25.8.10

Cap 88


Epifanía

Mire el ataque que hacía el resto del grupo y cuando Mor salió cortando el aguijón de la manticora y luego lanzando la pierna del guerrero para defenderse, una de las comisuras de mis labios se enarcó y luego escuché a Cyrene musitando...

-Pero que bruto -comentó.
-Uno hace lo que puede para defenderse... Aunque eso incluya... -tragué saliva-
-No lo digas... Por favor... -asentí y vimos como Mor corría en dirección a nosotras.

Repentinamente comenzó a pasar su mano por su brazo, por el que subía una especie de gusano o algo así. Una cosa roja que se movía y retorcía y se veía realmente asquerosa.
Miré la batalla, la manticora estaba siendo atacada por los demás, así que sin pensarlo dos veces salté del árbol, seguida de Cyrene y nos acercamos a Mor, que seguía luchando contra el asqueroso gusano rojo que subía por su brazo.

-¿Qué es eso? -preguntó la chica mientras retrocedía un paso ante el gusano, que poco a poco iba subiendo y quemando la piel de Mor, rompiéndola y haciendo una herida por donde se retorcía.
-Veneno… ¡Ah! ...Ese maldito veneno que Dionisio lleva en la sangre -dijo con la respiración contenida y su capa deteniendo el avance del gusano.
-¿Cómo te lo sacarás? -musité mientras me acercaba a su brazo y tomaba su muñeca, afirmándola y estirando su brazo, que estaba enrollado en la capa de Mor para detener el avance del gusano.
-¡¿Crees que lo tendría aún si supiera como quitarlo?! -me gritó.
-Solo preguntaba ¡No me grites! -grité y acerqué mi mano al gusano, que ante mi contacto se retorció más fuerte y se pegó a mi dedo, quemando la punta de este, y para cuando yo sacudí mi mano ante el dolor que la quemadura causaba, salió despedido y volvió a caer en el brazo de Mor. Metí mi dedo de inmediato a mi boca...
-¡PERFECTO! -gritó y tiró de su brazo, arrancándolo de mi mano y pasando nuevamente su capa sobre el gusano, el cual se retorcía y se alejaba de la tela de la capa.
-¡Esa cosa quema lo que toca!
-¡No me digas! -bufó Mor.
-Esa cosa... Esa cosa retrocede ante la capa -musité mientras sacaba mi dedo de la boca, con el dolor vivo de la quemadura aún y un escalofrío en mi espalda ante el dolor. Si a mí me dolía, imagino a Mor... -¿Dónde conseguiste esa capa?
-Eh... Me... Me la dio Hades -susurró entrecerrando los ojos y aguantando unos segundos la respiración.
-Hades... Hades, ese, ese pedazo de cosa que, que te saque de la herida -recordé.
-¿Cosa?... ¿La corteza? -musitó Mor y se quejó levemente.
-¡Sí! ¡Eso! -musité y metí mi mano entre mis cosas y comencé a buscar y ahí encontré el trozo de madera, el cual estaba negro como un carbón y duro como una roca...
-Puede servir, pero...
-¿Lo pasaras sobre la herida? -preguntó Cyrene. Negué con la cabeza.
-No creo que sirva... Lo único que pasa cuando Mor pasa su capa es que corre el gusano, quizás... Quizás deba... -musité, apreté la corteza unos segundos en mi mano y la metí a la boca.
-¿¡Pero qué haces!? –exclamó el hombre.
-¡Epifanía!

Mordí el trozo de madera, era duro como una roca, amargo y ácido a la vez. No se alteraba, pero un par de segundos y comenzó a hidratarse con mi saliva nuevamente, y cedió ante el apretón de mis mandíbulas y se comprimió, se molió y comenzó a liberar un asqueroso líquido, algo como un alquitrán espeso y acido. Una impetuosa gana de vomitarlo llenó mi estómago y cuando ya no pude aguantar más, miré a Mor y Cyrene, quienes me miraban asqueados y con los ojos entrecerrados, estiré mi mano y escupí el líquido, que manchó mi palma de negro y comenzó lentamente a quemar mi lengua, una ardor soportable. A penas unos segundos y la corteza era una pasta asquerosa.

-¡Estás loca si crees que dejare que pongas eso en mi brazo! -amenazó Mor mirándome con un "No te atrevas" en la frente.
-¡Eres tú el loco si crees que me aguantaré este ardor y sabor por simple amor a Hades! -contesté y Mor negó con la cabeza.

Repentinamente Cyrene tomó de su muñeca y estiró su brazo, el gusano se retorcía y Mor tiraba de su mano para que le soltase, pero a estas alturas el dolor era más que su fuerza y a Cyrene no le costaba afirmarlo. Acerqué el alquitrán a su brazo y lo esparcí cuan ungüento sobre el gusano, el cual comenzó a retorcerse y a intentar escapar, pero pasé las manos por su brazo completo y por donde el gusano pasara, había de ese alquitrán negro. Mor comenzó a quejarse fuertemente, el ardor de la corteza era más sobre su piel herida, y repentinamente el gusano comenzó a retorcerse más y más fuerte, no soportaba estar sobre aquel líquido, y cuando ya no tenía salida, comenzó a meterse por una de las heridas del brazo de Mor, este gritó fuertemente ante el dolor que esto le producía y apretó la mano en la muñeca de Cyrene, haciéndola caer de rodillas y terminando así su agarre en la mano de él.

-¡Maldición! -musitó mientras aguantaba la respiración y soltaba a Cyrene, se alejó de mí y apretó su mano sobre su brazo, sintiendo como el gusano se colaba entre su musculo y su piel.
-¡Mor ya sé! -grité y me acerqué a él.
-¡Aléjate!
-Es veneno ¿No? -musité acercándome a él -Entonces hay que quitarlo -tomé su brazo.
-Crees que te dejaré hacer eso luego de que hicieras que esta cosa se ¡Ah! ... metiera en mi brazo -musitó y tiró de su brazo alejándose de mí, para luego caer de rodillas, presionando fuerte su brazo y conteniendo cada tanto la respiración. Fruncí el ceño y me acerqué a él, le empujé, aprovechando su poca estabilidad, haciéndolo caer de espalda contra el suelo y me subí sobre él. Me miró frunciendo el ceño, pero no me importó, si no quería ayuda ahora por las buenas, la tendría por las malas. Tomé su brazo, lo estiré y acerqué mis labios a la herida, comencé a succionar lo más próximo a la abertura, como si extrajera el veneno de una cobra africana. Mor seguía quejándose y pero cada vez menos. Repentinamente sentí un calor intenso, un fuego tocar mis labios y ahí comprendí que el gusano estaba a punto de salir. Lo succioné, intentando pensar en cualquier otra cosa y cuando la sentí en la boca, retorciéndose por el alquitrán de la corteza que aún quedaba en mi lengua, la escupí a la grama. Mor dejó de quejarse como antes y al mirar el gusano retorcerse en el espeso liquido negro, quemando toda la hierba a su alrededor, este comenzó a desintegrarse, a ser absorbido por la tierra, y finalmente, desapareció.
Miré un segundo a Mor, aun abajo de mí, y me dejé caer junto a él, recuperando el aliento nuevamente y él en un estado similar, pero con su brazo aún cubierto de aquel asqueroso alquitrán, que al menos, era un dolor soportable… Supuse.
-¿Mejor? -preguntó Cyrene mientras le extendía una mano a Mor y este se levantaba y miraba su brazo. Asintió levemente y respiró normalmente.
-Mucho mejor... Claro que el ardor de esta cosa negra es fuerte de todas formas -musitó mientras enarcaba una ceja y me miraba.
-Pues parece que esa cosa repelió al gusano -comenté mientras me levantaba y sentía el asqueroso sabor en la lengua -Asqueroso... -musité.
-Por lo menos el gusano ya no está -comentó Cyrene, la miré mientras asentía y luego busqué entre mis cosas el ungüento, lo saqué junto a una venda y se los entregué a Cyrene...
-Límpiale esa cosa asquerosa y luego échale este ungüento... Y ponle la venda... -dije extendiéndole las cosas.
-¿Y tú no puedes hacerlo? -preguntó Mor.
-Necesito vomitar -dije y le extendí las cosas -Ese gusano y la corteza fueron lo más asqueroso que alguna vez probé -comenté y ya no pude aguantar más, y corrí a unos arbustos y eliminé todo lo que tenía en mi estómago y mi boca y fue, verdaderamente, asqueroso...

By KatrinaxStevens