29.12.10

Cap 127

Epifanía 

El cabello de esa mujer tiene que ser irreal, es decir, quien puede tener un cabello tan alucinante y mágico como el de ella... Se movía como el viento, como si se encontraba bajo el agua y las olas lo movieran de un lado a otro. En más de una ocasión tuve la intención de tocarlo. Pero creo que eso no sería posible, no ahora, quizás en otro momento. Además, luego del juramento de los dioses, no me atrevería a acercarme a ella de todos modos. 
  
Bueno. A decir verdad, no había probado bocado. Ni en un millón de años sin comer carne, jamás comería carne en la casa de Circe... ¡¿Es que acaso no saben de que es la carne?! ¡¡ES DE PERSONA!! ¿Se imaginan comiendo a un compañerito? ¡Nooo! Eso es horrible. No hay nada peor que el canibalismo, comernos los unos a los otros y si esta carne era de viajeros desconocidos... No comería nada. 
  
Me senté y solo me enfoqué en el vino, que luego del segundo trago se cambió por jugo y las ensaladas, que a menos que las historias estén herradas y Circe también transforme a sus comensales en verduras, no tendrían nada que ver con personas. 
  
La conversación iba de luchar, luchar, comer, dormir, madrugar, barco, dioses, malditos dioses, luchar, y cosas así. Cosas que si bien nos conciernen a todos, a mi no me interesaban de momento, pues al igual que Cyrene, estaba en extremo cansada. 
  
Comencé a juguetear con un garbanzo en mi plato, un garbanzo que se movía suavemente, leeeeento y suave. Sentí la incontenible gana de bostezar y cuando sentí las lágrimas en mis ojos y fui a bostezar, sentí un pequeño proyectil en mi frente. 

- ¿Pero que...?- y cuando miré hacia el frente, Keops se partía de la risa y me miraba como diciendo: justo en el centro. - Me tiraste un garbanzo -musité. De paso no había podido bostezar... ¡No hay nada peor que no poder bostezar! El chico asintió con una sonrisa de oreja a oreja y suspiró luego negando con la cabeza. 
- Me vi obligado a lanzarte aquel proyectil o caerías durmiendo sobre la comida- comentó y sonrió burlonamente - Además... Di en el medio- agregó y yo fruncí el ceño. 
-¿Quieres jugar? -dije mientras tomaba un garbanzo y se lo lanzaba, el chico movió la cabeza hacia el lado esquivando el primero, pero no vio el segundo que iba hacia su ojo y... Si, impacto en su ojo. 
- ¡¡AUG!!- dijo mientras llevaba su mano a su ojo y luego se levantó, tomó un poco de lechuga y me la lanzó. En aquel instante todos notaron que estábamos en una especie de guerra y cuando la lechuga tocó mi rostro, me acerqué a lo que parecía carne en alguna especie de jugo y pesqué un trozo, se lo lancé a Keops, quien aun estaba ciego del ojo y la chuleta le dio de lleno en el rostro. Entonces cuando me propuse gritarle algo como un -¡En tu cara!- Heracles se levantó y golpeó la mesa. 
- ¿Estamos de invitados en el hogar de una hechicera y ustedes dos se comienzan a lanzar la comida?- preguntó entre molesto y decepcionado. 
- Estas... ¿Regañándonos?- musité mientras me sentaba en la mesa nuevamente, Keops hizo lo mismo, solo que menos impactado que yo. 
- Regañando no. Solo hago notar lo infantiles que están siendo- acotó Heracles. Keops enarcó los hombros, poco le importaba, ahora solo se lamia el rostro lleno de salsa de carne, pero yo, que nunca había tenido un... ¿Padre? Me sentí entre culpable y mal de haberlo... molestado. 
- Que lindo sacerdotisa -musitó Mor negando con la cabeza. Entrecerré los ojos en su dirección, aun en un estado de culpabilidad que nunca había sentido, y tras limpiarme las manos con una servilleta, miré a Heracles y… 
- Lo siento. Prometo que no repito esto- dije mientras me levantaba, ya Cyrene se había ido a dormir y Circe no estaba. 
- No es para tanto, solo digo que hay que tener conciencia del sitio en que estamos... Eso fue muy... 
- Fuera de lugar, entiendo- musité y sonreí. - Por eso, no lo haré nuevamente- dije y luego de mirar a todos en la mesa, volví a sonreír levemente – Permiso.- agregué y salí. 

Bueno. Me merecía un regaño. Lo se, pero es que me causo entre gracia y rabia y además, como que con Keops siempre nos golpeamos o burlamos, entonces... Además, jamás había tenido esa sensación decepción-culpa, supongo que solamente la tienen quienes tienen padres y nuca había pensado en alguna figura paterna. Siempre yo y mis hermanas. Por eso fue tan raro. 

Me dirigí a cualquier cuarto vacío y me lancé contra la cama. Una vez en ella me quité el morral y dejándome llevar por el cansancio, caí en un profundo sueño.


by KatrinaxStevens