Epifanía
Si Heracles y Keops estaban de acuerdo…
Y la chica decía conocer el bosque… Aunque, miré un segundo a Adelphos, quien
asintió resignado y Mor que parecía entre aceptar e ir a la fuerza… Bueno… -me
resigné también, enarqué los hombros y me propuse buscar mis cosas para
marcharnos, iríamos al bosque para evitar problemas a los aldeanos y ya estaba
decidido…
Salimos a la calle, cargando nuestras
cosas y notamos que el pueblo nos veía con un resentimiento infundado e incontenido.
Y como no, ya a estas alturas debieron haberse enterado de que grupo nos
tratábamos… Los que habían desafiado a los dioses y bla bla bla… Y como les
habíamos traído problemas con los faunos, nuevamente... Creo que los
comprendía, hasta cierto punto. Algunos nos gritaban cosas y otros escupían al
suelo en nuestra dirección a modo de insulto. Nunca me había sentido tan odiada
como ahora, quizás en Atenas, pero no, nunca tanto como ahora. Además como
éramos mujeres, con Cyrene nos gritaban las peores cosas, aunque ella recibía
el premio de insultos, ya que parecían conocerla…
Algunos minutos
luego~
Ya nos encontrábamos dentro del bosque.
Era espeso, inundado de sonidos salvajes e iluminado por un cielo despejado,
celestino y brillante. El camino por el que la chica nos guiaba era un tanto…
Complicado, ya que no era un camino en sí, sino más bien era un atajo entre
árboles, arbustos, claros y riachuelos.
Avanzaba junto a ella, sin hablar
mucho. Aun me dolía el costado del abdomen y pues, no tenía mucha intensión de
hablar del tema. Maldición, por más que intentase encontrar alguna escusa o
algún responsable, no lo hallaba...
Entre el aturdidor recorrido rodeados
de vegetación y animales ocultos, miré hacia mi costado en busca del resto del
grupo, ahí caminaba Adelphos, tan orgulloso como siempre, a su costado Heracles
y tras de ellos, Keops, quien parecía querer correr más que cualquier cosa...
El niño hiperactivo. Mor lo miraba entre divertido y fomentando su
hiperactividad... Fruncí el ceño un segundo al recordar el motivo de mi dolor
de abdomen y... No, no había culpables. Y repentinamente mirando a Mor, me fijé
que tenía algo en el hombro izquierdo…
-Mor… -musité mientras me detenía, me
volteaba y lo miraba frunciendo el ceño… Tenía, tenía una flecha clavada en el
hombro.
-¿Qué quieres? –preguntó fastidiado
enarcando una ceja en mi dirección -Qué
pesado...- pensé.
-Tienes algo en el hombro –comenté
quitándole importancia. El entrecerró los ojos y pasó desconfiadamente su mano
por el hombro y cuando se topó con la flecha, sonrió mientras la miraba y
negaba con la cabeza.
-Ah… Con que aquí era… -musitó mientras
la agarraba con fuerza y fruncía el ceño divertido.
-¿A qué te refieres con “Con qué aquí
era”? –preguntó Keops.
-Es que en la batalla, si así le
podemos llamar, me hirieron y nunca supe donde había dado la flecha –comentó y
repentinamente, tiró de su mano y arrancó la flecha en un par de segundos,
dejando la herida abierta, con la carne expuesta, la sangre corriendo y también
sangre que había salpicado a Keops con el tirón, pues el chico estaba mirando
muy de cerca –Ugh… -musitó mientras miraba la flecha y asentía –Ah… Por eso no
salía, tiene puntas para dificultar la extracción…
Lo miré un segundo, entre estupefacta
por la forma en que la había retirado y por la nula demostración de molestia
con la herida… -Que bruto…- pensé
mientras buscaba entre mis cosas una venda y se la lanzaba, con suerte le dio
en la cara. Me dedicó una mirada asesina, le devolví una sutil y burlona
sonrisa, y luego miró también asesinamente a Cyrene, quien lo veía y negaba con
la cabeza, en total desaprobación, pero bueno, un par de días con Mor y dejaría
de sorprenderse. Luego de unos segundos tenía la herida totalmente vendada y continuábamos
con el recorrido.
Algunos minutos
más~
Avanzábamos un tanto… Alerta. Digamos
que el bosque nos daba mala espina a todos y por todos, me refiero a todos
menos a Cyrene, quien avanzaba como si estuviera en su propia casa. Se la veía
tan feliz, que resultaba contagioso. Pero en contadas ocasiones sentíamos
cantos, ramas quebrarse en el suelo, frutos caer y cosas por el estilo, pero la
chica se empeñaba en decir que no era más que nuestra imaginación.
Repentinamente apareció una ninfa…
Había visto a una en una ocasión, pero el recuerdo era tan vago ya. La bella
mujer se acercó a paso de bailarina a Cyrene, quien ni siquiera la miró.
-¡Cyrene! ¿Dónde has estado? Te hemos
buscado por todas partes –le reprochó con una hermosa voz. La chica ni se
movió-¡Cyreneeee! ¡Cyreneeeee! –le gritaba y le gritaba y la chica, ni se
volteaba a mirarla… Algo estaba sucediendo aquí.
Me detuve un segundo, con el rostro
ladeado y la vista fija en la chica y la ninfa. Era una escena muy extraña y
chistosa a la vez, pero lo más extraño es que cuando miré a Heracles y a
Adelphos, no habían notado ni escuchado nada del escándalo que la ninfa tenía
junto a Cyrene.
-Es que cree que no las vemos –comentó
Mor llegando junto a mí, con una risa contenida mientras ladeaba el rostro y
miraba a la ninfa. Lo miré un segundo y luego miré a Keops, quien aparecía con
las manos tras de su cabeza, asintiendo.
-¿Pero ni Adelphos ni Heracles las
ven…?-pregunté mientras miraba a la chica con la ninfa y el príncipe con
Heracles atrás.
-Así es… Pero lo que Cyrene no sabe es
que al parecer tú, como Keops y yo sí las vemos, entonces la ignora para
hacerla pasar desapercibida… Jejeje…- rió mientras se cruzaba de brazos y
negaba con la cabeza.
-¿Cómo es eso? –pregunté.
-Debe ser por la cercanía que tenemos
con los dioses… Y con todo lo que tenga que ver con lo divino y esas cosas
–apuntó Keops con una enorme sonrisa, Mor lo miró un segundo y luego frunció el
ceño.
-Bueno… Este… Muy interesante -musité
intentando aguantar la risa, pero la estridente risotada que soltó Keops de
repente, se contagió y comencé a reír ante el espectáculo que Cyrene y la ninfa
llevaban frente a nosotros… La chica caminaba sin mirar a su alrededor y la
ninfa la rodeaba y le tiraba el cabello y le tomaba las manos para llamar su
atención... Nada servía.
Lago de las
ninfas~
Repentinamente Cyrene, seguida por la
ya resignada ninfa, pegó un grito de felicidad y comenzó a correr. Mor la
siguió de inmediato, con la mano preparada para sacar su machete en cualquier
momento, y tras de él, todos comenzaron a correr… Miré a Keops, quien bufó
pensando que la chica había escapado y que por eso Mor corría y nos resignamos
a seguir a los demás.
Pero diferente a cualquier conclusión
que a la que pudimos haber llegado, Tanto Cyrene como Mor se habían lanzado a
un hermoso y reluciente lago, rodeado de ninfas que se paseaban y nadaban por
al agua. Sonreí al ver el agua cristalina, pues fue una sensación de necesidad
la de echarse al agua la que en realidad me alegraba.
-Es un lago –comentó Heracles.
-Qué suerte, lo tenemos para nosotros
solos… -agregó Adelphos y tanto Keops como yo reímos por lo bajo.
By KatrinaxStevens