Keops
La misión ya estaba
puesta en marcha, era en base fácil. Conociendo la forma de pensar de un
minotauro, de seguro ya habría capturado a aquella mujer y por ende había sólo
dos alternativas, o ya la habría matado o la tendría captiva, por nuestro bien
esperaba que fuera la segunda. Nos encaminamos hacia los jardines donde yacían
las colosales puertas del laberinto, coronadas por dos estatuas de Oro y rejas
de plata.
- Valla que no se olvidan
de los detalles - dije levantando la mirada totalmente para ver la estructura.
- algún plan? pregunté
- La única forma será
entrar y hacernos paso entre las letales bestias de Minos.... - dijo
tétricamente Epifanía.
- Valla valla, si habló
el alma de las fiestas - le dijo Herotarco. -Deberías ver la vida un poco
menos tétrica debes en cuando.
Llegamos a los dos
caminos acompañados por el rey Minos, un hombre que en mi experiencia había
denotado que era de esos fácilmente influenciable por el licor así como varias
mujeres, suponía que aquella pobre mujer no era una sino de sus tantas esposas
realmente y que sólo la rescataba por no perder seguidores ante tan cruel acto.
Debía ser todo menos una historia de Amor.... que aburrido.
El grupo se dividió
quedando yo con Adelphos y los demás miembros en el otro equipo, me preguntaba
realmente, ¿que era la energía que impregnaba ese lugar? aunque a pesar de todo
no le presté mucha atención. Caminamos unos cuantos pasos, los cuales
parecieron eternos, Adelphos no era de muy buena conversación por lo que el
trayecto era en silencio, algo que quería cambiar.
- Y... Adelphos de dónde
eres? - le dije caminando con las manos en la nuca.
- Para que quieres
saberlo? - dijo seriamente...
- Eh... bueno tu sabes...
quería hacer conversación - dije un poco intimidado, a pesar de todo las
relaciones personales no eran mi fuerte.
Siempre me la había
pasado asesinando a los traidores de los dioses, y muy poco de estos me dirigían
la palabra, por lo que era bastante difícil saber qué hacer en ese instante
pero justo cuando se me ocurrió algo para responder un ruido atrajo nuestra
atención.
De las sombras salieron
varias criaturas peludas del tamaño de una cabra más o menos, tenían tres
cabezas las cuales no parecían muy desarrolladas, rápidamente se abalanzaron
sobre nosotros, un pequeño error de su parte. Pude sentir la espada rozando mi
mano y sólo eso basto, en un certero golpe una de estas yacía cortada a la
mitad despidiendo sangre a chorros.
-¡Quieren pelea, pues les
daremos pelea! - dije mientras Adelphos sacaba su arma.
By Silva