29.12.10

Cap 126

Circe & Cyrene

Enfurruñada decidí irme a mi propia habitación guiada por Circe, la miré apenas un segundo antes de introducirme al cuarto y lanzarme contra la cama sin tiempo a observar nada, es más, ni siquiera a cerrar la habitación. Me acurruqué contra las almohadas aun bramando molesta el nombre de Mor seguido de mis pobres ofensas.

Era molesto... Pero yo era tonta, si lo pensaba detenidamente, creo que me gustaba pelear con él y tras esa idea hundí más la cabeza contra las almohadas.

- Yaaaaa....no entiendo nada...es molesto convivir con esa clase de gente.


El banquete pasó sin pena y sin gloria. 


Aburrido. Totalmente, eran todos una manga de aburridos. Suspiré en mi mesa bebiendo el vino. Todos miraban sus platos y comían como compañeros. Un par de veces los chicos de los lados me miraron. Pero ninguna novedad. Aburrido. ¿Acaso no era irresistiblemente hermosa?. No, eso no estaba puesto en duda, solo que estos chiquillos están muy… centrados en sus asuntos. ¿Quién dice que no los voy a ayudar? Por supuesto. Pero antes quiero ver algo de diversión. La diversión que no me dieron al no transformarse en animales.

El banquete terminó la hermosa niña de cabellos rojizos se levantó, y la miré marcharse. Sonreí. ¿Por qué no?

Hace un par de rato vi como miraba al niño de la capa que solo veía su comida, su machete y a mí, especialmente mi cabello. De nuevo. ¿Por qué no? Mi figura se levantó. Después iría tras los otros… Ronroneé y mis pies se deslizaron por los vidrios de los espejos del suelo, y su olor a bosque, me guió hasta donde estaba su habitación. Miré hacia ambos lados antes de entrar. Sonreí y al acariciar mi cabello, y chasquear mis dedos, era aquel chico. 

Entre suavemente. Sin hacer ruido. Y me senté en su cama. Coloqué la mano suavemente en mi garganta y tragué fuerte. La escuché bramando improperios para aquel chico, fruncí el ceño divertía. Volví a sonreír para acercarme a su oído.

- ¿Es idea mía o… estas pensando en mí? - ronroneé en su oído. Su corazón se aceleró. Por eso es que me encantaban los extranjeros…



- Abrí los ojos y me quede helada en la cama sin girarme, segura de quien era al solo escuchar su voz. Entonces. ¿No cerré la puerta? Por más que traté de controlarme, mi cuerpo reacciono por si solo. Sostuve con más fuerza las almohadas sin aun darle la cara. La sangre me subía al rostro a una velocidad increíble mientras el vello se me erizaba al darme cuenta de que tan cerca lo tenía...


Y recordé mi reacción, cuando se me había acercado allá afuera, de cerrar los ojos y quedándome quieta... Como si esperara algo pero ¿Qué?

- N... no, de eso nada Mor- dije contra la almohada tratando de deshacer el nudo de mi garganta.
-La cama se hundió bajo el peso de Mor y de alguna forma, alarmada, me di la media vuelta mirándolo tan cerca de mí que me sentí mareada y agradecida de no estar de pie o me habría caído.
- ¡Qui… quita de… e... encima Mor!


Tragué saliva al Verle sonreír tan cretinamente.

Al ver su descontrol, sus reacciones, me hizo recordar una Circe, pero una Circe mucho más menor y más ingenua, obviamente esta niña no era tan hermosa como yo, pero realmente era entretenida. Hice memoria de un par de gestos del chico, con dos o tres, no necesitaría más. Hice aquella sonrisa, que vi el chico al hacerle una broma de mal gusto a las chiquillas, al parecer era habitual.

- Siquiera estoy encima de ti…- ronroneé – Estoy a tu lado…- Posé mi mano en la suya, en aquella que apretaba la almohada, lo hacía tan fuerte, que se haría daño. Sonreí. Abrí su mano.
- ¿Por qué tan tensa?- le pregunté suavemente, no sabía cómo rayos actuaba ese tipo, pero al parecer mis catalogo de acciones aleatorias servían para ella.


Abrí los ojos de nuevo y me sonroje ¿Quién demonios se ha creído que es?  Pero por más que traté de decirme que debía respirar y relajarme me resulto imposible, Mor me molestaba pero hasta ahora no había sido de esta forma, o quizás era que siempre tenia a Epifanía cerca para defenderme. Respiré hondo y le miré a los ojos a pesar de la cercanía y de lo mucho que me aturdían los latidos de mi propio corazón.

-… No… no estoy tensa… y... ve… vete antes de que llame a Epifanía a gritos-le amenacé pero volvió a sonreír con superioridad. Algún día realmente le lanzaría cuantas flechas tuviera en mi haber.
- ¡Bruto... Salvaje!-comenté intentando enfadarlo y que me dejara en paz pero algo me decía que no era buena idea - Vete a molestar a otra persona!


¿Bruto? ¿Salvaje? Uuh ese chico al parecer no se portaba muy bien con las damas, interesante…
Deslicé mi mano por su cuello cuando ella comenzaba a decir aquellos “insultos”, se quedó paralizada, subió por su mandíbula y pude sentir como tragaba con fuerza, para después terminar en su boca.


- No grites… No es necesario…- susurré muy cerca.

Mi nariz se acercó a su cuello para sentir, para inhalar su fragancia salvaje, de ninfas, de inocente, exquisita… Y le proferí un beso en el cuello. 


Me quede muda en cuanto se inclino contra mi cuello y sentí su respiración contra este. Era extraño, mi mente me decía que debía apartarlo de mi pero, de alguna forma, me agradaba la sensación que comenzaba a recorrerme por el cuerpo. Casi estuve a punto de decirle que dejara de jugar cuando sentí sus labios aplastarse contra la piel de mi cuello y una extraña pero agradable sensación me recorrió de pies a cabeza, siendo incluso más agradable. Pero algo me decía que no estaba bien y a pesar de lo presente que tenia las palabras de Artemisa en mi cabeza, lo cierto era que ahora mismo, un hombre me estaba tocando y... y...

-Yaa... Mor… no me… Gusta... Deja de jugar - musité como si hubiese ido perdiendo la fuerza para resistirme, aun así, debía decir algo, antes de que la cabeza terminara de nublarse por culpa del chico.


Subí hasta tener su rostro frente al mío. Para mirarla fijamente. Después me deslicé hasta su oído para susurrarle.

- ¿Qué deje de jugar?- Coloque ambas manos en ambos lados del lecho. - Me parece bien… - ronroneé para proferirle un ligero mordisco y cuando fue a voltear a decirme algo, fue detenido por un beso. Su sangre… Su sangre era deliciosa. La niña cerró los ojos. Yo sonreí. Lentamente fui llevando mis manos desde sus muslos hasta su rostro. Su cabello rojo se extendía en la cama, hermosos, era realmente hermosa.


La mordida me había dolido, las lágrimas aparecieron en mis ojos pero... La extraña sensación seguía allí, de alguna forma todo aquello se sentía bien. Debí reclamarle pero me lo impidió con sus labios sellando los míos. Me vi sorprendida pero fui cerrando los ojos vagamente y me rendí ante aquella sensación que no entendía pero me agradaba aun así. Le habría dicho que dejara de tocarme, me asustaba un poco pero no quería que todo aquello se terminara.


Mis manos estaban en su rostro y me posé encima de ella atrayendo su rostro al mío con el mismo beso. Estaba sentada, y yo todavía encima de ella, sonreí, todavía cerraba sus ojos, y tomé un pañuelo, un pañuelo que pendía de mi traje verdadero, y lo amarré a sus ojos.

- No espíes…- ronroneé y comencé deslizar mis labios desde los suyos, hasta su estómago, sus muslos, sus tobillos, deslizándome fuera de la cama. La miré y sonreí. Y comencé a caminar hacia la salida, ella todavía estaba sentada, con la venda en los ojos y una sonrisa suave en los labios. Lástima. Encogí los hombros, se veía divertida desde aquí, esbocé una risita y salí de la habitación. Al cruzar el portal de la puerta, mi cabello negro ondeaba al aire, y ronroneé.
- Demasiado inocente… Entregada. Aburrido- ronroneé – Veamos cómo es la próxima- ronroneé y comencé a caminar hasta donde sentía el olor a Atenea.

Había terminado sin que me diera cuenta... Y cuando me sentí con la mente lo suficientemente clara los colores me regresaron al rostro pero de coraje, indignación y vergüenza. Me quite la venda y parpadee un par de veces. Di un salto a la cama y comencé a golpear todo lo que tenia cerca.

- ¡¡¡Arrg Bestia...Bruto... Salvaje... Idiota!!!

Cuando llegué hasta el espejo me detuve y me contemplé largo rato negando con la cabeza.

- Soy una niña... Por eso solo juega conmigo- musité con cierta tristeza para después asustarme de mi propia reacción y maldecir de nuevo.

Para mí, Artemisa tenía razón, los hombres eran unas criaturas viles y repugnantes, la próxima vez que lo viera... Le tiraría todas las flechas que pudiera. Maldito Mor... No que el aroma a azufre que despide fuera agradable... Humm... Ahora que lo pienso... Mor olía diferente.

Ladee la cabeza pensando un poco pero al final volví a molestarme y a asegurar que le dispararía al solo verlo.

by wolfmanhunter_Lilith  & Double_Angy