Circe & Mor
Comí todo lo que había, aunque la carne sabía extraño, enarqué los hombros, no importa, era comida.
El banquete terminó, abruptamente con la ida paulatina de todos, primero Cyrene, la anfitriona, Epifanía, Adelphos, solo quedábamos los presentes… el resto. Pero no más. Sin la anfitriona y su pelo flotante, y las chicas para molestar, era aburrido. Así que me levanté de la mesa, y comencé a caminar por el palacio, a husmear, sí, no está de malo husmear el lugar donde te vas a quedar dormir, es por… seguridad y parte de mi política, no confíes en nada, ni nadie. Me gustaba el suelo, de noche era como si caminaras en el cielo, me gusta, tiene buen estilo la demente.
Bien, bien, bien... No nos decepcionemos, no siempre las cosas resultan como uno quiere, pero tenía el presentimiento de que quizás el que viene sea más... Entretenido. El aroma que se impregnaba en mis pasillos cercanos era de Hades, bastante peligroso y poco común... Me gusta, me gusta mucho.
Llevé mis manos hacia mi cuello y las deslicé por mi cabello, transformándolo en la rojiza cabellera de la niña de Artemisa... ¿Cómo se llamaba? Ah... Qué más da.
Di un paso hasta el final del pasillo al encuentro del patán este... Mor. A ver que tan entretenido es. Entonces cuando lo sentí acercarse, salí a su encuentro, mis manos en mi espalda y una sonrisa infantil en mi rostro.
- Qué bueno que te encuentro...- dije mientras me acercaba corriendo a él - No es que te anduviera buscando, pero me perdí y no sé cómo llegar a mi cuarto- musité. La niña era una niña, infantil y tenía ese hábito de decir una cosa y negarlo de inmediato... No era difícil de imitar, además el trato hacia este chico era... Bastante diferente respecto al de los demás.
Su voz me hizo girar con esa cara de justificación de “yo no he hecho nada”, puesto pensé que era Circe regañándome por estar husmeando en su casa, pero no, era… Cyrene, enarqué una ceja al escuchar que la acompañara a su cuarto.
- Espera, Espera ¿Qué te acompañe a tu cuarto? ¿Y de cuando acá me pides primero a mí este favor y no a Epifanía?– le pregunté mientras miraba hacia los lados todavía husmeando, sin prestarle mucha atención. – Además, me perdí en el momento en que mencionaron los cuartos, así que no sé donde quedan- mascullé dando un paso hacia atrás ¿Era un león el que caminaba por el pasillo?, rayos. Esto de los animales salvajes rondando por allí no me animaba mucho.
- No he pedido que me acompañes a mi cuarto... Y no encuentro a Epifanía-musité y miré el animal al frente nuestro, enarqué una ceja en su dirección y la bestia se retiro siguiendo su camino por el pasillo - Parece que él nos está guiando a algún sitio- dije con una sonrisa y comencé a caminar en dirección al león - Espero que sea a mi cuarto- agregué mientras pasaba junto a él. Pero no se movió, así que tomé su mano y tiré de él, con una sonrisa en mi rostro - Vamos... No quieres que Circe nos encuentre husmeando en su hogar- comenté y miré en todas direcciones - Y después nos tengamos que marchar por tu culpa -musité y comencé a caminar.
Quedé fijamente mirando al animal, ciertamente no escuchaba la aguda voz chillona de Cyrene, cuando tomó mi mano, fruncí el ceño, en la gran mayoría de los casos, bueno, en realidad en todos, era yo el que la molestaba con el contacto, enarqué los hombros y comencé a caminar. La molestaría.
- ¿Conoces al felino por esas cosas de la vida Cyrene?- mascullé mientras reía a modo de chiste, mientras tomaba su mano suavemente y la iba deslizando hacia arriba lentamente, con una sonrisa ladeada.
- ¿Al felino?- dije sintiendo su mano por mi brazo, me detuve y sonreí imperceptiblemente - No... Pero sabes que se me facilita el trato con los animales- musité y me giré. Nos encontrábamos en el pasillo aun, pero eso no me detendría. Posé mi mano en su pecho y lo miré fijamente - Mor... -musité mientras pasaba mi mano por su pecho, miré su piel y sonreí a penas -Tengo que... decirte algo – tenia que ser ¿Inocente? Bueno, algo así.
Fruncí el ceño no sé si perceptiblemente y creo que hasta me incliné hacia atrás un poco cuando Cyrene, sí, Cyrene colocó su mano en mi pecho. ¿De cuándo acá Cyrene hacia esas cosas?, me pareció extraño en exceso, enarqué una ceja y coloqué mis manos en la suyas y le susurré -…Pues eres libre de decirlo…- no sé, de pronto la miré, no temblaba, no se sonrojaba, no miraba hacia otro lado, era… demasiada segura. Esa seguridad que se gana con la experiencia y los años. Y no había tomado vino, más que ese sorbo del brindis, el cual hizo una mueca de asco y lo boto, así que no, esta seguridad tampoco era por el alcohol.
-Sé… sé que me, me muestro... Co como si me... me dieras asco, como si los hombres fueran a asquerosos, pero... Pero yo, yo no siento eso -musité y miré al suelo un momento - Cuando te veo me, me siento segura, me siento tra… tranquila de estar contigo y ya no podía seguir o ocultandolo -dije sin dejar de mirar el suelo. Llegaron a mi mente los recuerdos de la chica temblando, sonrojada y tartamuda... Pobre, pero por mas que quisiera, no podría sonrojarme como ella lo hacía... Eso es imposible - No sé que, que es esto que siento... Enséñame- dije mientras lo miraba fijo, demostrando aquella inseguridad y curiosidad en mis ojos.
Creo que ya mi ceño fruncido era evidente. Uno… esto era demasiado fácil. Dos, no le creía, ella no podía estar actuando 24 horas al día, no solo el rechazo hacia mi persona, sino hacia los hombres en general, tres, por supuesto que podría enseñarle, pero… por la dos, no le creía, quizás… habría conseguido alguna valla curiosa y se la comió. Y le provocaba esto, no sé. Pero espera, fue la primera que se levantó de la mesa. Sí, quizás, algo así debió ocurrirle, me parece lo más coherente, la planta de Molly nos hacia inmune de la magia de Circe, pero no a sus matas y hierbas, quizás un… ¿Afrodisiaco? No sé. Algo no me cuadraba, era cierto yo me aprovechaba de ciertas cosas, pero no de niñitas… Uff, que saco conclusiones rápidamente.
-Cyrene- musité acercándome lentamente para reposar mis labios en su mejilla, cerca de su oído. – Si quieres no hay problema puedo enseñarte…- le susurré, Entonces la tomé por los hombros y la alejé – Pero cuando no estés bajo los efectos de algo raro…- baje los brazos y di un paso hacia atrás – Cuando seas tú misma- me di la vuelta y comencé a caminar hacia donde estaba antes, había una habitación que había llamado mi atención -¡Ah! y por cierto, sigue el felino, el si parece saber donde duermes- le grité y seguí con mi camino. Negué. –Niñas…- mascullé. ¿Dónde había quedado esa habitación?
Suspiré y empuñe las manos fuertemente. Este niño qué se creía... Bueno, parece que de Cyrene no resulto, quizás su fantasia no fuera una niña, tal vez alguien más... Adulta. Comencé a caminar en dirección al pasillo contiguo, mi cabello cambió de un rojizo a un tono negro violeta, liso y largo, despeinado salvajemente y como la chica parecía ser nueva, pues en la mesa no habló, solo comió y miró su plato, nadie le dijo nada y ella se limitaba a mirar las cosas. Entonces cuando vi mi reflejo, y era, además de flacucha y con rostro de pilla, una chica bastante común.
Comencé a correr en dirección al patán, y aprovechando que metía la cabeza en un cuarto, lo empujé con la fuerza de una chica... Bueno, una chica con más fuerza de lo común, y cerré la puerta tras de mí.
-A ti te andaba buscando- musité con una sonrisa ladeada mientras me apoyaba en la puerta aún.
De nuevo me giré con cara de “yo no hice nada” y alcé las manos, cuando de pronto vi que era… ¿Amisthy? Quedé tranquilo.
- Haaa. Hola Amisthy- musité tranquilo – ¿Que ocurrió?- le pregunté dándole una mirada de refilón - ¿Descubrieron algo?- le pregunté para darme vuelta y seguir mirando la habitación, que era bastante… ¿Roja? Circe era una loquita… me hacía recordar a un tempo de Afrodita que visité en el norte. Buen gusto, Buen gusto.
- No... Nada de gran importancia- musité y me acerqué a él. Si bien la muchacha mostró bastante poca personalidad, se notaba que no era de las que... Aceptaba, sino que de las que hacía lo que quería, pues por la forma de sentarse en la mesa... Con los pies arriba de esta y los brazos cruzados mientras esperaban la cena... Diría que es de las chicas que saben lo que quieren. Así que sin más preámbulo y con absolutamente un mínimo de paciencia, pasé mis manos por debajo de sus brazos y me abrasé a él -Debí esperar tanto tiempo para hacer esto -musité en su oído mientras me levantaba en la punta de los pies y me afirmaba en él -Al fin un hombre de verdad en el grupo- musité, una sonrisa se formó en mi rostro y luego me acerqué a su oreja y la mordí suavemente.
Cuando sentí sus brazos, quedé como “Hola, Amisthy, mucho gusto, soy Mor, veo que no te importa, a mi realmente tampoco, ya me da lo mismo como te llamas…”. Me giré. ¿Es que acaso la teoría de que Circe había puesto afrodisíacos en la comida de las chicas era verdad?, y si era así. ¿Acaso yo era el único hombre cerca?
Me giré. La abracé siguiéndole el juego un par de segundos. -¿Huelo a algo?- le pregunté. Y ella frunció el ceño. –Olvídalo…- Y ella me miró - ¿Te sientes bien?- bueno quizás a ella no lo conocía nada, pero no me infundía esa imagen de que se acostara con cualquiera. Eran pocas las chicas así en la actualidad y… por lo demás aburridas.
-Me siento perfectamente -musité son una sonrisa mientras pasaba mi mano por su rostro, parece que la chica o bien era una cualquiera en su tierra, para que Mor no se sorprendiera, o no la conocían en lo más mínimo... Y si era así, podía actuar como yo quisiera... Así que me alejé de él y lo empujé a la cama. Me miró un segundo sin moverse, entonces me subí a la cama y luego a su torso, la sonrisa aun en mi rostro y mis manos recorriendo su pecho peligrosamente - Te he visto... Te observo- dije mientras mordía mi labio inferior y ladeaba el rostro - Eres de los que no hacen nada importante, no se preocupan por nadie- musité y sonreí - Me gusta -dije mientras tomaba su mano y acercaba su dedo a mi boca, luego pasé su mano a mi hombro y la bajé por mi pecho.
La verdad, yo… la vi un par de veces, pero no me llamo la atención, sencillamente carecía de personalidad a mi vista o… La tenía muy bien guardada, a ver… No estaba nada mal dejarse llevar, quizás solo un momento.
Deslicé mi mano por su hombro y ella sonreí al ver como su ropa se deslizaba suavemente. Y ella comenzó a quitarme la capa, espera, que aburrido, era muy fácil. Cuando fui a besarla se dejó, cuando la mordí no dijo nada, aburrido. Y me quede acostado en la cama crucé los brazos.
-Sabes… aparte de que estas claramente bajo los efectos de alguna mata, esto es… aburrido…- la mujer frunció el ceño y se notó ofendida.
La tomé por los hombros la coloque en la cama me coloqué la capa, me puse la capucha, ella solo estaba sentada allí. Suspiré. – Definitivamente, no sé que le ocurre a las mujeres conmigo hoy…- musité mientras me abrochaba la capa –Lo mejor será que te vistas, te des un baño y te vayas a dormir…- salí de la habitación y cerré la puerta. Más aburrido que cuando que entré o bueno, me tiraron a ella.
Mis brazos se cruzaron atrás de mi cabeza y me dejé caer en la cama, cuando mi cuerpo rebotó suavemente en el colchón de plumas, ya tenía mi sensual apariencia y obviamente, mi atrayente cabello... Pero que tropa de aburridos... Hasta yo era más entretenida que él y como él cuando fui con esa niñita. Haber quien me faltaba ahora... Ah, ese Heracles... Ni modo que Keops quiera que lo acompañe a correr por el campo. Comienzo a pensar que quizás los hombres de este barco disfrutan más de la belleza y compañía masculina que femenina. Aunque ese no seria un problema, tal vez como Calisto me habría resultado con este Patán. Pero no, ya está bastante lejos de aquí. Bueno, será.
- A otro invitado- musité mientras me levantaba de la cama y salía en busca de Heracles... A ver qué le gusta a este.
Comencé a caminar, no tenía sueño, pero lo mejor era irse a dormir, a ver si este día tan “loco” terminaba, y las opciones eran… Habitaciones… me parece lógico. Así que comencé a caminar hacia ellas, y me hallé con que estaban todas cerradas. En una toqué y Cyrene gritó un “¡Lárguense!”, fruncí el ceño, y me giré, estaba molesta. Cuando fui a tocar a la otra, un par de risotadas se escucharon masculinas y estridentes, emmm, ahora lo que menos quería era “una velada de conoce a tu compañero de misión” quería silencio. La última pues… era de la de donde venía, me recorrió un escalofrío, esa tenía cara de ser la habitación de Circe. Miré las habitaciones, cuatro… Solo cuatro… ¿En qué clase de mundo hay un palacio y solo hay cuatro?, y de pronto un rugido me hizo girar.
- Gatito…- me giré alzando las manos. Me pilló desprevenido – ¿Sabes que no puedes atacarme cierto? Tu ama prometió que no lo harías…- musité serio.
El felino me miró desafiante, mostró sus dientes y se dio la vuelta. Estaba claro, los animales me odiaban…
Entonces comencé a caminar a paso apresurado hasta la habitación que no había revisado más cercana, toqué y la puerta nadie abrió.
-No me vengan ahora…- gruñí, y de pronto el felino giró. Rayos. Y así sin más entré y cerré la puerta tras de mí, se escuchó un gruñido de fondo, suspiré aliviado. Si yo mataba a su felino, no sé qué tanta piedad me tendría Circe. Y de pronto pisé vidrio. -¿Qué rayos?- murmuré.
by KatrinaxStevens & Double_Angy