29.6.10

Cap 10

Epifanía

Me quité las ropas persas y frente a los guardias de Minos y el propio Minos, quedó al descubierto mi procedencia Ateniense. Su rostro de desagrado al notar mi verdad fue único, y también solamente yo lo noté, pues Minos parecía muy amigo de Adelphos… A decir verdad, y basándome en mi fugaz pero bien fundado conocimiento de los cretenses, no le creía mucho.
Entramos en el laberinto. Hacía un poco de frío y un aberrante olor a azufre cubría todo el lugar. Dejé las túnicas en la entrada del laberinto, y noté que Minos quedó afuera, cerrando la entrada y custodiándola.

-Mire guerrero Heracles –dije mientras tomaba mi arco y lo cargaba en la espalda –El gran Rey Minos, que nos encierra junto al Minotauro, pide que rescatemos a su esposa…
-Es un acto de amor, Epifanía –comentó el espartano.
-¿Amor? Podría aseguraros, guerrero, que Minos, en lo que menos piensa en este momento, es en amor.
-¿A qué te refieres?
-Intenta deshacerse de nosotros… -aseguré.
-¿Crees eso?
-Estoy segura… Minos, esposo de Pasifae, no es padre del legendario Minotauro, aunque este lleve su nombre. Es más… Su esposa, si es que es cierto que fue encarcelada en el laberinto, os aseguro que ya no vive, al igual que lo asegura el Rey Minos en este momento.
-Espera… ¿De quien es hijo el Minotauro?
-De Pasifae y el toro más fornido y hermoso de la isla, pero no del Rey Minos… Por eso él lo encerró aquí. ¿Quién quiere cuidar de quien no es un hijo legítimo? Pues el Rey, no.
-Entonces… Minos intenta deshacerse de nosotros o…
-O del Minotauro. Cualquiera le conviene. La diferencia es que si nosotros salimos del laberinto, nos deberá dar un barco y nada más, si no, deberá seguir alimentando al hijo de Pasifae.
-Entonces apresurémonos. Adelphos ya nos ha dividido en dos grupos –dijo el espartano mientras cargaba su escudo –Tenemos que encontrar al Minotauro…
-Antes de que este nos encuentre –completé mientras amarraba a la reja de la entrada un trozo de cuerda de pelo de bestia de inframundo-
-¿Qué haces Epifanía?
-Tal vez Adelphos y Keops busquen perderse… Pero es bien sabido que la única manera de salir de un laberinto, es por el lugar que se ha entrado.
-Con eso nos guiaremos de vuelta.
-Y a menos que el Minotauro posea algún cuchillo del mismo Hades, no podrá cortar la cuerda –dije mientras metía en brazo en la apertura que quedaba en la cuerda enrollada y comenzábamos a caminar, en dirección contraria a Adelphos.

Recorrimos algunos pasillos, puertas, portones, escaleras y lo único que encontrábamos eran cadáveres de mujeres y hombres devorados. Las túnicas manchadas de sangre que aún permanecían ahí denotaban la procedencia Ateniense. Solamente miraba y seguía caminando. Nos metimos en un pasillo sin salida, cuando repentinamente tras nosotros, un perro enorme y de tres cabezas apareció en la entrada del pasillo. Llevaba en su boca una mujer colgando, digamos que lo que quedaba de ella, y un grillete de fuego adornaba cada una de sus patas.

-No es posible –musité mientras sacaba una flecha y la tensaba en mi arco.
-Es una bestia del inframundo… -dijo Heracles –Todo es posible.
-Es un Cancerberos… -dije veloz –Es de Hades…
-¿Y…?
-Hades no tiene poder sobre esta zona… Poseidón sí -aseguré.
-No estoy para esos cuestionamientos sacerdotisa. Debemos hallar a Pasifae y acabar con el Minotauro… Así que acabemos con este perrito –dijo Heracles, confiado y empuñando su arma.

Algo aturdida a causa de la presencia de un perro del Tártaro, asentí y dirigí mi flecha de oro en dirección hacia la cabeza del medio. Apunté a uno de sus ojos, y en él dio. Dejando a la cabeza central, con media visión.
Pero el perro, enfurecido ante mi acto, se abalanzó contra nosotros, ahí comenzaba recién la encarnizada lucha.

By KatrinaxStevens