Heracles
Al terminar de comer, ya sintiéndome satisfecho al
igual que Midhos, el rey Minos apareció y se llevó a Adelphos diciendo al resto
que pasearan por el palacio. Así lo hice sin dejar de lado a Midhos, no por lo
menos hasta que le dije que saliera a tomar aire, pues no creo que le hiciera
muy bien estar siempre en mi brazo. No sabía por dónde habían ido los otros,
pero bueno, necesitaba pensar un poco. Mientras caminaba miraba con algo de
asombro el palacio, no era el más hermoso que había visto pero estaba cerca. Lo
que me llamaba la atención era esa ave Midhos, era muy especial... ¿quién era
ese extraño? ¿Por qué me la dio así porque si siendo Midhos tan especial?
Admito que había algo en su voz que me resultaba algo familiar, no se... De
todas formas debía aprovecharla, no todos tenía la suerte de tener un ave así
de inteligente y que sea capaz de decirte cosas que los demás no entiendes.
-Definitivamente no me separare de esa ave...- dije
mientras sacaba mi espada, esta destello apenas y me senté en un rincón que
nadie veía y cerré los ojos, al pasar los minutos mi mente se aclaraba y me
relajaba, recuperándome completamente.
Decidí volver con los demás, ya anochecía y quería
saber que harían, dormir supongo, ¿no? Bueno, por lo menos yo no lo necesitaba
ahora. Cuando llegue con los demás me dijeron que Minos nos había preparado un
gran cuarto para que descansáramos, mañana nos iríamos. No pude saber si esto
era bueno o no, era algo normal de cualquiera que atiende a sus
"huéspedes", ¿no es así? De todas maneras no me fiaba de él, y menos
de ese tal Mor, su esencia... Tal vez eran cosas mías pero no podía confiarme.
Mientras me sentaba en una de las camas escuche como alguien llegaba rápido a
la puerta, era Adelphos... Quien nos dijo que Minos planeaba matarnos a media
noche... Sabía que esto no era bueno, en fin... Ahora sabía que debía confiar en
Midhos. Preparamos el plan de huida, aún faltaban dos horas... Mientras los
otros hablaban Midhos entro por una de las ventanas, al verla no pude evitar
sonreír apenas, esa ave era especial, empezaba a quererla. En ese momento un
recuerdo se vino a mi mente...
Recuerdo~
Todo transcurría en la puerta de una linda casa,
alrededor se podían ver más similares a esta, es que ese pueblo era así. Las
personas no paraban de trabajar, algunos se preocupaban por hacerles ofrendas y
sacrificios de animales a los dioses, antes de fijarse en su familia... Muchos
no tenían lo suficiente para poder vivir, pero entre todos se ayudaban. Un
grupo de niños de diferentes familias del pueblo llegaron a la puerta de la
casa golpeando esta... Un hombre de músculos sobresalientes y porte serio, pero
a la vez de mirada tranquila salió de esta...
-¿Si Perseo?- le dijo el hombre al niño más pequeño, a
su hijo...
-¡Mira lo que encontré!- le dijo de golpe sacando algo
de su espalda, una pequeña ave que chillaba constantemente.
-Vaya... Es bonita... ¿Dónde la conseguiste?-
-Del bosque...- respondió este disminuyendo su
alegría, sabía que lo reprenderían pues se le estaba prohibido ir allí, los
chicos que le acompañaban se retiraron despacio...
-¡Nos vemos luego Perseo!- dijeron varios de ellos
saludando con la mano.
-Con que del bosque... Sabes que no puedes ir allí, es
el bosque prohibido... Allí hay muchas criaturas peligrosas...-
-Pe... Pero yo... Solo quería hacerte un regalo...-
decía el pequeño, con los ojos llorosos, su padre apoyo su mano en su hombro
mientras sonreía apenas.
-No te preocupes, por esta vez está bien, pero no
quiero que vuelvas al bosque prohibido, ¿de acuerdo?- el niño limpio
rápidamente sus ojos y sonrió mientras le daba el pequeño pájaro a su padre...
quien lo tomo tranquilamente mientras acariciaba el pelo del niño...
-¡Heracles! ¡Perseo! ¡Vengan a comer!- dijo una voz de
mujer proveniente de la casa, ambos sonrieron fuera.
-Vamos, sino tu madre nos reprenderá...- dijo riendo
el sujeto mientras entraba a la casa con su hijo, en el cielo se podía observar
como nubes oscuras se empezaban a juntar, una tormenta se avecinaba...
Fin~
Me sobresalte apenas por una voz y una mano que
tocaban mi hombro. Mire quien era, era Epifanía... Nuestra guía, se podría
decir. La mire a los ojos solo por unos instantes ya que corrí la mirada
posándola en Midhos...
-¿Estas bien Heracles?- dijo ella de nuevo, la mire de
nuevo y me levante tranquilo.
-Si... Estoy bien... ¿Cuando salimos?- dije cambiando
de tema mientras miraba hacia afuera, podía verse la luna.
-En un rato...- me dijo, luego se volvió a los demás
-Así que prepárense... No nos será fácil llegar allí-
-Epifanía tiene razón, de seguro Minos habrá puesto
muchos hombres allí, no podría permitir que huyéramos en el caso de que sus
guardias fallen en matarnos ahora...- dijo Adelphos.
-Bueno, no creo que sean más difíciles que un
cancerbero...- dijo Herotarco sonriendo mientras tomaba la empuñadura de su
espada.
Cuando salimos en dirección al barco, Mor ya se había
puesto en marcha para aniquilar a algunos de forma silenciosa. Pude notar algo
raro en su mirada, como si estuviera esperando el momento de poder matar a
alguien. Nosotros sigilosamente avanzábamos por los pasillos y nos librábamos
de los que nos encontrábamos. Use varias veces mis dagas, las lanzaba con gran
puntería sin darle tiempo de gritar siquiera a los guardias. Así logramos salir
afuera, donde Mor se nos apareció, ahora su mirada estaba tranquila, ¿acaso habría
saciado su sed de muerte? Ahora debíamos llegar a los barcos, estaban bastante
alejados de nuestra posición, y por lo que pudimos ver eran muchos hombres los
que los custodiaban. Midhos inteligentemente estaba en silencio, sus alas eran
muy silenciosas... Había un grupo de guardias que se interponían en una gran
puerta, arriba de esta había dos con sus arcos listos por si acaso...
-¿Que hacemos acá?- pregunto alguien...
-Creo que lo mejor sería deshacerse de los guardias de
arriba, pues estamos expuestos a sus flechas...- dije firme, Midhos a mi lado
me chillo de forma muy leve, me sorprendía de que pudiera hacerlo en un tono
tan bajo... La escuche con atención y fruncí el ceño, esta alzo vuelo y como
una sombra desapareció...
-Vaya, por lo menos no estorbara...- dijo Herotarco al
ver el ave irse.
-Cuando los guardias caen atacamos, acerquémonos...-
dije mientras avanzaba, los otros alzaron los hombros y me siguieron. Entonces
vieron sorprendidos algo que a gran velocidad cortaba el cuello de ambos
guardias que caían. Era Midhos y sus letales alas...
By Silius