25.3.11

Cap 146

Cyrene & Mor 

Dinethos era un nuevo bastante “cordial”… Pero Adelphos nos hacía trabajar como si fuéramos esclavos construyendo su tumba de faraón. Si estaba claro, nadie aquí querría pasar otro día más en esta isla. Pero creo que exagera.
Esclavista.

Había puesto la capa a un lado, porque el esfuerzo sencillamente era agotador, y por desgracia con la capa se hacía más. Claramente le miraba constantemente para que “misteriosamente” no fuera a desaparecer o Circe la tocara… No me fiaba de ella. ¿Y si la tocaba y sabía tanto de lo que presumía conocer? Sería un error garrafal en mi misión.

Las chicas cocían las velas y nosotros movíamos maderos de un lado para otro, martillábamos. En fin trabajo, trabajo.

Adelphos giró y se distrajo, decidí voltear a ver que lo había hecho vacilar al intentar mover sendo tablón y de pronto no era solo ella, Circe, sino que también las chicas nos miraban. Negué pateé a Adelphos este se quejó y con una seña le indiqué que se dejara de mirar estupideces. Keops rió. Yo bufé y ladeé la cabeza, solo quería terminar para comer, tenía el hambre de un Cerbero…

No se cuantas veces me había pinchado los dedos, pero simplemente no podía dejar botado el trabajo, fruncía el ceño y hacia pucheros cada tanto, pero como la rabieta se me había pasado ya, estaba más concentrada y contenta de tener a alguien nuevo en el grupo, entre más gente se uniera y fueran menos como Mor, yo me sentiría feliz.

Epifanía cosía, con el mapa a un lado. Entiendo que era interesante pero me preocupaba que le echara tantas miradas. De un momento a otro me terminé distrayendo mirando a los chicos martilleando la madera, vaya... Todos podían trabajar si se lo proponían.

- Me sorprende verlos a todos trabajando.-comenté y entonces Epifanía sonrió un poco.
- ¿Lo dices por Patroclo?
Asentí y fue cuando notamos que ellos también nos estaban mirando... Volví a pincharme el dedo y percibí claramente la sonrisa de Mor, gruñí para mis adentros segura de que un día de estos le dispararía una flecha.
- ¡Epifanía, deja ya de ver el mapa!- rezongué ya cansada y con las manos doloridas de tantos piquetes.

Ya teníamos gran parte del barco construido y quizás, si todavía teníamos nuestras partes pegadas mañana le daba el visto bueno y quizás pasado mañana partiríamos. Partir en la noche, es una de las peores ideas del mundo, una muy mala experiencia con los viajes de noche.

- Descansen- gritó Adelphos.

Me estiré levemente y me fui a sentar. Mentiría si hubiese sido tan tranquilo, además que no sería yo, así que me fui a molestar un rato. Y hallé a Cyrene en vez de cociendo, pinchándose los dedos.

- A ver… adivino, estas… ¿tatuándote las manos con un color que combine con tu cabello? –musité con una risa mientras bebía un poco de agua, Cyrene alzó la vista con una mirada asesina.
Le devolví una sonrisa más “carismática” todavía.

Epifanía entre cocía y miraba el mapa. Negué y volví mi vista Cyrene. 

- ¿No quieres uno Mor?- musité levantando la aguja y apuntándole devolviéndole una sonrisa, claramente mal caracterizada por el ceño fruncido. Suspiré y dejé mi trabajo de lado enfadada por mi propia inutilidad en estas labores ya que las ninfas usualmente las hacían por mí, o me traían ropa del pueblo...

Miré al chico y desee que la capa se le fuera volando, pero en vez de eso volví la vista al lugar donde se encontraba el hogar de Circe, miré un momento y de nuevo a Mor.

- Pienso que Circe no nos cree, pero no entiendo porque lo deja pasar por alto…

Mor me miró y negó con la cabeza mi incomprensión, fruncí el ceño de nuevo mientras intentaba dar una puntada a la tela y no a mi dedo. Ya al lado de mis pobres costuras había gotitas rojizas. Epifanía se pinchó el dedo por andar mirando el mapa, Mor soltó una risilla y me miró a modo de "más torpe tu" y le regresé una de "muérete".

Miré a todos los demás, incluyendo a mi supuesto "novio" cortesía de Mor y entonces me di cuenta de que realmente no comprendía lo que eso significaba.

- Tengo la impresión de que Circe se burló de mí de alguna forma cuando nos presentamos con Dinethos ante ella, y si ni siquiera comprendo bien esto de los novios y en si las relaciones entre las personas ¡¿Por qué me dejas el paquete?! Si meto la pata será tu culpa…
- Epifanía… Deja ya de picar el mapa-musité mirando a la chica muy entretenida con aquel artilugio.

- Ah, ah, Cyrene, no es culpa mía que usted, no sepa fingir, pensé que eras más dinámica, pero me equivoqué- una sonrisa ladeada se deslizó – Además la relación con Dinethos era un mero… movimiento estratégico- mentí para mirar hacia el lado - Te creo que seas una niña y no sepas nada sobre nada… porque al parecer todo lo hacían por ti, pero al menos ten fortaleza para no ser siempre una damita en apuros- le miré – Pensé que podíamos contar contigo- mi mirada se clavó en ella. –Así que no me culpes, ocúpate…- Un tanto de venganza no caería mal por supuesto. 

Le fulminé y después volví a mi tarea de estar cosiendo y pinchándome los dedos, así que de cierto modo mi parte de la vela estaría muy colorida. Pero no duré mucho en la tarea ya que mis manos comenzaron a hincharse por tanta agresión sufrida. Me detuve, para después volver a mirar a mi compañera.
- Epifanía ¿Te sientes bien? Estas pálida.

Estaba terminando los breves momentos de descanso cuando un sonido de golpe se escuchó en la arena.

Todos voltearon. Cyrene corría hacia ella para ayudarle, mientras los demás comenzaban a acercarse para ver que ocurría. Yo me levanté de mi lugar, tomé la capa y fui a ver que ocurría.

- Esta pálida… y demasiado fría- comentó Cyrene al grupo mientras intentaba averiguar que le sucedía, miré a Epifanía, estaba… No soy yo quien para decirlo, pero parecía un cadáver. Espero que no esté muerta. 
- Llama a Circe y pregúntale si sabe algo de medicina- ordenó Adelphos a Keops y este salió corriendo a toda velocidad.

Bufé por mi último pensamiento y ladeé el rostro. Por supuesto, no sería bienvenida, Hades no le daría una muy “cordial” bienvenida. Me convencí y reí. Heracles la tomó en brazos, miré la capa y miré a Epifanía.

- Si esta fría como un muerto ponle esto encima, que si está viva aún, le ayudará a recuperar la temperatura- musité y sentí como todos me intentaron dar un codazo por el comentario de que cabía la posibilidad de que estuviese muerta. Extendí mi capa. Adelphos asintió y extendió la mano, pero fue interrumpido por una mano larga y delicada, blanquecina, Circe. Tomó la capa la deslizó por sus dedos por la tela y me miró, sonrió ladeando el rostro en mi dirección para encontrarse con un inexpresivo rostro y una mirada gélida devuelta por mi parte. Ella me sonrió.

- Es una gran idea Mor, que eres buen compañero…- ronroneó y yo le esbocé una sonrisa sarcástica. Circe tomó la capa y con ayuda de Heracles, envolvieron a Epifanía en ella. 
- Por la habitación de la izquierda- indicó Circe señalando para después girarse y dedicarme una mirada inquisitiva.
- Me gustaría saber de dónde la has sacado. Mor…- ronroneó la hechicera.
- Considero que dada las circunstancias, uno, no es el momento, dos, no te incumbe- mis ojos se clavaron en ella como un desafío.
- ¿Enserio? Yo creo que a tus “compañeros” si les incumbe.
Mi mirada fría y mi rostro inexpresivo se clavaron en el suyo.
- Ya me habían dicho que todo el asunto de tu vida te había dejado trastornada, pero de ahí a montar una falsedad de ese tipo, contra mí…- negué con una sonrisa – Deja mucho que desear…- la mujer endureció su mirada y me dirigió una expresión similar.
- Si me disculpa, una compañera ha caído desmayada- hice una leve reverencia y para alzar levemente la mirada, dedicarle una sonrisa aún más amplia y susurrarle al oído – Espero que no tenga nada que ver con esto… - susurré haciéndole referencia a lo que esta ocurriendo con Epifanía - Usted ya sabe lo que ocurre con las personas que rompen tales juramentos- La sonrisa se mantuvo hasta el final de advertencia. Para después seguir al grupo que se había ido junto con Heracles.

Iba acompañando a Heracles, casi corriendo mientras miraba con preocupación a Epifanía... ¡Oh, rayos! ¿Por qué sucede esto? Estaba aterrada, y aunque, una vez llegamos a la habitación y colocamos a la joven en la cama Heracles trato de tranquilizarme, no podía hacerlo, y era ridículo, sentí que iba a echar a Llorar. Estaba tan fría...

- Cyrene, relájate, no vas a ayudarnos en nada de esa manera- le miré un momento y traté de relajarme, eso dolía pero tenia toda la razón... Igual que Mor y cualquier otro que me dijera las cosas. Me senté a un lado de ella y le despejé la frente mientras acercaba mi mejilla a su perfil, sentía el aire que escapaba por su nariz. Respiraba, pero pausadamente...

Caminé hasta la habitación, pero me quedé en el portal de la puerta, la habitación estaba llena de personas, ¿Qué más iba a hacer uno más? Cyrene estaba entrando en un estado de histeria.
Lo que faltaba.

Entre a la habitación esquivando las personas y tomé por el brazo a Cyrene.

Esta giró el rostro y abrió los ojos aguados de par en par en mi dirección, y con el mismo rostro inexpresivo que me había dejado la conversación pasada la saque de la habitación. Y le miré.

-Tranquilízate.- murmuré sin alzar la voz – Sé fuerte, no necesitamos otra desmayada por una histeria. 
- Salgan todos de aquí, vamos, todos, hay demasiada gente, vuelvan a sus labores, y si no pueden, no importa. Solo salgan de aquí.- la voz de Adelphos se alzaba por todas las voces echando la gente del cuarto, incluyéndose.

Bajé la vista un momento mientras comenzaba a tomar aire muy lentamente, tenia razón, y mucha, me froté los ojos antes de que surgieran las primeras lagrimas o no podría parar.

- Lo siento- musité. Si, aunque fuera Mor. Volví a tomar aire y le miré preocupada - Nos echaron a todos... Entonces, ¿Cómo vamos a saber como se encuentra Epifanía?

Tenia las mejillas ligeramente rojas, al igual que la punta de la nariz, típico de mi piel cada que estaba cerca de echarme a llorar, o de hecho, lo hacia. Me pregunté si habría sido cosa de Circe, o quizás imprudencia de Epifanía que había hecho algo sin comentárnoslo. Era demasiado imprudente. Mor seguía con la misma cara de nada hasta que se me paso la histeria.

- ¿Listo? Porque tengo una solución – le miré - Tu eres chica, y las chicas tiene complicidad entre ellas, lo más probable que tú puedas entrar y quedarte con ella… Vigílala. Que Circe no la toqué – recordé mi capa, quería que la tocara lo menos posible, no me convenía que ganara más información acerca de mí.
-Y si vez algo raro, sales y me avisas ¿Vale?- musité para alzarle el rostro con mi mano – Necesito que seas fuerte, que le hagas saber que en esa habitación se hace lo que tú dices, y que ella están importante para ti como tu novio Dinethos- Cyrene miró hacia el lado y su cara fue cambiada a enojo.
-Mejor- Solté su rostro. Y me di la vuelta para verle venir por el pasillo. Cyrene todavía se estremecía.

Mala idea.
Calisto estaba dentro haciéndole ciertas evaluaciones.

Empujé levemente a Cyrene para que caminara y se metiera dentro de la habitación, mi caso sería más complicado.
Circe me sonrió.

- ¿Tu aquí?- preguntó, con un cerdito entre las manos.
- Es una compañera de grupo y me han enviado a vigilarle.
- Vigilarle a ella o a otra cosa… 
- A ti, pues esto no había sucedido antes- comenté.

Circe ladeó el rostro bufó y me miró con una mirada casi reptil, agresiva – Yo no le hice nada a tu “amiguita” y por eso mismo, para limpiar MI nombre, traigo a uno de los mejores médicos que conozco.- siseó y alzó el cerdo.

Enarqué una ceja.

- Ignoro las cualidades médicas de un cerdo, definitivamente.
Ella sonrió – Mira y aprende querido – ronroneó para volver a tomar la altivez y su sensual andar. Y le seguí.

Cyrene tomaba su mano mientras Calisto estaba en un rincón pensando las posibilidades.

Circe colocó el cerdo en el suelo. Para después darle una palmada en la cabeza, erguirse mientras hacia un movimiento de manos, y el cerdo fue… Tomando… Forma humana.

Nadie quedó indiferente ante el hombre que yacía en la habitación desnudo. Excepto Epifanía, por supuesto que estaba ausente.

- Bueno, ¿Y el nudista va hacer?- pregunté cruzando los brazos y recostándome de la pared más cercana.
- Lo mejor que sabe hacer- ronroneó mirando al joven con una sonrisa ladeada y sensual. Circe le tendió una bata y este se la puso de inmediato algo avergonzado
- Zorba…- musitó y el joven volteó – La joven en la cama está enferma, quiero que la cures- musitó con una sonrisa.

Mi mirada pasó de Circe al joven.

El joven volteó a mirar a Circe con algo de entre desprecio y obediencia, y es que ser cerdo por no se sabe cuánto tiempo, no debía ser muy agradable que digamos…

El joven se acercó a Circe y le susurró algo al oído.

-Todos en esta habitación, hombre tienen que irse.- musitó Circe.

Calisto miro al joven y salió.
Y después Circe me dirigió otra mirada y enarcó una ceja - ¿Y bien?

Miré a Cyrene, ella sabría qué hacer, o al menos eso esperaba, di una última mirada a Epifanía que yacía en la cama como muerta, miré a Circe y salí de la habitación. Regresando por donde llegué terminé en la orilla de la playa, frente al mapa que todavía yacía abierto tirado en la arena.
Fruncí el ceño ante la curiosidad.

Y me agaché para recogerle, de pronto se me antojaba el mapa… resplandeciente.

El mapa tenía un lugar marcado, más allá de aquí, al norte, muy lejos de Grecia. El dibujo de unas piedras gigantes puestas de forma circular me hizo fruncir el ceño. Me incliné en el para agudizar los sentidos y sentir la fragancia de Atenea por todo el mapa. De pronto todo esto no me dio tan buena espina… Empezando por el mapa, Epifanía y terminando con Circe, demasiado cerca de mi capa.


by  wolfmanhunter_Lilith & Double_Angy