Herotarco
Por el camino, tumbé a varios oponentes
con el escudo y la espada.
Había que actuar rápido.
Cortar, atravesar, matar... Proteger.
Tumbé a otros dos usando el escudo.
Mor pareció dejar fuera de combate a
muchos otros y Heracles sabía cómo matar.
Epifanía se deslizaba cual sombra en la
noche y el joven príncipe despojaba de gargantas a los que se le interponían.
Cuando salimos, después que los guardas
cayeran, corrimos.
Pero escuché algo.
Pisadas. Una carrera.
- ¡Nos siguen! -grité- ¡No miréis
atrás! ¡Colgaos los escudos a la espalda y los que no tengan que vayan delante!
¡Vamos!
Corriendo en una sola fila, para evitar
las flechas nos dirigimos al embarcadero.
No nos detuvimos.
Corrimos como si no hubiese un mañana.
Pero claro... Había un problema.
- Casi seguro que hay guardias
esperándonos en el barco. No creo que ese rey fuese tan ligero de ideas como
para olvidar poner guardias en el transporte que requerimos.
- Pues habrá que hacer algo -dijo Mor
sonriendo-.
- Pues entraremos por algún hueco que
haya pero que a nadie se le ocurra ir por la pasarela.
By 1ñ1g0