Epifanía
Mire el ataque que hacía el resto del
grupo y cuando Mor salió cortando el aguijón de la manticora y luego lanzando
la pierna del guerrero para defenderse, una de las comisuras de mis labios se
enarcó y luego escuché a Cyrene musitando...
-Pero que bruto -comentó.
-Uno hace lo que puede para
defenderse... Aunque eso incluya... -tragué saliva-
-No lo digas... Por favor... -asentí y
vimos como Mor corría en dirección a nosotras.
Repentinamente comenzó a pasar su mano
por su brazo, por el que subía una especie de gusano o algo así. Una cosa roja
que se movía y retorcía y se veía realmente asquerosa.
Miré la batalla, la manticora estaba
siendo atacada por los demás, así que sin pensarlo dos veces salté del árbol,
seguida de Cyrene y nos acercamos a Mor, que seguía luchando contra el
asqueroso gusano rojo que subía por su brazo.
-¿Qué es eso? -preguntó la chica
mientras retrocedía un paso ante el gusano, que poco a poco iba subiendo y
quemando la piel de Mor, rompiéndola y haciendo una herida por donde se
retorcía.
-Veneno… ¡Ah! ...Ese maldito veneno que
Dionisio lleva en la sangre -dijo con la respiración contenida y su capa
deteniendo el avance del gusano.
-¿Cómo te lo sacarás? -musité mientras
me acercaba a su brazo y tomaba su muñeca, afirmándola y estirando su brazo,
que estaba enrollado en la capa de Mor para detener el avance del gusano.
-¡¿Crees que lo tendría aún si supiera
como quitarlo?! -me gritó.
-Solo preguntaba ¡No me grites! -grité
y acerqué mi mano al gusano, que ante mi contacto se retorció más fuerte y se
pegó a mi dedo, quemando la punta de este, y para cuando yo sacudí mi mano ante
el dolor que la quemadura causaba, salió despedido y volvió a caer en el brazo
de Mor. Metí mi dedo de inmediato a mi boca...
-¡PERFECTO! -gritó y tiró de su brazo, arrancándolo
de mi mano y pasando nuevamente su capa sobre el gusano, el cual se retorcía y
se alejaba de la tela de la capa.
-¡Esa cosa quema lo que toca!
-¡No me digas! -bufó Mor.
-Esa cosa... Esa cosa retrocede ante la
capa -musité mientras sacaba mi dedo de la boca, con el dolor vivo de la
quemadura aún y un escalofrío en mi espalda ante el dolor. Si a mí me dolía,
imagino a Mor... -¿Dónde conseguiste esa capa?
-Eh... Me... Me la dio Hades -susurró
entrecerrando los ojos y aguantando unos segundos la respiración.
-Hades... Hades, ese, ese pedazo de
cosa que, que te saque de la herida -recordé.
-¿Cosa?... ¿La corteza? -musitó Mor y
se quejó levemente.
-¡Sí! ¡Eso! -musité y metí mi mano
entre mis cosas y comencé a buscar y ahí encontré el trozo de madera, el cual
estaba negro como un carbón y duro como una roca...
-Puede servir, pero...
-¿Lo pasaras sobre la herida? -preguntó
Cyrene. Negué con la cabeza.
-No creo que sirva... Lo único que pasa
cuando Mor pasa su capa es que corre el gusano, quizás... Quizás deba...
-musité, apreté la corteza unos segundos en mi mano y la metí a la boca.
-¿¡Pero qué haces!? –exclamó el hombre.
-¡Epifanía!
Mordí el trozo de madera, era duro como
una roca, amargo y ácido a la vez. No se alteraba, pero un par de segundos y
comenzó a hidratarse con mi saliva nuevamente, y cedió ante el apretón de mis mandíbulas
y se comprimió, se molió y comenzó a liberar un asqueroso líquido, algo como un
alquitrán espeso y acido. Una impetuosa gana de vomitarlo llenó mi estómago y
cuando ya no pude aguantar más, miré a Mor y Cyrene, quienes me miraban
asqueados y con los ojos entrecerrados, estiré mi mano y escupí el líquido, que
manchó mi palma de negro y comenzó lentamente a quemar mi lengua, una ardor
soportable. A penas unos segundos y la corteza era una pasta asquerosa.
-¡Estás loca si crees que dejare que
pongas eso en mi brazo! -amenazó Mor mirándome con un "No te atrevas"
en la frente.
-¡Eres tú el loco si crees que me
aguantaré este ardor y sabor por simple amor a Hades! -contesté y Mor negó con
la cabeza.
Repentinamente Cyrene tomó de su muñeca
y estiró su brazo, el gusano se retorcía y Mor tiraba de su mano para que le
soltase, pero a estas alturas el dolor era más que su fuerza y a Cyrene no le
costaba afirmarlo. Acerqué el alquitrán a su brazo y lo esparcí cuan ungüento
sobre el gusano, el cual comenzó a retorcerse y a intentar escapar, pero pasé
las manos por su brazo completo y por donde el gusano pasara, había de ese alquitrán
negro. Mor comenzó a quejarse fuertemente, el ardor de la corteza era más sobre
su piel herida, y repentinamente el gusano comenzó a retorcerse más y más
fuerte, no soportaba estar sobre aquel líquido, y cuando ya no tenía salida,
comenzó a meterse por una de las heridas del brazo de Mor, este gritó
fuertemente ante el dolor que esto le producía y apretó la mano en la muñeca de
Cyrene, haciéndola caer de rodillas y terminando así su agarre en la mano de
él.
-¡Maldición! -musitó mientras aguantaba
la respiración y soltaba a Cyrene, se alejó de mí y apretó su mano sobre su
brazo, sintiendo como el gusano se colaba entre su musculo y su piel.
-¡Mor ya sé! -grité y me acerqué a él.
-¡Aléjate!
-Es veneno ¿No? -musité acercándome a
él -Entonces hay que quitarlo -tomé su brazo.
-Crees que te dejaré hacer eso luego de
que hicieras que esta cosa se ¡Ah! ... metiera en mi brazo -musitó y tiró de su
brazo alejándose de mí, para luego caer de rodillas, presionando fuerte su
brazo y conteniendo cada tanto la respiración. Fruncí el ceño y me acerqué a
él, le empujé, aprovechando su poca estabilidad, haciéndolo caer de espalda
contra el suelo y me subí sobre él. Me miró frunciendo el ceño, pero no me
importó, si no quería ayuda ahora por las buenas, la tendría por las malas.
Tomé su brazo, lo estiré y acerqué mis labios a la herida, comencé a succionar
lo más próximo a la abertura, como si extrajera el veneno de una cobra
africana. Mor seguía quejándose y pero cada vez menos. Repentinamente sentí un
calor intenso, un fuego tocar mis labios y ahí comprendí que el gusano estaba a
punto de salir. Lo succioné, intentando pensar en cualquier otra cosa y cuando
la sentí en la boca, retorciéndose por el alquitrán de la corteza que aún
quedaba en mi lengua, la escupí a la grama. Mor dejó de quejarse como antes y
al mirar el gusano retorcerse en el espeso liquido negro, quemando toda la
hierba a su alrededor, este comenzó a desintegrarse, a ser absorbido por la
tierra, y finalmente, desapareció.
Miré un segundo a Mor, aun abajo de mí,
y me dejé caer junto a él, recuperando el aliento nuevamente y él en un estado
similar, pero con su brazo aún cubierto de aquel asqueroso alquitrán, que al menos,
era un dolor soportable… Supuse.
-¿Mejor? -preguntó Cyrene mientras le
extendía una mano a Mor y este se levantaba y miraba su brazo. Asintió
levemente y respiró normalmente.
-Mucho mejor... Claro que el ardor de
esta cosa negra es fuerte de todas formas -musitó mientras enarcaba una ceja y
me miraba.
-Pues parece que esa cosa repelió al
gusano -comenté mientras me levantaba y sentía el asqueroso sabor en la lengua
-Asqueroso... -musité.
-Por lo menos el gusano ya no está
-comentó Cyrene, la miré mientras asentía y luego busqué entre mis cosas el
ungüento, lo saqué junto a una venda y se los entregué a Cyrene...
-Límpiale esa cosa asquerosa y luego échale
este ungüento... Y ponle la venda... -dije extendiéndole las cosas.
-¿Y tú no puedes hacerlo? -preguntó
Mor.
-Necesito vomitar -dije y le extendí
las cosas -Ese gusano y la corteza fueron lo más asqueroso que alguna vez probé
-comenté y ya no pude aguantar más, y corrí a unos arbustos y eliminé todo lo
que tenía en mi estómago y mi boca y fue, verdaderamente, asqueroso...
By KatrinaxStevens