Epifanía
Mi mirada centrada en los arqueros
enemigos. Mínimo 30 arqueros con los que acabar y unos cuantos extra que
detener en el ataque que emprendían hacia nuestro grupo.
Veía como Cyrene disparaba
inequívocamente a cada centauro que aparecía, así que me centré en algún punto
fuerte del enemigo y apunté al centauro líder de los arqueros, quien daba la
orden de disparar cada carga de flechas a los demás. Me concentré con el arco
tensado en mis brazos, mientras decidía... ¿Su corazón o su cabeza? y tensaba
cada vez más la flecha en mis manos. Pero no era una decisión tan sencilla.
Esperé unos segundos mientras notaba como mi blanco se movía, protegido con su
armadura platinada y su casco brillante... Un movimiento levantando el brazo en
nuestra dirección, los músculos del brazo se tensan y el espacio entre la
armadura y su axila se agranda, pero ese no es un buen ataque. Luego baja el
brazo abriendo fuego en nuestra dirección, dejando al descubierto aquel hermoso
espacio entre la armadura y su casco... el cuello, ese es el real blanco. Tensé
aún más el arco en mis brazos y apunté a su cuello, volvió a levantar el brazo
y al bajarlo, dejó unos segundos su cuello desprotegido, y como si viera todo
los movimientos demasiado lentos como para ser realidad, solté la flecha y
esta, surcó el aire velozmente, girando en su avance y penetrando fielmente el
cuello del líder, perforando aquella arteria en su cuello que en cuestión de
segundos le hizo perder tanta sangre como si le hubiesen degollado, y el cuerpo
del centauro cayó inerte, provocando desorden entre sus dirigidos.
Sonreí levemente mientras sacaba otra
flecha de su estuche y observaba como los arqueros se habían desordenado. Sin
quien los dirige solo tienen la opción de abrir fuego libremente, un total
caos. El armadillo se aproximó peligrosamente al enemigo, recibiendo todo tipo
de ataque por su parte, pero sin mucho resultado, pues los escudos eran increíblemente
poderosos y las lanzas y flechas que a ellos lanzaban se partían, rebotaban o
simplemente se incrustaban en ellos, sin causarles más daño, por otro lado, las
espadas y lanzas que salían entre los mínimos espacios entre los escudos,
cortaban todo tipo de cosas, piernas, perforaban pechos, se enterraban en
cuellos o cualquier parte aleatoria de los enemigos.
Entre tanto desorden, los arqueros
disparaban a lo que se moviera, su líder yacía junto a ellos y como el caos los
reinaba de momento, no notaban como los compañeros a sus lados caían con
flechas que atravesaban su protección y perforaban su corazón. Cyrene y yo no dejábamos
siquiera que tuvieran tiempo siquiera de pensarlo.
Era una flecha tras otra, una flecha a
un arquero, a un fauno, a un centauro que atacaba a Keops por la espalda. Y así
sucesivamente.
Bajo nosotras, Heracles se encargaba de
los que aparecían, parecía controlarlos, además su ave... Esa extraña ave le
indicaba por dónde venían los ataques. Realmente lo estaba enfrentando muy
bien.
Cyrene continuaba acabando con los
arqueros, que cada vez se reducían más y más. Aun no notaban de dónde venían
las flechas y es que el árbol era tan motudo que nosotras estábamos muy bien
cubiertas.
Con la vista panorámica que teníamos,
vimos como Keops y Mor hacían su trabajo increíblemente. Todo el que aparecía
bordeando el "armadillo" era aniquilado sin siquiera darse cuenta de
que era lo que lo había matado. Repentinamente un fauno apareció y logró
escabullirse de Keops, quien entretenido con otro más, no lo vio. Se alejó en
dirección al bosque en nuestra búsqueda, se topó con el rastro que Mor dejó en
entre la alta hierba y comenzó a recorrerlo. Sentí la voz de Cyrene preguntándome
por qué no disparaba, pero no podía, sencillamente, no podía quitar la mirada
de las acciones de aquel fauno. Un poco más adelante en el rastro, Mor se
entretenía atravesando faunos desertores con su machete, una estocada al pecho,
otra cortando cabezas o extremidades, y de repente aquel fauno que antes
miraba, tomó su espada y de la forma más sigilosa que encontró, se propuso
atacar a Mor por la espalda, aprovechando que este estaba entretenido con otro
enemigo. Sentí mi corazón achicarse levemente, sin entender por qué entrecerré
los ojos un momento y sin pensarlo dos veces, saqué de mi estuche una flecha,
la tensé en mi arco y apunté aquel fauno, unos segundos en los que Mor ya lo
había sentido y se había volteado para acabar con él, pero solo se encontró con
un fauno y una flecha atravesando su cabeza, entrando por atrás del cráneo y
saliendo por la frente.
Sentí mi respiración volver a la
normalidad y continué disparando a los arqueros enemigos...
By KatrinaxStevens