30.6.10

Cap 11


Heracles

Las personas con las que compartía este viaje eran diferentes a las personas con las que estaba acostumbrado a relacionarme en mi pueblo, claro que estos últimos años hablaba poco. Mientras nos dirigíamos al místico laberinto del minotauro, me puse a pensar... Viendo como actuaban los dioses, si mi familia no hubiera muerto, ¿no habría emprendido acaso este viaje? Siempre me guiaba por la verdad, la justicia e igualdad... Los dioses no lo hacían, éramos solo objetos para ellos, pero era momento de que esto se terminara. Había que ir ahora por nuestro próximo objetivo, aunque primero debíamos eliminar al minotauro. ¿Cómo era? Según leyendas e historias era una bestia muy grande, con cuernos capaces de atravesar cualquier cosa, una fuerza descomunal y por sobre todo, una bestia asesina nata.

Cuando nos separamos, quedando Epifanía, el chico nuevo Herotarco y yo por uno de los caminos, mientras que por el otro iban Keops y Adelphos, el príncipe. Debía admitir que me sorprendió eso, no esperaba que un príncipe se atreviera a enfrentar a los dioses. La chica Epifanía era rara, bueno... Lo digo ya que era una sacerdotisa y actuaba como si supiera lo que pasaba siempre, y aunque suene mal... Podría ser bueno, era algo positivo. Pero bueno, lo que menos quería ahora era pensar en una mujer, cualquiera... De cualquier manera siempre me terminaba recordando a ella, y si pretendía enfrentarme a un minotauro, no era para nada recomendable. El camino no nos deparaba enemigos, solo muertos, o lo que quedaba de ellos... Ropas con sangre adornaba el suelo, algunos cadáveres atados en sus extremidades con cadenas a argollas metálicas en las paredes. Debía ser horrible no poder hacer nada mientras te comen... Los dioses... Tendrían que pasar por esto...

De pronto tras nosotros apareció un gran cancerbero, no era un adulto pero tampoco un cachorro. Un primer flechazo de la sacerdotisa dejo fuera la primera cabeza, una de tres, faltaban dos. Midhos chillos y alzo vuelo para que no la dañasen, había cometido un error al no dejarla fuera. El perro se lanzó hacia nosotros en una embestida, he de decir que atacando eran muy básicos. Saque mi escudo y lo tome firmemente con el brazo izquierdo, repelí con un golpe de este la embestida del perro, aunque me hizo retroceder unos pasos. Me puse firme, a mi lado llego Herotarco preparado, en medio y con su arco tensado, Epifanía. Blandí mi espada moviéndome lentamente alrededor del perro, lo rodeamos pero se enfureció cuando sintió la pared detrás de él, ataco al chico que lo esquivo por poco y con su espada hizo volar por los aires una de las cabezas... Un chorro de sangre salió para arriba, de a poco se desangraría. Otro flechazo de la chica llego hasta el, dio media vuelta y sin saber bien que hacia intento huir, creí que quería embestirme... Solté mi espada que se clavó al suelo, saque una de mis dagas y cuando estuvo a unos metros de mí se la lance clavándola en su última cabeza... La bestia cayó al suelo inerte... saque la daga limpiándola con su mismo pelaje.

-Tres de tres...- dijo Herotarco mirando a la bestia, lo mire y asentí pero escuchamos más gruñidos, muchos más.
-Rayos... No podemos huir, darles la espalda sería fatal...- les dije, la chica asintió...
-Tienes razón, pero debemos avanzar también...- dijo tensando su arco en mi dirección, me corrí al notar su mirada y la flecha termino en un Cancerbero pequeño... Tome mi espada del suelo y esta apenas se ilumino azuladamente, volvió a su tono metálico mientras retrocedía unos pasos.
-Mmm, son cancerberos pequeños, podremos fácilmente...- nos dijo Herotarco. Pero cuando termino de decirlo no menos de 6 cancerberos pequeños aparecieron detrás del que tenía una flecha clavada en una de sus cabezas. Fruncí el ceño mientras me concentraba mirándolos, sostenía con firmeza mi escudo.
-¿Hay alguna puerta Epifanía?- pregunte mientras veía como se sumaban más cancerberos.
-Si... Pero está trabada...- respondió, la mire rápidamente.
-Intenten abrirlas ustedes dos, yo los entretendré... Pero no por mucho...- les dije, no había muchas opciones, esos perros seguían sumándose, ¿de dónde habían salido tantos?
-Cúbrelo Epifanía, yo la abriré...- dijo Herotarco, si la puerta estaba trabada o algo por el estilo su fuerza era la solución. Epifanía tenso su arco, una flecha ya tenía objetivo.

Me sorprendió por qué los perros no atacaban todos juntos salvajemente, solo la mitad, exactamente la mitad ataco primero. Realicé un corte partiendo en dos a uno de ellos, la sangre salió rápidamente en forma de chorros. Con mi escudo repelí una embestida e hice otro corte, al ser pequeños las posibilidades de matarlos de un solo golpe aumentaba mucho. Sentía como una flecha pasaba cerca de mí y terminaba incrustado en uno de los perros, me gire un segundo a verla, sí que era buena con sus arco. Extendí mi espada clavándola en uno pequeño, la saque rápidamente y lo remate mientras rodaba en el suelo esquivando uno que había saltado con intenciones de arrancar mi cabeza. En esta pelea ya se me había hecho rutinario repeler con el escudo y rematar con mi espada, pero claro que eran pequeños, con una grande ya no era igual. La sangre chorreaba por el filo de mi espada y caía al suelo mezclándose con la tierra.

-¡Vamos chicos!- grito Herotarco, retrocedí lo más rápido que pude mientras daba cortes a cualquier perro que se me acercase. Mire a Herotarco que hacia fuerza para que la puerta no se cierre, parecía de piedra. Él la soltó y empezó a cerrarse. Logre pasar junto con Epifanía pero no así el cancerbero que venía tras nosotros, no fue muy lindo ver como ambas puertas al cerrarse lo trituraban.
-Bien hecho...- le dije a Herotarco mientras seguíamos caminando, frente a nosotros yacía una escalera que daba, unos dos metros más arriba, a otra puerta. Aun se escuchaban los gruñidos y golpes a la puerta que había detrás de nosotros, pero de pronto ceso.
-No creo que se hayan cansado...- les dije algo serio comenzando a subir la escalera, una vez arriba pasamos a otra habitación, pero era más de lo mismo. Algunos cadáveres, olor a azufre, sangre... ¿Sangre fresca? Había tocado un poco del suelo, efectivamente era de hace poco. Caminamos de forma cautelosa, el olor a azufre aumentaba cada vez más, ¿sería buena señal? No veía la hora de encontrar a ese minotauro y salir de aquí...
-Epifanía...- le dije, esta se giró su cabeza hacia mí -¿Que más sabes del minotauro? Para saber bien a que nos enfrentamos, como vencerlo... Yo solo he escuchado leyendas, una más inverosímil que la otra...- termine mientras me acomodaba el pelo que me estorbaba un poco la vista. Adelante un pasaje bastante angosto nos esperaba, del que provenía un extraño y feo olor...

By Silius