Heracles
Nuevamente una larga mesa llena de deliciosa (¿y por que no humana?) comida se disponía frente a nosotros. Había sido un día agotador, pero confiaba en que mañana por la tarde estuviera terminado y de una vez abandonáramos esta isla. Observé con algo de cautela las furibundas miradas que le echaba Patroclo a su hermano. Eso fue porque luego de que el “medico” nos hizo abandonar la habitación donde se encontraba ahora Epifanía, fuimos a trabajar mas tiempo, pero Adelphos parecía muy preocupado por la chica y estaba algo desconcentrado. Ahí Patroclo empezó a darle cuerda a su lengua haciendo enfadar a Adelphos, quien después, “accidentalmente” dejo caer una viga sobre su hermano haciéndolo caer de bruces en la arena. No hace falta aclarar que tuve que interceder para que ambos no empezaran a pelear. Recomendé a Adelphos dejar de trabajar y... Bueno, terminamos aquí.
-Toma...- dije extendiendo un trozo de carne de no sé que a Midhos que lo atrapo con sus garras y lo devoro tranquilamente. En lo que me concernía, humana o no, ya estaban muertos, y por lo menos Midhos tenia derecho a alimentarse si quería. Yo me limité a comer apenas unos bocados, calmado y todo, sentía bastante preocupación por como se encontraba Epifanía. Tome un vaso de agua y empecé a observar a todos con discreción, en especial al nuevo.
Sabe de barcos, es gentil lo que lo coloca rápidamente sobre Patroclo, no sabemos si es buen guerrero, no es conflictivo y sabe mantener el orden (lo demostró en la manera de guiarnos para construir el barco), claro y además le salvamos de terminar como la comida de la mesa. En lo personal podría decirse que confiaba en el como el debía de confiar en nosotros, pero no le quitaría la mirada de encima.
Un chillido de Midhos, luego sus garras clavándose en mi hombro. Fruncí el ceño.
- Ya... ¿Estas hambriento eh?- susurré con media sonrisa dándole otro trozo de carne. Luego le susurré algo que entendió a la perfección. Los chicos charlaban un poco, claro... Dentro de lo que el oído de Circe debía escuchar, claro. La mujer nos miraba desde una punta con mucha atención. Se me hacia que no nos creía nada de nada, ojala estuviera equivocado pero...
- Oye...- gire mi cabeza y era Cyrene que estaba a mi lado.
- ¿Esa fui yo?- preguntó señalando mi hombro derecho, había marcas de uñas, bastantes molestas por cierto. Su mirada denotaba como... Pena, tal vez.
- No es nada Cyrene. Te comprendo...- le dije sonriendo apenas.
- Lo siento. Es que... Mor…- musitaba en voz baja, y no tratando de no hablar de mas.
- Lo sé... Sé que Mor puede ser molesto a veces- decía mientras miraba sin que Cyrene lo notara a Mor, que oía la conversación. Este alzo una ceja, yo alce los hombros apenas. - Pero trata de aguantarlo, aunque sea hasta que estemos sobre el barco lejos de aquí...- susurré. Ella asintió... – Por cierto, ¿No comes? Debes alimentarte...- agregué ya en un tono normal.
- Pues... Como que no se me antoja la carne antes humana...- dijo cruzándose de brazos, reí un instante.
- A mi tampoco, pero creo que desperdiciarla seria... No se como decirlo. Suene mal, pero ya esta hecho, y debemos alimentarnos.- la mirada de Cyrene no demostraba que la convenciera. – Si no, tienes ensaladas...- dije sonriendo acercándole una bandeja de oro. Ella me miro y sonrío.
by Silius