Mor
-Nademos -dijo Keops, mientras yo le
miraba con cara de “este tío todavía debe estar bajo los efectos del loto”, una
cara de cómo “este tipo está loco”.
-¿No necesitamos un barco? No creo que
seamos...
-Si no hay otro modo... – contestó
Epifanía mientras con convicción comenzaba a amarrar su arco sus cosas al
cuerpo yo giré los ojos… A veces se notaba que nunca en su corta vida había
salido de un templo…
-¿Estás loca?- musité no pude no evitar
decir ese comentario, es que… ¡Nadar!, lo pone taaaaaan fácil…
-Un poco desquiciada... Gracias –
respondió y junto con el otro pseudo desquiciado Keops hacia la isla, miré la
isla, no estaba tan lejos, pero no, no, señor, yo no me ahogaría, sabiendo que
Poseidón anda detrás de nosotros. De pronto me di la vuelta y comencé a caminar
hacia una palmera cerca, tome mi machete y comencé a cortar.
-¿Qué rayos haces Mor?- preguntó
Hearacles.
-Pues…- corte -… Cuando esos dos se
cansen…- volví a cortar -…sencillamente se ahogaran…- corté de nuevo – y yo…-
le proferí el ultimo corte -…No me voy a ahogar sencillamente porque no leve
algo para flotar…- musité con una sonrisa ladeada para llevar mi machete en la
espalda y la palmera cayó tras de mí –Así que alguien tiene que ser el ser
pensante en frío… que al parecer a la que le debería tocar, ya que a la niña
agraciada por la diosa de la sabiduría y la previsión, no lo hizo…- musité para
comenzar a sacar la corteza.
-Yo te ayudo Mor...- musitó Heracles y
se acercó y comenzó a ayudarme
-Es lo más sensato…- agregó Adelphos
para ayudarme.
Así pasaron unos minutos, mientras
descascarábamos la palmera y cortábamos...
-Bueno alcanza para todos…- musitó
Heracles.
- Yo dejaría que Epifanía se ahogase
por su porfía…- musité mientras con un pedazo de mecate que siempre cargaba
encima en caso de emergencia amarraba las cortezas y cuando mire el rostro de
los dos, ellos me miraban con negación.
-Bueno está bien… salvemos a la
porfiada de un ahogamiento inminente…- musité mientras me sacaba la capa la
ponía en la corteza y ponía está en el mar y sonreí al ver que flotaba puse mi
pie y todavía flotaba lo suficiente.
-Bueno ahora sí- musité y los chicos
asintieron, mientras terminaban de amarrarse las últimas cosas.
Cuando vimos los chicos habían avanzado
sí, pero no tanto como para hacer el tramo inalcanzable, además pronto
comenzarían a bajar ese ritmo tan animado que tenían, así es chicos… se llama
cansancio… Una cualidad muy humana… Sonreí y comenzamos meternos al agua.
Yo iba a buen ritmo, ni muy rápido, ni
muy lento, esto era una cosa de resistencia, si ibas muy rápido quizás
llegarías a la mitad rápido pero bien cansado. Miré a los lados Heracles estaba
allí, al parecer él también sabía el secreto, mientras Adelphos iba un poco más
adelante entre Keops, Epifanía y nosotros… Ya lo quiero ver unos minutos más
tarde… Mientras respiraba por la nariz y botaba por la boca, haciendo las
respiraciones pertinentes.
-Veo que no es primera vez que haces
esto Mor…- musitó Heracles.
-Cuando la vida te da dos brazos y te
quita un bote, pues que más… Además los hombres griegos tenemos que saber de
todo, hasta nadar…- sonreí, el orgullo griego…
-Así es Mor… Me gusta tu estilo, lo
pondré en práctica- musitó Heracles para verificar como estaba su ave, que de
vez en cuando sobrevolaba la zona y volvía a un espacio del madero de Heracles…
La tarde había empezado a caer… pensé
que no lo haría nunca. Ya los otros habían disminuido el ritmo
considerablemente y de pronto ¡sorpresa! Estábamos a su lado.
-Bueno, chicos, ¿Cómo les va?- pregunté
llegando hasta le grupo con Heracles a mi lado…
-Que buena idea lo del madero…- musitó
Keops sujetando uno y descansando un poco.
-Y veo que Epifanía también le sirvió…-
ronroneé y esta me dedicó una “dulce” mirada asesina…
-No fastidies Mor…- masculló para mirar
hacia otro lado…
-Nos queda un poco menos de la mitad
del camino…- musitó Heracles.
-Hay que descansar un momento…- musitó
Adelphos un poco hiperventilado…
-Bueno…- musité con una sonrisa ladeada
mientras rodaba los ojos, diciendo en mi mente un “se los dije”… Heracles
sonrió al ver que nuestras “premoniciones” eran certeras y después de unos
minutos mirándonos las caras, porque no estaban haciendo otra cosa que
recuperar el aliento, seguimos nuestro camino.
La noche cayó y ya podía ver las
palmeras de la isla… Aunque ella se negó rotundamente, alrededor de cuatro
veces en el camino, tuvimos que turnarnos para llevarla, pues al parecer era la
primera vez que hacía esto y no tenía brazos, pero por un pequeño error de
cálculos, o cosa del estúpido destino (o los dioses que es lo mismo ¬¬) a la
hora de necesitar los maderos solo habían solo habían cuatro maderos, así que
teníamos que ir cediendo cada uno un momento y cuando llegó mi turno…
-Un gracias Mor no caería nada mal…-
musité mientras nadaba lentamente al lado, ya que, ni en sueños la llevaría
arrastras…
-No retes mi paciencia Mor, puedo irme
al madero de otra persona…- musitó
-Que es orgullosa esta sacerdotisa de
Atenea…- musité mientras me hundía en el agua.
-Mor no empieces con juegos…- dijo
Epifanía mientras miraba hacia todos lados – Si volcases tu tablas me llevo
conmigo tu capa…- dijo a modo defensa.
Y al sentir esta un cosquilleo en el
pie gritó.
-Mor, no es divertido-
-No, tranquila, no lo es, gritas
demasiado…- musité a centímetros de su rostro con cara inexpresiva y el cabello
oscuro tapándome toda la cara producto del agua.
-Eso mi querida desconocedora del
mundo, te los presento… se llaman peces…- musité mientras le indicaba el agua.
-De aquí podríamos sacar la cena…-
musito Heracles.
-Hablemos mejor de cena cuando estemos
en la orilla, ya casi no siento mis piernas.
-Apoyo la moción- musitó Adelphos.
-¿Ves?- dije apartando el cabello de mi
rostro con una sonrisa ganadora y de pronto plash, Epifanía me hundió y plash,
ella también… Eso había sido por mojarme la capa, todo el camino cuidándola y
ahora… mojada… y la saque por un brazo…
-¡Serás Mor…!- gruñó.
-Tranquila, ya no necesitas el madero-
dije irguiéndome por encima de ella y esta se soltó de mi mano y comenzó a
caminar.
-Gracias Mor…- dije agudizando mi voz
como imitándola a ella, tomé mi capa mojada corté con el machete el cordón de
la tabla y caminé hacia la arena, ya todos estaban echados en ella como
muertos, y es que como no, yo tampoco comenzaba a sentir las piernas ya, volteé
y desde este punto, la isla se veía más… lejana… Bufé.
-Estúpidos dioses- mascullé a
regañadientes.
En el Olimpo~
-Nunca pensé que logarían llegar a la
Isla…- bufó Afrodita indignada mientras se apartaba un mechón de su rojiza
cabellera.
-Era de esperarse… no cualquiera es
capaz de retar a los dioses, tienen que tener bastan te valor y resistencia
para poder hacer eso…- musitó Atenea.
-Creo que es hora de acabar con esto…-
musitó Poseidón –Dionisio, tu propusiste lo de la Isla de los lotófagos,
salieron vivos de allí, así que es tu problema…-
-¿Cómo puede ser que se te hayan
escapado Dionisio?- musitó Afrodita ya detrás de él mientras pasaba sus manos
por sus hombros.
-Además la isla te rinde culto a ti,
así que tu veras como haces…- musitó Hades acercándose -¿O acaso permitirás que
vuelvan a eludirte, Dionisio?- musitó mientras se acercaba a él. –Eso habla
mucho de un dios…- ronroneó.
-Sí, Dionisio haz algo…- musitó la
caprichosa Afrodita.
-Bueno, bueno, ahí están los centauros,
hablaré con Quirón, él y sus Silvanos se encargarán de ellos… confío plenamente
en él…- musitó con su copa de vino en la mano y una sonrisa ladeada -…Pero eso
será mañana…- musitó Dionisio.
-¡Que!- exclamaron Poseidón, Afrodita y
Hera.
-Sí, es que ahora están en plena fiesta
y no creo que puedan hacer algo en ese estado…- musitó Dionisio.
Y Afrodita y Poseidón negaron.
-Bueno, entonces cuando antes haz
algo…- dijo Afrodita, recostándose en su cómoda y observando como los viajeros
fabricaban un lugar en donde dormir mientras otros asaban los peces.
-Bueno mañana iremos a explorar la
isla, por ahora descansemos…- musitó Adelphos sentándose en la fogata y
sacudiendo las manos. Pero nadie pudo responderle ya que todos nos devorábamos
el pescado. Y de pronto como por obra de Morfeo fuese caímos dormidos uno por
uno, yo solo alcancé a tomar mi capa, que ya se había secado me la puse y me
fui hacia Keops que estaba vigilando.
-Tranquilo, ahora me toca a mí- él se
rascó los ojos, se marchó y yo me senté.
Miré el mar y vigilé y vigilé el
bamboleo del mar, los ojos comenzaron a cerrarse. Pero no, no podía dormirme…
No...
De pronto sentí alguien husmear, no
abrí los ojos, era un extraño, de pies ligeros muy cuidadoso, mis compañeros,
me hubiesen levantado los golpes y molestias, pero este no, era sigiloso, se
acercaba lentamente a mí, no me movería…
Ya terminó de examinar a su alrededor,
ahora va al grupo… y cuando dio un paso ¡Chas! Tome su pie y se cayó enseguida
me le tiré encima y saqué mi machete y de pronto ambos nos apuntábamos.
-Espera tú eres una…-
-A esta distancia podría degollarte…-
musitó ella con una… ¿fingida convicción?
-¿No eres demasiado niña para sujetar un arma?- musité serio.
-¿No eres demasiado niña para sujetar un arma?- musité serio.
-No, tengo la suficiente edad…- musitó
como imitando mi seriedad. Enarqué una ceja ¿Es que acaso para el cumpleaños le
regalaban cositas filosas ahora a las niñas?
-Mira yo no voy a hacerte nada…- dije
soltando el machete y poniendo una cara más "confiable", y de pronto
ella miró como este caía y ¡Error! Me subí encima de ella, le tomé la muñeca y
le apreté fuerte para que soltara el arma y cuando ya la había reducido.
-Dijiste que no me harías nada…- dijo
retorciéndose.
-No, es cierto… pero lo haré si no me
dices de parte de quien vienes- musité mientras tomaba sus muñecas la levanta y
la ponía contra un árbol.
-Eres una deshonra para Zeus, eres el
ser más deshonesto que conozco…- musitó molesta.
-Tranquila niña, al dios que honro, lo
que hago le encanta…-musité a su oído y de pronto llegaron todos.
-¿Que rayos sucede?- musitó Keops
-Suéltala Mor…- musitó Hearacles -¿No
ves que es una niña?-
-¡No soy una niña!- gruñó la reducida
La solté.
-Tienes que disculpar a nuestro
compañero, es algo… - dijo mirándome asesinamente Epifanía -…Bruto…- concluyó.
-No, es que con eso que ahora para el
cumpleaños le dan daguitas y juguetitos filosos a las niñas, me tiene con
cuidado…- musité y Epifanía me pegó un codazo.
-¿Bueno a que vienes niña?- preguntó
Adelphos -disculpe nuestra reacción, es que venimos de persecución tras
persecución.- musitó. Epifanía me dio otro codazo, y me hizo una seña para que
me disculpase.
-Lo siento...- mascullé entre dientes y
la niña me miró detenidamente mientras limpiaba la suciedad de su rostro.
“Claro y yo soy el bruto…” pensé
mientras tomaba mi machete y lo guardaba. Miré a la niña, muy linda de paso… le
miré de arriba para abajo, por su complexión debe de venir del bosque… eso
quiere decir que… hay un pueblo. Solo espero que no sea de comer humanos o algo
así.
By Double_Angy