si incluso Paris se notaba un ser totalmente pacífico...
-Ahí está... Vamos por él -musitó Adelphos.
-¡Herotarco! -gritamos llamándolo, pero
él no respondía, no nos ponía atención. Estaba rodeado de mujeres, bebiendo y
comiendo loto.
-¿Que sucede? -preguntó con una
sonrisa.
-Debemos marcharnos... Vamos -musité
mientras le quitaba la copa de las manos y Mor junto a Heracles se ofrecieron a
separar a las mujeres de él... -Que
gentiles-
-Yo no me voy... Estoy bien aquí
-musitó.
-¿Qué?
-Es cierto... Mujeres, bebidas y
diversión ¿Puedo pedir algo más?
-Es una buena respuesta -musitó Mor. Le
fulminé con la mirada.
-¿Qué estás diciendo? Debemos irnos
-musitó Adelphos mientras tomaba al espartano del brazo y tiraba de él, pero
Herotarco quitó su brazo de manera agresiva y frunció el ceño-
-No entendieron. No voy. Estoy fuera.
Me quedo -finalizó mientras me arrancaba el vaso de licor, bebía un gran trago
y volvía a sonreír.
-¡Bien! -gritó Adelphos molesto y se
marchó-
Así todos le siguieron, pero yo no podía irme así nada más.
-Herotarco...
Así todos le siguieron, pero yo no podía irme así nada más.
-Herotarco...
-Epifanía. Vete. Todos se fueron. Si
ellos no comprenden que soy feliz aquí, entonces... -finalizó y sonrió.
-Que seas feliz -comenté -Espero que
los dioses te sepan guiar -me despedí con una sonrisa y seguí a los demás.
Caminamos y caminamos por el borde de la isla, no hacía ni calor ni frío, pero de todos modos íbamos exhaustos. Repentinamente divisamos una isla, no estaba lejos... Diría que más cerca de lo que habíamos caminado desde la mañana, que si era mucho.
-Nademos -musitó Keops.
Caminamos y caminamos por el borde de la isla, no hacía ni calor ni frío, pero de todos modos íbamos exhaustos. Repentinamente divisamos una isla, no estaba lejos... Diría que más cerca de lo que habíamos caminado desde la mañana, que si era mucho.
-Nademos -musitó Keops.
-¿No necesitamos un barco? No creo que
seamos... –comentó Heracles.
-SI no hay otro modo... -comenté
mientras amarraba a mi cuerpo mi arco y mis cosas y me internaba en el agua.
-¿Estás loca? –agregó Mor.
-Un poco desquiciada... Gracias -musité
y junto a Keops, comenzamos a nadar en dirección a una isla menos... Alegre.
By KatrinaxStevens