Cyrene
Había estado toda la mañana intentando
llegar a lo más alto de un árbol, un aguilucho se había caído del nido que se
encontraba muy por encima de los arboles promedio y yo solo intentaba
devolverlo ante las llamadas de las ninfas las cuales se movían nerviosas en
tierra pensando en que podría caerme en cualquier momento. Apenas dejé al
polluelo en su nido, la rama se venció y fui cayendo dándome contra varias
ramas antes de caer sobre el montón de hojas que mis cuidadoras habían hecho
para evitarme una muy fuerte caída.
Cuando me levanté y observé a mi
alrededor, encontré a Artemisa negando con la cabeza, sonreí juguetonamente
mientras me levantaba y sacudía las hojas que se me habían pegado al cuerpo y
vestido, me acerqué a ella la cual como siempre movió apenas su arco para
señalar que quería cazar conmigo. No estuvimos mucho tiempo en esa actividad
pues estaba muy frustrada y me pregunté por qué, pué sino me comentó nada. Se
marchó temprano considerando que ya tardaba más en bajar a verme.
-..De nuevo esos humanos...-susurró una
ninfa y me iré a verles comentar y me acerqué a ellas para escucharlas.
-dicen que se encuentran cerca de esta
isla-comentó otra.
-pues entonces serán las presas de los
Silvanos, ya sabes...Dionisio cuida esta isla-dijo una más, mientras se miraba
despreocupadamente en el reflejo de un charco.
-No seas tonta, ellos irán al
pueblo-dijo una más mientras me miraba severamente- y nada de andar de curiosa
en la orilla.
Asentí aun a sabiendas de que haría
caso omiso, era una mala costumbre aprendida de Artemisa, y quizás un poco de
mi carácter, me daba por estar de curiosa cuando me aburría por no hacer nada
en el bosque. Al caer la noche comencé a ir rumbo a la orilla después de
escuchar a las ninfas comentar que esos extraños habían llegado a la isla. Sentía
mucha curiosidad, ¿por qué desafiar a los dioses? Yo no podía tener queja
alguna, Artemisa cuidaba de mí, Artemisa siempre intercedía por mí aunque...no
me gustaba cuando ella me decía que era suya.
Los miré desde atrás, comer y después
dormirse cada uno, solo quedo el que vigilaba, ladeé la cabeza, era un hombre, aún
recuerdo la primera vez que vi a uno, aunque fuese Apolo y no contase, era
diferente de Artemisa y de las ninfas, me dio pena recordar aquella tonta pregunta
que hice. Me acerqué un poco más, seguramente era como la gente del pueblo, a
quienes conocía desde hace poco, temerosos de los habitantes del bosque, o
bien, odiando su presencia.
Nunca creí que fuese capaz de darse
cuenta de mi presencia y menos que fuese tan hostil, reconozco que me sentí
asustada, pero si me dejaba llevar por el miedo y la sorpresa me iría mal; fue
instinto que le apuntara, además de que me incomodaba un poco tenerlo encima mío,
solo hacía que me diera más miedo, aun así, actué lo más serena que pude, y
cuando parecía mostrar ser una persona de fiar, solo me trató peor, quise
soltarme, Artemisa me lo decía siempre, no podía permitir que nadie me tocara y
menos un hombre, pero por más que me retorcía, cual serpiente, la fuerza que aplicaba
era demasiada, y cuando susurró aquellas palabras a mi oído me produjo un escalofrió,
además de percibir un aroma muy extraño, pero no pude pensar mucho en ello
cuando los demás aparecieron.
Había otra mujer con ellos, muy linda y
me le acerqué cuando noté la forma despectiva en que miraba a ese sujeto, al
que habían llamado Mor, terminé de limpiarme mientras él sujeto que de pronto
me miró de arriba hacia abajo se acercó a preguntar.
-¿De dónde vienes?-preguntó pero solo
le miré molesta
-No te voy a decir eso-respondí y
entonces la chica se giró para verme y sonreírme.
-¿Vives aquí?-asentí y ella sonrío- ¿Hay
más gente aquí?-volví a asentir y señale la parte oeste de la isla.
-Hay un pueblo-le susurré con una
sonrisa-pero vayan por la mañana, esta noche lo mejor es estar en la orilla, así
no les pasara nada.
Todos se mostraron algo sorprendidos
ante eso, retrocedí un poco, lo mejor era no estar más tiempo con ellos, como decían
las ninfas, eran peligrosos, además, Artemisa iba a regañarme por dejarme tocar
por ese tipo. Pero él notando lo que intentaba, avanzó en clara señal de
pretender detenerme, me sentí animal acorralado.
-Ni creas que te vas-dijo y di un
respingo del susto - llévanos al pueblo ahora.
-No es buena idea...-dije negando con
la cabeza y entonces escuché a las ninfas llamándome, al parecer se habían dado
cuenta de mi escapada, pero ninguno de ellos parecía escuchar, me pregunté por
qué, los del pueblo tampoco escuchaban.
-¿Puedes al menos conducirnos un poco
hasta el pueblo?-musitó el que hablaba acerca de las persecuciones y esas
cosas.
-... ¿Por qué están en contra de los
Dioses?-pregunté mirándolos a todos con cierta desconfianza, aunque a la vez,
me picaba la curiosidad por conocer sus motivos.
Todos me miraron un momento, ¿era rara
la pregunta?, no lo entendía, también la gente del pueblo se quejaba de los
Dioses, sobre todo de Dionisio, yo no le tenía miedo pues ya Artemisa le había
advertido de lo que pasaría si sus servidores me hacían algo, Apolo estaba del
lado de Artemisa, así que estaba protegida.
-... Bien, si quieren, los conduzco al
pueblo... ¡Peor no se me acerquen!-dije señalando a todos los hombres del
grupo.
Mientras comenzaba a conducirlos,
acompañada de la chica a la cual también miraba aun con cierta desconfianza iba
diciéndoles que la mitad de la isla no era habitada por ningún ser humano y que
la gente vivía de la caza y la pesca.
-¿A quién pertenece esta isla?-pregunto
el líder de todos ellos que se había presentado como Adelphos.
-... No te diré eso-comenté mientras
escuchaba los murmullos de las ninfas...esperaba que esta noche no hubiesen
hecho sus desastres los Silvanos, o seguro la gente del pueblo volvería a darme
de pedradas.
Tal parecía que no había sido noche de
fiesta esta vez y todo lucia tranquilo, la mayoría entro mientras yo retrocedía
pero no conté con que iba a detenerme nuevamente ese sujeto que me hizo ir con
ellos pues no confiaba en mi...peor él era la persona poco confiable, tramposo,
embustero, deshonesto. Iba a meterme en problemas, eso pensaba mientras
recordaba que solo traía dos dagas más bajo la ropa y me había dejado el arco
por ser muy grande y entorpecerme la fuga.
By Wolfmanhunter_Lilith