Heracles
Las personas con las que
compartía este viaje eran diferentes a las personas con las que estaba
acostumbrado a relacionarme en mi pueblo, claro que estos últimos años hablaba
poco. Mientras nos dirigíamos al místico laberinto del minotauro, me puse a pensar...
Viendo como actuaban los dioses, si mi familia no hubiera muerto, ¿no habría
emprendido acaso este viaje? Siempre me guiaba por la verdad, la justicia e
igualdad... Los dioses no lo hacían, éramos solo objetos para ellos, pero era
momento de que esto se terminara. Había que ir ahora por nuestro próximo
objetivo, aunque primero debíamos eliminar al minotauro. ¿Cómo era? Según
leyendas e historias era una bestia muy grande, con cuernos capaces de
atravesar cualquier cosa, una fuerza descomunal y por sobre todo, una bestia
asesina nata.
Cuando nos separamos,
quedando Epifanía, el chico nuevo Herotarco y yo por uno de los caminos,
mientras que por el otro iban Keops y Adelphos, el príncipe. Debía admitir que
me sorprendió eso, no esperaba que un príncipe se atreviera a enfrentar a los
dioses. La chica Epifanía era rara, bueno... Lo digo ya que era una sacerdotisa
y actuaba como si supiera lo que pasaba siempre, y aunque suene mal... Podría
ser bueno, era algo positivo. Pero bueno, lo que menos quería ahora era pensar
en una mujer, cualquiera... De cualquier manera siempre me terminaba recordando
a ella, y si pretendía enfrentarme a un minotauro, no era para nada
recomendable. El camino no nos deparaba enemigos, solo muertos, o lo que
quedaba de ellos... Ropas con sangre adornaba el suelo, algunos cadáveres
atados en sus extremidades con cadenas a argollas metálicas en las paredes.
Debía ser horrible no poder hacer nada mientras te comen... Los dioses...
Tendrían que pasar por esto...
De pronto tras nosotros
apareció un gran cancerbero, no era un adulto pero tampoco un cachorro. Un
primer flechazo de la sacerdotisa dejo fuera la primera cabeza, una de tres,
faltaban dos. Midhos chillos y alzo vuelo para que no la dañasen, había
cometido un error al no dejarla fuera. El perro se lanzó hacia nosotros en una
embestida, he de decir que atacando eran muy básicos. Saque mi escudo y lo tome
firmemente con el brazo izquierdo, repelí con un golpe de este la embestida del
perro, aunque me hizo retroceder unos pasos. Me puse firme, a mi lado llego
Herotarco preparado, en medio y con su arco tensado, Epifanía. Blandí mi espada
moviéndome lentamente alrededor del perro, lo rodeamos pero se enfureció cuando
sintió la pared detrás de él, ataco al chico que lo esquivo por poco y con su
espada hizo volar por los aires una de las cabezas... Un chorro de sangre salió
para arriba, de a poco se desangraría. Otro flechazo de la chica llego hasta
el, dio media vuelta y sin saber bien que hacia intento huir, creí que quería
embestirme... Solté mi espada que se clavó al suelo, saque una de mis dagas y
cuando estuvo a unos metros de mí se la lance clavándola en su última cabeza...
La bestia cayó al suelo inerte... saque la daga limpiándola con su mismo
pelaje.
-Tres de tres...- dijo
Herotarco mirando a la bestia, lo mire y asentí pero escuchamos más gruñidos,
muchos más.
-Rayos... No podemos
huir, darles la espalda sería fatal...- les dije, la chica asintió...
-Tienes razón, pero
debemos avanzar también...- dijo tensando su arco en mi dirección, me corrí al
notar su mirada y la flecha termino en un Cancerbero pequeño... Tome mi espada
del suelo y esta apenas se ilumino azuladamente, volvió a su tono metálico
mientras retrocedía unos pasos.
-Mmm, son cancerberos
pequeños, podremos fácilmente...- nos dijo Herotarco. Pero cuando termino de
decirlo no menos de 6 cancerberos pequeños aparecieron detrás del que tenía una
flecha clavada en una de sus cabezas. Fruncí el ceño mientras me concentraba
mirándolos, sostenía con firmeza mi escudo.
-¿Hay alguna puerta
Epifanía?- pregunte mientras veía como se sumaban más cancerberos.
-Si... Pero está
trabada...- respondió, la mire rápidamente.
-Intenten abrirlas
ustedes dos, yo los entretendré... Pero no por mucho...- les dije, no había
muchas opciones, esos perros seguían sumándose, ¿de dónde habían salido tantos?
-Cúbrelo Epifanía, yo la
abriré...- dijo Herotarco, si la puerta estaba trabada o algo por el estilo su
fuerza era la solución. Epifanía tenso su arco, una flecha ya tenía objetivo.
Me sorprendió por qué los
perros no atacaban todos juntos salvajemente, solo la mitad, exactamente la
mitad ataco primero. Realicé un corte partiendo en dos a uno de ellos, la
sangre salió rápidamente en forma de chorros. Con mi escudo repelí una
embestida e hice otro corte, al ser pequeños las posibilidades de matarlos de
un solo golpe aumentaba mucho. Sentía como una flecha pasaba cerca de mí y
terminaba incrustado en uno de los perros, me gire un segundo a verla, sí que
era buena con sus arco. Extendí mi espada clavándola en uno pequeño, la saque
rápidamente y lo remate mientras rodaba en el suelo esquivando uno que había
saltado con intenciones de arrancar mi cabeza. En esta pelea ya se me había
hecho rutinario repeler con el escudo y rematar con mi espada, pero claro que
eran pequeños, con una grande ya no era igual. La sangre chorreaba por el filo
de mi espada y caía al suelo mezclándose con la tierra.
-¡Vamos chicos!- grito
Herotarco, retrocedí lo más rápido que pude mientras daba cortes a cualquier
perro que se me acercase. Mire a Herotarco que hacia fuerza para que la puerta
no se cierre, parecía de piedra. Él la soltó y empezó a cerrarse. Logre pasar
junto con Epifanía pero no así el cancerbero que venía tras nosotros, no fue
muy lindo ver como ambas puertas al cerrarse lo trituraban.
-Bien hecho...- le dije a
Herotarco mientras seguíamos caminando, frente a nosotros yacía una escalera
que daba, unos dos metros más arriba, a otra puerta. Aun se escuchaban los
gruñidos y golpes a la puerta que había detrás de nosotros, pero de pronto
ceso.
-No creo que se hayan
cansado...- les dije algo serio comenzando a subir la escalera, una vez arriba
pasamos a otra habitación, pero era más de lo mismo. Algunos cadáveres, olor a
azufre, sangre... ¿Sangre fresca? Había tocado un poco del suelo, efectivamente
era de hace poco. Caminamos de forma cautelosa, el olor a azufre aumentaba cada
vez más, ¿sería buena señal? No veía la hora de encontrar a ese minotauro y
salir de aquí...
-Epifanía...- le dije,
esta se giró su cabeza hacia mí -¿Que más sabes del minotauro? Para saber bien
a que nos enfrentamos, como vencerlo... Yo solo he escuchado leyendas, una más
inverosímil que la otra...- termine mientras me acomodaba el pelo que me
estorbaba un poco la vista. Adelante un pasaje bastante angosto nos esperaba,
del que provenía un extraño y feo olor...
By Silius