5.8.10

Cap 54


Epifanía

Si Heracles y Keops estaban de acuerdo… Y la chica decía conocer el bosque… Aunque, miré un segundo a Adelphos, quien asintió resignado y Mor que parecía entre aceptar e ir a la fuerza… Bueno… -me resigné también, enarqué los hombros y me propuse buscar mis cosas para marcharnos, iríamos al bosque para evitar problemas a los aldeanos y ya estaba decidido…
Salimos a la calle, cargando nuestras cosas y notamos que el pueblo nos veía con un resentimiento infundado e incontenido. Y como no, ya a estas alturas debieron haberse enterado de que grupo nos tratábamos… Los que habían desafiado a los dioses y bla bla bla… Y como les habíamos traído problemas con los faunos, nuevamente... Creo que los comprendía, hasta cierto punto. Algunos nos gritaban cosas y otros escupían al suelo en nuestra dirección a modo de insulto. Nunca me había sentido tan odiada como ahora, quizás en Atenas, pero no, nunca tanto como ahora. Además como éramos mujeres, con Cyrene nos gritaban las peores cosas, aunque ella recibía el premio de insultos, ya que parecían conocerla…

Algunos minutos luego~

Ya nos encontrábamos dentro del bosque. Era espeso, inundado de sonidos salvajes e iluminado por un cielo despejado, celestino y brillante. El camino por el que la chica nos guiaba era un tanto… Complicado, ya que no era un camino en sí, sino más bien era un atajo entre árboles, arbustos, claros y riachuelos.
Avanzaba junto a ella, sin hablar mucho. Aun me dolía el costado del abdomen y pues, no tenía mucha intensión de hablar del tema. Maldición, por más que intentase encontrar alguna escusa o algún responsable, no lo hallaba...
Entre el aturdidor recorrido rodeados de vegetación y animales ocultos, miré hacia mi costado en busca del resto del grupo, ahí caminaba Adelphos, tan orgulloso como siempre, a su costado Heracles y tras de ellos, Keops, quien parecía querer correr más que cualquier cosa... El niño hiperactivo. Mor lo miraba entre divertido y fomentando su hiperactividad... Fruncí el ceño un segundo al recordar el motivo de mi dolor de abdomen y... No, no había culpables. Y repentinamente mirando a Mor, me fijé que tenía algo en el hombro izquierdo…

-Mor… -musité mientras me detenía, me volteaba y lo miraba frunciendo el ceño… Tenía, tenía una flecha clavada en el hombro.
-¿Qué quieres? –preguntó fastidiado enarcando una ceja en mi dirección -Qué pesado...- pensé.
-Tienes algo en el hombro –comenté quitándole importancia. El entrecerró los ojos y pasó desconfiadamente su mano por el hombro y cuando se topó con la flecha, sonrió mientras la miraba y negaba con la cabeza.
-Ah… Con que aquí era… -musitó mientras la agarraba con fuerza y fruncía el ceño divertido.
-¿A qué te refieres con “Con qué aquí era”? –preguntó Keops.
-Es que en la batalla, si así le podemos llamar, me hirieron y nunca supe donde había dado la flecha –comentó y repentinamente, tiró de su mano y arrancó la flecha en un par de segundos, dejando la herida abierta, con la carne expuesta, la sangre corriendo y también sangre que había salpicado a Keops con el tirón, pues el chico estaba mirando muy de cerca –Ugh… -musitó mientras miraba la flecha y asentía –Ah… Por eso no salía, tiene puntas para dificultar la extracción…

Lo miré un segundo, entre estupefacta por la forma en que la había retirado y por la nula demostración de molestia con la herida… -Que bruto…- pensé mientras buscaba entre mis cosas una venda y se la lanzaba, con suerte le dio en la cara. Me dedicó una mirada asesina, le devolví una sutil y burlona sonrisa, y luego miró también asesinamente a Cyrene, quien lo veía y negaba con la cabeza, en total desaprobación, pero bueno, un par de días con Mor y dejaría de sorprenderse. Luego de unos segundos tenía la herida totalmente vendada y continuábamos con el recorrido.

Algunos minutos más~

Avanzábamos un tanto… Alerta. Digamos que el bosque nos daba mala espina a todos y por todos, me refiero a todos menos a Cyrene, quien avanzaba como si estuviera en su propia casa. Se la veía tan feliz, que resultaba contagioso. Pero en contadas ocasiones sentíamos cantos, ramas quebrarse en el suelo, frutos caer y cosas por el estilo, pero la chica se empeñaba en decir que no era más que nuestra imaginación.
Repentinamente apareció una ninfa… Había visto a una en una ocasión, pero el recuerdo era tan vago ya. La bella mujer se acercó a paso de bailarina a Cyrene, quien ni siquiera la miró.

-¡Cyrene! ¿Dónde has estado? Te hemos buscado por todas partes –le reprochó con una hermosa voz. La chica ni se movió-¡Cyreneeee! ¡Cyreneeeee! –le gritaba y le gritaba y la chica, ni se volteaba a mirarla… Algo estaba sucediendo aquí.

Me detuve un segundo, con el rostro ladeado y la vista fija en la chica y la ninfa. Era una escena muy extraña y chistosa a la vez, pero lo más extraño es que cuando miré a Heracles y a Adelphos, no habían notado ni escuchado nada del escándalo que la ninfa tenía junto a Cyrene.

-Es que cree que no las vemos –comentó Mor llegando junto a mí, con una risa contenida mientras ladeaba el rostro y miraba a la ninfa. Lo miré un segundo y luego miré a Keops, quien aparecía con las manos tras de su cabeza, asintiendo.
-¿Pero ni Adelphos ni Heracles las ven…?-pregunté mientras miraba a la chica con la ninfa y el príncipe con Heracles atrás.
-Así es… Pero lo que Cyrene no sabe es que al parecer tú, como Keops y yo sí las vemos, entonces la ignora para hacerla pasar desapercibida… Jejeje…- rió mientras se cruzaba de brazos y negaba con la cabeza.
-¿Cómo es eso? –pregunté.
-Debe ser por la cercanía que tenemos con los dioses… Y con todo lo que tenga que ver con lo divino y esas cosas –apuntó Keops con una enorme sonrisa, Mor lo miró un segundo y luego frunció el ceño.
-Bueno… Este… Muy interesante -musité intentando aguantar la risa, pero la estridente risotada que soltó Keops de repente, se contagió y comencé a reír ante el espectáculo que Cyrene y la ninfa llevaban frente a nosotros… La chica caminaba sin mirar a su alrededor y la ninfa la rodeaba y le tiraba el cabello y le tomaba las manos para llamar su atención... Nada servía.

Lago de las ninfas~

Repentinamente Cyrene, seguida por la ya resignada ninfa, pegó un grito de felicidad y comenzó a correr. Mor la siguió de inmediato, con la mano preparada para sacar su machete en cualquier momento, y tras de él, todos comenzaron a correr… Miré a Keops, quien bufó pensando que la chica había escapado y que por eso Mor corría y nos resignamos a seguir a los demás.
Pero diferente a cualquier conclusión que a la que pudimos haber llegado, Tanto Cyrene como Mor se habían lanzado a un hermoso y reluciente lago, rodeado de ninfas que se paseaban y nadaban por al agua. Sonreí al ver el agua cristalina, pues fue una sensación de necesidad la de echarse al agua la que en realidad me alegraba.

-Es un lago –comentó Heracles.
-Qué suerte, lo tenemos para nosotros solos… -agregó Adelphos y tanto Keops como yo reímos por lo bajo.

By KatrinaxStevens