Mor
Quedar tirado es poco, es como si se hubiese ido toda la adrenalina y hubiese quedado una especie de cosa tirada en el suelo… Como dice mi buen jefe Hades… Eso me dolería mañana, o … pasado mañana. Bah, mejor que sea nunca… Pero por ahora solo podía ver al estúpido de Adelphos (porque sinceramente lo que hizo no lo hace ningún otro que no estúpido) gritándole a Zeus un “aquí tienes”… Que puedo decir… la estupidez al parecer es un don de familia…
Y empezó a llover…
- ¡Bien Adelphos ahora tendré que levantarme para refugiarme de la lluvia… Gracias- refunfuñé tan bajo, que dudo que alguien me hubiese escuchado.
Bueno después de unos momentos de charlas entre todos a ver qué íbamos a hacer ahora con esto del cansancio y la lluvia, Patroclo dio una idea, que realmente se me antojo graciosa, las Amazonas lo hubieran colgado, desmembrado, desangrado y golpeado hasta morir si lo hubiesen escuchado…
Epifanía y Cyrene cocinando, eso tenía que verlo… Así que me senté a mirar, como Epifanía se enojaba, casi se le tiraba encima y Cyrene finalmente aceptaba por ambas… Esa niña, es demasiado… ingenua e inocente… hacerle una jugarreta, sería… de miserables… Ummm, me gusta cómo suena la idea. Ya tenía algo que hacer. Pero ahora no, estoy cansado y me volví a tirar en el pasto para cuando Keops había respondido lo del refugio.
Las chicas se fueron y yo seguía tirado.
- ¿Qué vamos a hacer con el refugio?- preguntó Heracles.
- Bueno no sé ustedes, pero yo el refugio que puedo hacerme ahora, es quitarme la capa, ponerla al reverso y tirármela encima como entierro Romano- musité mientras lo hacía y mi voz fue ahogada por la capa.
- Si, Mor, muy útil… ¿Y los demás qué? ¿Qué se le congelen los huesos?- musitó Keops.
- No dije eso… dije que era lo que podía hacer yo…- musité todavía tirado.
- ¿Qué dijiste?- preguntó Heracles, al parecer no me había escuchado muy bien, con eso de tener la capa encima.
- ¡Olvídalo!- le grite y negó.
Bueno, como no es lo mío desperdiciar el tiempo, me puse a pensar como lo decía mi instinto, la manera más sencilla de hacer un refugio… Y la manera más fácil no era haciéndolo, no, era encontrando una ya hecho…
Mientras pensaba, Keops ya se había parado a penas, Heracles ya buscaba cosas, Calisto buscaba cosas en su bolso, Adelphos estaba buscando cosas con Heracles, Patroclo estaba al lado de Calisto y yo, todavía ni me había movido ni un poco.
Y la visión de aquel agujero en aquel alto cerro, me vino a la mente como una epifanía, pero menos chillona, regañona y flaca por supuesto…
Me levanté de golpe, me dolió todo, pero no me importo, pues ya tenía refugio, bueno… teníamos da lo mismo…
- ¡Chicos!- musité parándome rápidamente, porque si lo hacía lentamente, me caería de nuevo. –Cuando estaba en el bosque, llegue más o menos cerca de aquel cerro que ven allá- musité señalando – Bueno cuento corto, allí hay un agujero grande, una cueva y sencillo, matamos, o desalojamos sea lo que sea que viva allá y ¡nos quedamos con ella!- exclamé. Y todos me miraron con negación.
- ¿Y si son personas?- preguntó Heracles.
- Los matamos o desalojamos- respondí.
- ¿Y si es un campamento de faunos o centauros?- preguntó Keops.
- Los desalojamos y después los matamos- musité como si la respuesta a todo en el mundo, era matar y desalojar. – Además… lo exterminamos a casi todos... Dudo que quede algo mitológico en el bosque que no sean ninfas…
- ¿Y si es un animal peligroso?- preguntó por ultimo Calisto.
- Bueno Calisto, no creo que tenga que responderte, pues ya sabes la respuesta, y si el animal es comestible agregare un… lo cocinamos y lo comemos…- respondí con mi cara de nada, ya que hasta me cansaba hablar, todo esto se pasaría cuando comiera… espero que las chicas cocinen bien…
Bueno lo de desalojar y después matar, fue algo chistoso, pues cuando llegamos, todos estábamos preparados para hacerlo cuando Heracles diera la señal y pues, nunca hubo señal, pues al parecer no había ido ser vivo allí desde hace un par de días, al parecer era un refugio de… Ladrones.
- Es increíble que una isla como esta, puedan haber ladrones y contrabandistas…- musité y todos fueron a explorar la caverna que no era muy profunda, era el lugar perfecto.
Por mi parte, creo que ya había hecho lo mío así que decidí a tirarme esta vez en la tierra de la caverna, con mi capa encima de mí.
Escuché pasos moverse de un lado a otro, buscando ramas para hacer el fuego, haciendo el fuego y ahora todos alrededor del fuego intentando quitarse el frío.
Frío que era desconocido para mí, puesto que mi capa me hacía de repelente contra agua, contra el fuego, contra posibles tormentas eléctricas (pataletas de Zeus), era bastante resistente a ataques corto punzante, el frío y el calor. La capa era sencillamente el regalo perfecto, y el único regalo que Hades pudo darme alguna vez… Hablando de Hades. Tenía que darme una buena explicación con eso de Dionisio.
Las chicas llegaron y se pusieron a cocinar. La comida realmente olía de maravilla, el olor a condimentos me hizo salir de mi estado de fermentación, para sentarme en mi puesto y mirar el movimiento rápido de las manos, el serio asco que le tenía Epifanía a la carne y como Cyrene al parecer los hábitos del bosque, la comida del bosque, la cocina del bosque, en fin, todo lo relacionado con el bosque se le hacía muy natural… El cabello rojo se le confundía con el fuego, solo encontraba una razón para que a Cyrene no se la hubiese llevado un dios para que fuese su amante, estaba la custodia una diosa, con muy mal genio y muy celosa de lo suyo, ya que con la belleza que tenía Cyrene, era de esperarse, que un dios se la llevase, para ser la madre de uno de esos semidioses que andan regados como bastardos por el mundo… Suspiré un poco de mal genio cuando Epifanía trajo mi comida e interrumpió mi observación banal del día.
- Es que si yo no te traigo el plato, tú no te mueves de allí, eres un flojo…- musitó Epifanía.
- Claro es que solo estaba esperando que vinieras a traerlo, para observar el lindo uniforme de las cocineras… muy provocativo si me lo preguntan… por cierto…- musité con una sonrisa encantadoramente ladeada mientras recibía el plato mientras con el dedo índice, le indicaba su toga.
Epifanía cerró el puño con ademán de golpearme, yo le di un sorbo a la sopa sin inmutarme. Epifanía esbozó un profundo respiro y contó hasta diez. – Pierdo hasta mi tiempo discutiendo contigo, estúpido, bruto…- musitó mientras yo con la otra mano desocupada, hacía muecas de “blah, blah, blah, blah” - ¡Arg!, ¡Eres un idiota!-refunfuñó. Se dio la vuelta para marcharse y entonces, algo le cayó en la nuca y casi le hizo perder el equilibrio.
- ¡Serás!- me gritó molesta. Al agarrar la cosa que le había tirado encima, era la capa, ella miró la capa un momento y me miró a mí.
- Si la ensucias te mato…- refunfuñé para bajar la cabeza y seguir en lo mío.
Me devoré las presas de pollo, la sopa, las frutas, las ensaladas, con la cortesía mínima que pudo haber tenido Ulises cuando se tragaba la comida después de días sin comer.
Y cuando me enteré que el pollo era no era pollo si no un pavo real, me lo comí con más ganas, pues era un sirviente de Hera… Otra de las tías con mal genio.
Me volví a tirar, pero esta vez un poco más cerca del fuego, la lluvia caía, era relajante, aunque tenias que ignorar de vez en cuanto los relámpagos estremecedores.
Epifanía se me tiró al lado.
- ¿Tienes frío?- preguntó.
- Estoy acostumbrado… Bueno miento, no estoy acostumbrado al frío- musité mientras cerraba los ojos – La capa me cubre hasta del hambre…- musité serio.
- ¿Enserio?- preguntó Epifanía algo entre dudosa y sorprendida.
- No. Pero de lo demás sí…- musité –Bueno te informo desde ya que vas a quedar con un olor a inframundo, muy característico- musité.
- Si… es desagradable…- musitó. Yo esbocé una risa por lo bajo.
- Entonces quítatela- le musité. Dudó un momento. Para quitársela.
- Me imaginé, la sensación es tan agradable, que eres capaz de aguantar el olor a Azufre… Además, después de un buen tiempo te acostumbras con el olor- musité para tirarme en su estómago y colocar la capa encima.
- ¿Crees que soy tu almohada?- musito.
- Sí, una con muy poco relleno, pero sí, eres una almohada- cerré los ojos.
- Tonto…- musitó.
Hubo un silencio, escuchaba las voces de Keops, Cyrene, Calisto, Adelphos y la otra sirvienta de Patroclo hablar. De cosas que a mi realmente me importaban poco.
- ¿Por qué no vas con ellos?- preguntó Epifanía.
- ¿Por qué tú no vas con ellos?- le respondí yo también a modo de pregunta.
Ella me miró acusando la mirada.
- Si tanto te desagrada el olor a azufre, porque no te quitas la capa y te marchas a hablar con los otros- musité.
- Haces demasiadas preguntas y tú nunca respondes ninguna.
- Tú siempre respondes todo, por eso es entretenido preguntarte.
- Tonto
- Gracias…- musité y la lluvia cesó.
Me estiré como un gato arriba de Epifanía y esta me empujó, caí al suelo.
-¡Que eres bruto!- gruñó.
Ya yo me estaba levantando y colocando mí capa. Me volví a estirar, ya tenía las fuerzas recuperadas, todos estábamos en igualdad de condiciones.
Heracles me dio unas… ¿felicitaciones? Por la batalla y eso me hizo recordar que alguien debía ser aprendido por sus estupideces. Entonces traqueteé los huesos de las manos y me dirigí a Patroclo, era ahora que alguien le hiciese notar las consecuencias de sus estupideces en la batalla.
Me acerqué tranquilamente hasta Patroclo, le coloqué la mano en el hombro este giró y mi puño se clavó de lleno en su mejilla y este hecho un par de pasos hacia atrás por el impacto.
- ¡¿Qué rayos te sucede Mor?!- Gritó Cyrene.
- Yo ya les advertí lo que iba a suceder si alguien abandonaba su posición, y de paso hubieron bajas, que quizás no hubiesen habido si no hubiese abandonado su posición, imbécil…- musité mientras esquivaba el golpe.
- ¡Paren de pelear!- gritó Adelphos.
Y yo ya le estaba profiriendo otro golpe a Patroclo.
- El que debió muerto debiste ser tu Patroclo, no tus soldados… - gruñí.
Y todos se interpusieron en la pelea.
A mi me agarró el grupo, a él lo agarró el suyo, sus perras y su hermano.
- No debemos pelearnos entre nosotros… Lo pasado pisado…- musitó Cyrene para mí.
- Quien dice que no lo volverá a hacer y ahora mueran ustedes…- gruñí.
- Te voy a matar por tu atrevimiento- gritó Patroclo apuntándome con su dedo.
- Un hombre sin honor como tú no podría matarme ni aunque lo quisiera…- musité con una sonrisa.
Un buen rato se necesito par que se clamaran los ánimos… Otro rato más para que yo no volviese a pegarle.
Decidimos que lo mejor era irse de la isla y seguir nuestro camino desconocido, hacia donde eso nadie lo sabía, puesto que los dioses siempre tenían planes para nosotros.
La noche cayó y nos escurrimos en la oscuridad de la noche para robarnos una barcaza. Puesto que era imposible que pudiésemos construir un medio de transporte en tan poco tiempo.
De pronto una sombra femenina nos miraba en el muelle. Todos nos detuvimos.
- ¿Ustedes son los rebeldes?- preguntó.
- ¿Y qué si decimos que sí?- dijo con aires socarrón Patroclo.
- Quiero unirme a ustedes, su objetivo es noble, los dioses me deben algo…- respondió con convicción la joven. Todos nos miramos.
- Bueno, si nos ayudas a robar la barcaza, estás dentro- musité y ahora todos me miraban a mí con negación yo encogí los hombros y le aclaré la cláusula más importante –Si intentas algo, las reglas son sencillas, te matamos - musité, ella asintió y todos comenzamos a correr hacia donde ella nos indicaba. Después cuando hubiese más luz, veríamos quien era esta chica…
by Double_Angy