14.10.11

Cap 195

Mor

Cuando a cena toma venganza… Comenzaba a arrepentirme, no de haber comido, no… Si no de haberme comido tantas, pues la cantidad de huesos que había en esa cosa negra, hablaba mucho de los excesos de la cena anterior.

Yo había quedado detrás de la cosa, a mis lados no había nadie, suspire, un suspiro largo, mientras la bestia, la cosa, la masa negra más que viendo lo que tenía a su espalda o más bien parte posterior. Mire de arriba abajo en busca de una respuesta, cuando de pronto comenzaron a escucharse ruidos, gritos, los gritos de Adelphos desesperado.

-Por Hades- rodé los ojos, para con toda la fuerza tomar el machete y comenzar a cortar la masa con todo lo que podía. El filo entraba y salía, a diferencia de las otras armas, el humo no salía del machete, este no se corroía, este no se gastaba. Sonreí. Los gritos cesaron. La sonrisa se desvaneció en el instante en que desde la masa oscura comenzó a salir una figura, una figura humanoide, fruncí el ceño.

-Rayos…- me gire y comencé a correr, me arroje hacia los arbustos y de la velocidad rodé quizás un poco en el suelo. Una sombra se erigió dejándome de pronto como si fuera el atardecer, me gire e interpuse el machete entre la especie de látigo negro de Apolo que venía hacia mí y yo, el látigo pareció aferrarse al machete, como intentando destruirlo.

-No es un arma común y silvestre, costal de huesos…- y con un movimiento del brazo el filo cortó el látigo negruzco.
-Te he visto niño… Y te digo… Este será el último día que veras…
Sonreí. De eso se trata… El látigo se despegó del arma para comenzar a bajar por el mango, de inmediato retraje el brazo y la manga de la capa fue más larga, moví la mano y la oculte en ella sin dejar de soltar el machete.
-Vamos a ver quién hala más… Pero yo no voy a soltar el arma.- musite mientras escuchaba más gritos, el líquido negro comenzó a deslizarse por la tela negra… Sin surtir tampoco efecto. Reí –Pierdes tu tiempo, aquí no hay personas normales…-
- Veamos que sucede cuando toca tu piel.
-Te reto- y con un movimiento y fuerza bruta, le di un manotazo veloz al látigo fino con la mano libre, para rodar por el suelo y sentir como impactaba un golpe un par de centímetros más allá. La mano izquierda roja, irritada, al rojo vivo caía apoyándose con dolor en el suelo. La mire sin expresión alguna. Después tendría tiempo para prestarle atención.


By Double_Angy